Ramadán: Fe, oraciones y buenas obras
Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Sura Al-Fatiha, Su Santidad el Jalifa V del Mesías (aba) recitó el versículo 187 del Sura Al-Baqara y dijo:
Dios Altísimo dice:
“Y cuando Mis siervos te pregunten por Mí, di: ‘Estoy cerca. Respondo a la plegaria del que suplica cuando Me invoca. Por tanto, deben escucharme y creer en Mí, para que puedan seguir el camino recto’”.
Al comenzar el mes de Ramadán, el pensamiento inmediato que surge en el corazón es el de prestar más atención a las oraciones, porque este mes es de inmensas bendiciones. Configura un momento en el que se aceptan las súplicas, por lo que la gente generalmente acude a las mezquitas con más frecuencia. Aumenta la asistencia a ellas, ya sea para las oraciones de “Fallr” o “Isha’a”. En días ordinarios, la asistencia a las oraciones de “Fallr”, “Maghrib” e “Isha’a” no llega al nivel que alcanza durante el Ramadán. Es, de hecho, la gracia de Dios Altísimo de que, al menos durante estos días, la gente se acuerda de que debe dirigirse a la mezquita y buscar los favores de Dios Altísimo. Por ello, Dios Altísimo dice que durante los días de Ramadán, Él cierra las puertas del Infierno, encadena a Satanás y abre las puertas del Paraíso. Ello lleva a muchos a creer que la adoración sólo es necesaria durante el Ramadán, y que las oraciones y las súplicas realizadas sólo durante este mes asegurarán su perdón. Este Hadiz a menudo se menciona repetidamente en canales islámicos no ahmadíes y en otros varios canales, a pesar de que alberga un concepto erróneo.
Dios Altísimo ha llamado nuestra atención hacia la adoración durante el Ramadán para que la adoptemos como una parte permanente de nuestras vidas. Si esto no es así, la adoración realizada sólo en Ramadán no servirá de nada. De hecho, Dios dirá: “Cumpliste con la adoración sólo durante un mes, pero ¿qué hiciste durante los once meses restantes?”. Por lo tanto, el ser humano debe desterrar la creencia errónea que es suficiente sólo ofrecer oraciones y poblar las mezquitas durante el Ramadán. Porque el Santo Profeta (sa) ha dicho: “Quien ore durante las noches de Ramadán mientras cumple con los requisitos de la fe buscando una retribución, sus pecados pasados serán perdonados”. Esta es su declaración.
Ahora, uno podría pensar que cuando una persona se esfuerza constantemente por hacer de las buenas obras una parte de su vida, prestando atención a las oraciones, centrándose en el “Tahayyud”, ofreciendo “Nawafil”, le conducirá a una mayor atención durante el Ramadán. Aquellos que están comprometidos con la adoración constante, realizan estas virtudes con esta intención. Sin embargo, algunas personas creen que simplemente despertarse para orar durante las noches de Ramadán es suficiente.
Ciertamente, los humanos son propensos a cometer errores, pero Dios Altísimo también es extremadamente Clemente y Misericordioso, y es Perdonador. Por lo tanto, nos ha concedido una oportunidad para que, si uno ha cometido errores durante el pasado año, ahora puede renovar su compromiso y tratar de mantenerlo; y en el futuro cumplir con los derechos de adorar a Dios Altísimo y realizar todas esas obras virtuosas que Dios Altísimo ha ordenado que realicen.
Por lo tanto, un musulmán debe recordar especialmente que la adoración prescrita por Dios Altísimo durante el Ramadán está destinada a inculcar una verdadera guía dentro de él. La verdadera guía no es algo que nace sólo durante un mes; más bien, es algo que debería convertirse en una parte integral de la vida. Dios Altísimo ha declarado que Él trae repetidamente el Ramadán como un recordatorio y como una expresión de Su misericordia para que el ser humano que está perdido y es olvidadizo pueda recordar una vez más sus obligaciones: tanto los derechos debidos a Dios como los derechos debidos a Su creación y luego vea cómo uno puede cumplir con los derechos debidos a la creación de Dios y los derechos debidos a Dios.
