La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes 20-06-2025

Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Surah Al-Fatihah, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:

Se estaban exponiendo relatos relacionados con la batalla de La Meca.

Antes de partir se relata un evento. Un Compañero, en su ignorancia, intentó informar a la gente de La Meca sobre el viaje del Santo Profeta (sa). Sin embargo, Dios Altísimo informó al Santo Profeta (sa) de ello y, entonces, la noticia del plan del Santo Profeta (sa) no llegó a los incrédulos. Los detalles se han registrado de la siguiente manera:

Mientras se realizaban los preparativos en Medina para el viaje hacia La Meca, un Compañero Badri [que participó en la Batalla de Badr], Hazrat Hatib bin Abi Baltaah, que estaba presente en Medina, escribió una carta a los Quraish en la que mencionaba que el Santo Profeta (sa) estaba planeando viajar hacia ellos. Le entregó la carta a una mujer, que pertenecía a la tribu Muzaina. Esta mujer se llamaba Qunud o Sara y era la sirvienta de un individuo de los Banu Abdul Muttalib. Le prometió una recompensa si ella llevaba esta carta a la gente de La Meca. Le pidió que mantuviera la carta en secreto en la medida de lo posible y le prohibió pasar por la ruta normal porque estaba vigilada. Esta mujer ocultó la carta en su cabello y la trenzó. Luego partió con la carta.

En la carta estaba escrito: “El Santo Profeta (sa) se dirige hacia ti con un ejército que es como el manto de la noche (es decir, un ejército muy grande). Se acerca rápidamente a vosotros, como una inundación. Juro por Dios que incluso si él (sa) se pusiera en camino hacia vosotros solo, Dios seguramente le ayudaría contra vosotros y Dios ciertamente cumpliría la promesa que hizo con el Santo Profeta [sa]. ¡Por tanto, estad preparados!”.

En otra narración, está registrado que “el Santo Profeta (sa) está a punto de partir con un ejército, ya sea hacia vosotros o hacia otro pueblo. No se puede decir exactamente hacia dónde se dirige. En cualquier caso, debéis estar completamente preparados. Espero que esta noticia os sirva como un favor mío”. Según otra narración, envió esta carta a Safwan bin Umayyah, Suhail bin Amr y Ikrimah bin Abu Yahl.

Por otra parte, debido a la aceptación de las oraciones del Santo Profeta (sa), Dios Altísimo le informó de esta carta. Por ello, el Santo Profeta (sa) llamó a Hazrat Ali. Hazrat Ali relata personalmente este incidente y dice: “El Santo Profeta (sa) me envió a mí, a Abu Marsad Ghanawi y a Zubair. Los tres éramos jinetes. El Santo Profeta (sa) me dijo que debéis partir hasta llegar a Raudha Jak (un lugar entre La Meca y Medina). Allí estará una mujer de entre los idólatras. Ella tiene una carta para los idólatras de Hatib bin Abi Baltaah”. La encontramos en el mismo lugar que el Santo Profeta (sa) había señalado mientras ella viajaba en su camello. Le dijimos que nos entregara la carta, pero respondió que no tenía ninguna carta. Hicimos que el camello se arrodillara y comenzamos a buscar [entre sus pertenencias], pero no encontramos ninguna carta. Dijimos que “el Santo Profeta (sa) no podía estar equivocado. Debes entregar la carta o de lo contrario te desnudaremos y realizaremos una búsqueda completa”. Al ver nuestra firmeza, se inclinó hacia un lado y sacó un paño que tenía atado a la cintura y nos la entregó [la carta]”.

Según otra narración en Sahih Bujari, la mujer la había escondido entre su cabello, de donde fue recuperada (hay dos narraciones). “Luego, llevamos a esta mujer ante el Santo Profeta (sa)”. Hazrat Umar (ra) dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Este hombre (es decir, Hatib [ra], el Compañero que escribió la carta) ha cometido traición contra Al’lah, Su Mensajero y los creyentes. Permítame cortarle la cabeza”. El Santo Profeta (sa) se volvió hacia Hatib (ra) y le preguntó: “¿Qué te impulsó a hacer lo que hiciste? ¿Por qué escribiste esta carta?”.

Hatib (ra) respondió: “Por Al’lah, no es que no crea en Al’lah y Su Mensajero (soy de los que creen, y esto no fue un acto de rebelión). Dijo: “La razón por la que lo hice fue que quería hacerle un favor a los Quraish, esperando que a cambio, Al’lah protegiera a mi familia y mis posesiones. Entre sus otros Compañeros, cada uno de ellos tiene parientes en La Meca a través de quienes Dios protege a sus familias y propiedades”.

