Los conflictos mundiales y la necesidad de justicia
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

LOS CONFLICTOS MUNDIALES Y LA NECESIDAD DE JUSTICIA

 DISCURSO PRINCIPAL DEL JEFE SUPREMO DE LA COMUNIDAD MUSULMANA AHMADIA EN EL 14O SIMPOSIO POR LA PAZ EN REINO UNIDO

El 25 de marzo de 2017, el Líder Supremo de la Comunidad Musulmana Ahmadía, el Quinto Jalifa, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (que Dios le ayude) pronunció el discurso principal en el simposio anual por la paz, organizado por la Comunidad Musulmana Ahmadía del Reino Unido. El acto tuvo lugar en la mezquita Baitul Futuh de Londres, ante una audiencia de más de mil personas, de 30 países diferentes, incluyendo a más de 600 invitados no áhmadis compuestos por ministros del gobierno, embajadores estatales, miembros de Parlamento y otros diversos dignatarios e invitados. Durante el acto, Su Santidad presentó el Premio Musulmán Ahmadía a Setsuko Thurlow, una sobreviviente del bombardeo a Hiroshima y activista por la paz, en reconocimiento por su gran esfuerzo en la lucha contra el desarme nuclear.

Tras unas palabras introductorias de Rafiq Hayat, Presidente Nacional de la Comunidad Musulmana Ahmadía en Reino Unido, y unos breves comentarios de Silvio Danio, Director Ejecutivo de Religiones por la Paz de Italia, el Padre David Standley, en representación del Arzobispado de Southwark, leyó un mensaje procedente del Vaticano en apoyo al Simposio por la Paz. Presentamos a continuación el discurso pronunciado durante este acto por Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (que Dios le ayude).

Tras recitar el Tashahud, Taawuz y Bismillah, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba), Jefe Supremo de la Comunidad Musulmana Ahmadía y quinto sucesor del Mesías Prometido (as) dijo:

Distinguidos invitados, Assalamo Alaikum Wa Rahmatullahe Wa Barakatohu, que la paz y bendiciones de Al-lah sean con ustedes.

En primer lugar, me gustaría transmitir mis más sinceras condolencias a todos los afectados por el ataque terrorista del pasado miércoles en Westminster. Nuestros pensamientos y plegarias están con la gente de Londres en estos trágicos momentos.

En nombre de la Comunidad Musulmana Ahmadía, me gustaría dejar categóricamente claro que condenamos todos estos actos terroristas y ofrecemos nuestro más sincero pésame a las víctimas de esta barbarie. En todas las partes del mundo, la Comunidad Musulmana Ahmadía intenta promover la paz y hacer oír su voz contra estas brutalidades de acuerdo con las enseñanzas del islam. Este Simposio Anual por la Paz es también una parte importante de este esfuerzo. Me gustaría expresar mi agradecimiento a todos nuestros invitados por acompañarnos aquí esta noche.

El Fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía dijo que él había sido enviado en esta época por Dios Todopoderoso en sometimiento al Santo Profeta del islam, Muhammad (sa), para promover los dos objetivos principales de las enseñanzas islámicas. El primero es el de atraer a la humanidad hacia Dios el Todopoderoso y el segundo es el de exhortar a la humanidad hacia el cumplimiento de los derechos del prójimo. Creo que estos dos objetivos son la base para el establecimiento de una paz verdadera y duradera en el mundo.

Como musulmanes, somos afortunados de que el Corán nos haya explicado que el objetivo principal de nuestra creación es la adoración al Dios Todopoderoso, preferiblemente en congregación en las mezquitas. Desafortunadamente, y violando completamente estos objetivos pacíficos, algunos grupos o individuos musulmanes han convertido sus mezquitas o madrazas en centros de extremismo, predicando el odio e incitando a los demás a cometer actos terroristas tanto contra los no musulmanes como contra musulmanes pertenecientes a diferentes sectas del islam. No es de sorprender que esto haya provocado un temor generalizado en el mundo occidental y haya creado la impresión de que las mezquitas sean una fuente de conflicto y desorden.

