Los principios de la oración y la necesidad de humildad y constancia
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Los principios de la oración y la necesidad de humildad y constancia

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 16 de DICIEMBRE de 2022.

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), en el Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), dijo estas palabras:

[LOS PRINCIPIOS DE LA ORACIÓN Y LA NECESIDAD DE HUMILDAD Y CONSTANCIA].

 

Muchas personas hacen preguntas en relación a la oración.

Hoy en día, en particular, muchas personas plantean preguntas en relación con Dios y las oraciones. Además, los defensores del ateísmo están lanzando ataques mordaces contra la existencia de Dios y la religión a través de una iniciativa estratégica. Están tratando de distanciar al hombre de Dios Altísimo y  la religión a través de varios medios. [En esta situación], satanás se disfraza de simpatizante de la humanidad y trata de distanciar al hombre de la religión y de Dios. [Pues bien], en estas circunstancias incluso nuestra propia gente y de otros lugares se ve afectada a veces por estos pensamientos satánicos; o los comentarios de gente mundana y los que se oponen a la religión empiezan a crear dentro de ellos inquietud hacia la religión, Al’lah y la adoración. [Lo cierto es que] las dudas comienzan a formarse en el corazón de las personas que están menos informadas. Si aquellos que son de fe débil o menos educados tienen que enfrentarse a pruebas o llegan a fracasar, inmediatamente comienzan a pensar que, o bien la religión que están siguiendo es incorrecta y que no se basa en ninguna verdad; o [incluso] que el Ser de Dios no puede ser misericordioso [hacia nosotros], ya que Él no aceptó sus oraciones ni los sacó de esas pruebas y tribulaciones; o que Al’lah, Dios nos perdone, ha sido injusto con ellos y están pasando por estas circunstancias como resultado de ello; y a pesar de ofrecer súplicas, [sienten que sus] dificultades no se acaban.

En resumen, muchas de estas preguntas surgen en la mente de distintos individuos, especialmente aquellos que solo se preocupan por asuntos mundanos. Algunas personas también me escriben o me hacen preguntas mencionando sus circunstancias. A la luz de esto, parece que no poseen la certeza de [la existencia de] Dios Altísimo en sus corazones como deberían. Además, si se enfrentan a la más mínima prueba en el entorno en el que viven, comienzan a desarrollar pensamientos negativos y empiezan a surgir dudas dentro de ellos. Sin embargo, lo que deberían hacer es reflexionar sobre sus circunstancias y considerar en qué medida están tratando de cumplir con los derechos de Dios Altísimo, hasta qué punto están tratando de adornar su adoración, en qué medida han elevado el nivel de sus súplicas y cuál es el estado de su fe en Al’lah.

Por eso, hoy hablaré sobre el tema de la oración a la luz de las enseñanzas del Mesías Prometido (as).

Este tema ha sido discutido extensamente en los escritos, enseñanzas y literatura del Mesías Prometido (as). En cualquier caso, mencionaré varios aspectos que arrojan algo de luz sobre la esencia de la oración, la forma de realizarla, nuestras responsabilidades, su necesidad y la creencia en Dios, pues ciertamente [lo que explica el Mesías Prometido] elimina todas las formas de duda.

Llamando nuestra atención sobre el hecho de que debemos permanecer conscientes de llevar a cabo nuestras oraciones y de suplicar a Al’lah, incluso en circunstancias favorables, para que nuestras oraciones encuentren aceptación también en tiempos de dificultades, el Mesías Prometido (as) dice:

“La misericordia de Dios Altísimo desciende sobre tal individuo que Le teme en un estado de paz, de la misma manera que Le teme cuando se enfrenta a una dificultad. El que no se olvida de Al’lah en los momentos de paz, no será olvidado por Dios en los momentos de dificultad. Sin embargo, el que pasa por tiempos de paz de forma descuidada y comienza a orar en tiempos de dificultad, sus oraciones no encontrarán aceptación. [Luego], cuando desciende el castigo Divino, se cierra la puerta para el arrepentimiento. Por lo tanto, qué afortunado es el que permanece ocupado en súplicas antes del descenso del castigo Divino, da caridad, honra el decreto de Al’lah, es benevolente con la creación de Dios Altísimo y realiza obras de una manera excelente. Estas son las características mismas de esas personas denominadas como ‘afortunados’.”

El Mesías Prometido (as) añade:

“Un árbol se reconoce por sus frutos. Como tal, es fácil identificar a alguien que es afortunado, así como a alguien que es desafortunado. Por tanto, un verdadero creyente nunca debe ser negligente respecto al cumplimiento de los derechos de Dios y Su creación en tiempos de tranquilidad y comodidad. Si uno continúa cumpliendo con estos derechos, entonces Al’lah Mismo lo salvará de los tiempos de dificultad y Dios aceptará sus oraciones. [Por eso cabe decir que] es un principio fundamental que nunca debemos volvernos indolentes en nuestra adoración y oraciones; y no hemos de permitir que nuestros compromisos mundanos nos impidan cumplir con los derechos de Dios Altísimo”.

Luego, mientras profundiza en la manera en que debemos suplicar a Al’lah, las formas de la oración y cómo nos las ha enseñado el mismo Dios Altísimo, el Mesías Prometido (as) señala:

 

“Para invocar a Dios se requiere venerarlo. [Por eso], cuando una persona sensata le pide algo a un rey, siempre tendrá cuidado de ser cortés. Es por esta razón que Al’lah nos ha enseñado cómo suplicarle en el ‘Surah Al-Fatihah’ [el capítulo inicial del Sagrado Corán], pues nos ha enseñado a orar

Es decir: ‘Toda la alabanza pertenece a Al’lah, Señor de todos los mundos’, (así que, lo primero y ante todo, debemos alabar a Dios Altísimo). [Entonces decimos] ‘Ar-Rahman’, en otras palabras: ‘Aquel que da sin que se le pida’; y a continuación ‘Ar-Rahim’, o sea: ‘Aquel que otorga una generosa recompensa por el ferviente esfuerzo de uno’.

Uno debería enfocarse intensamente en lo que constituye el verdadero esfuerzo, ya que Dios recompensa los esfuerzos verdaderos y serios, y Él mismo ha esbozado sus estándares; y, principalmente, los esfuerzos serios requieren que uno luche por la causa de Dios Altísimo.

El Mesías Prometido (as) escribe:

“Esto es seguido por las palabras:

que significan el ‘Maestro del Castigo y la Exoneración’, puesto que es Su discreción si debe castigar o mostrar misericordia. Él es el Maestro del castigo y la recompensa no solo en el Más Allá, sino también en este mundo”.

No consideréis que Él solo manifiesta este atributo en el Más Allá. Asimismo, todo lo que ocurre en este mundo lo decide Al’lah.

El Mesías Prometido (as) declara además:

“Cuando uno ofrece alabanzas en tal grado, comienza a percibir cuán grande es Dios, Quien es el Señor, ‘Ar-Rahman’ [el Clementísimo] y ‘Ar-Rahim’ [el Misericordiosísimo]. Hasta aquí uno se dirige a Dios Altísimo indirectamente, pero es ahora cuando lo llama como si estuviera presente (en un principio, uno considera que tales asuntos son de lo oculto). A partir de entonces, uno percibe a Al’lah como algo manifiesto y Le llama como si pudiera verlo, por lo que él clama a Dios diciendo:

Es decir: ‘¡Oh Al’lah, solo a Ti adoramos y solo a Ti deseamos adorar, por lo que Te suplicamos ayuda!’.

 

[Luego, rezamos]:

En otras palabras, [oramos para encontrar] un camino que sea completamente recto y libre de todo tipo de corrupción. [Por el contrario], hay un camino como el de los ciegos [espiritualmente], que se esfuerzan y luchan solo para sentirse agotados, pues no logran nada como resultado. No obstante, hay otro camino en el que, si lo seguimos, nuestros esfuerzos realmente producen resultados.

