Un siervo virtuoso
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

El Mesías Prometido (as) dijo: “……. Un buscador de Dios se convierte en un sirviente virtuoso. Las dificultades empiezan a desvanecerse, y un “salih” (una persona virtuosa) comienza a practicar las virtudes de forma natural e inherente. Entra en una morada de seguridad, que está a salvo de todo peligro y cualquier batalla contra sus deseos egoístas llega a su fin. Esta persona encuentra refugio contra cualquier peligro. Nuestro Guía Perfecto, la paz y las bendiciones de Al’lah sean con él, alude a este mismo hecho cuando dice: “Satanás habita en todos, pero mi Satanás se ha convertido en musulmán (se ha sometido a Dios)”.

Por lo tanto, un “muttaqi” (quién mantiene el temor de Dios en corazón) permanece siempre en guerra con Satanás. Sin embargo, cuando se convierte en un “salih”, todas las batallas llegan a su fin. Tomemos el ejemplo de la ostentación: una persona permanece en combate contra este mal durante todo el día. Un “muttaqi” se encuentra en el campo de batalla, por así decirlo, donde hay una guerra sin fin. La victoria no se puede alcanzar sin el apoyo de la mano de Dios. La ostentación se apodera del hombre tan sutilmente como una hormiga. A veces, una persona permite que la ostentación entre en el corazón, de forma totalmente inconsciente. Por ejemplo, supongamos que alguien pierde un cuchillo que le pertenece y pregunta a otra persona sobre su paradero. En este caso, el individuo al que se le pregunta sobre el cuchillo mantiene una lucha con Satanás si tiene el rango de un “muttaqi” (temeroso de Dios).

Satanás instigará a la persona interrogada a sentir que el dueño del cuchillo perdido le ha deshonrado al preguntarle sobre su propiedad perdida. Incluso es posible que el individuo interrogado se enardezca y se produzca un altercado entre ambos. En este caso, un “muttaqi” lucha en contra de este sentimiento enfermizo. Si la persona interrogada es honesta puramente por Al’lah, ¿qué razón tiene para enfadarse? Cuanto más mantenga oculta su piedad, mejor. Si un comerciante de joyas se confrontara con ladrones, y hablando los ladrones entre ellos, algunos comentaran que el joyero es un hombre rico mientras que otros afirmaran que es un pobre necesitado, el joyero estaría más complacido con aquellos ladrones que sugerían que el comerciante es un pobre de solemnidad.”

(Malfuzat Vol. I, págs. 20-21)

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