Estableciendo la paz religiosa
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Discurso pronunciado el 19 de diciembre de 2009, por Su Santidad Hadrat Jalifatul Masih V, Jefe Supremo de la Comunidad Internacional musulmana Ahmadiyya, ante diversas autoridades y dignatarios, en la localidad de Ratskeller am Romer (Alemania), con ocasión de los actos conmemorativos del 50 aniversario de la Mezquita Nur de Frankfort.

Distinguidos invitados, Assalamo Aleikum Warahmatullah: que la paz y bendiciones de Al-lah sean con vosotros.

En primer lugar, deseo dar las gracias a todos los distinguidos participantes que han acudido para conmemorar el 50 aniversario de la Mezquita Nur en el día de hoy. Vuestra presencia denota que sois personas de mentalidad abierta, pues habéis acudido a esta ceremonia a pesar de que existe una deliberada campaña social en contra del Islam, que no solo está dirigida contra los musulmanes, sino contra la propia religión islámica. Y tras haber escuchado con anterioridad las disertaciones de todos los honorables oradores aquí presentes, me siento reafirmado en la convicción de que todos los que os sentáis delante de mí, sois personas de mentalidad abierta. En cualquier caso, esta campaña orquestada por los adversarios del Islam quiere presentar al Islam como una fe extremista, cuando la verdad es que tal idea está bien lejos de las enseñanzas reales de esta religión.

Cuando la gente que no está familiarizada con el Islam oye tales aseveraciones, o escucha las noticias de los terroristas suicidas musulmanes, o de los fanáticos y extremistas; comienzan a pensar que el Islam es realmente una religión intolerante que promueve el terror; y que los musulmanes se guían por el odio y consideran despreciable a todo no-musulmán. Es más, llegan a creer que son las propias enseñanzas del Islam las que suponen una amenaza a la paz del mundo. Y en este momento –y me siento complacido de ver que quienes están presentes hoy aquí, no piensan de esta manera- hay un gran número de personas que creen que es así; y desgraciadamente, esta noción, completamente falsa, se ha enraizado profundamente en amplios sectores de la sociedad. Sin embargo, intentaré aclarar a continuación, algunos de estos malentendidos a la luz de las verdaderas enseñanzas del Islam.

Siempre he sostenido que no me avergüenza afirmar que, efectivamente, ciertos grupos de musulmanes “extremistas” han creado una gran conmoción en el mundo. Sin embargo, no debemos olvidar que esta carencia de paz es más acusada en los países de donde proceden estos perpetradores, que en Europa o en otros países; lo cual indica claramente que esta batalla no se libra en contra de ninguna religión, sino que es el trabajo de un grupo reducido de personas, que sirve a sus propios intereses, y que lleva a cabo ataques en el nombre de la religión. Si analizáis  esta situación, veréis que estos grupos que defienden su propio beneficio, han matado a muchos más musulmanes que a gente de otros credos. Los no musulmanes que mueren son aquellos que forman parte de los ejércitos que se envían para ayudar a dichos países musulmanes, tal vez con el pretexto de establecer la paz.

No deseo entrar en la discusión de si la ayuda militar es correcta o equivocada, o si los análisis de las potencias occidentales respecto a los futuros planes de los terroristas son acertados o no; como tampoco quiero hacer comentarios sobre la situación estratégica de Pakistán, Afganistán o Irak, o sobre si los terroristas intentar dominar estas zonas o cuál sería la mejor solución para abordar la guerra contra el terror. Estos son temas separados sobre los cuales prefiero no pronunciarme en este momento.

Sin embargo, como Dirigente de la Comunidad musulmana Ahmadiyya, deseo hacer desaparecer determinados malentendidos respecto al Islam, a la luz de sus verdaderas enseñanzas y presentaros la verdadera y bella imagen del Islam tal como nosotros la vemos.

Os voy a presentar unos cuantos ejemplos de las enseñanzas del Islam basadas en el Santo Corán, en relación con el establecimiento de la paz en el mundo.