Dios Altísimo dice:
Árabe
“Cuando Mis siervos preguntan”, aquí, “Mis siervos” se refiere a aquellos que son amantes de Dios. Si alguien está realmente enamorado de otra persona, no descuidará su amor durante once meses del año, lo mostrará durante sólo un mes. Un verdadero amante de Al’lah, un verdadero siervo Suyo, debe esforzarse continuamente por mantener este trabajo que Dios Altísimo le ha encomendado. Si han existido deficiencias en los once meses, uno debe hacer un esfuerzo especial durante estos días para compensarlas y asegurarse de que tales deficiencias no vuelvan a repetirse. Los verdaderos amantes siempre obedecen a su amado en todos los asuntos.
En el amor mundano, las personas se apegan a otras que pueden tener muchos defectos, y estas relaciones a veces pueden causar daño o, al menos, no proporcionar ningún beneficio real. Sin embargo, en el amor de Dios, todo es beneficio, porque Él es la Fuente de toda bondad, Aquel que protege de todo mal y Aquel que libera de todas las dificultades. Él Dice: “Respondo a la plegaria del que suplica cuando Me invoca”. Un verdadero amante busca acercarse a Dios. Por lo tanto, debemos esforzarnos por suplicar la cercanía a Dios. En nuestra adoración durante el Ramadán, no sólo debemos pedir beneficios mundanos, sino también orar para alcanzar la cercanía con nuestro Amado.
Debemos suplicar a Dios, pidiéndoLe que nos conceda Su cercanía, la capacidad de ofrecer oraciones que sean aceptadas, Su comunión y la aceptación de nuestros ayunos. Cuando esto suceda, no sólo nos abstendremos de cometer pecados después del Ramadán, sino que también nos capacitará para hacer buenas obras.
Dios Altísimo ha llamado repetidamente la atención en el Sagrado Corán sobre los derechos de Dios y los derechos de Su creación, y debemos esforzarnos por cumplirlos. El Mesías Prometido (as) declaró que hay setecientos mandamientos en el Sagrado Corán. En el Ramadán, se hace especial hincapié en la lectura del Sagrado Corán. Cuando lo leamos, debemos buscar los mandamientos que Dios Altísimo nos ha ordenado. De hecho, en una ocasión, el Mesías Prometido (as) mencionó que hay incluso más de setecientos mandamientos.
Por lo tanto, cuando busquemos estos mandamientos, nos esforzaremos por actuar en consecuencia. Esta es la verdadera tarea de un amante sincero: hacer todo lo posible por seguir las palabras de su amado. Dios Altísimo dice: “Así que debéis escucharme y creer en Mí, para que podáis seguir el camino correcto”. La fe perfecta es obedecer verdaderamente a Dios y a Su Mensajero (sa), como mencioné anteriormente.
Dios Altísimo también ordena que la fe y las buenas obras tienen que ir de la mano. Es por eso que este versículo también enfatiza en que deben responder “a Mi llamada”. Esto significa que uno debe realizar obras justas y permanecer firme en las virtudes. Cuando uno en la adoración hace súplicas, entonces Dios Altísimo dice que Él se convertirá en Su amigo, tal y como afirma en otra parte,
Árabe
“Al’lah es el Amigo de los que creen”.
La amistad de Dios, junto a su fe, continuarán otorgándole Su cercanía. Esta cercanía seguirá aumentando, y uno seguirá progresando en ella. Esta cercanía no permanece estancada, y Él también escuchará sus oraciones.
Por lo tanto, durante el Ramadán, debemos esforzarnos por alcanzar este nivel [de cercanía a Dios]. Tenemos que reflexionar de que si, después del Ramadán, retrocedemos de este estado, si no hacemos justicia a nuestra adoración como lo hicimos durante el Ramadán y no continuamos nuestros esfuerzos para alcanzar la cercanía de Dios, entonces, ¿cómo podemos esperar que Dios sea nuestro Amigo? Dios Altísimo no puede seguir siendo nuestro “Wali” [Amigo].
Dios Altísimo ha establecido ciertas condiciones para la aceptación de las oraciones. La primera condición es que uno debe verdaderamente convertirse en Su siervo – siendo sincero a Él -. La adoración debe ofrecerse con sinceridad, reconociéndoLe como la única Fuente de todo poder. Uno no debe crear dioses falsos mundanos, ni debe, tan siquiera inconscientemente, tomar a personas insignificantes como deidades para obtener algún beneficio personal. Tales acciones llevarían a una persona hacia el “shirk” [hacer copartícipes con Dios].
