Islam y Europa, ¿un choque de civilizaciones?
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Transcripción oficial del discurso del líder mundial de la Comunidad Musulmana Ahmadía en el Hotel Adlon Kempinski de Berlín

Introducción:

El 22 de octubre de 2019, el líder Internacional de la Comunidad Musulmana Ahmadía, Quinto Jalifa, Su Santidad Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) pronunció un discurso histórico en el corazón de Berlín, titulado Islam y Europa, ¿un choque de civilizaciones? Tres décadas después de la edificación de ese famoso símbolo de división, el Muro de Berlín fue derribado. Ahora, Su Santidad insta a los líderes y gobiernos actuales a demoler los muros de odio y conflicto que afectan a la sociedad moderna. Dirigiéndose a una audiencia compuesta por más de 80 personalidades e invitados influyentes, entre los que se incluían miembros del Bundestag (Parlamento), diplomáticos, académicos, líderes religiosos y representantes de los medios de comunicación, y a unos cientos de metros de la Puerta de Brandenburgo, en el Hotel Adlon Kempinski, Su Santidad abordó sin complejos la acusación habitual de que la presencia del islam y los musulmanes son una amenaza para la civilización occidental y la cultura.

Antes del discurso principal, varios distinguidos oradores subieron al escenario, y expresaron su admiración por la Comunidad Musulmana Ahmadía, y por sus esfuerzos en el empeño de propagar el mensaje pacífico del islam en todo el mundo, junto con su compromiso de servir a la humanidad. Entre ellos se encontraban: Abdul’lah Wagishauser, Presidente Nacional de la Comunidad Musulmana Ahmadía de Alemania (que dio la bienvenida a los invitados), y los miembros del Parlamento Frank Heinrich (partido CDU), Omid Nouripour (partido Verde) y Nieels Annen (partido SPD) que además es  ministro del gobierno del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores. La transcripción oficial del discurso que ofreció Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) en esta ocasión, se presenta a continuación:

El líder mundial de la Comunidad Musulmana Ahmadía, Quinto Jalifa, Su Santidad Hazrat Mirza Masrur Ahmad, dijo:

Bismilahir Rahmanir Rahim – en el nombre de Al’lah, el Clemente, el siempre Misericordioso.

A todos los invitados distinguidos, Assalamo Alaikum Wa Rahmatullahe Wa Barakatohu: que la paz y las bendiciones de Dios sean con todos ustedes.

En primer lugar, me gustaría aprovechar esta oportunidad para dar las gracias a todos nuestros visitantes, que han aceptado nuestra invitación, y se han unido a nosotros aquí esta noche. En el mundo de hoy, especialmente en las naciones occidentales y desarrolladas, existe un gran debate sobre la inmigración y su efecto sobre las sociedades. Gran parte del debate se centra en los musulmanes, porque se ha desarrollado la visión de que existe una división insalvable entre los musulmanes y demás miembros de la sociedad.

Ciertos gobiernos y miembros de la sociedad temen un choque de civilizaciones; creen que los musulmanes son una amenaza para su sociedad, y que no pueden integrarse en el mundo occidental.

Antes de responder a esta afirmación, es importante definir qué se entiende exactamente por “civilización”. A este respecto, voy a presentarles la definición que hizo el Segundo Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía, con la que estoy totalmente de acuerdo.

Según esta definición, la civilización consiste en el progreso material y el desarrollo de una sociedad.

Los factores que indican el poder de una civilización incluyen su progreso económico, el nivel de innovación tecnológica, el avance en los medios de transporte y los medios de comunicación, y el progreso intelectual de la sociedad. Por ejemplo, los medios modernos de comunicación y transporte son un marcador del nivel de civilización, como lo son su sistema financiero, su economía, su ley y orden, su comercio e industria, los estándares de su investigación científica y académica, y sus niveles educativos generales.

Además, los esfuerzos de una nación para fomentar la paz y la estabilidad, ya sea en virtud de la aplicación de la ley y su dominio militar, o a través de otros medios, también son una medida de su civilización.

La cultura de una nación es un aspecto aparte y separado de la civilización. La cultura es una manifestación de los puntos de vista de un pueblo, sus actitudes hacia los problemas sociales y sus prácticas, y, en lugar de basarse en el progreso material, la cultura tiene sus raíces en la moral y en los valores y tradiciones religiosas de una nación.

Por lo tanto, la civilización tiene que ver con el desarrollo material, tecnológico e intelectual de una sociedad, mientras que su cultura se basa en la composición religiosa, moral y filosófica de esa sociedad.

