La salvaguardia de hombres y mujeres
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

El hombre y la mujer son un don divino el uno para el otro y como tales deben ser apreciados como medios para alcanzar la plenitud personal y la complacencia de Dios. El Creador, conocedor de sus fortalezas y debilidades, ha brindado guías apropiadas para protegerlos y potenciar sus virtudes. Ignorar estas enseñanzas conduce a la adversidad, mientras que se- guirlas fielmente aporta serenidad y alegría a la vida.

El Sagrado Corán declara:

“Pues en verdad, hemos creado al hombre y sabemos lo que su ego le susurra.” (50:17)

“Creamos al hombre de una gota de esperma mezclada, sometiéndolo a pruebas, hasta que lo convertimos en un ser que oye y ve. Le hemos mostrado el camino, ya fuera agradecido o desagradecido.” (76:3-4).

Los sentidos humanos, como el oído y la vista, captan impre- siones que pueden inducir a la virtud o al vicio. Por ello, se advierte sobre la importancia del auto-control:

“No sigas lo que no conoces. En verdad, el oído, el ojo y el corazón, serán todos llamados para dar cuenta.” (17:37).

En esencia, la rectitud implica el dominio de los sentidos y su constante vigilancia. Al Santo Profetasa se le instruyó:

“Di a los hombres creyentes que recaten su mirada y guarden sus partes privadas. Esto es más puro para ellos. En verdad, Al’lah sabe perfectamente lo que hacéis. Y di a las mujeres creyentes que recaten su mirada y protejan sus partes privadas, y no muestren su belleza y sus adornos, excepto lo que sea visible de ellos, y coloquen sus velos sobre sus pechos, y no muestren su belleza y sus ornamentos más que a sus maridos, o a sus padres, o a los padres de sus maridos o a sus hijos, o a los hijos de sus maridos, o a sus hermanos, o a los hijos de sus hermanos, o a los hijos de sus hermanas o a sus mujeres o a lo que poseen sus diestras o a aquellos de los criados varones que no tengan maldad, o a los niños que no han llegado a tener conocimiento de las partes privadas de las mujeres. Y que no caminen de manera que pueda mostrarse lo que ocultan de su belleza. Y volveos todos juntos a Al’lah, Oh creyentes, para que triunféis.” (24:31-32)

“¡Vosotros, los que creéis! Haced que aquellos que poseen vuestras diestras y aquellos de vosotros que no han alcanzado la pubertad, os pidan permiso tres veces antes de entrar a vuestra presencia: antes de la oración de la mañana y cuando os quitéis las ropas al mediodía en verano, y después de la oración de la noche. Éstos son tres momentos de intimidad para vosotros. En horas distintas a éstas no hay culpa para vosotros ni para ellos, pues tendrán que moverse esperándoos, algunos de vosotros visitando a los demás. Así os aclara Dios los Signos; pues Al’lah es Omnisciente, Sabio.” (24:59)

“Cuando vuestros hijos alcancen la pubertad, también deberán pedir permiso, al igual que deben pedir permiso los antes mencionados. Así os aclara Al’lah Sus mandamientos; pues Al’lah es Omnisciente, Sabio.” (24:60)

“En cuanto a las mujeres mayores, que han pasado la edad del matrimonio, no hay culpa en ellas si dejan a un lado sus vestiduras exteriores sin mostrar deliberadamente su atractivo. Pero si prefieren ejercer mayor cautela para guardar su pureza eso es aún mejor para ellas. Pues Al’lah es Quien lo oye todo, el Omnisciente.” (24:61).

Existen directrices específicas para las esposas del Santo Profetasa que ejemplifican la conducta ideal y que todas las mujeres creyentes deberían emular:

“¡Oh, Profeta! Di a tus esposas: ‘Si deseáis la vida de este mundo y sus adornos, venid pues; os proveeré y os liberaré de manera decorosa. Pero si deseáis a Al’lah y a Su Mensajero y la Morada del Más Allá, entonces sabed que Al’lah en verdad ha preparado una gran recompensa para aquellas de vosotras que practiquen el bien.’ ¡Oh, esposas del Profeta! Si una de vosotras fuese culpable de conducta manifiestamente deshonrosa, el castigo le será duplicado. Y esto es fácil para Al’lah. Pero a aquella de vosotras que obedezca a Al’lah y a Su Mensajero y haga buenas obras, le daremos su recompensa duplicada; pues le hemos preparado una provisión honorable.” (33:29-32)

“¡Oh, esposas del Profeta! Sois distintas a otras mujeres a condición de que seáis justas. No seáis pues demasiado blandas en vuestras palabras, para que no se sienta tentado quien tenga el corazón enfermo; y hablad con palabras pudorosas. Permaneced en vuestras casas con dignidad, no os adornéis al estilo que os embellecíais en los días de la ignorancia, cumplid la oración, pagad el Zakat y obedeced a Al’lah y a Su Mensajero. En verdad, Al’lah desea alejar de vosotras todo lo impuro,

Oh Miembros de la Casa, y purificaros completamente. Y acordaos de lo que se recita en vuestras casas de los Signos de Al’lah y de la sabiduría. En verdad, Al’lah es Quien conoce las sutilezas, el Sumo Conocedor.” (33:33-35).

Las directrices mencionadas tienen como finalidad asegurar que tanto hombres como mujeres mantengan los más altos estándares de conducta ética y se comporten con dignidad y auto-control en todas las circunstancias. En la sociedad islámi- ca, la sobriedad, la modestia y la pureza deben ser los pilares fundamentales. Está prohibida la interacción libre y descon- trolada entre los sexos, y se requiere un nivel de decoro tanto en hombres como en mujeres. Asimismo, se debe proteger a las mujeres de cualquier forma de acoso, tal como se establece en el siguiente versículo del Sagrado Corán:

¡Oh, Profeta!, di a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes, que deben bajar sus túnicas externas desde su cabeza sobre su rostro. Esto es más conveniente para que sean así reconocidas y no molestadas. Pues Al’lah, es el Sumo Indulgente, Misericordioso.” (33:60)

La interacción ilimitada y sin regulación entre hombres y mujeres, así como la tendencia de las mujeres a adornarse con el propósito de atraer a los hombres, se ha convertido en un problema grave en la sociedad occidental. Esto ha llevado al abandono de la modestia y del comportamiento adecuado, me- nospreciando y ridiculizando valores antiguos y respetados. Resulta preocupante que algunos musulmanes, influenciados por la cultura occidental, no hayan logrado resistirse a estas tendencias suicidas predominantes en Occidente. Hay una esperanza ferviente de que los peligros inherentes a esta men- talidad y conducta sean reconocidos pronto, y que se respeten más estrictamente los valiosos principios islámicos.

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