Discurso del Líder Supremo de la Comunidad Musulmana Ahmadía en la sede central de la UNESCO en París
Introducción
El Jefe Supremo de la Comunidad Musulmana Ahmadía, el Quinto Jalifa, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba), pronunció un discurso histórico el día 8 de octubre de 2019, en la sede central de la UNESCO en París, que es la organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura. A este evento atendieron unos 80 dignatarios e invitados, incluidos diplomáticos, políticos, académicos, representantes de distintos institutos de investigación pública, gente de negocios y personas de otras profesiones.
Antes de su discurso, algunos invitados distinguidos también se dirigieron a la audiencia y hablaron de su admiración por la Comunidad Musulmana Ahmadía y sus esfuerzos en la propagación del mensaje de paz del islam a lo largo de todo el mundo; y también por su dedicación al servicio de la humanidad. Entre las personalidades destacables que se dirigieron a la audiencia estuvieron el embajador Oumar Keïta, delegado de Mali en la UNESCO; el delegado para asuntos religiosos del ministerio de asuntos exteriores de Francia, el señor Jean Christophe Auge; el director del consejo general sobre asuntos religiosos del ministerio del interior francés, el señor Clément Rouchouse; el alcalde de Eaubonne, el señor Guillaume Dublineau y el presidente del memorial de la OTAN, el señor Willy Breton. Por su parte, el señor Asif Arif, que es el secretario nacional de asuntos exteriores de la Comunidad Musulmana Ahmadía en Francia, ofreció una introducción general sobre la Comunidad Musulmana Ahmadía.
A continuación, ofrecemos la transcripción oficial del discurso que pronunció Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) en aquella ocasión. Su Santidad dijo lo siguiente:
“Bismil-lah ir Rahman ir Rahim
En el nombre de Al’lah, el Clemente, el Misericordioso”
Distinguidos invitados: “As-salaamo aleikum wa rahmatul-lahe wa barakatohu”, es decir, que la paz y las bendiciones de Dios sean con todos ustedes.
Antes de nada, me gustaría aprovechar esta oportunidad para agradecer a la administración de la UNESCO, su cortesía al permitirnos organizar este evento de hoy. También me gustaría dejar constancia de mi sincero agradecimiento a todos los presentes que han aceptado nuestra invitación y han venido a escuchar a alguien, que no es ni político, ni líder político, ni tampoco científico, sino que es el líder de una comunidad religiosa, la Comunidad Musulmana Ahmadía.
Los objetivos fundacionales de la UNESCO son excelentes y dignos de ser alabados. Entre sus objetivos está la defensa de la paz y el respeto, la promoción de la autoridad de la ley, los derechos humanos y la educación a lo largo de todo el mundo. La UNESCO también defiende la libertad de prensa y la protección de las diferentes culturas. Además, otro de sus objetivos primordiales es erradicar la pobreza, promover un crecimiento y desarrollo global sostenibles; e intentar asegurarse que la humanidad deja tras de sí un legado positivo, del que las futuras generaciones puedan beneficiarse.
En este sentido, quizá os sorprenda saber que las enseñanzas islámicas requieren a los musulmanes que trabajen para alcanzar estos mismos objetivos y que continuamente se esfuercen para el progreso de la humanidad. Este servicio está basado en el primer capítulo del Sagrado Corán, que dice: Dios es “el Señor de todos los mundos”. Este versículo es importantísimo para la fe musulmana, porque a los musulmanes se les enseña que Dios Altísimo no es solo su Señor y Proveedor, sino que también es el Proveedor y Sustentador de toda la humanidad. Él es Clemente y Misericordioso y además, sin tener en cuenta la casta, el credo o el color, Dios Altísimo cubre todas las necesidades de Su creación. Dicho esto, los musulmanes creen firmemente que todos los humanos nacen iguales y que, dejando de lado las diferencias en la fe, los valores de respeto mutuo y tolerancia deben estar firmemente anclados dentro de la sociedad.