Recientemente, algunos miembros del equipo de Hifazate Jas (seguridad especial del Jalifa) de Alemania me visitaron, y preguntaban cómo complacer a sus oficiales superiores. Les dije que cualquier trabajo que hicieran, deberían hacerlo con la intención de agradar a Dios Altísimo. Si uno se esfuerza por complacer a Dios Altísimo, entonces Él mismo dirigirá la atención de vuestros oficiales hacia vosotros, y trabajarán para vuestro bienestar, tratándoos con bondad y compasión. Sin embargo, lo más importante es buscar la misericordia y la compasión de Dios Altísimo y esforzarse por seguir Sus mandamientos.
Damos el ejemplo del Sr. Hazrat Chaudhry Zafarul’lah Jan cómo, en una ocasión, expresó su inquietud durante una reunión oficial con la Reina en su palacio real: estaba sentado, pero miraba continumante su reloj. Cuando los funcionarios preguntaron por la razón, respondió: “Es casi la hora de mi oración, y es el momento de mi adoración. Es un mandato de Dios Altísimo que debo cumplir. Estoy inquieto porque no quiero que la hora pase”. Al escuchar esto, se hicieron arreglos para que ofreciera su oración.
Este es el coraje y el verdadero requisito de la fe que todo ahmadí debe poseer. Compartimos estos ejemplos, pero también debemos adoptar estos modelos en nuestras vidas.
Luego, el Santo Profeta (sa) ha impartido innumerables enseñanzas para dirigir nuestra atención hacia las buenas obras. Hay innumerables Hadices al respecto. Y el Mesías Prometido (as) ha cumplido con su deber como el verdadero siervo del Santo Profeta (sa) en esta época, porque nos ha guiado hacia las virtudes. La mayoría de las condiciones del Bai’at (juramento de iniciación) destacan la importancia de prestar atención a los derechos que se deben a Dios y a los que se deben a Su creación. Esto es en lo que debemos concentrarnos, y al hacerlo, Dios Altísimo se convertirá en nuestro “Wali”, nuestro Amigo, y escuchará nuestras plegarias.
El Santo Profeta (sa) dijo que Dios Altísimo escucha las oraciones de aquellos que no muestran impaciencia y no expresan: “He rezado mucho, pero Dios Altísimo no escucha”. Esto es incredulidad y nos aleja de la fe. Un creyente siempre debe evitar esto.
Por lo tanto, debemos prestar atención en estos temas. A veces la gente me escribe, diciendo que han orado mucho. Lo primero que hay que entender es que sus oraciones no se han hecho para alcanzar la cercanía a Dios; más bien, oraban por sus objetivos mundanos, volviéndose hacia Él sólo cuando tenían problemas mundanos. Si sólo buscamos la cercanía a Dios Altísimo para solucionar nuestros problemas mundanos, ¿por qué debería Dios Altísimo escucharnos? Un verdadero amigo es aquel que cumple con la amistad en tiempos de normalidad: se le escucha, se le acepta y después él te escuchara a ti.
Recordad siempre, no debemos acercarnos a Dios Altísimo únicamente por objetivos personales y mundanos, sino que debemos esforzarnos por alcanzar Su cercanía. Cuando hagamos esto, si Dios quiere, Él aceptará nuestras oraciones, y responderá nuestras plegarias, porque Él mismo ha prometido: “Respondo a la plegaria del que suplica cuando Me invoca”.
El Mesías Prometido (as) afirma:
“Esta relación es la de dos amigos. A veces un amigo acepta la petición de su amigo, y otras veces persuade al amigo para que acepte la suya. Dios interactúa con nosotros de manera similar. Incluso cuando parece que Dios rechaza la oración de un creyente, este rechazo es en última instancia por el propio bien del creyente“.
Esta es la esencia de lo que el Mesías Prometido (as) ha declarado. Cuando uno dice “oré”, en realidad, sus oraciones se ofrecieron sólo por necesidades mundanas. Esta persona no las ofreció por el bien de su fe y por su mejora, o para lograr la cercanía a Dios Altísimo. Si esto se aplica a un creyente, a veces sus oraciones no son respondidas. Entonces como el Mesías Prometido (as) declaró, esta relación es como el vínculo de la amistad: a veces, se acepta una solicitud y, a veces, no se acepta. En los casos en que no acepta una oración, Dios Altísimo dispone algo mucho mejor a cambio para Su amigo; son cosas que Él no acepta, pero Le recompensa por otros medios la oración que no le aceptó.