La diferencia entre civilización y cultura puede entenderse fácilmente si recordamos el período inicial del cristianismo. En ese momento, el Imperio Romano estaba en la cima de su desarrollo, e incluso ahora, es considerada como una de las civilizaciones más grandes de la historia del mundo. Debido a su prosperidad material, su nivel de urbanización, y la forma en que se gobernaron sus territorios, se considera que los romanos eran tremendamente civilizados y educados.

Sin embargo, su sofisticación no se correspondía con estándares elevados de moralidad; al contrario, fue durante el período inicial del cristianismo cuando este pueblo recibió una cultura progresista. El cristianismo dio a las personas principios rectores basados ​​en la religión y en la moral, mientras que los romanos produjeron leyes y demarcaciones materiales.

Por lo tanto, el progreso y el avance de los romanos reflejaron su gran civilización, mientras que el cristianismo le dio al pueblo una cultura loable. Con el tiempo, el cristianismo se convirtió en la religión predominante del Imperio Romano, por lo que la cultura que estableció fue adoptada por una gran civilización. Aliados juntos, su influencia suprema sentó las bases de los valores y tradiciones que prevalecen hoy en Occidente.

Al mismo tiempo que las personas en Occidente se están alejando de la religión, los valores morales básicos que sustentan la sociedad occidental siguen siendo los mismos que les dió el cristianismo.

Con respecto al debate sobre la inmigración, en las últimas décadas, la demografía de varios países occidentales ha cambiado. Los inmigrantes han llegado de muchos países, pero ha sido la afluencia de musulmanes lo que ha causado mayor preocupación y alarma. Muchos habitantes nativos temen que la inmigración masiva de países musulmanes amenaza su civilización, cultura y valores, que han perdurado durante tantos siglos.

Como he explicado, consideramos que la civilización es el progreso material y el avance de la sociedad y, en lugar de desaprobar, oponerse o negar este crecimiento y el desarrollo en Occidente, lo cierto es que las naciones en vías de desarrollo buscan emularlo. Como resultado, en lugar de excluir a la civilización occidental, estamos viendo lo opuesto.

Gracias a los medios modernos de transporte y comunicación, el mundo se ha convertido en una aldea global. El auge de la televisión, de los medios de comunicación, y particularmente el de Internet ha significado que ahora nada queda oculto en el mundo, por lo que las personas que residen en países económicamente desfavorecidos pueden ver cómo viven las personas de las naciones ricas. En realidad, están siendo influenciados por la civilización occidental, y desean alcanzar niveles similares de avance material e innovación.

Por lo tanto, la afirmación de que la civilización occidental o europea está amenazada por la presencia de musulmanes no es válida; al contrario, la civilización occidental está influyendo en otras partes del mundo, y esto incluye al mundo musulmán. Por otro lado, el temor de que la cultura religiosa y moral de Occidente pueda verse amenazada si el Islam se extiende en Europa es una preocupación más legítima y ahora abordaré este punto.

En primer lugar, es innegable que las personas se están alejando rápidamente de la religión y esta tendencia es particularmente aguda en Occidente. En los países occidentales, cada vez que se realiza un censo, se observa que las personas cada vez sienten una menor inclinación hacia la religión, o la creencia en Dios. A la vista de esto, creo que el rápido aumento del ateísmo es una amenaza mucho mayor para la cultura occidental que lo es el Islam. Los valores occidentales tienen siglos de antigüedad, y se basan en sus tradiciones religiosas y especialmente en su herencia cristiana y judía. Sin embargo, estos valores religiosos y normas culturales están siendo atacados por quienes se oponen a todas las formas de religión y fe.

Por tanto, como líder musulmán, creo que debéis proteger vuestra herencia y cultura concentrando vuestras energías en detener el declive de la religión, y encaminando a las personas de vuelta a la fe y la creencia, ya sea en el cristianismo, el judaísmo o en cualquier otra. No debéis permitir que, en nombre del progreso, esos valores y estándares morales que han formado parte de la sociedad durante muchos siglos se abandonen repentinamente.

También opino que el decrecimiento de la fe religiosa en Occidente es la razón principal por la que las personas temen al islam, porque saben que, en términos generales, los musulmanes siguen apegados a su fe. A la luz de esto, deseo dejar en claro que, a pesar de lo que se escucha o se lee en los medios, no hay motivo para temer al islam. Los musulmanes creen que el Sagrado Corán es una enseñanza religiosa completa y perfecta, y debido a nuestro amor y obediencia al Sagrado Corán creemos firmemente que la religión es un asunto personal de cada individuo y de su corazón.

