Una transformación espiritual y moral – Juventud musulmana Ahmadía
Discurso de clausura de Hazrat Jalifatul Masih V (aba) en el Mall-lis Judammul Ahmadía Illtema Nacional del Reino Unido 2024

Después de recitar Tashahhud, Ta`awwuz y Surah al-Fatihah, Hazrat Jalifatul Masih (ra) V (aba) dijo:
‘Por la gracia de Dios, una vez más habéis tenido la oportunidad de celebrar y participar en el Illtema Nacional del Mall-lis Judamul Ahmadía, un Illtema dedicado a los jóvenes y niños áhmadis.
Ciertamente, cuando los jóvenes de una comunidad abrazan sus valores y se esfuerzan en cumplir con sus objetivos, esa comunidad prospera y progresa. Por ello, cuando en 1938 Hazrat Jalifatul Masih II fundó Mall-lis Judamul Ahmadía, lo hizo con la aspiración de que todos los jóvenes y niños áhmadis sobresalieran en el cumplimiento de las enseñanzas de su fe, mejoraran consistentemente sus estándares morales, destacaran en su adoración a Dios y forjaran un vínculo cada vez más estrecho con Él. En resumen, Judamul Ahmadía se creó como medio para que los jóvenes áhmadis vivieran colectivamente sus vidas de acuerdo con las enseñanzas del Islam. Se estableció con el fin de cultivar en nuestra juventud el espíritu de servicio y sacrificio por su fe.
Además, el Mall-lis Judamul Ahmadía se estableció no sólo para garantizar que los jóvenes áhmadis cumplieran con las obligaciones y objetivos hacia su religión, sino para garantizar que los niños y la futura generación de áhmadis siguieran comprometidos con su fe. Además, se creó para que los jóvenes áhmadis pudieran iniciar una transformación espiritual y moral en el mundo guiando a otras personas hacia Dios Todopoderoso e inspirándose a inculcar a su alrededor los valores morales más ejemplares.
Así pues, debe quedar claro que Hazrat Musleh Maud (ra) no fundó Mall-lis Judamul Ahmadía para que sirviera simplemente como plataforma para que los jóvenes áhmadis se reunieran entre sí, como si de un club social se tratara; más bien, estableció objetivos nobles para los Judam. Así pues, no debéis escatimar ningún esfuerzo lograrlos. Recordad que Mall-lis Judamul Ahmadía no se asemeja en nada a los grupos mundanos que están obsesionados con su beneficio personal y la protección de sus estrechos intereses y derechos. Nuestra prioridad, más bien, debe consistir en esforzarnos por fortalecer nuestra relación con Dios el Altísimo y en cumplir los derechos de Su creación. También debemos, a través del amor y la racionalidad, invitar a otros hacia Dios y así cumplir con los derechos de Su creación. Sólo entonces actuaremos de acuerdo con las benditas palabras del Santo Profeta (sa): “Hay que desear para los demás lo que desea para sí mismo”.
Así que, como Jadim y Tifl, no debéis nunca infravalorar la importancia de vuestra misión; vuestras metas y ambiciones son amplias y profundas. Por lo tanto, acogedlas con orgullo y determinación. En esta época, no sólo somos testigos de un rápido declive en el culto a Dios y una creciente apatía hacia la religión, sino también de una escalofriante indiferencia ante el sufrimiento de la creación de Dios. La ayuda a los necesitados suele verse impulsada a menudo por motivos ocultos y el deseo de satisfacer intereses creados bajo el disfraz de humanidad. La ayuda suele ser condicional y la compasión se convierte en una mercancía que se intercambia para obtener ganancias políticas y económicas. Como resultado, cada vez son más las voces que denuncian abiertamente a las grandes potencias e instituciones mundanas de evidentes dobles estándares.