Esto ha provocado que algunos grupos políticos y organizaciones en occidente exijan prohibir las mezquitas, o al menos imponer algunas restricciones para los musulmanes. Por ejemplo, reclaman que se prohíba el hiyab, los minaretes y otros símbolos musulmanes. Desafortunadamente algunos musulmanes han dado a otros la oportunidad de formular acusaciones en contra de las enseñanzas del islam. Un musulmán no está obligado únicamente a ofrecer sus oraciones, sino que también es obligatorio para él cuidar de los huérfanos y alimentar al pobre. De lo contrario nuestras plegarias serán en vano. Esto se menciona claramente en los versículos tres, cuatro y cinco del capítulo 107 del Sagrado Corán.

Basándose en estas enseñanzas, la Comunidad Musulmana Ahmadía, con la Gracia de Dios, está llevando a cabo varios proyectos humanitarios para paliar el dolor y adversidad que sufren las personas desfavorecidas, independientemente de su credo, casta o color. Hemos establecido hospitales, escuelas e institutos que prestan asistencia sanitaria y educación en las zonas más empobrecidas y remotas del mundo. No pretendemos ningún reconocimiento por estas acciones, pues nuestro único deseo es ayudar a estas personas a valerse por sí mismas, para que puedan cumplir sus deseos y aspiraciones y de esta forma puedan vivir con dignidad y libertad. De esta manera, en vez de sentirse frustrados y propensos hacia el extremismo, crecerán como ciudadanos responsables y fieles a sus naciones. Al mismo tiempo que se desarrollarán como personas, ayudarán al progreso de su nación e inspirarán a otros a seguir sus pasos.

De igual manera, una enseñanza fundamental del islam es que los musulmanes deben vivir de forma pacífica con el resto de los miembros de la sociedad y no causarles nunca ningún tipo de daño o sufrimiento. A pesar de esto, muchas personas relacionan el islam con violencia y guerra, aunque nada podría estar más lejos de la realidad. Al margen de lo que proclamen los terroristas, no se pueden justificar bajo ninguna circunstancia ataques o asesinatos indiscriminados. El islam ha establecido la santidad de la vida humana. En el capítulo 5, versículo 33 del Sagrado Corán se dice:

“Quien matara a una persona…sería como si hubiese matado a toda la humanidad; mas quien diera la vida a uno sería como si hubiese dado la vida a toda la humanidad”.

Se trata de una declaración muy clara y categórica. La gente pregunta a menudo por qué hubo guerras en los comienzos de la era del islam. De igual manera preguntan por qué se perpetra el terrorismo en nombre del islam. Para responder a esta pregunta, siempre cito dos versículos del capítulo 22 del Sagrado Corán, donde se otorgó permiso por primera vez a los primeros musulmanes para llevar a cabo una guerra defensiva. En el capítulo 22, versículo 40, Al-lah el Todopoderoso dice:

“Se da permiso para combatir a quienes son combatidos, porque han sido perjudicados- y Al-lah tiene en verdad poder para ayudarles.”

En el versículo siguiente, el Corán describe las razones por las que se concedió permiso al Santo Profeta del Islamsa a participar en guerras. El capítulo 22, versículo 41 declara:

“Quienes fueron expulsados injustamente de sus hogares sólo por haber dicho: “Nuestro Señor es Al-lah”. Y si Al-lah no hubiera permitido a los hombres defenderse contra la actuación injusta de los demás, ciertamente habrían sido destruidos monasterios e iglesias, sinagogas y mezquitas, en las que se conmemora frecuentemente el nombre de Al-lah. Mas Al-lah ayudará en verdad a quien Le ayude. Al-lah es ciertamente Fuerte, Poderoso.”

¿Qué demuestran estos versículos? Demuestran claramente que no otorgan a los musulmanes licencia para infligir crueldades o derramar sangre ajena, sino que, en su lugar, establecen el deber de los musulmanes de proteger a otras religiones y garantizar el derecho de toda la gente a creer en lo que les plazca, sin ningún tipo de compulsión o coacción.