En el capítulo 2, versículo 257, el Sagrado Corán ha declarado categóricamente que no ha de existir coacción en materia de religión. Por lo tanto, es innecesario que los no musulmanes tengan miedo de que los musulmanes vayan a intentar difundir sus creencias o imponer sus puntos de vista en esta parte del mundo. La odiosa ideología de una pequeña minoría de supuestos musulmanes que han adoptado el extremismo, no tiene correlación con las enseñanzas del Sagrado Corán. De hecho, he repetido muchas veces que los gobiernos y las autoridades pertinentes deben tratar con firmeza a los extremistas, ya sean musulmanes o no musulmanes.

En lo que se refiere a la Comunidad Musulmana Ahmadía, creemos que bajo ninguna circunstancia el islam permite el uso de la fuerza o de cualquier tipo de coerción en la difusión de la fe. ¿Por qué entonces hay necesidad de temer al islam? ¿Por qué la gente piensa que su civilización o su cultura está en riesgo a causa de los musulmanes?

Después de explicar las diferencias entre civilización y cultura desde una perspectiva islámica, me gustaría presentar algunas de las principales enseñanzas del islam. Se han difundido muchos mitos y conceptos erróneos sobre el islam y su Fundador (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y, aunque no es posible cubrir todos los aspectos de las enseñanzas islámicas en el poco tiempo disponible, me gustaría mencionar algunos de los derechos de la humanidad que el islam ha establecido.

Un versículo muy significativo del Sagrado Corán, en términos de derechos humanos, es el versículo 37 del capítulo 4, que dice:

“Y adorad a Al’lah y no asociéis nada a Él, y mostrad bondad a los padres, a los parientes, a los huérfanos y necesitados, al vecino afín a vosotros y al extraño, al compañero que está a vuestro lado, al viajero y a los que poseen vuestras diestras […]”

En este versículo, a la vez que Dios Altísimo ordena a los musulmanes que le adoren, también les ordena que traten a sus padres con amor y afecto. ¿Cómo puede esta enseñanza, que exige a los musulmanes amar y honrar a sus padres, discrepar con la de cualquier religión o nación? ¿Cómo puede esta enseñanza minar a la sociedad occidental? El versículo también requiere que los musulmanes traten a sus familiares y seres queridos con amabilidad y consideración. Les exige apoyar y consolar a los miembros más vulnerables y desfavorecidos de la sociedad, como los huérfanos.

En este sentido, creemos que una de las formas esenciales para ayudar a los pobres es a través de la educación. La educación permitirá a los miembros más jóvenes de la sociedad, que provienen de hogares rotos o que sufren la pobreza, liberarse de los grilletes de la indigencia. Se les abrirán nuevas oportunidades y, por lo tanto, libres de frustración y resentimiento, estos jóvenes crecerán para convertirse en miembros productivos de la sociedad, en lugar de ser atraídos hacia una vida de crimen o cultura de pandillas. Esta es la razón por la cual la Comunidad Musulmana Ahmadía pone un gran énfasis en la educación y, dentro de nuestros recursos limitados, hemos construido escuelas en varios países africanos, y financiamos becas para estudiantes que no pueden permitirse una educación superior.

También creemos que los países ricos deberían ayudar a las naciones más débiles del mundo a construir sus propios cimientos sólidos. Si los países más pobres pudieran desarrollar sus economías e infraestructuras, su gente tendría oportunidades en su país y menos razones para emigrar al extranjero. Si sus naciones son estables y prósperas, se deduce que. naturalmente,  la región y el mundo en general han de salir beneficiados.

En el versículo antes mencionado del Sagrado Corán, se hace especial mención al cumplimiento de las obligaciones hacia los vecinos, ya sean musulmanes o no musulmanes, y define el término “vecinos” en su aspecto más amplio.

El Profeta del islam (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo que Dios Altísimo había enfatizado los derechos de los vecinos con tanta intensidad que llegó a pensar que los vecinos serían incluidos entre los herederos legítimos de una persona.

Además, según el islam, los vecinos no son solo los que viven cerca, sino también los que viven lejos, los compañeros de viaje, los compañeros de trabajo, los subordinados y muchas otras personas.

En efecto, Dios Altísimo ha convertido en imperativo moral que los musulmanes cumplan con los derechos de todos los miembros de la sociedad.