En contraste con estas tendencias predominantes de materialismo, hipocresía y egoísmo, nosotros, como musulmanes áhmadis, debemos alzarnos como faros de sinceridad, fe inquebrantable y servicio desinteresado a toda la humanidad. Libre de toda forma de discriminación e intereses propios, debemos esforzarnos por guiar a la gente hacia esos nobles objetivos que definen nuestro verdadero propósito. Cada miembro de la Comunidad debería centrarse en estos objetivos y estar preparado para hacer todos los esfuerzos y sacrificios necesarios por esta causa. Sólo podéis tener éxito si cada uno de vuestros actos está gobernado por el deseo de lograr el beneplácito de Dios. No debéis permitir que los deseos mundanos u objetivos materiales nublen vuestras intenciones ni vuestro juicio.
En una ocasión, en un discurso dirigido a Mall-lis Judamul Ahmadía, Hazrat Musleh Maud (ra) instó a los miembros de la Comunidad a esforzarse, independientemente de su edad o estatus, por alcanzar unos niveles tan excepcionales de virtud, rectitud, devoción a Dios, veracidad y justicia que tanto los no áhmadis como los no musulmanes dieran testimonio del carácter ejemplar de los áhmadis.
Además, enseñó que los áhmadis no deberían quedar satisfechos solamente con la adquisición de buena moral y rectitud. Más bien, deben esforzarse por inspirar y cultivar tales virtudes en los demás. Por lo tanto, si nosotros, como áhmadis, deseamos progresar y cumplir los objetivos por los cuales hemos tomado el Bai’at del Mesías Prometido (as), debemos, independientemente de nuestra edad, intentar experimentar un cambio profundo en nuestro interior. Debemos comprometernos a vivir una vida libre de inmoralidad, injusticia y engaño. De lo contrario, nuestra pretensión de producir una revolución espiritual en el mundo se reducirá a palabras huecas y superficiales.
En cuanto a nuestra reforma personal, debéis comenzar con vuestros propios hogares, asegurándoos de que respetáis los derechos de vuestros padres, esposas, hijos, hermanos, hermanas y otros familiares. Debemos cumplir con los derechos de nuestros amigos, profesores y colegas, ya sean nuestros superiores o subordinados. Y más importante aún, todo áhmadi debe esforzarse por abandonar todo lo que desagrada a Dios Altísimo. Por ejemplo, un pecado grave que Dios El Altísimo ha prohibido es pensar mal de los demás. Hay una gran sabiduría en estas enseñanzas, ya que las consecuencias de pensar mal de los demás pueden ser de gran alcance. De hecho, guardar rencor o calumniar al prójimo es una forma segura de fomentar la división y el desorden en los hogares, los círculos sociales, la sociedad en general y entre las naciones.
Por ello, recuerdo a los Judam más jóvenes o a los Atfal de más edad que aún están recorriendo el camino de su vida que eviten formar opiniones negativas innecesarias sobre los demás sin necesidad. En su lugar, mantened una actitud positiva y pensad bien de los demás, a menos que surjan indicios claros y convincentes de lo contrario. Además, recordad que la base de todos los males es la falsedad. La falsedad es un veneno que se filtra en el corazón de la humanidad y rompe los lazos de confianza y unidad en la sociedad. En el mundo actual, la falsedad se ha vuelto tan común que a menudo la persona no consigue diferenciar entre lo que es verdadero y lo que es falso. Lamentablemente, debido a la influencias nocivas presentes de la sociedad moderna, incluso algunos jóvenes y niños áhmadis se han visto involucrados en la falsedad. Quizás crean que su engaño pueda ser permisible por tratarse de una broma, pero a la vista de Dios cualquier broma que incluya falsedad no solo es incorrecta, sino también pecaminosa.
A nivel social, un problema cada vez mayor es la difusión de información falsa en las redes sociales. De hecho, no es exagerado decir que vivimos en una época de desinformación desenfrenada. Hay personas que comparten o reenvían mensajes, ya sea deliberadamente o por ignorancia, sin importarles si lo que se afirma o muestra es verdad o no. Las consecuencias de tal engaño escapan a la comprensión de muchos jóvenes. Se difunden mentiras y propaganda falsa en pueblos, ciudades y naciones en un abrir y cerrar de ojos, provocando tensiones y conflictos entre comunidades. Las plataformas de las redes sociales que afirman con orgullo unir a las personas, en realidad los están dividiendo aún más.