En el capítulo segundo del Santo Corán, versículo 139, aparece un principio maravilloso: que los musulmanes deben seguir los caminos de Dios Altísimo y adoptar Sus atributos. Como he mencionado, la Clemencia de Dios lo abarca todo y Él es el Proveedor y Sustentador de todo el mundo, incluidos aquellos que deniegan Su existencia. Su Clemencia y Misericordia se manifiestan también aún para aquellos que continuamente hablan mal de Dios o cometen crueldades en el mundo.
En el islam, la filosofía del castigo establecida por Dios Altísimo tiene más peso en la otra vida; mientras que, en esta vida, Dios Altísimo manifiesta continuamente Su Clemencia y Su Misericordia sobre todo el mundo. Al instruir a los musulmanes a que adopten Sus caminos, Dios Altísimo les pide que muestren compasión y simpatía hacia el resto de la creación. A la luz de esto, es una obligación religiosa para los musulmanes cumplir con las necesidades de otras personas, sin tener en cuenta su religión, cultura o etnicidad; y siempre mostrar cariño y empatía hacia las emociones y necesidades de otros.
Además, el Sagrado Corán ha afirmado que el Santo Profeta del islam (que la paz y bendiciones de Dios sean con él) fue enviado por Dios Altísimo para todo el mundo como fuente de misericordia sin igual para toda la humanidad. Él fue la manifestación práctica de las enseñanzas compasivas del islam. Después de fundar el islam, tanto el Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él), como sus seguidores, fueron sometidos a un trato injustamente brutal e inhumano a manos de los no-musulmanes de La Meca, que soportaron con paciencia y contención.
Finalmente, después de sufrir muchos años de persecución sin tregua, emigraron a la ciudad de Medina, donde el Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él) creó un pacto para establecer la paz entre los musulmanes que allí emigraron, los judíos que allí vivían y otros miembros de la sociedad. De acuerdo con sus términos, los distintos grupos pactaron vivir pacíficamente, cumplir con los derechos de los demás y la promoción de un espíritu de mutua simpatía, tolerancia y cooperación.
El Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él) fue elegido como el Jefe de Estado y bajo su liderazgo, aquel pacto resultó ser una gran declaración de derechos humanos y gobernación; y además aseguró la paz entre las diferentes comunidades. El Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) también estableció un sistema judicial imparcial para resolver las distintas disputas; y dejó muy claro que solo habría una ley para el rico y poderoso, y para el pobre y débil; y que todo el mundo sería tratado de manera igual de acuerdo con dicha ley.
Por ejemplo, en una ocasión, una mujer rica cometió un crimen y mucha gente sugirió que, dado su alto estatus en la sociedad, era mejor ignorar sus excesos. El Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Allah sean con él) rechazó dicha sugerencia y dejó claro que, incluso si su propia hija cometiera una ofensa, la ley también se aplicaría a ella y ningún favoritismo ni nepotismo se llevaría a cabo.
Además, el Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) estableció un sistema educativo excelente, a través del cual los estándares intelectuales de dicha sociedad aumentaron. A la gente educada y formada se le pidió que enseñaran a los incultos. También, se tomaron medidas especiales a fin de proveer la educación de los huérfanos y otros miembros vulnerables de la sociedad. Todo esto se hizo para que los más débiles y los sectores inferiores de la sociedad pudieran sostenerse por sí mismos y avanzar en su progreso.
Junto a esto, se estableció un sistema de recaudación de impuestos para los miembros más ricos de la sociedad y dichos tributos se usaban para proveer ayuda financiera a los miembros de la sociedad más necesitados. De acuerdo con las enseñanzas del Sagrado Corán, el Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) estableció también un código ético para los negocios y finanzas, para asegurar que las transacciones fuesen justas y honestas.
En una época donde la esclavitud iba en aumento y los dueños de esclavos les trataban sin ningún tipo de misericordia, el Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) intentó crear una revolución en la sociedad. A los dueños de esclavos se les ordenó que trataran a los mismos de forma compasiva y con respeto; además el Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él) repetidamente les urgió a que los liberaran.