 

Además, rezamos:

O sea: ‘Guíanos por el camino de aquellos a quienes Tú has derramado Tus bendiciones’. Este es el mismo camino que es recto y en el que nuestros esfuerzos producen recompensas. A partir de ahí oramos:

Es decir: ‘No nos lleves por el camino de los que te han desagradado, ni el de los que han caído en el extravío y se han desviado lejos’.”

El Mesías Prometido (as) explica:

“La oración: [en árabe – ‘guíanos al camino correcto’] se refiere a todos los asuntos, ya sean seculares o relacionados con la fe. Por ejemplo, un médico no podría tratar a su paciente si no encuentra el camino correcto para el tratamiento. Del mismo modo, cada abogado, gente profesional o experto tiene su propio camino adecuado a través del cual puede fácilmente lograr su objetivo”.

Por esta razón, uno también debe buscar el “camino correcto” en los asuntos mundanos y uno solo puede tener éxito en esto si tiene una relación con Dios Altísimo.

[Por otra parte], en la reunión donde el Mesías Prometido (as) impartía esta guía, una persona planteó una objeción y preguntó por qué los profetas necesitaban orar, pues tales oraciones deben ser solo para los hombres comunes. ¿Qué necesidad tienen los profetas de tales oraciones? ¿Por qué el Santo Profeta (sa) ofreció dichas oraciones si ya estaba en el camino recto?

En respuesta, el Mesías Prometido (as) manifestó:

“Ellos [los profetas] ofrecían estas oraciones para ascender a rangos y grados [espirituales] más altos. De hecho, la oración (‘guíanos por el camino recto’) será ofrecida por los creyentes incluso en el Más Allá. Así como Dios no tiene límites, tampoco habrá límites para el progreso y la ascensión que se busquen en el Más Allá”.

Por consiguiente, estos son los principios que deben tenerse en cuenta al ofrecer oración y, como resultado, uno podrá verdaderamente reconocer el amor de Al’lah y comprender la manera de invocarlo para nuestras necesidades.

Más tarde, con respecto a la oración y las formas de hacerla, el Mesías Prometido (as) elaboró [ese tema] aún más [y comentó]:

“La oración es algo extraordinario. Lamentablemente hoy, no obstante, ni los que piden a otros que oren por ellos, ni los que ofrecen oraciones conocen las formas de lograr la aceptación de las plegarias. De hecho, están muy alejados de la verdadera filosofía de la oración y hay algunos que han rechazado la plegaria por completo; aunque también hay quienes, a pesar de no rechazar la oración, se encuentran en un estado aún más deplorable, ya que rezan, pero sus oraciones no son aceptadas porque ignoran las formas de [realizar] la oración, por lo que sus oraciones no se contaron como verdaderas oraciones”.

(No fueron capaces de ofrecer las oraciones de forma correcta y por eso no fueron aceptadas).

[Y continúa]:

“Ese es el motivo por el cual su situación es peor que la de aquellos que rechazan las oraciones por completo, ya que el comportamiento de estas personas ha llevado a otros hacia el ateísmo. En primer lugar, la oración sincera requiere que el suplicante nunca se canse, nunca caiga en la desesperación ni piense mal de Dios Altísimo. No debemos abandonar a Dios y pensar lo peor, pues a menudo se observa que cuando las oraciones fervientes de un suplicante están a punto de ser aceptadas, el suplicante se cansa y deja de orar. Esto resulta en el fracaso y la frustración, y sus consecuencias perjudiciales son que se renuncia a [creer en] la eficacia de la oración, lo cual conlleva a que paulatinamente se acabe por renunciar a creer en Al’lah. Se ven superados por sentimientos de ateísmo y se cuestionan que, si Dios ciertamente existe y tiene el poder de responder a las oraciones, ¿por qué no aceptó sus plegarias realizadas durante este periodo de tiempo tan extenso? De todos modos, si reflexionamos sobre la indecisión y falta de perseverancia de una persona que vacila de esta manera y alberga este tipo de pensamientos, nos daremos cuenta de que su fracaso es el resultado de sus propias prisas y falta de paciencia. Hoy son firmes y mañana se tambalean, [por lo que] estas personas no poseen determinación ni perseverancia. [En consecuencia], si nos precipitamos, ello es el resultado de nuestros propios fallos”.

Si somos perseverantes, nos mantenemos pacientes y fortalecemos nuestra fe, jamás tendremos que pasar por esto. La razón por la que sus oraciones no fueron aceptadas es que se precipitó demasiado.

El Mesías Prometido (as) sigue diciendo:

“Estas son las personas que se ven invadidas por el mal pensar y la desesperación, porque no reconocieron a Dios Altísimo como poseedor de todo el poder y la fuerza. Así pues, nunca hay que cansarse”.

El Mesías Prometido (as) a continuación dio ejemplos cotidianos de quién es firme cuando reza:

“Rezar es como la siembra de una semilla hecha por un agricultor. Aparentemente solo entierra una buena semilla en la tierra, pero en ese momento ¿quién podría imaginar que el grano de semilla crecerá en forma de un buen árbol y dará fruto? Los forasteros, e incluso el propio agricultor, no pueden ver que el grano está asumiendo la forma de una planta dentro de la tierra, aunque la realidad es que en pocos días el grano experimenta un cambio y empieza a adoptar la forma de una planta hasta que su brote emerge del suelo, (una característica de la semilla es que primero crecen sus raíces, éstas se afianzan en la tierra y luego brotan los tallos) y se hace visible para todos.

Desde el momento en que el grano se depositó en la tierra, había comenzado su preparación para convertirse en planta, aunque el ojo, que solo puede percibir algo visible, no es consciente de ello hasta que su brote emerge del suelo y se hace visible. En esa etapa, un niño inocente no puede percibir que dará fruto solo a su debido tiempo”.

(Ahora que la planta ha brotado y solo queda la etapa en la que dará fruto, aun así, un niño inocente pensará que no puede dar fruto, ya que todavía es pequeña).

“Él desea verla dar fruto inmediatamente, pero un cultivador inteligente sabrá el tiempo señalado para que dé fruto, [por lo que] la cuida constantemente y la nutre hasta que llega el momento en que da un fruto que también madurará. [Así pues], lo mismo ocurre con la oración: si se cultiva del mismo modo, da fruto; aunque los que se precipitan se cansan pronto y la abandonan; y los que son firmes en su trabajo perseveran y llegan a su objetivo”.

[En otras palabras]: los que son previsores, pacientes en la espera del resultado, son firmes en su trabajo y siguen rezando “llegan a su objetivo”.

[En este sentido], describiendo el nivel de paciencia de aquellos que perseveran en la oración, el Mesías Prometido (as) continúa su alocución:

“Es cierto que hay muchas etapas en la oración cuya ignorancia priva a los suplicantes de los frutos de sus oraciones. Tienen prisa y no pueden esperar, mientras que [desconocen que] hay una progresión en las obras del Todopoderoso. Nunca ocurre que un hombre se case hoy y a la mañana siguiente le nazca un hijo. Aunque Dios es Todopoderoso y puede hacer lo que quiera, es necesario cumplir con la ley y el sistema que Él ha establecido. [En este sentido], en las primeras etapas de la maternidad no se sabe nada, como en el cultivo de la vegetación”.

(Al igual que ocurre con las plantas, al principio uno no conoce la realidad [de lo que está pasando]. Lo mismo ocurre en los seres humanos con el desarrollo de un niño o en cualquier animal, pero el ejemplo dado aquí es para los humanos).

“Durante cuatro meses no hay certeza. Entonces se empieza a sentir un movimiento y, una vez transcurrido todo el plazo, el niño nace después de grandes fatigas”.

