¿Qué cosas no merecen la pena?
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La felicidad es la sensación de plenitud. ¿Por qué estás feliz cuando apruebas un examen o llegas al final de tu viaje? Porque tenías un objetivo y lo has cumplido. Es decir, el propósito y el significado están intrínsecamente ligados a la felicidad. Las metas materialistas pueden brindar felicidad a corto plazo, pero no dan un sentido de propósito general a una vida.

El valor no es una cuestión materialista sino espiritual. Si creemos que solo somos un cuerpo y no poseemos un alma, entonces cualquier cosa en la vida es solo un caparazón sin esencia. Podemos preguntarnos,  ¿hay algo que tenga valor? Si la vida tiene un propósito, entonces todo lo que se haga en la vida valdrá la pena de una forma u otra porque  se trabaja  hacia un objetivo final y su cumplimiento lo llevará a la felicidad.

“La felicidad es un tesoro que nunca tiene fin” – El Santo Profeta del islam (sa).

Consideremos la meditación, por ejemplo. Aquellos que buscan remedios físicos materialistas como la meditación, no se dan cuenta de que no es más que algo físico que actúa en su mente. Puede tener un aspecto espiritual o seguir una metodología hasta cierto punto, pero carece del ingrediente fundamental y clave, que es la comunicación con Dios. Tiene que haber alguien al otro lado o, de lo contrario, solo estás hablando contigo mismo. Es decir, estás solo. Entonces, ¿qué tiene más valor, la meditación o la oración, es decir, la comunión directa con un Ser que no permanece callado sino que responde a la llamada de quien lo llama?

‘Cuando mis siervos te pregunten por Mí, diles: “Estoy cerca. Respondo a la plegaria del que suplica cuando Me invoca. Por tanto, deben escucharme y creer en Mí, para que puedan seguir el camino recto.”’ (Sagrado Corán, 2:187)

Cada día del Santo Profeta Muhammad (sa) era lleno con oraciones. Cada pocas horas se le podía ver orando. Era como si estuviera recargando sus baterías y tomando un descanso del mundo. Las súplicas tenían el propósito de mantenerle espiritualmente consciente de sus acciones diarias y siempre teniendo presente su propósito en la vida. En los últimos años; se ha puesto un gran énfasis en la práctica de la atención plena (mindfulness) como un medio para mantener la calma, reducir el estrés y vivir una vida más placentera y feliz.

Mucha gente tiende a medicar su sensación interna de desconexión con cualquier cosa que pueda replicar parcialmente la sensación de conexión durante un corto período de tiempo. Tales medidas incluyen evitar estar solo en el trabajo, las amistades y   relaciones personales, o las drogas para llenar ese vacío. Estas cosas pueden funcionar a corto plazo, pero no llegan a la raíz del problema. Estas actividades están impulsadas por la necesidad de elegir medidas  que nos hagan sentir completo. Cuando estas medidas, por cualquier motivo, ya no están disponibles, la sensación de desconexión aparece más fuertemente que antes. ¿Realmente vale la pena hacer estas cosas?

De hecho, la eliminación de las prácticas espirituales, especialmente la oración regular, es lo que hace que las cosas no tengan ningún valor. Sin Dios  no hay propósito, no hay meta final, no hay verdadera paz interior. Por tanto, la realidad es que hasta que una persona no alcanza la paz interior, sus comodidades materiales no valen nada. Dicho de otro modo,  lo único que el dinero no puede comprar es la paz interior. (10)

“Pues Al’lah llama a la morada de la paz, y guía a quien desea por el camino recto.” (Sagrado Corán,  10:26)

Cumplir con los derechos que se le deben a Dios,  vivir la vida con un sentido de propósito y deber moral y  pensar en las responsabilidades de uno mismo hacia los demás, nos ayuda a saber qué cosas valen la pena hacer y qué no, ya que implica responsabilidad: en última instancia Dios nos está viendo.  Actuamos  de  manera que bien le agrada o no. Al poner la moralidad por encima de todas las prioridades, uno realmente puede obtener esa sensación de paz interior.

“En verdad, quien realmente prospera es quien se purifica,   Y recuerda el nombre de su Señor y ofrece oraciones.”   (Sagrado Corán, 87:15-16)

 El Sagrado Corán también hace referencia a lo que que cada alma reconoce como correcto o incorrecto:

“Y por el alma y su perfección. Él le reveló lo que es malo y lo que es bueno para él:  En verdad, prospera quien lo incrementa, Mas quien lo suprime queda arruinado.”   (Sagrado Corán,  91: 8-11)

El Santo Profeta del islam (sa) resumió maravillosamente esto diciendo:

“Cuando algo perturbe la paz de tu corazón, apártate de ello.”

Todas las religiones han enseñado que nuestro propósito final en la vida es amar a Dios y mostrar misericordia y compasión a Su creación. Es nuestro propósito vital  y la responsabilidad moral ante Dios  lo que debe influir fuertemente en todos los ámbitos de nuestra vida. Gracias a Dios podemos  comprender qué vale la pena y qué no.

Así dice el Mesías Prometido (as):

“Teme a Al’lah y haz todo”.

Si una persona realmente cree en Dios y lo ama,  le es imposible hacer a sabiendas algo que no tiene valor a Sus ojos. (1)

Si sigues con dudas, ten en cuenta que incluso un escéptico verdaderamente racional pone a prueba las ideas y teorías más escépticas de forma honesta y comprueba si los supuestos beneficios de esta práctica son realmente tan extraordinarios. Vale la pena intentarlo y es posible que te sorprenda gratamente de lo que puedes experimentar y encontrar.

Bibliografía

  1. Hazrat Mirza Masroor Ahmad, 2019. Honesty, Dedication And Righteousness – Role Of An Office Bearer | Islam Ahmadiyya. [online] Islam Ahmadiyya. Available at: <https://www.alislam.org/articles/honesty-dedication-righteousness-role-of-an-office-bearer/>
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