El Santo Profeta (sa) dijo: “Ha dicho la verdad. Haced comentarios positivos sobre él (dijo la verdad; cometió un error debido a su inocencia)”.

Entonces el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Umar (ra): “¿No estuvo presente en la Batalla de Badr?”. El Santo Profeta (sa) también dijo: “En verdad, Dios observó a la gente de Badr y dijo: “haced lo que queráis, pues el Paraíso ya se os ha prometido” u “Os he perdonado”. Al oír esto, las lágrimas fluyeron de los ojos de Hazrat Umar (ra) y dijo: “Al’lah y Su Mensajero saben mejor”.

Hazrat Musleh Maud (ra) también mencionó este incidente, haciendo referencia a varios relatos históricos. Escribió:

“Durante la época del Santo Profeta (sa), un Compañero intentó secretamente enviar noticias a sus parientes en La Meca sobre un inminente ataque musulmán. Lo hizo para que, en agradecimiento por este gesto, sus familiares fueran tratados con bondad. Sin embargo, Dios Altísimo informó al Santo Profeta (sa) sobre este asunto a través de una revelación. El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ali (ra) y a algunos otros Compañeros, instruyéndoles: “Hay una mujer en tal lugar; id y recuperad una carta que ella posee”.

Cuando la alcanzaron y le pidieron la carta, ella negó tenerla. Algunos de los Compañeros comenzaron a preguntarse si el Santo Profeta (sa) podría haber estado equivocado. Pero Hazrat Ali (ra) dijo: “¡No! La declaración del Santo Profeta (sa) no puede ser errónea (este era el nivel de su fe). No me iré de este lugar hasta que nos dé la carta”. Luego se dirigieron a la mujer con dureza y finalmente ella sacó la carta y se la entregó.

En otro lugar, Hazrat Musleh Maud (ra) ha narrado este incidente con mayor detalle. Escribe:

“Un Compañero débil en la fe escribió una carta a la gente de La Meca, informándoles que el Santo Profeta (sa) había partido con un ejército de diez mil personas. Añadió: ‘No sé hacia dónde se dirige, pero supongo que probablemente se dirige hacia La Meca’. Tengo algunos parientes y familiares cercanos en La Meca, y espero que les ayudéis en este momento difícil y no permitáis que les sobrevenga ningún daño”.

Antes de que esta carta pudiera llegar a La Meca, el Santo Profeta (sa) convocó a Hazrat Ali (ra) temprano en la mañana y dijo:

“Ve a tal lugar. Dios Altísimo me ha informado que allí encontraréis a una mujer montada en una camella. Ella tiene una carta que lleva a la gente de La Meca. Coged la carta y volved inmediatamente”. Cuando estaban a punto de partir, el Santo Profeta (sa) dijo:

“Tened en cuenta que es mujer; no seáis duro con ella (no mostréis dureza al principio). Insistid y enfatizad que tiene una carta consigo. Pero aún así, si no lo admite, y si vuestras súplicas y peticiones no funcionan, entonces podéis ser estrictos si llega el caso. Y aunque tengáis que matarla, hacedlo, pero no dejéis que la carta llegue a su destino. Es sumamente importante que se pare la carta”.

Así pues, Hazrat Ali (ra) llegó al lugar. La mujer estaba allí. Ella comenzó a llorar y a hacer juramentos: “¿Soy una traidora, una engañadora? Vamos, decidme qué os pasa. Registradme”. Buscaron aquí y allí, vaciaron sus bolsillos, revisaron sus pertenencias, pero no encontraron ninguna carta. Los Compañeros dijeron: “Parece que porta consigo la carta”.

Hazrat Ali (ra) se enfadó y dijo: “’¡Calláos!”, y exclamó con gran elocuencia: “¡Por Dios, el Santo Profeta (sa) nunca puede mentir!”. Entonces le dijeron a la mujer: “Muhammad, el Mensajero de Al’lah (sa), ha dicho que tienes una carta, y por Dios, yo no estoy mintiendo”. Entonces desenvainó su espada y dijo: “¡O me entregas la carta pacíficamente, o recuerda que aunque tenga que desnudarte para registrarte, lo haré, porque el Santo Profeta (sa) ha dicho la verdad y tú estás mintiendo!”. La mujer se asustó, y cuando la amenazaron con desnudarla, se deshizo inmediatamente las trenzas. Dentro de sus trenzas había escondido la carta, que sacó y entregó (la llevaba escondida entre sus cabellos).