Por ejemplo, hace unas semanas estallaron disturbios en varias ciudades del Reino Unido tras difundirse en las redes sociales alegaciones de que el autor del atroz asesinato de unos niños inocentes en Southport era un inmigrante musulmán. Esto era absolutamente falso, pero se extendió como la pólvora en las redes sociales y como resultado algunos inmigrantes, especialmente los musulmanes, se convirtieron en blanco de ataques maliciosos. Cuando se cuestionó la difusión de esta información errónea, los involucrados se negaron invariablemente a asumir ninguna responsabilidad por sus acciones. En esta era de falsedad, corresponde, pues, a los jóvenes áhmadis ser los guardianes de la verdad. Cada Jadim debería hacer siempre una pausa y reflexionar antes de comentar o compartir ningún mensaje. Antes de presionar el botón de enviar, determinad cuidadosamente si lo que estáis compartiendo es veraz y beneficioso para los demás. No reenvíes ningún mensaje ni comentéis sobre algo si existe la más mínima sospecha de que pueda ser falso o tenéis dudas de su veracidad.
Pase lo que pase, ningún áhmadi debería refugiarse jamás en la falsedad. Aparte de las redes sociales, hay gente que suelen mentir para salvarse del enfado o el juicio de sus padres, profesores o superiores en el trabajo. También, cuando existe distanciamiento entre marido y mujer, es frecuente que los implicados recurran a la falsedad para lograr que se tome una decisión a su favor o para ganarse la simpatía de los demás. Estas personas no se dan cuenta de que mentir es un pecado de inmensa magnitud. De hecho, la persona que cree Dios se estremece sólo ante el mero pensamiento de las consecuencias de la falsedad, dado que Dios El Altísimo ha equiparado la mentira con el ‘shirk’, es decir, asociar copartícipes con Dios.

Además, el Santo Profeta (sa) ha declarado que recurrir a la falsedad es señal de hipocresía. El Santo Profeta (sa) dijo que cuando un hipócrita habla, miente; cuando hace un trato, viola sus términos; cuando hace una promesa, la rompe; y cuando se ve envuelto en una disputa, desprovista de razón y lógica, el hipócrita recurre a la maldición y el insulto hacia la otra parte. Ningún áhmadi, sea hombre, mujer o niño debería tolerar jamás la idea de ser clasificado como idólatra o hipócrita. Como ya he dicho, no debería existir ni un solo atisbo de engaño en nuestras palabras o actos; más bien, los que os rodean deberían atestiguar que los jóvenes áhmadis siempre dicen la verdad, viven la verdad y encarnan la verdad en todo momento. La gente debería tener plena confianza en que, si se hace un trato con un áhmadi, este cumplirá los términos de su acuerdo con la integridad, aunque le cause pérdidas.
Además, si alguna vez os veis implicados en una disputa o discusión, no debéis abandonar en ningún momento vuestros principios morales y caer en el error de insultar o maldecir a la otra persona; más bien, debéis aferraros a la lógica y a los hechos para respaldar y transmitir vuestro punto de vista. Aferraos a la verdad, incluso aunque os cause una pérdida a corto plazo. Recordad siempre que tramar o conspirar nunca conducirá a nada bueno ni producir beneficio alguno. Un día todos tenemos que despedirnos de este mundo, así que durante el tiempo que disponemos debemos estar siempre dedicados a realizar aquellos actos que agradan a Dios y cumplir con las enseñanzas perfectas que Él nos ha otorgado a través del Santo Profeta (sa).
Del mismo modo, los padres áhmadis deben abstenerse de toda forma de falsedad dentro de sus hogares, incluso si se trata de algo que consideren una broma inofensiva. Como padres, debéis nutrir las semillas de la veracidad en vuestros hijos. De lo contrario, no podéis esperar que vuestros hijos hablen con sinceridad y comprendan el valor de la honestidad. Del mismo modo, hay que cumplir siempre las promesas hechas a vuestros hijos. No hagáis una promesa si no estáis seguros de no poder cumplirla.