Incluso ahora los médicos solo realizan una exploración a las doce semanas. Así que, a pesar de toda la tecnología moderna, el verdadero estado del feto solo queda claro para los médicos tras el escaneo que realizan después de doce semanas. [Así], en la época en que el Mesías Prometido (as) mencionó esto, la tecnología no era tan avanzada y, a pesar de ello, está explicando una ley natural.

[El Mesías Prometido (as)] afirma:

“El nacimiento del niño también da una nueva vida a la madre”.

(Cuando nace un niño, no se trata de un simple procedimiento, sino que la mujer recibe un nuevo aliento de vida [por así decirlo]).

“Es difícil para un hombre formarse una idea de los problemas y aflicciones que una mujer tiene que soportar durante su embarazo, aunque es cierto que la llegada de un hijo es una nueva vida para la madre. Tiene que aceptar ‘la muerte’ para poder disfrutar de la alegría de tener un hijo. De la misma manera, es necesario que el suplicante deseche la prisa y soporte todos los problemas (o sea, no debe mostrar prisa, ha de soportar los problemas y seguir rezando) y nunca debe imaginar que la oración no está siendo aceptada; [y más tarde], por fin llega el momento en que se manifiesta el resultado de la oración y nace el niño, que es el objetivo. [En consecuencia], una oración debe realizarse hasta el límite para que produzca su resultado”.

 

(Debemos asegurarnos primero de que nuestras oraciones alcanzan este estado).

 

“Habréis observado que si se coloca un trozo de tela bajo un cristal ardiendo y los rayos del sol se concentran en él, su calor llega al grado de prender fuego a la tela. De la misma manera, es necesario que una oración se lleve hasta una etapa en la que desarrolle el poder de quemar los fracasos y las frustraciones, y de cumplir con el propósito deseado”.

En consecuencia, cada suplicante podrá analizar por sí mismo y decidir si sus oraciones han alcanzado o no tal nivel.

A continuación, presentando una frase de un proverbio persa, el Mesías Prometido (as) relata:

“Del eco de mis súplicas se desprende que tu corte real es ciertamente elevada y grandiosa”, (es decir, refiriéndose a Al’lah).

 

“[Por eso] debemos mantenernos ocupados con la oración durante mucho tiempo y entonces Dios  manifestará el resultado. Según mi experiencia, corroborada por la de los justos en el pasado, si hay silencio durante mucho tiempo, hay esperanza de éxito, (de que a uno se le ha concedido la oportunidad de rezar más y, por lo tanto, hay esperanza de que Él le conceda éxito). Pero si hay una respuesta rápida (o ha sido rechazada) no es probable que se logre el propósito, pues vemos en el mundo que, cuando un mendigo acude a alguien y suplica con humildad y seriedad y no se mueve de su sitio, incluso después de ser reprendido, (la persona a cuya casa acude le regaña, aunque el mendigo se mantiene firme) y continúa con su súplica, entonces al final la persona a la que se ha suplicado se conmueve y le concede algo al mendigo a pesar de su tacañería, (o sea, acaba dándole algo). Entonces, ¿no debería un suplicante tener al menos tanta firmeza como un mendigo ordinario? Cuando Dios Altísimo, que es Benevolente y posee [la Más Alta] Majestad, ve que Su humilde siervo lleva mucho tiempo postrado en Su Umbral, no lo lleva a un final malo.

Si una mujer embarazada se vuelve impaciente a los cuatro o cinco meses y toma medicinas para abortar, el niño no nacerá (sería abortado) y ella se verá envuelta en la desesperación. Igualmente, el que tiene prisa antes del debido tiempo, solo sufrirá pérdidas y no solo incurrirá en pérdidas, sino que pondrá su fe en peligro. En esta condición algunos se vuelven ateos. [Por ejemplo], había un carpintero en nuestro pueblo cuya mujer cayó enferma y murió, y dijo que si hubiera existido Dios, hubieran sido aceptadas sus múltiples plegarias y su mujer no habría muerto. De esta manera, se hizo ateo.

Si una persona virtuosa practica la fidelidad y sinceridad, promueve su fe y logra su objetivo. Las riquezas de este mundo no tienen ningún valor ante Al’lah, [Quien] puede hacerlo todo en un solo instante. ¿No habéis visto que Él concedió la soberanía a gente que era totalmente desconocida (¿cuál era la condición de los árabes beduinos [antes del Islam]? Dios los convirtió en reyes) e hizo que grandes reinados se sometieran a ellos, e hizo reyes [incluso] a esclavos. Si una persona es piadosa y se hace totalmente de Al’lah, llevará una vida excelente, aunque la condición es que sea sincera y posea resolución. Su corazón nunca se estremecerá y no habrá nada de ostentación, ni tampoco un ápice de idolatría en ella.

 

[En este sentido], ¿qué tenía Abraham [as] que lo convirtió en el padre de su pueblo y de aquellos que son devotos de Dios Altísimo, para que Dios derramara sobre él innumerables y magníficas bendiciones? Fue su piedad y sinceridad. Abraham [as] ofreció la plegaria de que debía aparecer un Profeta [sa] en Arabia y de entre su progenie. ¿Fue aceptada de inmediato? [Pues bien], durante mucho tiempo después de Abraham [as] nadie prestó atención a tal plegaria, pero se cumplió con la venida del Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él) y de qué forma tan esplendida se cumplió”.

Por tanto, como ya se ha mencionado, uno no debe suplicar solamente en momentos de necesidad, sino que hay que continuar suplicando incluso en los momentos en los que Al’lah nos haya concedido facilidad y comodidad.

[Luego], en relación con la aceptación de las oraciones y la necesidad de un vínculo entre el cuerpo y el alma, y de cómo debe ser tal relación, el Mesías Prometido (as) dice:

“No existe ningún beneficio en la oración física y el ayuno si no van acompañados por la sinceridad y la lealtad (no sirve de nada la oración del que suplica si no se derrite el alma). Los ‘yoghis’ (practicantes de yoga) y los ‘sanyasis’ (ermitaños hindúes) también realizan grandes ejercicios a su manera y se observa a menudo que algunos llegan al extremo de marchitarse el brazo, (es decir, levantan las manos y las mantienen el alto durante varios días hasta que llegan a quedarse mustias). Llevan a cabo grandes y rigorosas tareas y se someten [también] a grandes pruebas y dificultades, a pesar de que tales durezas no les proporcionan luz (espiritual) ni tampoco les brindan paz ni tranquilidad. Más bien, tan solo destruyen su estado interior, pues realizan ejercicios físicos que tienen poca relación con su estado interno y no influyen en su espiritualidad, (puesto que montan un espectáculo aparente y padecen dificultades, pasan hambre durante largos periodos y soportan muchas dificultades, pero no consiguen mostrar ningún ejemplo de espiritualidad). Por eso, Dios Altísimo ha dicho en el Sagrado Corán:

‘No es su carne la que llega a Al’lah, como tampoco su sangre,

sino que es vuestra piedad la que llega a ‘El’, (22:38).

En realidad, Dios no repara en el revestimiento exterior, sino que desea la esencia. [Aunque] ahora surge la pregunta de que, si la carne y la sangre no Le llegan, y solo le alcanza la rectitud, entonces ¿qué necesidad hay de ofrecer sacrificios? Del mismo modo, si la oración y el ayuno son solo para el alma, ¿qué necesidad hay de observarlos físicamente?”.

O sea, si alguien ofrece las oraciones, suplica, llora y pide en su interior a Dios Altísimo mientras está sentado -como era el estado de la oración en las religiones anteriores-, entonces ¿qué necesidad hay de las diferentes etapas de la “salat” [oración] como la postura de estar de pie, de inclinarse o de postrarse?