Si observamos las razones fundamentales que originan la enemistad religiosa entre los seguidores de las distintas religiones, una de las causas principales radica en que, cuando la gente rechaza a los fundadores de cada una de las demás religiones por falsos, se suelen burlar de ellos y ridiculizar las costumbres y los rituales vinculados con el fundador de cada religión respectiva.

Veamos qué enseña el Islam respecto a los profetas o fundadores de otras religiones. En el capítulo 3, versículo 85 del Santo Corán se declara:

Di: “Creemos en Al-lah y en lo que nos ha sido revelado, y en lo revelado a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y a las tribus; y en lo que fue dado por su Señor a Moisés, Jesús y otros Profetas. No hacemos distinción entre ninguno de ellos y a Él nos sometemos.”

 Esta es la bella enseñanza del Islam.

Si un musulmán afirma obedecer a Al-lah, está obligado a creer en todos los profetas; hasta tal punto que, en otro versículo, Al-lah Todopoderoso declara que Él ha enviado profetas a todas las naciones como medio para reformar a la gente, algunos de los cuales son mencionados en el Corán. De esta manera, el Islam ha establecido los cimientos de la paz, la armonía y la reconciliación, haciendo a todos los fundadores de las distintas religiones merecedores de respeto.

Si echamos una mirada a la historia primitiva del Islam, vemos cómo, debido a la extrema crueldad ejercida contra los musulmanes en la Meca, estos se vieron obligados a emigrar de la Meca a Medina. Incluso allí, los incrédulos de la Meca no les dejaron en paz y continuaron persiguiéndoles tratando de acabar con ellos mediante un ataque concertado. Fue sólo entonces cuando Al-lah concedió al Santo Profeta (la paz y bendiciones de Al-lah sean  con él) y a sus seguidores el permiso para poder luchar en defensa propia.

Esto queda reflejado en el Santo Corán, en el capítulo 22, versículos 40 y 41:

Se da permiso para combatir a quienes son combatidos, porque han sido perjudicados –y Al-lah tiene en verdad poder para ayudarles–; quienes fueron expulsados injustamente de sus hogares sólo por haber dicho: “Nuestro Señor es Al-lah” – y si Al-lah no hubiera permitido a los hombres defenderse contra la actuación injusta de los demás, ciertamente habrían sido destruidos monasterios e iglesias, sinagogas y mezquitas, en las que se conmemora frecuentemente el nombre de Al-lah. Mas Al-lah ayudará en verdad a quien Le ayude. Al-lah es ciertamente Fuerte, Poderoso.

Observad como no sólo son los derechos de los musulmanes los que se tienen en consideración. No se instruye a los musulmanes a que preserven sus propios derechos, sino que se les ordena que erradiquen las malvadas intenciones de quienes asocian partícipes a Dios, basándose en que, si fracasan, los opresores se envalentonarán y tratarán de aniquilar a todas las religiones.

Se ordena a los musulmanes que preserven y protejan la santidad de todos los lugares de oración de todas las religiones, y se les enseña que si es preciso que ayuden a otras religiones para conseguir este objetivo, así deben hacerlo. Si actuáis con buenas intenciones, Dios os ayudará.

Dios Todopoderoso había afirmado desde el principio que si fuera preciso entablar una guerra para detener la crueldad de los transgresores, así debía hacerse y la ayuda divina estaba asegurada.

Y la historia da testimonio que así aconteció. Los 313 compañeros del Santo Profeta del Islam, la paz y bendiciones de Dios sean con él, que carecían totalmente de equipo y material para la batalla, lucharon y derrotaron a un ejército plenamente equipado, tres veces mayor en número. Esta es la prueba de que Dios está siempre al lado de la verdad. Si algún musulmán de hoy día actúa contrariamente a estas enseñanzas, estará actuando en contra de los mandamientos de Al-lah.

Ante la claridad de estas enseñanzas ¿podría alguien desde su corazón plantear alguna objeción justa contra el Islam? ¿Deberían las acciones de un puñado de musulmanes, que sólo defienden sus propios intereses, constituirse en una fuente de tormento para el resto del mundo musulmán? Ciertamente que el corazón de toda persona decente que desee la paz en el mundo, también deseará no constituirse él mismo en causa de aflicción para los demás.