Sea como fuere, después de esto el Santo Profeta (sa) comenzó su viaje. Con respecto a la partida del Santo Profeta (sa) de Medina, está escrito que el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Abu Ruhm Kulzum bin Husain Ghifari (ra) como su sustituto en Medina. Según Ibn Ishaq, el Santo Profeta (sa) partió con grupos de entre los Muhayirin, los Ansar y otras tribus árabes cuando habían transcurrido diez días de Ramadán. Sin embargo, según una narración de Musnad Ahmad, partió de Medina el 2 de Ramadán. El comentarista de Bujari, Al’lama Ibn Hayar, ha preferido la narración del día 2 de Ramadán.

Sea como fuere, durante este viaje, algunas personas iban montadas a caballo y otras en camello. Cuando el ejército partió de Medina bajo el liderazgo del Santo Profeta (sa), le acompañaban unas 7.400 personas. Este número siguió aumentando a medida que se unían diversas tribus, como los Banu Asad y los Sulaim, hasta el punto de que el ejército llegó a contar con 10.000 soldados mientras marchaba hacia La Meca.

Cuando el Santo Profeta (sa) llegó a un lugar llamado Sulsul, que era un lugar elevado pasado Dhu al-Hulaifah cerca de Bayda’, envió a Hazrat Zubair bin al-Awwam (ra) por delante con una caballería de 200 hombres. En algunos libros se dice que el número de este ejército era de 12.000, pero la mayoría de las narraciones lo mencionan como 10.000, y esa parece ser la cifra más exacta.

Hazrat Musleh Maud (ra) describió este incidente de la siguiente manera: “En ese momento, el Santo Profeta (sa) envió mensajeros en todas direcciones a las tribus musulmanas. Cuando se recibieron informes de que las tribus musulmanas estaban listas y se unirían a lo largo de la ruta de la marcha hacia La Meca, el Santo Profeta (sa) ordenó a la gente de Medina que tomaran las armas.

El primero de enero de 630 DC, es decir el 10 de Ramadán, 8 D.H, este ejército partió de Medina y en el camino se unieron tribus musulmanas de las cuatro direcciones”. Hazrat Musleh Maud (ra) también ha escrito que era el 10 de Ramadán.

Después de pasar por algunos lugares, cuando este ejército entró en el desierto de Farán, su número había alcanzado los 10.000, exactamente de acuerdo con la profecía del Profeta Salomón (as).

Durante este viaje, entre las nobles esposas del Santo Profeta (sa), Hazrat Umme Salamah (ra) estaba con él. Según algunas narraciones, Umm al-Mu’minin Hazrat Maimunah (ra) también le acompañó. También hay una narración en Sahih al-Bujari que menciona que su hija, Hazrat Fatimah (ra), también estaba con él.

Este viaje tuvo lugar durante el mes de Ramadán. Según diversas narraciones, el Santo Profeta (sa) observó el ayuno en los primeros días de viaje. Sin embargo, dejó de ayunar y ordenó a sus Compañeros que tampoco lo hicieran.

Está registrado en Sahih al-Bujari según la narración de Hazrat Ibn Abbas (ra): “El Mensajero (sa) de Dios partió durante el mes de Ramadán para la Batalla Victoriosa. Cuando el Santo Profeta (sa) emprendió el viaje, ayunaba. Sin embargo, al llegar al manantial de Qadid, situado entre Qudayd y Usfan, a cuarenta y dos millas de La Meca, rompió el ayuno y no ayunó durante el resto del mes”. Esta es una narración de Sahih Al-Bujari.

Otra narración de Bujari, también informada por Hazrat Ibn Abbas (ra), afirma: “El Santo Profeta (sa) partió de Medina durante el Ramadán con un ejército de diez mil hombres. Este suceso ocurrió aproximadamente ocho años y medio después de su migración a Medina. El Santo Profeta (sa) partió hacia La Meca. Él y sus Compañeros observaron el ayuno hasta que llegaron a Qadid – un manantial situado entre Usfan y Qudayd – donde el Santo Profeta (sa) rompió su ayuno, y los Compañeros también siguieron su ejemplo”.

El comentarista de Sahih al-Bujari, Al’lama Ibn Hayar, señala que la idea que sugiere que el Santo Profeta (sa) rompió el ayuno el mismo día de su partida de Medina es incorrecta, ya que la distancia entre Medina y Qadid abarca varios días de viaje.