El islam es, pues, la religión que establece los principios universales de libertad de religión, libertad de conciencia y libertad de fe hasta la posteridad. Por lo tanto, si hoy en día existen ciertos grupos o sectas llamados “musulmanes” que dedican a matar a la gente, estos sólo pueden ser condenados en los términos más severos. Sus actos barbáricos constituyen una violación flagrante de todo lo que representa el islam. Debe quedar claro que tales personas desconocen la fe que pretenden seguir.

Por ejemplo, el Sr. Sven Mary, un abogado en representación de uno de los terroristas involucrados en los ataques terroristas de Bruselas y París, concedió recientemente una entrevista a un diario francés, en la que describía que su cliente no tenía ningún conocimiento real del islam. En efecto, al preguntársele si había leído alguna vez el Corán, su cliente admitió sin reparos no haberlo hecho, sino que solamente había leído su interpretación online.

Además, en un trabajo de investigación publicado por el Instituto Real para las Relaciones Internacionales en Marzo de 2016 también se llegó a la conclusión que los terroristas que se identificaban como musulmanes no tenían, o apenas tenían, conocimiento de sus enseñanzas. Respecto al perfil de los jóvenes musulmanes que se han radicalizado y han perpetrado ataques terroristas en Occidente, el informe dice:

“Su familiaridad con el pensamiento religioso es sin duda más superficial e insustancial que el de sus predecesores, como lo es su conocimiento sobre política internacional… La injusticia fue a menudo el punto de partida del viaje de sus predecesores hacia el extremismo y el terrorismo. Ahora esto se ha eclipsado por desavenencias y motivos personales, los motores principales de su viaje.”

Por otra parte, en un ensayo aparecido en el Washington Post, el oficial encargado belga contra el terrorismo, Alan Grignard dijo:

“Su rebelión contra la sociedad se manifiesta a través de delitos menores y delincuencia. Muchos forman parte de bandas callejeras. ´Lo que ha generado el Estado Islámico es una nueva corriente del islam que ha legitimado su planteamiento radical.”

Los no musulmanes, pues, aceptan que los terroristas han establecido una nueva corriente del islam que solo se puede describir como una distorsión condenable de las enseñanzas islámicas. Los que han adoptado esta nueva corriente, y se dedican a matar, mutilar y violar a gente inocente son, según el Corán, culpables del asesinato de toda la humanidad.

Cabe observar, por otro lado, que ente los no musulmanes existen algunos individuos o grupos que avivan las llamas de la división y hostilidad y tienen por objetivo difamar y desacreditar injustamente las enseñanzas del islam. Por ejemplo, en una columna que apareció la semana pasada en Foreign Policy, la periodista Bethany Allen ha escrito sobre una red sofisticada y bien financiada con base en Estados Unidos cuyo único propósito es incitar a la islamofobia e impedir cualquier intento para promover las pacíficas enseñanzas del islam. El artículo de Foreign Policy menciona:

Una red bien financiada está intentando arrebatar el derecho de expresión a los musulmanes americanos y alimentar la política del miedo… La extrema derecha americana, el ecosistema anti musulmán ha adoptado las mismas interpretaciones distorsionadas del Islam promovidas por el Estado Islámico (ISIS).

La autora escribe además que los pacíficos musulmanes de los Estados Unidos son víctimas de “una industria cada vez más potenciada de islamofobia que restringe el espacio para un dialogo abierto y equilibrado, excluyendo a los mismos musulmanes que se esfuerzan en lo posible por promover las interpretaciones pacíficas y ortodoxas del islam. Escribe:

“Estados Unidos proporciona protecciones poderosas a la libertad de expresión y religión, pero una red específica pretende ahora negar a los musulmanes tal libertad y tratar al islam como una peligrosa ideología política en lugar de una religión, y silenciar y desacreditar a cualquier musulmán que discrepe.”