En sus escritos y diversos discursos, el Mesías Prometido (as) ha condenado repetidamente la falsedad en los términos más enérgicos posibles. En una ocasión, el Mesías Prometido (as) afirmó: “En realidad, hasta que una persona no abandona la falsedad, no puede volverse pura. La gente mundana, sin valores, cree que no puede sobrevivir sin mentiras. Sin embargo, se trata de una creencia reprensible”.
Aquí, el Mesías Prometido (as) condena y rechaza por completo la idea de que, para lograr el éxito es necesario mentir. El Mesías Prometido (as) también dijo: “Si alguien piensa que no puede sobrevivir diciendo siempre la verdad, esta persona debe saber que la falsedad tampoco le va a respaldar. Es muy lamentable que estos miserables no le den a Dios el valor que se merece”. También dice:
“Lo que no entienden estas personas es que nadie puede sobrevivir sin la gracia y la misericordia de Dios el Altísimo”.
El Mesías Prometido (as) dijo, además: “Sin embargo, consideran que la inmundicia de la mentira es su dios y el medio más adecuado para resolver sus dificultades. Precisamente por eso Dios Todopoderoso ha vinculado la falsedad con la adoración de ídolos en el Sagrado Corán. Sabed con certeza que no podemos dar un solo paso, ni siquiera tomar un solo aliento, sin la gracia de Dios.” (Malfuzat Vol. 2, pág. 82)
El Mesías Prometido (as) afirma que cada aliento que tomamos se debe únicamente a la gracia de Dios Altísimo y que las intrigas, conspiraciones o mentiras jamás pueden llevar al éxito. Lo único que logramos al apartarnos de la verdad es alejarnos de la protección y misericordia de Dios. Por el contrario, si eliminamos la falsedad de la sociedad, los numerosos conflictos, disputas y agravios que amenazan la paz y la prosperidad del mundo no encontrará nada de oxígeno para arder.
Si se valora la verdad y la justicia por encima de todo, el miedo a afrontar las consecuencias de sus acciones disuadiría a las naciones de perpetrar guerras, maldades e injusticias. A nivel individual, la gente intentaría naturalmente abandonar sus vicios por miedo a quedar expuestos y así evitar que su reputación se vea empañada. Por ello, el Santo Profeta (sa) instruyó a un compañero para que, si realmente deseaba librarse de sus muchos vicios, debería comprometerse a no volver a mentir jamás. Por consiguiente, si inculcamos en nuestro interior la fidelidad a la verdad, otras virtudes y cualidades se desarrollarán automáticamente en nosotros y se convertirán en parte de nuestra vida diaria.

Por lo tanto, reitero que todos los miembros de la Comunidad, especialmente los Judam y Atfal, deberían comprometerse colectivamente a erradicar todo tipo de deshonestidad de sus vidas. De hecho, los jóvenes y niños áhmadis deberían, como individuos y colectivamente,
lanzar una campaña y un movimiento para defender la veracidad y la honestidad, rechazar la falsedad y abrazar la verdad. Que todas las personas den testimonio del hecho de que los jóvenes áhmadis son aquellos que nunca pronuncian una palabra falsa.
Antes de concluir, también deseo recordaros ahora la importancia crucial de la obediencia al Jalifato. Todos habéis prometido ser fieles a vuestro compromiso y cumplir plenamente con la obligación de obedecer cualquier decisión ma’ruf tomada por el Jalifa de la época, ¿Qué es una decisión ma’ruf? Simplemente, transmitir los mandamientos de Dios y Su Noble Mensajero (sa), pues el Jalifa de la época nunca dará ninguna instrucción o declaración contrarias a los mandamientos de Dios el Altísimo o el Santo Profeta (sa). En consecuencia, debéis evaluar continuamente si estás viviendo según vuestras promesas de obediencia.