En cuanto al lugar exacto en el que el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros rompieron el ayuno, varias narraciones mencionan lugares diferentes. A este respecto, Al’lama Al-Aini, otro comentarista de Bujari, proporciona más detalles -ya que algunas narraciones mencionan que el ayuno se rompió en Qadid-. Según Al’lamah Al-Aini, existe una diferencia de opinión en cuanto al lugar donde el Santo Profeta (sa) rompió su ayuno mientras viajaba. Algunos han mencionado Usfan en lugar de Qadid, y otros Qura al-Ghamim o Qudayd. Según Qazi Ayaz, aunque las narraciones difieren en cuanto al lugar exacto en el que se rompió el ayuno, el suceso en sí se narra de forma coherente. Todas las localidades mencionadas se encuentran en las proximidades de la región de Usfan.

El Santo Profeta (sa) partió de Arsh, observó a una perra amamantando a sus cachorros por el camino (este incidente también ha sido registrado, demostrando la profunda compasión que el Santo Profeta [sa] sentía por los animales). El Santo Profeta (sa) ordenó a Hazrat Yu’ayl bin Suraqah que montara guardia cerca de ella para asegurarse de que ni ella ni su descendencia fueran molestadas por el avance del ejército.

Para capturar a los espías, el Santo Profeta (sa) había enviado una unidad de caballería por delante del ejército principal. La tribu de los Banu Juza’ah había hecho lo mismo e impedía el paso a cualquiera (la otra tribu también había impedido el paso).

Esta unidad de caballería enviada por el Santo Profeta (sa) capturó a un espía de la tribu Hawazin y lo llevó ante él (sa). Al indagar, el espía reveló que los Hawazin estaban reuniendo fuerzas contra Ustedes. El Santo Profeta (sa) respondió: “¡Dios es suficiente para nosotros, y Él es el Mejor de los Planificadores!”. El Santo Profeta (sa) ordenó entonces a Hazrat Jalid bin Walid (ra) que detuviera al espía para que no pudiera regresar y alertar a su gente.

Cuando el Santo Profeta (sa) llegó a Qudayd, la tribu de los Banu Sulaim, que contaba con unos mil miembros, se unió a sus filas. Fue aquí donde se prepararon los estandartes y banderas y se distribuyeron entre las distintas tribus.

La formación del ejército de Qudayd se organizó en función de sus tribus. Cada unidad tribal quedó bajo el mando de un líder de su propio pueblo. Los Ansar se dividieron en doce unidades basadas en sus ascendencias: seis del Aus y seis del Jazrall. En cuanto a los Muhayirin, tres estandartes fueron sostenidos por Hazrat Ali bin Abi Talib, Hazrat Zubair bin al-Awwam, y Hazrat Sa’d bin Abi Waqqas (ra).

También se registra un incidente en relación con esta expedición sobre la aceptación del islam por parte de Abu Sufyan bin Hariz (este Abu Sufyan bin Hariz mencionado aquí no debe confundirse con Abu Sufyan bin Harb) y Abdul’lah bin Abi Umaiyyah.

El primo paterno del Santo Profeta (sa) así como su hermano de leche, Abu Sufyan bin Hariz partieron de La Meca, junto con su hijo, Yafar y Abdul’lah bin Abi Umaiyyah bin Mughirah y se encontraron con el Santo Profeta (sa) en Zaniat al-Uqab, que estaba situado entre La Meca y Medina. Como ambos eran enemigos acérrimos del Santo Profeta (sa), no tuvieron el valor de presentarse directamente ante él. Hazrat Umm Salamah (ra), que era la hermana de Abdul’lah bin Abi Umaiyyah, informó al Santo Profeta (sa) que sus primos paternos, es decir, Abu Sufyan bin Hariz y Abdul’lah, deseaban reunirse con él. El Santo Profeta (sa) se negó a recibirlos y declaró que su primo paterno había intentado humillarle (Abu Sufyan era poeta y componía poesía para humillar al Santo Profeta [sa]). Además, el Santo Profeta (sa) declaró que Abdul’lah no había dejado piedra sobre piedra en su enemistad hacia él mientras estuvo en La Meca, por lo que se negó a reunirse con ellos. Cuando estas palabras del Santo Profeta (sa) llegaron a Abu Sufyan bin Hariz, se sintió embargado por la emoción y dijo: “Si Muhammad (sa) sigue disgustado conmigo y no me permite reunirme con él, entonces junto con este hijo mío (que había traído consigo), me dirigiré al desierto hasta que finalmente muera de hambre y sed”. Cuando el Santo Profeta (sa) escuchó esto, llamó a ambos y les concedió el honor de reunirse con él. Inmediatamente, el corazón del Santo Profeta (sa) se ablandó por ellos. A partir de entonces, ambos adoptaron el islam y continuaron practicando su fe de la manera más excelente.