El Fundador del islam (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) también enseñó que si una persona no es agradecida con sus semejantes, no puede ser agradecida con Dios Altísimo. ¡Qué hermoso principio! Por lo tanto, es necesario que junto con la adoración a Dios, un musulmán cumpla con las obligaciones hacia la humanidad.

Una vez más, me pregunto ¿cómo una enseñanza de este tipo puede  suponer una amenaza para la civilización occidental?. Estas enseñanzas islámicas proporcionan los medios para cultivar la paz y la estabilidad en la sociedad, y no hacen sino ayudar al progreso del desarrollo económico y social.

Por lo tanto, en mi opinión, es contraproducente para los occidentales sugerir que el islam o los musulmanes no tienen lugar en esta parte del mundo.

Si los musulmanes vienen aquí buscando integrarse, para cumplir con sus obligaciones hacia sus vecinos, y luchar por la paz y por mejorar la sociedad, entonces ciertamente que se trata de algo digno de alabar, y no de condenar o castigar.

Continuando con el tema, algunas personas argumentan o creen que los musulmanes tienen instrucciones de realizar la Yihad y, por lo tanto, temen que vendrán a Occidente y emprenderán una guerra violenta para imponer la civilización y cultura islámicas, destruyendo la paz de la sociedad. Esta idea se basa en un claro malentendido de lo que es la Yihad y de por qué se libraron guerras religiosas en el período inicial del islam. El islam no es una religión sanguinaria o violenta.

Durante el período inicial del islam, los musulmanes se vieron obligados a defenderse después de que se les declarara la guerra. En estas circunstancias, un compañero del Santo Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) pidió unirse al ejército musulmán para poder participar en la Yihad.

El Profeta del islam (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) rechazó su demanda, y dijo que, ya que sus padres se encontraban débiles, debía quedarse en casa, cuidarlos y considerar que esa era su Yihad. Si el objetivo de la Yihad fuera la conquista, el derramamiento de sangre y la guerra, el Profeta del islam (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) ciertamente habría aceptado su oferta, y habría tratado de reforzar el ejército musulmán.

Debo aclarar que, si bien es cierto que los ejércitos musulmanes participaron en algunas guerras religiosas durante el período inicial del islam, el propósito nunca fue el de dominar, oprimir u obligar a las personas a aceptar el islam. Esas guerras se libraron para proteger la institución de la religión y defender el principio de libertad de creencia.

En el capítulo 22, versículos 40-41, el Sagrado Corán declara enfáticamente que, de no detener a los agresores, todas las iglesias, sinagogas, templos, mezquitas y otros lugares de culto se encontrarían bajo una grave amenaza, ya que la intención subyacente de los incrédulos de La Meca era destruir todo rastro de la religión de la faz de la tierra. Esto demuestra que el islam protege a todas las religiones.

Luego, con respecto a la crianza de nuestros hijos, el capítulo 6 versículo 152 del Sagrado Corán establece que los musulmanes no deben “matar a sus hijos”. Este mandamiento instruye a los musulmanes a cuidar de sus hijos con amor y afecto, a guiarlos moralmente, y educarlos para que crezcan y se conviertan en individuos altamente competentes y de elevadas cualidades morales que sean útiles para su comunidad y nación.

Del mismo modo, el islam enseña a los musulmanes a defender los derechos de los miembros más vulnerables de la sociedad. Por ejemplo, en el capítulo 4, versículo 7 del Corán, los musulmanes están obligados a proteger a los niños huérfanos de la explotación, y a salvaguardar su herencia con integridad, hasta que alcancen una edad en la que puedan gestionarla ellos mismos.

Además, otra acusación muy común en el mundo occidental es que los musulmanes no respetan a las mujeres ni a sus derechos. En primer lugar, cabe señalar que el islam fue la primera religión en otorgar a las mujeres el derecho a heredar, el derecho al divorcio y otros derechos. Además, el islam pone énfasis en la gran importancia de educar a las niñas y darles la oportunidad de crecimiento y desarrollo personal.

Ni una sola niña o mujer debe ser privada de la educación o discriminada en ningún aspecto.

En una época en que los derechos de las mujeres y las niñas se ignoraban rutinariamente, y se las consideraba inferiores a los varones, el Profeta del islam (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) originó una revolución en favor de los derechos de las mujeres.

Él instruyó a los musulmanes a amar, apreciar y respetar a sus hijas, y a nunca considerarlas menos importantes que sus hijos.