El Mesías Prometido (as) manifiesta:

“La respuesta a esto es que es algo confirmado que el alma de aquellos que no utilizan sus facultades físicas se niega a obedecerlas. [Por consiguiente], no consiguen desarrollar la humildad y devoción a Dios, que es el auténtico objetivo; y quienes se limitan simplemente a utilizar sus facultades físicas sin incluir el alma, caen además en un error peligroso. Los ‘yoghis’ pertenecen a esta categoría, [ya que] se esfuerzan físicamente pero no crean un vínculo con su alma, [a pesar de que] Al’lah ha establecido una conexión entre el cuerpo y el alma, y el cuerpo afecta al alma. Por ejemplo, si alguien desea llorar, terminará llorando; y, del mismo modo, si alguien pretende reír, terminará finalmente riéndose. Igualmente, el cuerpo pasa por diferentes estados en la oración. Por ejemplo, el ponerse de pie, sentarse o postrarse tienen asimismo efecto sobre el alma; y cuanto mayor sea la modestia y humildad adoptada por el cuerpo, en mayor medida se desarrollará la humildad en el alma.

No obstante, Dios Altísimo no acepta que alguien solo se postre ante Él. (Si alguien se limita a postrarse, pero no adopta la humildad y modestia, y el alma no tienen ninguna relación con la acción, Dios no acepta tales postraciones). De todas formas, la postración posee un profundo vínculo con el alma y es por esto que la postración constituye la última parte de la oración, pues cuando una persona alcanza la cima de la humildad, desea naturalmente caer en postración, [ya que] es algo inherente a la naturaleza humana manifestar este estado final de humildad mediante la inclinación y la postración”.

El Mesías Prometido (as) añade:

“Vemos este estado incluso en los animales. Cuando un perro desea expresar amor a su dueño, acude a él, hace reposar la cabeza en los pies de su amo y expresa su amor de forma similar al amor que alguien manifiesta a través de la postración [en la oración]. Es evidente, pues, que el cuerpo tiene una conexión especial con el alma. Del mismo modo, el alma también afecta al cuerpo. Cuando el alma está angustiada, sus efectos se manifiestan aparentemente en el cuerpo y las lágrimas y el desánimo se hacen visibles en tal persona (se siente tristeza y dolor). Si el alma de una persona se siente afligida o uno siente angustia en sus corazón, entonces el cuerpo asimismo se siente letárgico y su temperamento se ve afectado en la misma medida. [En tal caso], los demás pueden observan y sentir que la persona está atravesando dificultades, [por lo que] esa persona no desea sentarse en ninguna reunión y si acude a ella todo el mundo comienza a preguntar qué ocurre. Si el cuerpo y el alma no tienen una conexión, ¿por qué ocurre esto? Sin duda la circulación de la sangre en el cuerpo es tarea del corazón y no cabe duda de que el corazón irriga el cuerpo y funciona como un motor. (El corazón bombea sangre por todo el cuerpo y funciona como un motor). Todo ocurre a través de su contracción y relajación (es decir, todo esto se lleva a cabo cuando el corazón bombea). De esta forma, los sistemas espirituales y físicos funcionan en paralelo, (ya que el corazón se contrae y luego se relaja; después se contrae y se relaja de nuevo, y dirige todo el sistema corporal al hacer bombear así la sangre. [Por ello], el Mesías Prometido (as) explica que los sistemas físicos y espirituales también funcionan en paralelo).

Cuando el alma desarrolla humildad, el cuerpo también la adopta. En consecuencia, cuando el alma adquiere verdaderamente humildad y modestia, el cuerpo manifiesta inevitablemente estas condiciones. De igual manera, si el cuerpo adopta ciertos rasgos, ello impacta en el alma. Por lo tanto, cuando os pongáis de pie ante el Señor para [hacer] la oración es esencial que mostréis humildad y fidelidad, Aunque, al principio puede parecer una forma de hipocresía (o sea, es hipocresía que el corazón no se sienta atraído hacia la humillación, aunque lo estamos expresando a la fuerza). Sin embargo, es vital que lo hagamos así, porque con el tiempo su efecto se va desarrollando y se vuelve permanente. En ese momento, tanto el cuerpo como el alma comienzan a trabajar juntos”.

El Mesías Prometido (as) escribe además:

“El alma comienza entonces a desarrollar humildad y de devoción, y cuando se desarrolla esta condición, uno comienza a experimentar el deleite en la oración. Es entonces cuando no nos dirigimos a Al’lah con nuestras propias demandas, sino que nos dirigimos a Él por amor, y nos inclinamos a la oración gracias a la relación que hemos establecido con Él”.

Desarrollando este punto en más detalle, el Mesías Prometido (as) narra:

“Algunas personas sostienen que no obtienen placer de la oración, pero no saben que obtener el placer no está en nuestras manos y que hay diferentes aspectos en el mismo placer. En algunas ocasiones, uno siente una enorme cantidad de dolor, aunque considera incluso ese dolor extremo como algo agradable”.

Cuando el Mesías Prometido (as) mencionaba esto, la guerra de independencia de Transvaal estaba teniendo lugar y refiriéndose a esto da el ejemplo de aquellos que lucharon en esa guerra, diciendo:

“A pesar del hecho de que se están perdiendo vidas, las mujeres están quedando viudas y los niños se están haciendo huérfanos, sienten placer gracias al sentido de orgullo nacional y por salvaguardar su nación, y esto los lleva al borde de la muerte. (Se están sacrificando por su nación). Están dispuestos a morir debido a su sentido de patriotismo y deber. Al mismo tiempo, las personas valoran su esfuerzo y su sacrificio ya que su objetivo es mutuo, (es decir, ambos tienen el mismo objetivo: un grupo se sacrifica y el otro los alienta y valora ese sacrificio). ¿Por qué se valoran sus esfuerzos? Es por su dolor y agonía que están sufriendo y por eso son valorados. (Los esfuerzos y sacrificios de aquellos que luchan por la libertad son valorados por el dolor y el sufrimiento que soportan por dicha causa). Por tanto, el verdadero deleite se experimenta después de sufrir dolor. Por esta razón, el Santo Corán ha mencionado el principio de que ‘antes de experimentar placer, si no hay dolor que lo preceda, entonces ese placer no es un placer verdadero’.

Del mismo modo, aquellas personas que dicen que no experimentan ningún deleite en su adoración, primero deberían reflexionar sobre cuánto dolor y sufrimiento han soportado por causa de la adoración. (Si no experimentan placer deben reflexionar si han pasado por alguna dificultad por su adoración). La cantidad [de dolor] que una persona sufre por causa de la adoración es la misma que se convierte en deleite para ellos. [Ahora bien], por agonía y sufrimiento no me refiero al dolor que uno padece innecesariamente o el sufrimiento insoportable que algunos afirman soportar, sino que me refiero al esfuerzo por ofrecer las oraciones con todos los requisitos previos: abandonar el sueño, dejar a un lado el trabajo y orar a tiempo, para que uno inculque el temor de Dios en nuestro interior”.

Hay algunas personas que no desean verse envueltos en ningún tipo de problema [por causa de la oración]. Por el contrario, piensan que pueden pedirles a otros que oren por ellos y de esta manera sus problemas se resolverán. Cuando se les pregunta, se descubre que ni siquiera realizan de forma regular las cinco oraciones diarias. En una ocasión, un hijo pidió al Mesías Prometido (as) que rezara por su padre. La oración no era para ningún beneficio material, sino para [que fuese perseverante] en su fe.

[Entonces], el Mesías Prometido (as) respondió:

“Ora por él con toda atención (tú mismo debes orar por él). Así como la oración de un padre es aceptada a favor de su hijo; de la misma manera, las oraciones del hijo son aceptadas también a favor del padre”.

[Aparte], el Mesías Prometido (as) aconsejó a ese individuo:

“Cuando ores fervientemente por él, es entonces cuando mis oraciones surtirán efecto”.