A continuación se presenta una introducción de Abu Sufyan bin Hariz. Como se mencionó anteriormente, este Abu Sufyan es diferente. La historia islámica destaca a dos personajes llamados Abu Sufyan. El primer Abu Sufyan fue un líder de los Quraish de La Meca y estaba casado con Hind, conocida por masticar crudo el hígado de Hazrat Hamzah. Este Abu Sufyan es conocido popularmente como Abu Sufyan bin al-Harb. El otro es Abu Sufyan bin Hariz bin Abdul Muttalib, primo paterno del Santo Profeta (sa). Los historiadores a veces confunden a los dos debido a la similitud de sus nombres, refiriéndose erróneamente a Abu Sufyan bin Harb en lugar de Abu Sufyan bin Hariz.

Por ejemplo, durante la batalla de Hunain, cuando el caos se apoderó brevemente de los musulmanes, se registra que Abu Sufyan sostenía las riendas o los estribos de la mula del Santo Profeta (sa), de pie a su lado. Algunos historiadores identifican erróneamente a esta persona como Abu Sufyan bin Harb, pero los estudiosos coinciden en general en que se trataba en realidad de Abu Sufyan bin Hariz. También era hermano de leche del Santo Profeta (sa), ya que ambos habían sido amamantados por Halima Sadiya.

Amaba profundamente al Santo Profeta (sa), pero cuando este anunció su profetazgo, Abu Sufyan bin al-Hariz se opuso rotundamente y se mostró hostil. Se le consideraba uno de los poetas más destacados de La Meca y, debido a su oposición, compuso poemas despectivos contra el Santo Profeta (sa). Hazrat Hassan bin Zabit solía responder a su sarcasmo. Cada vez que la poesía menciona “transmite este mensaje a Abu Sufyan”, se refiere a Abu Sufyan bin Hariz.

Según Tarikh al-Jamis, Abu Sufyan se acercó una vez al Santo Profeta (sa) y recitó:

[árabe]

Este es el versículo 92 de la sura Yusuf.

[árabe]

Cuya traducción es: “¡Por Al-lah!”. En verdad Al-lah te ha preferido sobre nosotros y hemos sido, en efecto, pecadores”.

Al oír esto, el Santo Profeta (sa) respondió:

[árabe]

“No caerán reproches sobre vosotros en este día; ¡que Al-lah os perdone! Pues Él es el Sumo Misericordioso de entre los que muestran misericordia”. (12:93)

Según una versión, Hazrat Ali aconsejó a Abu Sufyan que se presentara ante el Santo Profeta (sa) recitando este versículo, en busca de perdón. En ese momento, Abu Sufyan, avergonzado, no podía levantar la cabeza mientras estaba de pie ante el Santo Profeta (sa).

Sin embargo, tras aceptar el islam, Abu Sufyan bin Hariz, que anteriormente había escrito poesía satírica contra el Santo Profeta (sa), comenzó a componer poesía llena de profundo amor y reverencia hacia él. Tras su conversión, escribió una sincera elegía en alabanza al Santo Profeta (sa). Abu Sufyan bin Hariz era una de las personas que más se parecía al Santo Profeta (sa) en apariencia. El Santo Profeta (sa) le concedió la buena nueva del Paraíso, y se le considera uno de los mejores Compañeros debido a su ejemplar fidelidad al islam.

Tres días antes de su muerte, Abu Sufyan cavó su propia tumba. Cuando se acercaba su fin, instruyó a quienes le rodeaban: “No lloréis por mí, pues desde el día en que acepté el islam, me he mantenido completamente libre de pecado”.

En el momento del fallecimiento del Santo Profeta (sa), Abu Sufyan expresó su profundo dolor a través de una conmovedora poesía. Algunos versos traducidos dicen:

“Estoy profundamente inquieto, pues la noche se niega a terminar, ¡y cuán larga y oscura es la noche de quien sufre! El llanto me ha proporcionado cierto alivio, pero estas lágrimas no son nada comparadas con la angustia que ha caído sobre los musulmanes. La noche en que falleció el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, fue una noche que magnificó y profundizó nuestro dolor más allá de toda medida. Era como si la tierra misma estuviera a punto de derrumbarse sobre nosotros, incapaz de soportar el peso de esta tragedia”.