Bajo del liderazgo del Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él), se desarrolló un sistema de sanidad pública. También se instauró un programa de limpieza y se educaba a la gente sobre la importancia de la higiene personal y la salud física. Las calles de la ciudad se expandieron y mejoraron; se llevó a cabo un censo para recoger datos de la población y así identificar las necesidades de sus ciudadanos.
Así pues, durante el 7th siglo, bajo el gobierno dirigido por el Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él), se alcanzó un progreso increíble en la ciudad de Medina, avanzando tanto en los derechos individuales como colectivos. En efecto, por primera vez entre los árabes, se estableció una sociedad ordenada y civilizada. En muchos sentidos, fue una sociedad modelo, en términos de infraestructuras, servicios y lo más importante, en términos de la unidad y tolerancia vistas, en lo que era una sociedad multicultural. Los musulmanes eran inmigrantes, pero se integraron sin problema con la gente local y contribuyeron a su desarrollo y éxito.
Ahora quisiera decir que, en relación con las enseñanzas del islam, es motivo de gran tristeza que en el mundo de hoy, el Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) ha sido gravemente caracterizado: ha sido señalado como un líder beligerante, cuando nada de esto tiene que ver con la verdad. La realidad es que el Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) dedicó cada momento de su vida a defender los derechos de todo el mundo y,a través de las enseñanzas del islam, estableció una declaración de derechos humanos sin igual y para siempre. Por ejemplo, enseñó que la gente debía respetar las creencias y sentimientos de los demás, que debía abstenerse de criticar lo que otros considerasen como sagrado, etc.
Una vez, un judío vino hacia él y se quejó acerca de la conducta de uno de sus compañeros más cercanos. El Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) le llamó y le preguntó qué había pasado. Éste dijo que el judío había proclamado que Moisés (la paz sea con él) era superior en rango al Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) y no pudo tolerar esto. Entonces refutó fuertemente su argumento y dijo que el Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) tenía un rango más alto. Sobre esto, el Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él) expresó su desaprobación a su querido compañero y dijo que no debería de haber discutido con el judío; que por el contrario, debería haber respetado sus sentimientos religiosos.
Estas fueron sus hermosas enseñanzas y, desde mi punto de vista, es realmente lamentable que el principio de respeto mutuo, que es el medio para establecer amor y unidad, ha sido sacrificado en el mundo moderno, en el nombre de lo que llaman “libertad” y también en el nombre de la diversión. Incluso los fundadores de las religiones ya no escapan de ser objeto de bromas e insultos, aunque su burla cause angustia y dolor a millones de sus seguidores a lo largo del mundo. Por su parte, el Sagrado Corán dice que los musulmanes no deben incluso hablar mal de los ídolos de otra gente, porque esto les causará angustia y como reacción podrían hablar mal de Dios Todopoderoso, con lo que la paz y la unidad de la sociedad se verían afectadas.
Con respecto al cumplimiento de los derechos de los débiles y los pobres, el Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) tomó ciertas medidas y estableció varios proyectos para elevar sus estándares de vida y asegurar que no se vieran desprovistos de su dignidad. Dijo que, mientras que la mayoría de la gente rica y poderosa disfrutaba un alto estatus, en comparación, los pobres que se convertían en personas morales y consideradas, tenían mucho más valor que una persona rica que nunca se preocupara de los sentimientos de otros y simplemente viviera su vida.
Incluso en temas insignificantes, el Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) puso gran énfasis en asegurar que los sentimientos de la gente menos privilegiada fueran protegidos. Por ejemplo, instruyó a los musulmanes a que siempre invitaran a los pobres y necesitados a sus cenas especiales y citas sociales. El Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) también instruyó a sus seguidores a que ayudaran a los débiles a que obtuvieran justicia, si veían que la gente menos agraciada eran explotados por los ricos y poderosos.
El Santo Profeta (la paz y bendiciones de Dios sean con él) siempre buscó eliminar la esclavitud. En este aspecto, el Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) repetidamente inculcó a sus propios seguidores a que liberaran a sus esclavos; y que, si su liberación no era posible de inmediato, entonces al menos, tenían que alimentarlos y vestirlos de la misma forma que ellos se alimentaban y vestían.