El artículo ofrece el ejemplo de un musulmán pacífico converso de los Estados Unidos. Tras dar una conferencia en la universidad en el que destacó las enseñanzas verdaderas del islam, un poderoso grupo de presión se volvió contra él e intentó retratarlo como un defensor del asesinato, esclavitud y violación. Su familia recibió amenazas de muerte y de violación. La universidad en la que trabajaba se inundó de correos electrónicos que exigían su despido inmediato. Estos casos demuestran que está en marcha un esfuerzo concertado para ejercer influencia en la opinión pública en contra del islam y para prevenir que sus verdaderas enseñanzas lleguen a una extensa audiencia.

Basándose en su investigación, la autora concluye diciendo:

“En el proceso, están negando al islam los mismos derechos funcionales que goza el cristianismo y silenciando a la gente que mejor preparada está para reconciliar al islam con la vida americana moderna. Este puede ser precisamente su objetivo.”

Lamentablemente, oímos frecuentemente a los líderes y políticos hacer declaraciones innecesariamente inflamatorias que no se atienen a la verdad, sino a sus propios intereses políticos. Por ejemplo, en un discurso del año pasado, cuando era candidato a la presidencia, el Dr. Ben Carson, quien es ahora un miembro del gabinete en la nueva administración de Estados Unidos, no describió al Islam como una “religión” sino como “un sistema de organización de la vida”.

Además, refiriéndose al Fundador del islamsa, el Dr. Carson dijo:

“Lo que sugeriría es que todo el mundo aquí se tomase unas horas e investigase acerca del islam. Lean acerca de Muhammad. Lean acerca de cómo fueron sus inicios en Meca. Lean acerca de cómo fue visto por la gente en Meca – no muy favorablemente… Como su tío fue influyente y le protegió. Cuando su tío murió, tuvo que huir. Fue al norte a Medina… Allí es donde tuvo que reunir a su ejército, y empezaron a masacrar a cualquiera que no creyese en lo mismo que ellos creyeran”

Coincido con el Dr. Carson solamente hasta el punto en el que yo también sugiero que la gente dedique tiempo a leer acerca del verdadero carácter del Santo Profeta del islam (sa). Si estudiasen textos imparciales, comprobarían por su cuenta que el Santo Profeta (sa) nunca estuvo involucrado en la “masacre” de no musulmanes y que dichas acusaciones son una total afrenta a la historia. La realidad es que, como consecuencia de muchos años de constante y amarga persecución, él y sus seguidores fueron expulsados de su ciudad de Meca y forzados a emigrar a Medina, donde vivieron pacíficamente junto con la población judía local y otras tribus. Sin embargo, los no creyentes de Meca no dejaron vivir en paz a los musulmanes y en su lugar les persiguieron agresivamente hasta Medina e iniciaron la guerra, pretendiendo destruir el islam de una vez por todas.

Fue durante ese momento crítico de la historia del islam cuando Al-lah el Todopoderoso permitió a los musulmanes participar en una guerra defensiva. Este permiso fue concedido, como los versículos del Corán citados anteriormente avalan, para establecer el principio universal de libertad de creencia. Por tanto, la alegación de que el Santo Profeta (sa) fue un líder beligerante o un instigador de guerra, es una injusticia y una crueldad del más alto nivel y lo único que consiguen dichas acusaciones falsas es afligir los corazones de millones de musulmanes pacíficos de todo el mundo. La historia es testigo del hecho de que, con cada fibra de su ser, el Profeta del islam (sa) buscó la paz y la reconciliación.

A este respecto, no tienen por qué creer en mis palabras; más bien, les invito a escuchar lo que Ruth Cranston, una autora prominente del siglo XX, escribió en el libro de 1949 World Faith. Comparando las las guerras defensivas impuestas sobre el Santo Profeta Muhammadsa con las armas nucleares usadas por los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, escribió:

“Muhammad nunca instigó la lucha ni el derramamiento de sangre. Cada batalla que libró fue en respuesta (a una agresión). Combatió en su defensa con la finalidad de sobrevivir… Y combatió con las armas y al estilo de la época… Ciertamente ninguna nación cristiana de 140 millones de personas que actualmente se deshace de 120.000 civiles indefensos con una simple bomba, puede mirar con recelo a un líder que, en el peor de los casos, apenas mató a quinientas o seiscientas personas.”