A continuación escribió: “Con el fallecimiento del Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, la corriente de la revelación llegó a su fin, y el Corán que Gabriel llevaba consigo mañana y tarde ya no descendió más”.

Y luego, dirigiéndose a Hazrat Fatimah (ra), escribió:

“¡Oh, Fátima! Si derramas lágrimas en este momento, no haces nada malo; y si reprimes tu llanto, ese es sin duda el mejor camino. Entonces, refúgiate en la paciencia, pues en ella reside una recompensa de Dios, un favor sin límites. Y nunca te canses de relatar los nobles rasgos y virtudes de tu padre, el Mensajero de Dios, la paz y las bendiciones sean con él, pues por muy elocuentes que sean las palabras, ningún homenaje podrá jamás abarcar la gloria y la excelencia que le caracterizaban”.

En este poema árabe, afirma además:

[árabe]

“La tumba de tu padre, ¡oh Fátima!, es superior a todas las tumbas, pues en ella yace el Noble Profeta, el líder de toda la humanidad”.

Hazrat Abu Sufyan bin Hariz falleció en el año 15 o 20 de la Hégira, y Hazrat Umar (ra) dirigió su funeral.

Una breve introducción de Abdul’lah bin Umayyah, que fue la otra persona [en aceptar el islam], es la siguiente: su nombre era Hudhiafah, era hijo de la tía paterna del Santo Profeta (sa), Atikah, lo que lo convertía en primo del Santo Profeta (sa). Era hermano de la madre de los creyentes, Hazrat Umm Salamah (ra). Cuando el Santo Profeta (sa) proclamó su profetazgo, se convirtió en un feroz oponente y superó con creces a los adversarios más duros.  Se afirma en el Sagrado Corán:

[árabe]

“Dicen: ‘Nunca creeremos en ti hasta que no nos hagas brotar un manantial de la tierra’”.

Se dice que la persona que hizo esta declaración fue el mismo Abdul’lah bin Abu Umayyah. Sin embargo, después de aceptar el islam, luchó con gran devoción en la batalla de Hunain y murió mártir en la expedición de Taif tras ser alcanzado por una flecha.

Durante este viaje, en referencia a la incorporación de Hazrat Abbas (ra) al ejército musulmán, se registra que cuando el Santo Profeta (sa) inició su viaje hacia La Meca, Hazrat Abbas (ra) preparó sus pertenencias en La Meca con el fin de emigrar a Medina. Hazrat Abbas (ra) se reunió con el Santo Profeta (sa) en Yuhfa, que se encuentra a 76 millas de La Meca. Hazrat Abbas (ra) envió sus pertenencias por adelantado a Medina y luego emprendió su viaje de regreso a La Meca junto al Santo Profeta (sa).

A continuación se ofrece una breve introducción sobre Hazrat Abbas bin Abdul Muttalib (ra): Hazrat Abbas bin Abdul Muttalib (ra) era el tío paterno del Santo Profeta (sa). Era dos o tres años mayor que el Santo Profeta (sa). Se le conocía con el título de Abu al-Fadl debido a su hijo, Fadl bin Abbas. Después de Abu Talib, se convirtió en el Siqayah, lo que significa que era la persona responsable de proporcionar agua a los peregrinos. Hazrat Abbas (ra) estaba con el Santo Profeta (sa) cuando los Ansar le juraron lealtad en Aqabah. Hazrat Abbas (ra) también permaneció firme junto al Santo Profeta (sa) durante la batalla de Hunain. Falleció en el año 32 o 33 de la Hégira. Existen diversas narraciones sobre la conversión al islam de Hazrat Abbas (ra). Según algunas, se convirtió antes de la migración, mientras que otras afirman que lo hizo antes de la batalla de Badr. Según otros, aceptó el islam alrededor de la época de la batalla de Jaibar, y hay quienes dicen que lo hizo antes de la conquista de La Meca.

Según la investigación de Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra), hasta el Segundo Juramento en Aqabah, Hazrat Abbas (ra) no había aceptado el islam. Al escribir sobre el Segundo Compromiso de Aqabah, dice:

“El Santo Profeta (sa) se llevó consigo a su tío Abbas, que aún era idólatra, pero amaba al Santo Profeta (sa)”. Es muy probable que Hazrat Abbas (ra) hubiera aceptado el islam antes de la batalla de Badr. Sin embargo, todos los historiadores coinciden en que Hazrat Abbas (ra) aceptó el islam mientras estaba en La Meca, pero no lo hizo público para poder transmitir noticias sobre La Meca y su gente al Santo Profeta (sa). Algunas narraciones también afirman que el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Abbas (ra): “Será más beneficioso para ti permanecer en La Meca”.