Otro tema que aparece a menudo es el de los derechos de las mujeres y normalmente se acusa al islam de que niega los derechos de las mismas. Pero esto es totalmente falso. Por el contrario, el islam estableció los derechos de las mujeres y las niñas por primera vez en la historia. En un momento en el que tanto las mujeres como las niñas eran totalmente discriminadas y a menudo miradas con desprecio, el Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) instruyó a sus seguidores que se aseguraran que las niñas fueran educadas y respetadas. De hecho, dijo que si una persona tuviera tres hijas, las educaba y guiaba de la mejor forma posible, entraría seguro en el paraíso. Esto es lo contrario a la proclama de los extremistas, quienes creen que una guerra santa violenta y matar a los no-musulmanes lleva a una persona al paraíso. El Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) enseñó que una manera de entrar en el paraíso era educando e inculcando valores morales en sus hijas.
Basándose en estas en estas enseñanzas, las mujeres musulmanas áhmadis se educan y sobresalen en varias materias: se hacen doctoras, profesoras, arquitectas y también entran en otras profesiones, a través de las cuales pueden servir a la humanidad. Nos aseguramos de que las niñas tengan acceso igualitario a la educación con respecto a los niños. Por eso, la tasa de alfabetismo de las niñas musulmanas áhmadis en el mundo desarrollado es al menos de un 99%. Junto a la educación, el islam fue la primera religión que otorgó a la mujer el derecho de herencia, el derecho al divorcio y muchos otros derechos humanos.
Aparte de esto, el Santo Profeta (la paz y bendiciones de Dios sean con él) enfatizó los derechos de nuestros vecinos y dijo que Dios Todopoderoso ha puesto un gran énfasis sobre sus derechos; tanto que llegó a pensar que los vecinos tomarían también parte de la herencia de una persona. Así, el Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) estableció derechos humanos universales para cada individuo, sin tener en cuenta sus creencias, estatus social o etnicidad.
Ya he hablado acerca de cómo el Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) puso gran énfasis en la importancia de la educación. Esto se reflejó al término de la primera batalla en la historia del islam, en la que a pesar de estar extremadamente mal equipados, los musulmanes fueron capaces de derrotar al poderoso ejército de La Meca, con la ayuda de Dios Altísimo. Después de esto, el Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él) ofreció liberar aquellos prisioneros de guerra que eran educados, a condición de que primero enseñaran a leer y escribir, a los miembros de la sociedad que eran analfabetos. De esta forma, hace ya muchos siglos, el Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) estableció un modelo muy exitoso de rehabilitación y re-integración de los prisioneros en la sociedad, que se vio beneficiada en su conjunto.
A veces se alega que el islam es una religión de violencia o beligerante, pero la verdad es que el Sagrado Corán solo dio permiso a los musulmanes a luchar en defensa propia, para preservar los principios de libertad religiosa y de consciencia para toda la humanidad. El Santo Corán afirma que, si los musulmanes no se defendían en contra del ejército mequí, entonces ninguna iglesia, sinagoga, templo, mezquita o cualquier otro lugar de adoración estarían a salvo, porque los oponentes del islam estaban determinados a exterminar cualquier forma de religión. Por tanto, en realidad, si los primeros musulmanes se vieron envueltos en guerras, fue siempre en defensa propia y para establecer una paz duradera, y proteger el derecho de todo el mundo a vivir en libertad.
Por su parte, si hoy en día hay musulmanes que han adoptado tácticas extremistas o predican la violencia, es porque han abandonado las enseñanzas del islam o las desconocen por completo. Normalmente, cuando individuos o grupos llevan a cabo actos de terrorismo, es para ganar poder o enriquecerse a sí mismos. De la misma forma, cuando hay países que adoptan políticas extremas e injustas, sus objetivos están intrínsecamente unidos a la obtención de beneficio geo-político y asegurarse el dominio sobre otros. Así pues, su conducta no tiene nada que ver con el islam. El Sagrado Corán afirma muy claramente que no ha de usarse la fuerza en temas de fe. El islam prohíbe a los musulmanes cualquier tipo de agresión, por lo que el Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él) y sus cuatro Califas Rectos nunca buscaron el enfrentamiento o ejercieron la violencia, sino que por el contrario se esforzaron en todo momento en establecer la paz y la reconciliación, haciendo innumerables sacrificios por esta causa.