Las decisiones ma’ruf del Jalifa de la época, que son de importancia primordial, incluyen instruir a los áhmadis a observar el Salat en los horarios prescritos y cumplir con los derechos del culto a Dios el Altísimo. Por lo tanto, instruyo repetidamente a los áhmadis a
esforzarse en ofrecer la oración con concentración y humildad en el lugar designado. Lamentablemente, la asistencia a nuestras mezquitas y centros de Salat no es tan alta como debería ser, a pesar de que muchos Judam y Atfal viven cerca de una mezquita o centro y pueden acudir fácilmente a la oración.
También se da el caso de que muchos de ellos no se despiertan para ofrecer la oración del Fállar a la hora correcta. Cada Jadim, personalmente, y cada Mall-lis Judamul Ahmadía como organización, deben prestar atención a esto. Indiscutiblemente, si os esforzáis por cumplir los derechos de Dios, vuestro amor por Él os llevará naturalmente a cumplir los derechos de Su creación. Por lo tanto, si sois diligentes en la adoración a Dios, llegaréis a poseer la moral más elevada y nunca seréis causa de desorden o división en la sociedad. De hecho, desempeñaréis un papel significativo y positivo en unir a las personas bajo la bandera de la paz, el amor, el respeto y la solidaridad mutua.

Del mismo modo, deseo llamar vuestra atención sobre el hecho de que, después de la oración suele ofrecerse en nuestras mezquitas un ‘dars’ breve. En lugar de marcharos con rapidez, debéis escucharlo atentamente. Esto asegurará que los mandamientos de Dios y Su Mensajero (sa) lleguen constantemente a vuestros oídos y aumenten vuestra comprensión de las enseñanzas y creencias islámicas. Es realmente de suma importancia que os esforcéis por aumentar el nivel de vuestro conocimientos religioso, ya que sólo si conocéis bien vuestras creencias seréis capaces de actuar conforme a ellas.
Ahora que el Illtema llega a su fin y regresáis a vuestros hogares, os insto a prestar mucha atención a lo que os he dicho hoy. Reflexionad especialmente sobre el hadiz en el que el Santo Profeta (sa) enseñó que evitar la falsedad era el primer paso para liberarse de otros vicios y actividades pecaminosas. Del mismo modo, prestad atención a las benditas palabras del Mesías Prometido (as) aconsejando a sus seguidores a permanecer comprometidos en una yihad espiritual constante contra la falsedad.
Recordad siempre que la comunidad o la nación cuyos integrantes se mantienen fieles a la verdad y la honestidad está destinada a tener mucho éxito. Por lo tanto, si los miembros del Mall-lis Judamul Ahmadía y Atfalul Ahmadía se aferran a la verdad, no cabe duda de que estaremos destinados a conseguir una gran y eterna victoria espiritual. Sin duda, si los áhmadis llevan a la practica en sus vidas y en sus comunidades las verdaderas enseñanzas del Islam, sin importar lo que nuestros oponentes intenten contra nosotros, sin importar cómo intenten destruirnos o perseguirnos, todos sus esfuerzos serán inútiles. Nunca podrán causarnos ningún daño, ya que juntos izaremos el escudo de la verdad, que nunca podrá ser traspasado, Insha’Dios.
Recordad siempre que nuestro propósito va mucho más allá de las meras palabras. No podremos alcanzar nuestros objetivos si nos limitamos a recitar poemas o eslóganes; más bien, nuestra prosperidad radica en garantizar que nuestras acciones reflejan perfectamente las enseñanzas del Islam.
Finalmente, rezo para que todos los Jadim y Tifl salgan de este Illtema con un deseo ferviente y ardiente de mejorar su manera de ofrecer el culto, fortalecer su moral y encarnar la verdad en cada faceta de sus vidas. Que Dios Todopoderoso permita a todos y cada uno de nosotros hacerlo. Amén. Jazakallah.
Ahora uníos a mí en la oración silenciosa”.