Afortunadamente, en un clima en el que se ha convertido en norma etiquetar al islam como una religión de extremismo y violencia, todavía existen algunos periodistas y comentaristas no musulmanes que escriben con integridad y justicia. Por ello, les elogio por nadar en contra de la corriente de falsedad e injusticia que se ha convertido en algo habitual. También me gustaría encomiar en gran medida a nuestra honorable Primera Ministra por citar algunos de los versículos del Sagrado Corán en algunos de sus discursos y comparecencias, condenando las acusaciones que se hacen contra las enseñanzas islámicas.

Aquí también quiero alabar un artículo de Julia Ioffe, publicado en Foreign Policy, en el cual ella examinó la historia de las diferentes religiones, incluyendo al islam. Al final concluyó diciendo:

“Ninguna religión es inherentemente violenta. Ninguna religión es inherentemente pacífica. La religión, cualquier religión, se basa en la interpretación, y frecuentemente es en dicha interpretación donde vemos belleza o fealdad”.

Aprecio esta conclusión imparcial. A medida que transcurren estos tiempos inciertos y precarios, creo firmemente que las críticas mutuas no sirven para nada y únicamente consiguen aumentar la división y la hostilidad. En su lugar, la necesidad del momento es derribar las barreras del miedo que nos dividen. En lugar de erigir muros que nos separen, deberíamos construir puentes que nos unan aún más.

Trágicamente, no pasa un día sin que se filtren noticias de nuevas atrocidades y ataques terroristas. Innegablemente, el mundo se está convirtiendo en un lugar de creciente peligro tanto para los musulmanes como los no musulmanes. Por tanto, debemos alzarnos contra todas las formas de opresión y odio y usar todas nuestras capacidades para intentar establecer la paz en el mundo. Si realmente queremos la paz, entonces los políticos, líderes mundiales, medios de comunicación y partidos deberán actuar con sabiduría y armonía.

Ha habido muchos informes publicados que sugieren que un elevado número de jóvenes musulmanes se han radicalizado porque embargarles un sentimiento de injusticia al ver como se atacan y sus creencias en los países occidentales. Esto no les justifica ni les sirve de  excusa en modo alguno, y siguen siendo culpables y responsables de sus actos. Sin embargo, el sentido común dicta que no debemos echar combustible a una llama encendida. Al contrario, debemos buscar el entendimiento mutuo, respetar las creencias de los demás e intentar buscar un denominador común.

A este respecto, el Sagrado Corán ha sentado un principio de gran sabiduría y valor en el capítulo 3, versículo 65 donde enuncia:

“Venid a una palabra que es igual entre vosotros y nosotros.”

Aquí el Corán ha sentado un principio de oro en favor de la paz, donde afirma que las personas deberían centrarse en aquellos temas que los unen. Con respecto a las grandes religiones, la figura unificadora es el propio Dios Todopoderoso, pero esto no significa que una persona religiosa no pueda tener nada en común con una persona no religiosa. Por tanto, el Corán nos ha enseñado como construir una sociedad pacífica y multicultural, donde la gente de todas las fes y creencias pueda convivir conjuntamente. Los ingredientes clave son el respeto mutuo y la tolerancia. Acorde a ello, en otro lugar, el Corán ha instado a los musulmanes a no hablar en contra de los ídolos o las deidades de otros, pues como reacción, lanzarán maldiciones sobre Al-lah produciendo un ciclo de ofensa perpetua.

Como ya sabréis, la temática del evento de esta noche es: “Los conflictos globales y la necesidad de justicia”. Ya he dicho durante muchos años que la falta de justicia ha azotado cada segmento de la sociedad provocando el desorden. La falta de justicia también se puede observar en las Naciones Unidas, hasta tal punto, que aquellos con vínculos cercanos a las Naciones Unidas manifiestan abiertamente sus deficiencias y su fracaso en cumplir con su objetivo principal de mantener la paz internacional y la seguridad. Por ejemplo, en un artículo publicado por el New York Times, el antiguo Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas, Anthony Banbury escribió:

“Me encantan las Naciones Unidas pero está fracasando. Hay mucha burocracia y poco resultado. Muchas de las decisiones se toman por motivos políticos, en lugar de adoptar los valores y los objetivos de la ONU o de la situación sobre el terreno… Para que la ONU continúe y prospere se necesita una transformación completa, para lo cual un panel externo debería examinar el sistema y recomendar cambios”.