En otras palabras, cuando rece con fervor y seriedad, será cuando las plegarias del Mesías Prometido (as) surtirán efecto, pues de lo contrario no lo harán. Por consiguiente, aquellos que piden a otras personas que recen por ellos no deben depender únicamente de los demás, sino que ellos mismos también deben rezar fervientemente.

[Más tarde], con respecto a las formas en las que podemos obtener el placer en la adoración, el Mesías Prometido (as) declaró:

“Recordad, una persona que está absorta en cosas que a uno le encanta hacer, pero que son repugnantes a los ojos de Dios Altísimo, cuando decide abandonarlas por la causa de Al’lah y sufrir dolor como resultado de ello, entonces el cuerpo que experimenta ese dolor causa un efecto en el alma”.

¿Qué tipo de dolor tienen que soportar? Anteriormente se ha mencionado que debemos padecer dolor [por causa de la adoración], pero ¿cuáles son esos dolores y dificultades que uno debe soportar? Es el dolor de abandonar esas cosas o hábitos que Dios ha declarado que son repugnantes. Incluso si experimentamos dolor al abandonar esos hábitos, debemos hacerlo. Así, cuando soportamos ese dolor, entonces nuestra alma queda impactada y comienza a transformarse en su interior, hasta tal punto que con suma obediencia cae ante el Umbral Divino. En consecuencia, cuando abandonamos ciertos hábitos por la causa de Dios Altísimo y experimentamos tal angustia, el alma se ve afectada por esto y se someterá ante Dios en las postraciones e inclinaciones de la oración. Esta es la manera en la que uno puede obtener placer en su adoración.

El Mesías Prometido (as) prosigue:

“Habréis visto a muchas personas que piensan que experimentar deleite en la adoración significa cantar algunos himnos o tocar la trompeta, y esto es lo que ellos consideran que es el significado de la adoración,  (cierran los ojos y entran en un estado de trance y piensan que esto es adoración; o escuchan himnos y piensan que su adoración se ha llevado a cabo). No os dejéis engañar por esto, [ya que] dichas cosas ciertamente podrán ser una fuente de satisfacción para nuestro instinto más básico, pero el alma no experimenta ningún tipo de placer con ello. A través de estas prácticas, el alma no puede desarrollar las cualidades valiosas de humildad y modestia, y se pierde la verdadera esencia de la adoración”.

El Mesías Prometido (as) escribe además:

“Una persona puede obtener placeres similares en reuniones de baile, pero ¿se puede considerar eso similar al deleite experimentado en la adoración? Este es un asunto delicado y ciertas naciones no pueden comprender este concepto porque han fracasado en comprender la razón fundamental y el propósito de la adoración”.

[Más tarde], en relación a la lealtad del Profeta Abraham (as) y a su disposición a padecer dificultades por la causa de Al’lah y, a cambio, el trato que Dios le dio, el Mesías Prometido (as) expresa que:

“El camino para obtener la cercanía a Dios Altísimo es mostrar sinceridad y el íntimo vínculo alcanzado [con Al’lah] por el Profeta Abraham (as) fue recorriendo este mismo camino. Así, Dios declara:

 

[‘Y de Abraham, quien cumplió los mandamientos’, (53:38)].

O sea, Abraham (as) es quien fue leal. Demostrar sinceridad y lealtad a Dios Altísimo es aceptar una muerte sobre uno mismo. Hasta que, y a menos que, una persona no esté dispuesta a renunciar al mundo y a todos sus placeres y gloria, y a aceptar toda dificultad, desgracia y penuria por causa de Al’lah, no podrá desarrollar esta cualidad. La idolatría no se limita a la adoración de un objeto como un árbol o una piedra, sino que se considera ídolo a todo lo que impide amar a Dios le damos prioridad. Una persona crea muchos ídolos dentro de sí misma y sin tan siquiera saberlo se vuelve culpable de adoración de ídolos. Hasta que una persona no se comprometa totalmente con Dios Altísimo y esté dispuesta a soportar todas las adversidades por Su causa, no podrá fomentar la lealtad y la sinceridad en su interior. [Por eso], el título otorgado a Abraham (as) no fue concedido sin ningún esfuerzo. De ninguna manera.

 

Las palabras (37:106):

‘Ciertamente has cumplido el sueño. Así recompensamos en verdad a quienes hacen el bien’, que le dijeron cuando se disponía a sacrificar a su hijo [lo demuestran]. Al’lah nos exige un esfuerzo práctico y solo nuestras acciones pueden complacerle. No obstante, estos hechos prácticos solo pueden conseguirse pasando por penurias. Cuando uno está dispuesto a soportar dificultades en el camino de Dios, entonces Él no permite que uno sufra. [En este sentido], cuando Abraham (as) se preparó completamente y tenía la intención de sacrificar a su hijo en cumplimiento del mandamiento de Al’lah, Este salvó a su hijo. [Además], fue arrojado al fuego, pero este no pudo quemarlo. [Así pues], si uno se prepara para soportar dolor por la causa de Dios, entonces Él nos salvaguarda de cualquier sufrimiento”.

El Mesías Prometido (as) manifiesta:

“Nosotros podemos sentir físicamente nuestros cuerpos, pero no nuestras almas; aunque no hay duda de que el alma tiene una conexión con el cuerpo, pues el cuerpo físico tiene un impacto sobre el alma. Por lo tanto, nunca se debe pensar que el cuerpo no influye en el alma. Todas las acciones realizadas por un individuo se deben al resultado de esta combinación (es decir, a la combinación de cuerpo y alma). En su estado independiente, ni el cuerpo ni el alma pueden realizar ninguna acción virtuosa o mala. Así, el concepto de recompensa y castigo está en relación con ambos estados. Algunas personas no se dan cuenta de este intrincado asunto y alegan que el paraíso de los musulmanes es físico. Sin embargo, lo que no logran entender es que cuando la acción también se lleva a cabo mediante la participación del cuerpo, ¿por qué habría de separarse en su recompensa? En resumen, el Islam no adopta una vía extrema en ninguno de sus polos, sino que adopta la vía de la moderación, [ya que] ambas visiones [extremas] son peligrosas y hay que abstenerse de ellas. Hacer que el cuerpo soporte penurias por sí solo no sirve de nada y tampoco se puede conseguir nada buscando simplemente la comodidad”.

 

Si uno solo soporta penurias físicas, ello no puede ser de ningún beneficio y tampoco puede lograr nada buscando solo la comodidad. Más bien, el cuerpo y el alma tienen que estar en armonía; [y en definitiva], durante el periodo en que uno se dedica a la oración, experimenta pruebas.

El Mesías Prometido (as), al dar el ejemplo del pueblo del Profeta Moisés (as) y de cómo atravesaron un periodo de prueba que luego fue en aumento, afirma:

“Hay un tiempo determinado para todo y los afortunados permanecen a la espera de él. [Por su parte], los que no esperan y buscan una respuesta inmediata son impacientes y no logran conseguir su objetivo. En mi opinión, también es posible, y de hecho sucede, que durante el periodo en que uno se dedica a la oración, como una forma de prueba, se le hace pasar aún por más pruebas. Por ejemplo, cuando el Profeta Moisés (as) vino a liberar a los israelitas que estaban siendo esclavizados por el Faraón, al principio, se les encargaba la fabricación de ladrillos durante medio día y eran libres de hacer su propio trabajo durante la parte restante del día. (La mitad del día era para ellos y la otra mitad la dedicaban a trabajar para el Faraón). No obstante, cuando el Profeta Moisés (as) intentó asegurar su libertad, los perpetradores del mal aumentaron aún más la carga de trabajo de los israelitas. Como castigo, se les ordenaba preparar ladrillos durante medio día y transportar hierba durante el resto de la jornada. En otras palabras, todo su trabajo era solo para el Faraón y no se les dio tiempo para su propio trabajo.