Otra alegación que se alza en contra del islam por ciertos críticos es que es una religión arcaica y desfasada, o que no promueve el avance intelectual. Esto es un estereotipo vago que es más una ficción que algo basado en hechos. Es una alegación sin base alguna, porque el mismo Santo Corán ha realzado la importancia de la educación al enseñar esta oración:
“Oh mi Señor, incrementa mi conocimiento”.
Por eso, mientras que esta oración es una fuente de gran ayuda para los musulmanes, también les inspira para que aprendan y avancen en la causa del conocimiento humano. La verdad es que el Sagrado Corán y las enseñanzas del Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él) inspiraron los trabajos de generaciones de intelectuales, filósofos e inventores musulmanes, sobre todo en la Edad Media.
En efecto, si miramos hacia atrás más de un milenio, veremos cómo científicos e inventores musulmanes jugaron un papel fundamental en el avance del conocimiento y el desarrollo de tecnologías que transformaron el mundo, y aún son usadas a día de hoy. Por ejemplo, la primera “cámara” fue desarrollada por Ibn Haytham y su revolucionario trabajo ya ha sido reconocido por la UNESCO, cuando fue declarado “pionero de la óptica moderna”. También es digno de resaltar que la palabra “cámara” se deriva de la palabra árabe “qámara”.
En el siglo XII, un cartógrafo musulmán produjo lo que se consideró como el mapa del mundo más extenso y fidedigno de la Edad Media, que fue usado durante siglos por distintos viajeros. Además, en el campo de la medicina, muchos doctores y científicos musulmanes hicieron grandes descubrimientos y fueron pioneros de inventos que hoy en día aún se utilizan. Por ejemplo, muchos de los instrumentos quirúrgicos fueron creados por el doctor Al-Zahrawi, en el siglo X. Por su parte, en el siglo XVII, un doctor inglés, William Harvey, llevó a cabo su famosa investigación en profundidad sobre la circulación de la sangre y el funcionamiento del corazón. Sin embargo, se descubrió después que, unos 400 años antes de la investigación de Harvey, Ibn Nafees, un doctor árabe, había ya detallado minuciosamente la circulación pulmonar en un libro escrito en árabe.
En el siglo IX, Jabir Ibn Hayyan, llevó a cabo una revolución en el campo de la química. Inventó muchos de los procesos y aparatos que se usan hoy día. También, los principios del álgebra fueron originariamente desarrollados por un musulmán, así como la mayor parte de la teoría de la trigonometría. En el mundo moderno, los algoritmos son la base de las actuales tecnologías de computación y también éstos fueron originariamente desarrollados por musulmanes.
La contribución de los musulmanes al desarrollo intelectual es reconocida algunas veces. Por ejemplo, en un artículo del New York Times, publicado por su corresponsal científico, Dennis Overbye, menciona el papel del erudito Al Tusi. El autor dice:
“Al Tusi publicó muchos e importantes tratados de astronomía, ética, matemáticas y filosofía, convirtiéndose así en uno de los grandes intelectuales de su era… Los musulmanes crearon una sociedad que, en la Edad Media, era el centro científico del mundo. La lengua árabe fue sinónimo de aprendizaje y ciencia durante 500 años, una edad de oro que está acreditada como precursora de las universidades modernas”…
Así pues, desde el comienzo, el islam enfatizó el valor inmenso del aprendizaje y elevó las fronteras del conocimiento humano. En este sentido, desde su fundación en 1889, la Comunidad Musulmana Ahmadía siempre ha promovido la educación entre sus miembros; y con la Gracia de Dios, el primer musulmán premio nobel fue un musulmán áhmadi, el profesor Dr Abdus Salaam, un físico de eminencia que ganó el premio nobel de física en el año 1979. A lo largo de su vida, el profesor Salaam habló de cómo el islam, y el Santo Corán en particular, fue la inspiración y guía detrás de su trabajo. De hecho, solía decir que hay unos 750 versículos del Sagrado Corán relacionados directamente con la ciencia y que mejoran nuestro entendimiento de la naturaleza y el universo.