Similarmente, durante los últimos años, ciertos gobiernos han tomado decisiones políticas injustas e insensatas que han tenido un efecto negativo en la paz y la estabilidad del mundo. Un columnista conocido, Paul Krugman, también escribió recientemente en el New York Times sobre la guerra de Iraq del 2003:

“La guerra de Iraq no fue un error inocente, no fue una operación emprendida en base a una información que al final resultó errónea… Las justificaciones públicas de la invasión no fueron más que pretextos, y además falsos.”

La razón por la que he dado estos ejemplos es para ilustrar que es erróneo reclamar que los musulmanes son la única causa del incremento de conflictos observados en el mundo. Mientras que es innegable que ciertos países musulmanes son el epicentro de las crueldades y guerras de hoy en día, no se puede decir que el resto del mundo está unido y es inmune a este desorden.

Por ejemplo, existen numerosos informes y afirmaciones que señalan tensiones crecientes entre Estados Unidos y China, e incluso la posibilidad de que tenga lugar una guerra entre ellos. De hecho, se ha difundido ampliamente que un consejero cercano al presidente Trump ha dicho que no hay duda de que se producirá una guerra entre Estados Unidos y China en los próximos 5 a 10 años. Similarmente, en enero, el “South China Morning Post” ha citado a un militar chino de alto rango diciendo que una guerra entre Estados Unidos y China no era “solo un eslogan”, sino que se estaba volviendo una “realidad práctica”.

De manera similar, las tensiones entre Rusia y Occidente continúan latentes y amenazan con intensificarse en cualquier momento. De hecho, mientras las tensiones continuaban aumentando, el ex-ministro de Asuntos Exteriores alemán Frank-Walter Steinmeir habló personalmente en contra de las actividades militares de la OTAN cerca de la frontera rusa. El pasado Junio dijo:

“Lo único que no deberíamos hacer es agravar la situación con intimidaciones y alardes belicosos. Cualquiera que piense que un desfile simbólico de tanques en la frontera este de la alianza traerá seguridad está equivocado. Sería prudente no dar pretexto a renovar las confrontaciones antiguas”.

Coincido con la afirmación del exministro de asuntos exteriores de que las naciones no deben provocarse entre sí para reivindicar su poder, si no que deben adoptar la diplomacia e intentar resolver las diferencias amistosamente y sin necesidad de amenazas mutuas. Tristemente, con el paso del tiempo parece que estamos perdiendo la habilidad de escuchar y tolerar perspectivas y visiones opuestas. Es esencial abrir canales de comunicación y facilitar el dialogo, de lo contrario, el malestar del mundo continuará empeorando.

En cualquier caso, he citado varios informes que sugieren que nos estamos dirigiendo hacia una futura guerra y derramamiento de sangre. A nivel nacional e internacional estamos viendo una polarización y actitudes agresivas entre unos y otros. En vez de señalar con el dedo y culparnos unos a los otros, es el momento de buscar soluciones. En mi opinión hay una solución preconcebida que puede tener un impacto instantáneo e iniciar el proceso de sanar al mundo. Me refiero a la venta internacional de armas, que creo que debe restringirse y frenarse.

Todo sabemos que las naciones occidentales, para alimentar sus economías, están vendiendo armas al extranjero, incluidas aquellas naciones que están involucradas en guerras y en conflictos armados. Por ejemplo, hace solo unas semanas, se difundió ampliamente que la nueva administración de los Estados Unidos estaba firmando un nuevo acuerdo con Arabia Saudí para la venta de tecnología de misiles dirigidos de precisión. Además, un informe de las Naciones Unidas publicado el año pasado indicaba que, cuando se trata de venta de armamento, no se aplican las normas habituales de derecho. Encontró una lista de compañías, individuos y países que han estado infringiendo desde hace tiempo el embargo internacional de armas a Libia y suministrando armas a diferentes facciones del país.