 

Cuando el Profeta Moisés (as) recibió esta instrucción y la transmitió a los israelitas, estos se disgustaron mucho y desearon que el Profeta Moisés (as) sufriera el mismo tormento que ellos e incluso llegaron al punto de maldecirle. Sin embargo, el Profeta Moisés (as) les dijo que tuvieran paciencia. Todo este relato se menciona en la Torá, donde se afirma que cuanto más les exhortaba a demostrar paciencia, más se enfadaban. Finalmente, se les aconsejó que emigraran de Egipto y que trajeron con ellos la ropa y los utensilios que habían recibido de los egipcios. (Trajeron consigo todos los objetos que habían recibido de los egipcios). Cuando el Profeta Moisés (as) condujo a los israelitas lejos, el Faraón, junto con su ejército, fue tras ellos y al darse cuenta los israelitas de que el ejército del Faraón estaba cerca, se pusieron muy nerviosos. Se menciona en el Sagrado Corán que en ese momento lloraron:

‘Seremos ciertamente apresados’, (26:62).

A pesar de todo, el Profeta Moisés (as) podía ver el resultado final a través de la mirada del profetazgo y por eso respondió (26:63):

‘¡No, no habléis así!’, dijo; ‘mi Señor está conmigo. Él me dirigirá con rectitud’.

[Por otro lado], se menciona en la Torá que los israelitas afirmaron: ‘¿No había acaso tumbas en la tierra de Egipto para nosotros?’. La razón por la que estaban tan aprehensivos era porque el ejército del Faraón estaba justo detrás de ellos y delante estaba el río Nilo”.

Así pues, dijeron que, puesto que iban a morir de todos modos, más les valía haber muerto y haber sido enterrados en Egipto. [En definitiva], se encontraban en una situación muy difícil porque delante de ellos estaba el río y detrás el ejército, que estaba dispuesto a matarlos. De ahí que estuvieran muy preocupados.

El Mesías Prometido (as) sigue su relato:

“Podían ver que no había ninguna posibilidad de que sobrevivieran; ni avanzando, ni retrocediendo. No obstante, Dios Altísimo es Todopoderoso y pudieron encontrar un camino a través del río Nilo y todos los israelitas pudieron cruzar las aguas, mientras que el Faraón y sus hombres se ahogaron. Fue un milagro extraordinario y en ese momento Al’lah creó los medios para ello. Este es el caso de una persona justa, en el sentido de que se le concede una salida de cada penuria y dificultad [final del versículo 1 del Surah Al-Talaq, 65:3]:

‘…Sepa que Él le abrirá un camino de salida’.

 

Así, sucede que uno experimenta prueba tras prueba durante el periodo que transcurre entre sus súplicas y la aceptación de la oración. A veces, uno se ve obligado a soportar tales pruebas que le rompen la espalda, por así decirlo, pero los afortunados que continúan perseverando pueden oler la fragancia de los favores de su Señor incluso en ese tiempo; y, a través de su conocimiento y sabiduría, son capaces de presenciar el socorro que se concede al final. Una de las sabidurías detrás de estas pruebas es que uno se vuelve aún más apasionado en sus oraciones, porque, así como crece la ansiedad y la aprensión de uno, más ferviente se vuelve el alma y este es uno de los medios para la aceptación de la oración”.

El hecho de que uno se vuelva ferviente en sus oraciones y suplique con profunda concentración es una prueba en sí misma del hecho de que Dios desea aceptar las oraciones de uno. Por tanto,  nunca debemos ponernos ansiosos ni pensar mal de Al’lah por impaciencia y desesperación; y uno nunca debe pensar que su oración no será respondida o nunca es respondida.

El Mesías Prometido (as) continúa diciendo:

“Tal pensamiento hace que uno rechace el atributo de Dios de que es ‘Quien escucha las súplicas de uno’.”

Si empezamos a albergar tales pensamientos sobre Dios Altísimo, entonces uno comienza a arrastrarse hacia el ateísmo. Como mencioné anteriormente, hoy en día, el objetivo de los opositores de la religión y Dios es inculcar estas dudas en la mente de uno, tales como que Al’lah no les ha concedido nada, que la religión no tiene ningún beneficio, que nos vuelve indolentes y nos hace adoptar conceptos imaginarios. Así pues, en una época como ésta, es deber de todo áhmadi establecer un vínculo firme con Dios Altísimo. Esta relación y la propia adoración no deben ser temporales, y solo cuando uno está en necesidad. De hecho, incluso en tiempos de comodidad y facilidad, uno debe formar un vínculo con Dios y ha de salvaguardar sus oraciones. Uno debe tener absoluta convicción en sus oraciones. Esta es, en efecto, la responsabilidad de un áhmadi y es a través de la misma que uno puede hacer verdadera justicia a su juramento de lealtad [Baiat].

El Mesías Prometido (as) nos aconseja que:

“Es imperativo que nuestra Comunidad aumente su fe, tenga verdadera fe en Al’lah y desarrolle el conocimiento de lo Divino. Uno no debe volverse perezoso e indolente a la hora de realizar acciones virtuosas; de lo contrario, si uno se vuelve perezoso, entonces incluso realizar la ablución parece una tarea pesada, por no hablar de ofrecer la oración del ‘tahayud’.”

Despertarse para la oración del “tahayud” [oración voluntaria de la madrugada] requiere un gran esfuerzo. No obstante, en tal caso uno encuentra difícil incluso realizar la ablución para las oraciones regulares [las cinco oraciones diarias].

El Mesías Prometido (as) concluye:

“Si uno no reúne fuerzas para llevar a cabo actos virtuosos y no infunde pasión en su interior para sobresalir en la bondad, entonces no hay ningún beneficio en establecer un vínculo conmigo”.

Por consiguiente, debemos mostrar una gran preocupación para esforzarnos en fortalecer nuestra relación con Dios, pues una vez que establezcamos este verdadero vínculo, también seremos testigos de los signos de la aceptación de las oraciones.

¡Que Al’lah nos conceda la capacidad de hacer esto!

Rezad especialmente por los áhmadis de Pakistán, porque en estos días se intenta hacerles la vida cada vez más difícil. Del mismo modo, rezad por los áhmadis de Argelia. Los adversarios han aumentado de nuevo su animosidad e intentan crear dificultades.

¡Que Dios Altísimo proteja a todos los áhmadis, dondequiera que se encuentren y que se enfrentan a penurias y dificultades, y los proteja de todo tipo de preocupaciones!

¡Que Dios destruya completamente al enemigo!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que mucha gente pregunta sobre la oración. Especialmente hoy en día, mucha gente cuestiona la oración y a Dios. De hecho, parece que hay ataques organizados contra Dios por parte de los ateos. Están alejando a la gente de Dios. En tales circunstancias, incluso nuestra gente cae presa de tales pensamientos satánicos y les hacen dudar con respecto a la oración, Dios y su fe.

Dudas sobre la oración

Su Santidad (aba) dijo que ante la prueba o el fracaso, los débiles de fe o los menos entendidos piensan que o bien su fe es falsa y no hay verdad en ella o que Dios no tendrá piedad de ellos y no les sacará de sus sufrimientos; sienten que Dios es cruel con ellos debido a sus circunstancias. Sienten que a pesar de haber rezado, sus circunstancias no mejoran.

Su Santidad (aba) dijo que tales preguntas y dudas surgen en las mentes de aquellos que están más inclinados al mundo. Muchas de estas personas también escriben a Su Santidad (aba), expresando sus opiniones negativas. En cambio, uno debería reflexionar sobre sí mismo y evaluar hasta qué punto está cumpliendo con los derechos de Dios, y cuál es el estándar de su adoración.