Como dije anteriormente, y todos ustedes lo saben, nos hemos reunido para conmemorar el 50 aniversario de nuestra mezquita, la Mezquita Nur. Desde este centro se ha estado predicando siempre el mismo mensaje desde hace 50 años: que las mezquitas son centros de difusión de amor, paz, solidaridad y de adoración del Dios Único.

Hoy, en el número total de mezquitas de la Comunidad Ahmadiyya en Alemania se eleva a casi 40. Jamás oiréis proclamas o eslóganes de odio; ni voces que prediquen el desorden en  ninguna de estas mezquitas. Si se oye alguna voz, esta corresponde a la llamada a la oración del Dios Único y al cumplimiento de las obligaciones hacia Sus criaturas. Y esto no sólo acontece en Alemania.

La Comunidad Ahmadiyya tiene miles de mezquitas en todo el mundo. No existe una sola de ellas desde la que se haya manifestado el más mínimo resentimiento, o que haya originado la más pequeña molestia. Jamás ha ocurrido.

A pesar de ello, he de manifestar con pesadumbre que se ha desencadenado en determinados países de occidente y por parte de ciertos grupos, una oleada de animadversión hacia el Islam en la que se pretende que todo musulmán es un terrorista y que la religión islámica predica el terrorismo. De forma recurrente vemos como eleva su voz en contra del Islam.

El ejemplo más reciente es el del referéndum celebrado en Suiza, como han destacado anteriormente dos de nuestros ilustres oradores, prohibiendo los minaretes de las mezquitas. Según los informes de prensa, fueron los ciudadanos suizos de lengua alemana los que votaron mayoritariamente a favor de la prohibición.

No consigo entender como cambiando la forma o la estética de las mezquitas se pretende cambiar el carácter de quienes acuden a ellas para la oración. Si supusiéramos que las mezquitas son la fuente de inspiración de las predicas de odio, ¿estás predicas van a cesar por el hecho de que carezcan de minaretes? El rencor y el odio no desaparecen con estas medidas; al contrario, tales disposiciones causan desasosiego entre la mayoría de musulmanes amantes de la paz y se juega gratuitamente con sus sentimientos.

Los gobiernos occidentales declaran, por un lado, que son seculares, y por el otro imponen restricciones sobre la libertad religiosa. Actuando así intentan combatir al extremismo con extremismo. Cuando se adoptan este tipo de soluciones irreflexivas, la reacción suele ser igualmente insensata.

La Comunidad musulmana Ahmadiyya, bajo la supervisión del Jilafat, nunca reacciona de manera equivocada. Incluso respondemos al abuso con oraciones. En determinados países musulmanes nos imponen restricciones en los minaretes y los arcos de nuestras mezquitas, y sin embargo, permanecemos en silencio. No obstante los musulmanes que no son áhmadis pueden adoptar una postura extrema en su modo de reaccionar, y esto es algo que ya ha ocurrido en el pasado.

En consecuencia yo ruego, a la clase educada de alemanes, que continuéis mostrando la amplitud de corazón que habéis mostrado en el pasado. Sabéis, en verdad, conseguir las cosas buenas de vuestros vecinos y evitar las malas. Los minaretes de las mezquitas son símbolos de difusión de luz, y el lugar desde el que se hace surgir la llamada de que  Dios es Grandísimo; de que nadie es digno de ser adorado salvo Él, y de que Mohammad, la paz y bendiciones de Dios sean con él, es Su siervo y mensajero; de que acudáis a la mezquita para la oración, porque sólo podréis establecer la paz en el mundo si desarrolláis una relación con vuestro Creador, con Al-lah; y que vengáis al éxito, porque sólo a través de Su adoración y del mantenimiento de la paz en el mundo puede conseguirse el éxito.