Por ello, incluso donde existen ciertas limitaciones, estas no se están imponiendo correctamente. Mientras que el interés primario de todas las naciones debería ser el bienestar de la humanidad y el logro de la paz, la triste realidad es que los intereses de las empresas y la búsqueda de la riqueza tienen mayor prioridad que estas preocupaciones. Evidenciando este estrecho egoísmo, un conocido presentador de la CNN dijo recientemente que poner freno a la venta de armas puede resultar en una pérdida de trabajos para las compañías de defensa americanas. Durante una entrevista en directo dijo:

“Hay muchos puestos de trabajo en juego. Ciertamente si muchos de estos contratistas de defensa dejan de vender aviones de guerra u otros equipamientos sofisticados a Arabia Saudí, se perderán muchos puestos de trabajo, y de ingresos, aquí en Estados Unidos.”

Además, a veces se argumenta que la venta de armas puede “promover” la paz, ya que las armas pueden actuar como “elemento disuasorio”. En mi opinión, este enfoque no tiene sentido y solo promueve aún más la producción y venta de armas extremadamente peligrosas. De hecho, justificaciones como esta han provocado que el mundo se vea envuelto en una carrera armamentística sin fin. Para el beneficio de la humanidad, los gobiernos no deben temer que sus economías sufran si se detiene el comercio de armas. Al contrario, deben pensar sobre el tipo de mundo que desean dejar como legado para aquellas personas que les siguen.

Muchas de las armas que se utilizan en los países musulmanes, e incluso aquellas que utilizan los grupos terroristas como Daesh, se producen en Occidente o en Europa del Este y ya es hora de implementar efectivamente las sanciones adecuadas. Si se adopta este paso, creo sinceramente que puede tener un impacto significativo en un corto plazo. En caso contrario, es mejor no pensar en lo que podría suceder.

No necesito elaborar sobre el tema porque los artículos que he citado hablan por sí solos y apuntan en dirección a otra guerra a gran escala. Ningún país o grupo debe hacerse ilusiones de que está a salvo porque cuando comienzan las guerras, estas evolucionan rápidamente y a menudo inesperadamente.

Si reflexionamos sobre la Segunda Guerra Mundial, observaremos que varias naciones estaban determinadas a no involucrarse, pero finalmente fueron arrastradas a ella a medida que las alianzas y los bloques cambiaban continuamente. Actualmente, varios países han adquirido armas nucleares y, aunque se usase una sola de estas armas, las consecuencias serían inimaginables y perdurarían mucho después de que nos hayamos ido. En lugar de dejar atrás un legado de prosperidad para las futuras generaciones, seremos culpables de dejar atrás únicamente desesperación y aflicción. Nuestro regalo al mundo será una generación de niños discapacitados, nacidos con defectos y con discapacidades intelectuales. ¿Quién sabe si sus padres tan siquiera sobrevivirán para cuidarlos y alimentarlos?

Por tanto, debemos tener siempre presente que si seguimos nuestros propios intereses a cualquier precio, se privará al prójimo de sus derechos, lo cual desembocará irremediablemente en conflictos, guerras y miseria. Todos debemos reflexionar y entender que estamos al borde de un precipicio y debemos reconocer el propósito de nuestra creación.

Como he mencionado al principio, el Fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía apareció para forjar un vínculo entre el hombre y Su Creador y para unir a la humanidad y, por ello, rezo fervientemente para que el mundo entre en razón antes de que sea demasiado tarde.

Mi mensaje al mundo es que mire al futuro y no solamente al presente. Que nuestro legado sea de esperanza y oportunidad para nuestros hijos, en lugar de sobrecargarlos con las horribles consecuencias de nuestros pecados.

Con estas palabras, pido a Dios que otorgue sentido común a los habitantes del mundo y que las nubes negras que se ciernen sobre nosotros den paso a un futuro próspero y prometedo. Que Dios se apiade de la humanidad, amen. Gracias. Mi más sincero agradecimiento a todos los invitados.

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