Además, en un famosa frase, el Santo Profeta del islam (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo que “el paraíso yace bajo los pies de la madre”. Estas palabras ilustran el papel crucial que desempeñan las mujeres en la sociedad, y su singular y distinguido rango en la colectividad.

Es deber principal de las madres cuidar a sus hijos durante sus años de infancia, y, por lo tanto, desempeñar el rol principal que garantice que las generaciones venideras se conviertan en ciudadanos moralmente honestos que contribuyan a su sociedad.

Las madres son las personas que tienen el poder y la influencia para convertir a sus naciones en un paraíso en la tierra, y pueden abrir las puertas a un paraíso eterno para sus hijos.

Además, en el capítulo 4, versículo 20, el Sagrado Corán ha declarado que los hombres musulmanes deben tratar a sus esposas con amor y respeto. En los países occidentales, no pasa un día sin noticias de que la policía o los tribunales se han visto obligados a intervenir y lidiar con horribles casos de violencia doméstica. Varios informes y estudios, como el informe que la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido publicó en 2018, demuestran que tales crímenes no están vinculados a ninguna religión, y otro informe reciente ha demostrado que lo mismo es cierto aquí en Alemania. Por lo tanto, es completamente injusto calificar al islam como una religión misógina.

Como he señalado, el Islam es una religión que otorga honor y dignidad a las mujeres; y cualquier hombre que trata a una mujer con crueldad es culpable de violar gravemente las enseñanzas del islam.

El islam también requiere que sus seguidores respeten los sentimientos religiosos y las creencias de otras personas. El Pacto de Medina fue una verdadera ilustración de esta enseñanza, donde la Torá fue reconocida y respetada como la Escritura portadora de ley de los judíos.

El islam incluso ha establecido derechos para los enemigos y adversarios de una determinada persona. En el capítulo 2, versículo 191, el Sagrado Corán afirma que no se debe cometer injusticia o transgresión contra el enemigo, incluso durante un estado de guerra. Lamentablemente, en el mundo de hoy, que orgullosamente se jacta de ser más civilizado y avanzado que en cualquier época anterior, las personas y los países ignoran los derechos de sus adversarios de forma habitual, perpetran enormes crueldades, y no pierden la oportunidad de vengarse.

En el capítulo 5, versículo 9 del Sagrado Corán, Dios Altísimo ha proclamado que la enemistad de una nación o pueblo nunca debe incitar a una persona a sacrificar los principios de la justicia y la equidad; al contrario, el islam enseña que, en todas las circunstancias, no importa cuán difícil sea, se debe permanecer firmemente apegado a los principios de justicia e integridad, y nunca dejarse llevar por el deseo de venganza.

Como resultado de esta magnífica enseñanza, vemos el incomparable ejemplo de gracia, compasión y misericordia exhibido por el Santo Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) en el momento de su victoria sobre La Meca.

La historia enseña cómo los musulmanes fueron asesinados, saqueados y torturados en La Meca y, en última instancia, cómo fueron expulsados ​​de sus hogares y tuvieron que emigrar.

Sin embargo, cuando regresó victorioso a La Meca, y la ciudad entera estaba bajo su mando, su primer pronunciamiento fue que no se vengaría de aquellos que habían perseguido brutalmente a los musulmanes.

En ese momento de triunfo, el Santo Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) exhibió una humildad y tolerancia suprema.

Declaró que, de acuerdo con las enseñanzas del islam, todos los que habían atormentado a los musulmanes serían perdonados instantáneamente, y nadie sería tratado injustamente, independientemente de si aceptaban el islam o no.

Otra revolución moral a favor de los miembros más débiles de la sociedad que trajo el islam fue la relativa a la esclavitud. Antes de la llegada del islam, se hallaba extendida y era considerada una parte normal de la sociedad. Por orden de Dios Altísimo, el Profeta del islam (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) trató de poner fin a esta práctica.

Así, en el capítulo 24, versículo 34, el Sagrado Corán afirma que si un esclavo busca la libertad, debe ser liberado y, si se hubieran impuesto ciertas cuotas monetarias, estas debían ser razonables y abonables en pequeños plazos fáciles de pagar, o no se les debía aplicar en absoluto.

Como dije, durante esa época, la esclavitud era parte integral de la sociedad y, al pedir su emancipación, el Profeta del islam (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) provocó un cambio radical en las actitudes de las personas.