Este es pues el objetivo del minarete. Si surge una voz distinta a esta, desde cualquier minarete, dicha voz es contraria a las enseñanzas del Islam. Es la responsabilidad del Gobierno castigar al criminal, en lugar de castigar a cada persona amante de la paz, por los crímenes de un individuo o un grupo descarriado.

La paz mundial no puede conseguirse de esta manera. Los muros del odio se erigen, entre otras, por esta causa; y para derribar dichos muros el Santo Corán nos ha enseñado en el capítulo 5, versículo 9:

¡Oh vosotros, los que creéis! Sed perseverantes en la causa de Al-lah en calidad de testigos justos; y que la enemistad de un pueblo no os incite a actuar con injusticia. Sed siempre justos, porque eso está más cerca de la virtud. Y temed a Al-lah. En verdad, Al-lah es consciente de lo que hacéis.

Esta es la bella enseñanza del Islam: que cuando, en ocasiones, las relaciones entre las personas y los países se agrian, ello no implica que debáis dejar de lado los dictados de la justicia. Si dejáis de lado las exigencias de la justicia, os alejaréis de la virtud, y quien se aleja de la virtud deja de tener relación con Dios. Por tanto, tales actos no son por la causa de Dios, pues Dios dice que si deseáis estar cerca de Él, debéis cumplir con vuestras obligaciones hacia los demás siguiendo los dictados de la justicia. Incluso vuestro enemigo no debe sufrir innecesariamente de vuestras manos.

En otro lugar, el Santo Corán declara que la retribución de una ofensa ha de ser proporcionada a la propia ofensa, pero que aquel que opta por perdonar –cuando el acto de perdón promueve la reforma- actúa de la mejor forma, pues la recompensa del perdón la otorga el mismo Dios. Tales son los métodos para la reforma de una sociedad y estos son los medios para establecer la paz que nos ha enseñado el Islam.

Y, de acuerdo a nuestras creencias, para dar una vida nueva a esta enseñanza, Al-lah ha enviado al Fundador de la Comunidad musulmana Ahmadiyya, como el Mesías Prometido de la presente época. Él reafirmó el concepto del amor, la solidaridad y la paz para poner fin al extremismo religioso y las guerras de religión y nos predispuso a cuidar de los sentimientos religiosos de los demás.

Todo ello en concordancia con las enseñanzas del Islam, que nos ordena no decir nada en contra, incluso, de los ídolos de los incrédulos, para que ellos no respondan en contra de Dios, y se altere así la paz social.

Como dije antes, el hecho de hablar mal respecto de los fundadores de otras religiones y contra la observancia de las costumbres religiosas da lugar al resentimiento y destruye la paz. El mundo de hoy se halla inmerso en este tipo de problemas.

Los conflictos económicos y sociales han causado un gran desasosiego; y estas condiciones, por sí mismas, son una de las causas de desorden social. Sumar la religión a esta inestabilidad no es una idea sensata, a pesar de que es de sobra conocido que existen personas con intereses especiales en buscar modos con los que crear conflictos.

Así pues, circunscribiéndonos a la celebración de hoy, quisiera pedirles que por el bien de la paz en la sociedad, tomemos en consideración los sentimientos religiosos de los demás. En esta época, gracias al comercio, los medios de comunicación y facilidad de transporte, hemos denominado al mundo “la aldea global”. Por lo tanto, en cada país, cada religión ha de poseer una libertad competa, en tanto en cuanto no atente contra la paz del país.

Los seguidores de cualquier religión deben poder practicar con libertad sus costumbres religiosas; de otra manera, si el gobierno interfiere con la religión, en este mundo civilizado, tal interferencia entraría en contradicción con su afirmación de secularidad y respeto de los derechos de los demás.

Concluyo mi alocución afirmando que cada persona debería tratar de cumplir sus obligaciones con su Creador y Su Creación, en lugar de intentar usurpar los derechos de la humanidad, de forma que la paz pueda reinar en la tierra.

Finalmente, quisiera darles las gracias a todos ustedes por participar en nuestro acto, pues su asistencia es muestra de su generosidad. Muchas gracias.

Imagen: cortesía de MélanieLicencia Creative Commons

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