Su Santidad (aba) dijo que hoy hablaría sobre la oración y su filosofía, sus etiquetas, nuestra responsabilidad, la necesidad de la oración y la certeza en Dios a la luz de los escritos del Mesías Prometido (as).

La Oración Debe Realizarse en Tiempos de Consuelo y de Angustia

Su Santidad (aba) citó al Mesías Prometido (as) quien dijo que es debido a la misericordia de Al’lah que uno es temeroso durante los tiempos de comodidad al igual que es temeroso durante los tiempos de angustia. Aquel que no olvida a Dios Altísimo durante los tiempos de facilidad no es olvidado por Dios durante los tiempos de dificultad. Sin embargo, aquellos que pasan su tiempo de tranquilidad en el disfrute y sólo recurren a la oración en la dificultad, sus oraciones no son aceptadas. Cuando llega el castigo de Dios, entonces se cierran las puertas de la aceptación de las oraciones.

Verdaderamente piadoso es quien permanece en estado de oración antes de que le sobrevenga tal castigo, quien da limosna, cumple los mandamientos de Dios y es bondadoso con la creación de Dios.

El Mesías Prometido (as) afirma además que un árbol se distingue por sus frutos del mismo modo que una persona piadosa se distingue por sus virtudes.

Su Santidad (aba) dijo que uno nunca debe olvidar a Dios, y si uno cumple con este derecho, entonces Dios Altísimo salva a tal persona de las dificultades. Nuestros compromisos mundanos no deben alejarnos de adorar y rezar a Dios Todopoderoso.

Orar a Dios requiere reverencia

Al profundizar en cómo se debe suplicar a Dios, en el protocolo de la oración y en cómo Dios las ha impartido Él mismo, el Mesías Prometido (as) afirma que rezar a Dios Altísimo exige reverencia. Cuando la gente le pide algo a su rey, se asegura de reverenciarlo. Es por esta razón que invocamos los atributos de Al’lah y Le alabamos en Surah al-Fatihah. Le llamamos digno de toda alabanza, Rahman (Clemente) y Rahim (Misericordioso). Rahim significa que no permite que el verdadero esfuerzo se desperdicie. Además, nos dirigimos a Dios Todopoderoso como el Dueño del Día del Juicio, porque Él será el Juez ese día.

Una vez que reconocemos que Dios está presente, le suplicamos que nos muestre el camino correcto, un camino recto. Hay un camino por el que la gente camina, pero sus esfuerzos son en vano. Por otro lado, hay otro camino en el que todos los esfuerzos del individuo se ven recompensados. A partir de ahí, rezamos para que se nos guíe por el camino de aquellos que han sido recompensados. Además, pedimos que se nos proteja del camino de quienes han enfurecido a Dios y se han extraviado.

El Mesías Prometido (as) afirma además que cuando rezamos para que nos guíen por el camino correcto, éste incluye todos los caminos mundanos y espirituales. Por ejemplo, un médico no puede tratar a un paciente sin seguir el camino correcto. Del mismo modo, todas las profesiones y el éxito requieren que uno pise el camino correcto, y esto sólo se puede lograr si uno tiene una relación con Al’lah.

Las etiquetas de la oración

Cuando el Mesías Prometido (as) estaba diciendo esto, una persona del público preguntó qué necesidad tenían los profetas de una oración así. ¿Por qué el Santo Profeta (sa) tenía que ofrecer tal oración? Él siempre estuvo en el camino correcto. El Mesías Prometido (as) dijo que los profetas ofrecían esta oración para alcanzar un rango superior. De hecho, un creyente ofrecerá esta oración en el más allá también; al igual que no hay límites para Dios Todopoderoso, no hay límites para el progreso que un creyente puede hacer.

Su Santidad (aba) dijo que estos son los principios y etiquetas de la oración que deben tenerse en cuenta mientras se reza. Si uno hace esto, entonces es capaz de experimentar la cercanía de Al’lah el Todopoderoso y aprender a rezar por sus necesidades ante Él.

En cuanto a la oración y su etiqueta, Su Santidad (aba) cita al Mesías Prometido (as), quien además afirma que la oración es algo extraordinario. Sin embargo, es lamentable que aquellos que piden oraciones y aquellos que ofrecen oraciones en esta era no sean conscientes de las formas de lograr la aceptación de las oraciones. De hecho, están muy alejados de la filosofía de la oración. Algunos rechazan la oración desde el principio, mientras que otros se alejan de ella porque desconocen los métodos para que sus oraciones sean aceptadas. Tales personas han llevado a otras hacia el ateísmo. Para que la oración tenga éxito, hay que ser paciente y firme y no pensar mal de Dios. A menudo se ve que cuando un suplicante está a punto de alcanzar el objeto de su oración, se cansa y se da por vencido. Debido a ello, rechazan la oración y acaban renunciando a creer en Dios. Afirman que si Dios existiera, seguramente habría aceptado las muchas oraciones que han ofrecido. Esa persona debería reflexionar sobre su falta de fe y persistencia, porque ésa es la verdadera causa de su fracaso. Uno no debe apresurarse y fortalecer su fe.

Hay que perseverar y no apresurarse en la oración

El Mesías Prometido (as) afirma que uno nunca debe cansarse. El caso de un suplicante es similar al de un agricultor que planta una semilla en la tierra. Planta una semilla perfectamente comestible en la tierra, pero nadie puede comprender que esa semilla está tomando ahora la forma de una planta en crecimiento. En pocos días, esa semilla empieza a brotar. Desde el momento en que esa semilla se plantó en la tierra, comenzó sus preparativos para convertirse en una planta. Un niño inexperto se preguntaría por qué la semilla no se convierte en planta y produce frutos de inmediato. En cambio, el agricultor, por su experiencia, sabe que este proceso requiere tiempo. El mismo proceso se requiere para la oración. La oración necesita alimento, pero los que se apresuran nunca ven el fruto de su oración.

Con respecto a la paciencia de un verdadero suplicante, el Mesías Prometido (as) afirma que muchas personas nunca son testigos del resultado de sus oraciones porque no son conscientes de las etapas de la oración que deben atravesar. Se apresuran y no son pacientes. Dios Todopoderoso trabaja gradualmente. Nunca ha sucedido que una persona se case hoy y tenga un hijo al día siguiente. Aunque Dios Todopoderoso es Todopoderoso, ha instituido leyes para gobernar el mundo.

Todo el mundo es consciente de los numerosos pasos que hay que dar para tener un hijo, muchos de ellos laboriosos y difíciles. Hasta los cuatro meses de embarazo, nada es seguro. Los médicos (según la tecnología de la época) sólo podían realizar exploraciones a partir de las 12 semanas.

El Mesías Prometido (as) afirma además que una vez que nace un niño, la madre también renace. Una madre soporta muchos dolores para dar a luz a su hijo, y sólo después de soportar el dolor y las dificultades encuentra la felicidad en su hijo. De la misma manera, en la oración, uno debe soportar y ser paciente y no cansarse rápidamente. Después de permanecer persistente, uno será testigo del resultado de sus oraciones.

Su Santidad (aba) dijo que sólo después de evaluarse uno mismo puede llegar a saber si ha rezado con fervor o no. El Mesías Prometido (as) afirma además que uno debe continuar rezando durante un largo período, después del cual Dios Todopoderoso se manifiesta a ellos. Se ha observado que cuando un mendigo permanece firme a la puerta de alguien, es persistente en su mendicidad y emocional, es capaz de convencer incluso a la persona más tacaña. ¿No debería un suplicante ser al menos tan persistente como ese mendigo? Dios Todopoderoso nunca puede rechazar a un suplicante que le ruega insistentemente.