Hazrat Abu Bakr (ra) tuvo un sueño sobre la conquista de La Meca, que se registra de la siguiente manera:

Hazrat Abu Bakr (ra) le contó su sueño al Santo Profeta (sa), diciendo: “¡Oh, Mensajero de Dios (sa)! He tenido un sueño. Le vi en él; llegamos cerca de La Meca cuando una perra ladrando se acercó a nosotros. Cuando se aproximó, se tumbó de espaldas y de ella comenzó a brotar leche”. Ante esto, el Santo Profeta (sa) dijo: “El mal de los mecanos ha sido eliminado y el beneficio está cerca (esta fue su interpretación). Ellos mencionarán sus vínculos contigo buscando así tu protección y tú conoces a algunos de ellos”. Luego, el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Abu Bakr (ra): “Si te encuentras con Abu Sufyan, no lo mates”. Se refería al otro Abu Sufyan.

En cualquier caso, el ejército del Santo Profeta (sa) continuó su viaje, y el Santo Profeta (sa) acampó en Marr al-Zuhran. Se registra que, gracias a la excelente sabiduría militar del Santo Profeta (sa) y a sus oraciones, fue un profundo milagro que un ejército de diez mil personas partiera de Medina, recorriera aproximadamente cuatrocientos kilómetros y acampara a ocho kilómetros de La Meca, sin que los mecanos supieran nada al respecto. El Santo Profeta (sa) acampó en Marr al-Zuhran que se encuentra entre Asfan y La Meca, a ocho kilómetros de La Meca, a la hora de la oración de Isha. Tras recibir órdenes del Santo Profeta (sa), sus Compañeros encendieron diez mil hogueras. Nombró a Hazrat Umar (ra) para supervisar el ejército.

Hazrat Musleh Maud (ra) escribe sobre el ejército musulmán y cómo llegaron a La Meca sin ser detectados. Dice: “Aparte de Ahzab, nunca se había reunido un ejército tan grande en la historia de Arabia. Habían entre diez y doce mil hombres en Ahzab, es decir, el segundo ejército más grande de la historia de Arabia pertenecía a los musulmanes. Sin embargo, un ejército de tal dimensión parte de Medina, y nadie tiene constancia de ello. Al tiempo, Dios Altísimo muestra de forma milagrosa que Él hace sonar el tambor que Le pertenece, mientras destruye el tambor que pertenece al enemigo. Por lo tanto, cuando el Santo Profeta (sa) partió, dijo: “¡Oh, Dios mío, te suplico que ensordezcas los oídos de los mecanos y ciegues a sus espías! ¡Que no nos vean ni oigan nada sobre nosotros!”.

Cuando el Santo Profeta (sa) partió, había cientos de hipócritas en Medina. Sin embargo, cuando un ejército de diez mil parte de Medina, la noticia no llega a La Meca. Aunque eran siete mil en ese momento, seguía siendo un número muy grande, y más gente se unió a lo largo del camino. Sin embargo, los hipócritas de Medina no se animaron a comunicar esta noticia. Como se ha mencionado, ni los Quraish ni los mecanos tenían el menor conocimiento sobre la partida del Santo Profeta (sa), ni siquiera sobre su presencia justo a las afueras de La Meca. Ciertamente temían un ataque del Santo Profeta (sa), pero nunca imaginaron que los musulmanes pudieran atacarlos. Sin embargo, los mecanos estaban ciertamente en alerta hasta cierto punto y patrullaban las zonas circundantes por la noche.

Una noche, Abu Sufyan estaba de patrulla junto con dos jefes de La Meca, Hakim bin Hizam y Budail bin Waraqah. Vieron las tiendas y las hogueras del ejército, como si fueran de Arafat. Empezaron a especular entre ellos, diciendo que debían ser los Banu Kaab, es decir, los Juza’ah, furiosos por la batalla que acababa de tener lugar. Luego, ellos mismos empezaron a decir (estaban especulando) que no podían ser ellos, ya que no eran tan numerosos. Entonces dijeron que debían ser los Banu Hawazin, aunque ellos mismos descartaron luego esa idea. Siguieron haciendo conjeturas, hasta que oyeron el relincho de los caballos y el sonido de los camellos,  lo cual les infundió un gran temor. Mientras conversaban, los espías comisionados por el Santo Profeta (sa), que estaban inspeccionando y patrullando los alrededores, los capturaron y llevaron ante el Santo Profeta (sa). Según una narración, Dios Altísimo informó al Santo Profeta (sa) en una visión sobre la cercanía de Abu Sufyan.