En el mundo de hoy, la esclavitud física ya no existe. Ha sido reemplazada por una esclavitud económica y de servidumbre, por las cuales la relación entre las naciones más poderosas de la tierra y los países más débiles se ha vuelto similar a la relación de un amo y un esclavo. Por ejemplo, los países ricos otorgan préstamos disfrazados de paquetes de ayuda a naciones débiles que no tienen más opción que aceptar las condiciones que se les imponen.

Invariablemente, los niveles de interés paralizantes que se les aplican hacen que los préstamos a corto plazo conduzcan a la miseria y a las deudas a largo plazo. El resultado final es que el país incumplidor no tiene más remedio que doblegarse a la voluntad de la nación dominante. Tal esclavitud es completamente inmoral.

Desde el principio, el islam también estableció los derechos de los no musulmanes y aconsejó a los musulmanes que ejercitaran la moderación, por el bien de la paz y la unidad de la sociedad. Por ejemplo, en el capítulo 6, versículo 109, el Sagrado Corán declara que los musulmanes no deben siquiera hablar en contra de los ídolos de las personas no religiosas, ya que eso podría provocar que los últimos hablen en contra de Dios Altísimo.

Por lo tanto, para garantizar que las tensiones no se agraven, y para proteger a la sociedad de un círculo vicioso de odio y hostilidad, los musulmanes han recibido la instrucción de mostrar paciencia en todo momento.

En el poco tiempo disponible, he mencionado solo algunos puntos que ilustran los derechos de la humanidad que el islam promueve. Espero que lo que he dicho os proporcione la confianza de que el islam no es una amenaza para la civilización occidental o para su cultura. Si hay musulmanes que usurpan los derechos de los no musulmanes, es solo porque rechazan las enseñanzas del islam, o las ignoran por completo. Deshonran al islam y solo consiguen difamar su nombre intachable.

En conclusión, no hay duda de que estamos viviendo en un mundo que está en vilo, y me temo que la precaria situación a la que nos enfrentamos pueda agravarse en cualquier momento.

Las personas deben darse cuenta de que las palabras pueden tener consecuencias de largo alcance y, por lo tanto, en lugar de hablar de un choque de civilizaciones, o de incrementar innecesariamente las tensiones entre diferentes comunidades, las personas deben abstenerse de atacar a las enseñanzas religiosas de los demás.

En lugar de tratar de imponer restricciones a las expresiones de la fe, debemos reconocer que todos somos parte de una raza humana más conectada que nunca. Debemos abrazar nuestra diversidad, y centrarnos en establecer la unidad para que la paz a largo plazo pueda tener cabida en el mundo.

Sin embargo, actualmente estamos viendo lo contrario. Tanto los países musulmanes como los no musulmanes están anteponiendo sus propios intereses por encima de los intereses del mundo en general, y están traspasando todos los límites de la equidad y la moralidad a cambio de alcanzar sus propios objetivos.

Con las reminiscencias de los días oscuros del pasado, se están formando bloques y alianzas opuestas, y parece que el mundo está empeñado en invitar a su destrucción.

Hoy en día, hay una gran cantidad de países que han conseguido bombas nucleares y otras armas destructivas que tienen el potencial de destruir a la civilización tal como la conocemos. ¿Quién puede asegurar que estas armas nunca se usarán, o que no terminarán en manos equivocadas? Basta un error de cálculo o un paso en falso para que las hostilidades desencadenen lo impensable. Las consecuencias de tal guerra son inimaginables, pero es seguro afirmar que el mundo nunca volverá a ser el mismo.

Si alguna vez se usan armas nucleares, no solo seremos nosotros quienes suframos las consecuencias; nuestros hijos y las generaciones futuras tendrán que sufrir por nuestros pecados. Generaciones de niños nacerán con discapacidades intelectuales y físicas, y sus sueños y esperanzas se verán quebrados sin que sea su culpa.

¿Es ese el legado de despedida que deseamos dejar a los que nos siguen?

¡Ciertamente que no!

Por lo tanto, en lugar de avivar las llamas del odio, ya sea por diferencias religiosas o étnicas, o por objetivos políticos, debemos reconocer las señales de advertencia y cambiar nuestras actitudes antes de que sea demasiado tarde.

Unámonos todos, al margen de nuestras diferencias, y trabajemos con un espíritu de respeto mutuo, tolerancia y afecto, por la paz del mundo y por la libertad de creencia.

Que Dios conceda sabiduría e inteligencia a quienes causan conflictos en nombre de la religión, y que prevalezca la paz y la justicia. Amen.

Con estas palabras, quisiera expresarles mi agradecimiento, una vez más, por acompañarnos esta noche. Muchas gracias.”

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