Una persona que se apresura siempre está perdida, y algunos incluso se convierten en ateos como resultado. No hay poder más grande que Dios Todopoderoso. Él convirtió a los árabes en reyes del mundo, cuando antes no eran nada. Si uno se dedica completamente a Dios, entonces puede alcanzar cualquier cosa en el mundo.

El Mesías Prometido (as) afirma además que fue la sinceridad y la lealtad de Abraham (as) lo que le otorgó el estatus que alcanzó. Rezó para que surgiera un gran profeta de entre su progenie en Arabia. Nadie podía saber cómo se manifestaría esa plegaria, pero se cumplió con grandeza en la forma del advenimiento del Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) dijo que, teniendo en cuenta esta guía, uno no sólo debe rezar durante las dificultades, sino también en los momentos de tranquilidad y comodidad.

El vínculo del cuerpo con el alma en relación con la oración

A continuación, Su Santidad (aba) citó al Mesías Prometido (as), quien explicó que la oración requiere un vínculo entre el cuerpo y el espíritu. Afirma que si la oración y otras formas de adoración como el ayuno están desprovistas de sinceridad y honestidad, entonces no tienen ninguna consecuencia. Muchos místicos y monjes realizan una gran cantidad de rituales que les causan dolor, sin embargo no hay resultados. Realizan ejercicios físicos y rituales que no tienen ningún efecto en su alma. Por esta razón, Al’lah el Todopoderoso afirma en el Sagrado Corán:

No es su carne la que llega a Al-lah, como tampoco su sangre, sino que es vuestra piedad la que llega a Él. (Sagrado Corán, 22:38)

En realidad, Al’lah el Todopoderoso no se complace con una cáscara vacía, más bien Él desea el núcleo. Las oraciones no deben estar vacías, sino que deben contener un verdadero espíritu de súplica. El Mesías Prometido (as) afirma además que ahora surge la pregunta, ¿cuál es la necesidad de ofrecer la oración cuando es sólo el espíritu detrás de ella lo que llega a Dios? Uno podría simplemente ofrecer oraciones en su corazón con sinceridad y no habría necesidad de oraciones ritualistas. La respuesta a esto es que quien deja de realizar acciones corporales no puede emplear su alma y su espíritu. Por otra parte, si uno sólo emplea su cuerpo y sus medios físicos, también está gravemente equivocado. El cuerpo y el alma están conectados; si una persona llora artificialmente, con el tiempo se volverá verdaderamente emocional, y si uno sonríe artificialmente, con el tiempo se volverá feliz. Lo mismo ocurre con la oración. Si el cuerpo muestra humildad, la oración también encarnará ese mismo espíritu. Una postración vacía es inútil si no va acompañada de verdadera humildad. Por eso la postración es la cima de la oración. Los animales también lo demuestran.

Su Santidad (aba) afirma que el cuerpo también manifiesta lo que siente el alma. Si el alma está afligida, el cuerpo también muestra signos de fatiga y cansancio. El Mesías Prometido (as) afirma además que los reinos físico y espiritual corren en paralelo. Por lo tanto, es necesario que mientras se reza, uno demuestre su humildad a través de sus acciones. Aunque al principio sea artificial, poco a poco se convierte en algo sincero. Como resultado, uno no sólo acudirá a Dios Todopoderoso en un momento de necesidad, sino que permanecerá en el umbral de Dios todo el tiempo.

Sacrificar la comodidad para alcanzar el placer en la oración

El Mesías Prometido (as) afirma además que todo placer y consuelo viene después del dolor. Es por esta razón que el Sagrado Corán afirma:

¡Si! En verdad que hay desahogo después de la tribulación. (Sagrado Corán, 94:7)

Así, si uno no encuentra placer en la oración, debe evaluar si ha soportado dificultades y dolor por sus oraciones. Hay que tener en cuenta todos los requisitos de la oración y ofrecerla a tiempo. Además, se debe sacrificar el sueño por la oración.

Su Santidad (aba) afirmó que, a veces, la gente no se esfuerza en sus propias oraciones y piensa que sus problemas se resolverán si pide a otros que recen por ellos. Estas personas ni siquiera ofrecen sus cinco oraciones diarias con regularidad. En este sentido, un hijo pidió al Mesías Prometido (as) que rezara por su padre. En respuesta, el Mesías Prometido (as) le aconsejó que él mismo rezara con fervor. Si rezaba por sí mismo, sólo entonces las oraciones del Mesías Prometido (as) le beneficiarían.

El Mesías Prometido (as) afirma además que cuando una persona se somete al dolor y abandona las cosas que desagradan a Dios, entonces dicha persona podrá impactar su alma. Tales dificultades soportadas por la causa de Dios impactarán el alma, y esto permitirá que el alma suplique verdaderamente a Dios. Algunas personas tocan instrumentos o bailan como adoración. Aunque estas cosas son agradables, no tienen ningún impacto en el alma. Otros pueblos son ajenos a esto porque no han comprendido la verdadera filosofía de la oración.

Además, el Mesías Prometido (as) afirma que Abraham fue leal y sincero con Dios, por lo que fue recompensado con un alto rango. La sinceridad hacia Dios requiere una especie de muerte, y sólo después de aceptar esa muerte se puede ser devoto de Dios. La idolatría no se limita a adorar un árbol o una piedra, sino que todo lo que nos impide alcanzar el amor de Dios conduce a la idolatría. Todo el mundo ha creado ídolos en su interior, y sólo cuando uno abandona todo por Dios es capaz de liberarse de la idolatría.

Cuando Abraham (as) accedió a sacrificar a su hijo por Dios Todopoderoso, entonces Dios Todopoderoso lo protegió de todo tipo de dolor. Fue arrojado al fuego pero éste no pudo quemarlo. Todo esto es el resultado tanto del cuerpo como del alma; debe haber una conexión, de lo contrario las oraciones desprovistas de esto son en vano.

El Mesías Prometido (as) afirma además que todo tiene su propio tiempo. Quien intente conseguir algo en un tiempo que no es el adecuado, sin duda caerá en el fracaso. En el momento de dificultad, cuando uno recurre a la oración, es ciertamente posible que más pruebas caigan sobre una persona. El caso de Moisés (as) es un buen ejemplo de ello. Cuando trató de aliviar las luchas de su pueblo, éstas se multiplicaron. Moisés (as) aconsejó a su pueblo que tuviera paciencia, pero éste se inquietó aún más. Finalmente, se les ordenó emigrar. En ese momento, el Faraón los persiguió, y el pueblo cayó en la desesperación pensando que serían capturados. Sin embargo, Moisés (as) tenía fe en que su Dios estaba con él. Lograron cruzar el río Nilo sanos y salvos, y el faraón encontró su fin. Esta es la forma en que Al’lah el Todopoderoso ayuda a Sus verdaderos suplicantes. Sin embargo, antes de que esa ayuda aparezca, uno se ve sometido a pruebas que a veces parecen insoportables.

El Mesías Prometido (as) afirma que uno debe ser humilde y suplicar a Al’lah el Todopoderoso con dolor e inquietud. De hecho, rezar con dolor y emoción es señal de que la oración será aceptada. Así pues, no se debe pensar mal de Dios ni caer en la desesperación. Más bien, uno debe tratar de orar y suplicar con dolor y humildad incluso en tiempos de facilidad y comodidad, en lugar de sólo en tiempos de dificultad.

El Mesías Prometido (as) afirma que un creyente debe ser siempre activo y no caer presa de la pereza. Uno debe apasionarse por realizar buenas acciones y sobresalir en las virtudes.

Al final, Su Santidad (aba) dijo que deberíamos rezar por los ahmadíes en Pakistán y en otras partes del mundo, como Argelia, que se enfrentan a crueldades y discriminación. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah proteja a los ahmadíes en todo el mundo y anule los ataques y esfuerzos del enemigo.

Resumen preparado por The Review of Religions.

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