Por su parte, el Tercer Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía, tuvo el deseo de que emergiera una nueva era de científicos y académicos musulmanes dentro de nuestra Comunidad, por lo que comenzó el hábito de premiar con medallas de oro a aquéllos que habían obtenido excelencia académica. Desde entonces, cada año, cientos de chicos, chicas y adultos musulmanes áhmadis, tanto hombres como mujeres, son galardonados con medallas de oro.
Ciertamente, nosotros creemos que el acceso a la educación es la llave para romper el círculo de la pobreza que se ha extendido durante generaciones como una plaga en los países económicamente débiles. Hemos aprendido esto del Santo Profeta del islam (la paz y bendiciones de Dios sean con él), quien pidió a los musulmanes que financiaran la educación de los miembros vulnerables de la sociedad, como por ejemplo los huérfanos.
También enseñó que el avance espiritual estaba intrínsecamente ligado al servicio a la humanidad, con lo que un musulmán no puede obtener el amor de Dios solo a través de la oración y la adoración; sino que el amor a Dios requiere también de un musulmán que sirva a la humanidad. Así, en el capítulo 90, versículos 15 al 17, del Santo Corán, se instruye a los musulmanes que trabajen para erradicar el hambre y la pobreza; a cumplir con las necesidades de los huérfanos y a educar a los niños pobres y vulnerables, para que ante ellos se abran oportunidades para su desarrollo. En este sentido, en todos los lugares del mundo, la Comunidad Musulmana Ahmadía intenta implementar estas nobles enseñanzas de la mejor forma que puede. Nosotros creemos que el islam es una religión de amor y compasión, por lo que servimos a la humanidad sin hacer ninguna distinción, basada en la religión o la etnicidad, de aquellos a quienes ayudamos.
Por ejemplo, en lugares alejados y muy pobres de África, hemos establecido escuelas primarias y secundarias; y hemos abierto hospitales y clínicas. También proveemos agua potable limpia en pueblos remotos, lo que significa que los niños pueden finalmente ir a la escuela, en vez de pasar sus días caminando largas distancias a diario, buscando charcas de las que recoger agua para su uso doméstico familiar. También hemos comenzado el proyecto de construir pueblos piloto, que incluyen espacios comunitarios, acceso a agua limpia, infraestructuras que funcionan con energía solar y algunas otras instalaciones. Todos estos servicios son provistos para la gente local, sin tener en cuenta su origen o creencias, y están motivados enteramente por nuestra religión.
En aquellos lugares en los que buscamos erradicar la pobreza y la miseria, lo hacemos por amor al prójimo y consideramos que ésta es la clave para desarrollar una paz sostenible en el mundo. Solo si la gente tiene comida que comer, agua que beber, una casa donde vivir, una escuela para sus hijos y asistencia sanitaria, será capaz de vivir en paz y escapar a las devastadoras garras de la frustración y el resentimiento que llevan a la gente al extremismo.
Todos estos son derechos humanos básicos y por consiguiente, hasta que no ayudemos a que la gente deje de vivir en la pobreza y la miseria, no veremos una paz verdadera en el mundo.
Finalmente, rezo con todo mi corazón que la humanidad abandone la codicia y se olvide de perseguir sus propios intereses egoístas, y en cambio se centre en aliviar el dolor y la angustia de aquellos que están sufriendo en el mundo. Con estas palabras, me gustaría una vez más darles las gracias por compartir su tiempo con nosotros esta tarde.
¡Muchísimas gracias!