Hazrat Abu Layla narra: “Llegamos a Marr al-Zuhran junto al Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Vayan a buscar a Abu Sufyan, que está en Araq (que era el nombre de un valle cerca de La Meca)’. Fuimos y lo detuvimos”. Ibn Uqbah ha escrito: “Abu Sufyan, Hakim bin Hizam y Budail bin Waraqah desconocían lo sucedido. Este grupo de Compañeros, enviados en misión de reconocimiento, fue y lo detuvo. Sujetaron las riendas de sus camellos. Abu Sufyan y quienes le acompañaban preguntaron quiénes eran, a lo que respondieron que eran los Compañeros del Santo Profeta (sa). Abu Sufyan dijo: “¿Ha sucedido alguna vez que un ejército tan grande haya descendido sobre un pueblo sin que este se diera cuenta? ¿Cómo pudo llegar una fuerza tan enorme sin previo aviso?”.

Según otra narración, cuando el Santo Profeta (sa) llegó a Marr al-Zuhran, Hazrat Abbas experimentó un cambio de actitud hacia la gente de La Meca. Así pues, montó en la mula blanca del Santo Profeta (sa), llamada Shahba, y se dirigió hacia la zona de Araq, pensando que quizás encontraría a alguien para enviar a La Meca a informar a sus habitantes de la llegada del Profeta (sa) y pedirles que vinieran a buscar un tratado de paz con él antes de que entrara en la ciudad por la fuerza. Mientras pensaba esto, oyó las voces de Abu Sufyan, Hakim bin Hizam y Budail bin Waraqah. Abu Sufyan decía: “Nunca he visto un fuego ni un ejército como éste”, y Budail decía: “¡Por Dios, este es el fuego del pueblo de Dios! El ansia de batalla ha inflamado sus pasiones”. Abu Sufyan respondió: “¡Por Dios, el pueblo de Dios es pequeño y débil! Esto no puede ser su fuego o su ejército”.

Hazrat Abbas oyó sus voces y los reconoció, y Abu Sufyan también lo reconoció. Hazrat Abbas llevó a Abu Sufyan ante el Santo Profeta (sa), mientras sus otros dos acompañantes partieron de vuelta. Llevó solo a Abu Sufyan ante el Santo Profeta (sa) y dejó a los otros dos atrás. Según otra narración, Hazrat Abbas también llevó a los otros dos ante el Profeta (sa). Hay dos narraciones al respecto.

Hazrat Musleh Maud (ra) describió el evento con las siguientes palabras:

“Mientras el ejército musulmán avanzaba hacia La Meca, los mecanos, debido al silencio que reinaba en la atmósfera, se sintieron cada vez más temerosos. Finalmente, tras consultar, persuadieron a Abu Sufyan para que saliera de la ciudad y averiguara qué pretendían hacer los musulmanes. Tras recorrer una corta distancia desde La Meca, Abu Sufyan se adentró en el desierto, iluminado por innumerables hogueras. El Santo Profeta (sa) había ordenado que cada tienda tuviera una hoguera encendida delante, y diez mil personas con hogueras encendidas frente a sus tiendas en el desierto era una escena que causaba asombro. Abu Sufyan preguntó a sus camaradas: ‘¿Qué es esto? ¿Ha descendido un ejército del cielo? Ninguna tribu árabe posee un ejército tan formidable’. Comenzaron a nombrar varias tribus árabes, pero él dijo: ‘No, no. Ninguna tribu árabe podría tener un ejército tan grande como este’. Mientras decía esto, una voz gritó desde la oscuridad: ‘Oh, Abu Hanzalah!’. Abu Hanzalah era el apelativo de Abu Sufyan. Abu Sufyan dijo: ‘Abbas, ¿qué haces aquí?’. Hazrat Abbas respondió: ‘Contempla el ejército de Muhammad, el Mensajero de Dios (sa)’. Si no cambiáis, la derrota y la desgracia os sobrevendrán sin duda. Es decir, la única manera es hacer la paz.

En cualquier caso, esto conforma sólo una parte de un relato más amplio. Hay más detalles que, si Dios quiere, relataré en el futuro.

Como siempre digo, sigan concentrándose en las oraciones. ¡Que Dios Altísimo proteja al mundo de los conflictos! ¡Que Dios Altísimo mejore las circunstancias turbulentas del mundo, que a veces se acrecientan y a veces disminuyen, para que las condiciones actuales giren hacia una mejora y no provoquen una mayor devastación!

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