En otro lugar, el Mesías Prometido (as) afirma:
“Cuando un siervo de Dios pregunta por Él, buscando pruebas de Su existencia, la respuesta es sencilla: ‘Estoy muy cerca’. No hay necesidad de grandes argumentos; ‘Mi existencia puede ser comprendida por un medio que está al alcance de la mano (Mi existencia puede ser probada muy fácilmente). La prueba es que cuando un suplicante Me invoca, Yo Le escucho y Le concedo buenas nuevas a través de la revelación divina. Así, se convence firmemente no sólo de Mi existencia, sino también de Mi omnipotencia’“.
Cuando Dios Altísimo escucha, también responde. La Revista ‘The Review of Religions’ lleva celebrando desde hace años “La Cumbre de Dios” (The God’s Summit). Se celebra de vez en cuando, y también tuvo lugar este año. En este programa, la gente compartió relatos de cómo Dios Altísimo aceptó sus oraciones, y cómo, a través de la aceptación de sus oraciones, se convencieron de la existencia de Dios Altísimo. Sin embargo, hay una condición, como afirma el Mesías Prometido (as): “La gente debe adoptar primero la rectitud y el temor de Dios, para que Él escuche su llamada”. Dios Altísimo afirma que debemos desarrollar la rectitud y el temor de Dios, para que Él pueda escucharnos.
El Mesías Prometido (as) afirma que Dios Altísimo nos instruye para que desarrollemos primero la rectitud y el temor de Dios, entonces Él nos escuchará. No escuchará incondicionalmente. Por lo tanto, debemos desarrollar este estado de rectitud y temor de Dios para permitir que nuestras voces lleguen a Dios Altísimo.
El Mesías Prometido (as), ahondando en el versículo de que “deben creer en Mí” afirma:
“Antes de alcanzar el entendimiento perfecto, deben atestiguar que Dios existe y que es el poseedor de Todo poder. A quienes creen, se les concede la verdadera comprensión (“Irfan”)”.
Dios Altísimo también afirma en este versículo:
[árabe]
‘Deben escucharme y creer en Mí’. Estas palabras se dirigen a los que son verdaderamente Sus siervos (Dios se dirige a Sus siervos, los que son verdaderos creyentes)”.
Como he mencionado antes, aunque a veces surjan debilidades, los creyentes deben esforzarse por fortalecer su fe buscando la cercanía a Dios. Sólo entonces se fortalecerá su fe, pues Dios es el Poseedor de Todo poder. Al ver que Su siervo se esfuerza por acercarse a Él, Dios mismo alimenta la fe del creyente.
Despues, el Mesías Prometido (as) afirmó que a este creyente se le concede el verdadero entendimiento (“Irfan”). Cuando alcanza este estado, Dios acepta sus oraciones, y comienza a comprender la verdadera realidad de Dios Altísimo. En el caso de que Dios Altísimo no acepte una oración, Él concede al corazón tal consuelo que la persona nunca pensará que Dios no le ha escuchado. Se dará cuenta de que Dios Altísimo satisfará sus necesidades por otros medios.
El Mesías Prometido (as) hizo hincapié en que uno debe temer a Dios, cumpliendo tanto los derechos de Dios Altísimo como los derechos de Su creación. Esto es tener “temor de Dios”. Sólo entonces Dios promete escuchar nuestras plegarias. Posteriormente, los creyentes deben progresar continuamente en la fe y la certeza, aumentando de forma constante su percepción espiritual, hasta alcanzar la comprensión completa (ma’rifat-e-ta’ammah), que, como afirma el Mesías Prometido (as), seguirá creciendo.
En cuanto a la orden del Corán:
[Árabe]
Es decir, “creen en lo oculto”, el Mesías Prometido (as) proporciona una visión profunda. En un lugar, afirma:
“El Oculto (Ghaib) también es un nombre de Dios. Antes de rezar, hay que tener la certeza de que Dios existe y de que encarna atributos ilimitados y un poder absoluto. Cuando os acerquéis a Él con esta convicción, os inclinéis ante Él y le supliquéis, alcanzaréis el reconocimiento de Él y Su conocimiento. Seréis testigos de claros signos de la aceptación de la oración”.
De hecho, por la gracia de Dios Altísimo, muchos son testigos de estos signos y comparten sus experiencias. Como he mencionado antes, muchas personas compartieron sus historias durante “La Cumbre de Dios”. Estas experiencias fortalecieron su fe. No basta con profesar verbalmente la firme creencia en Dios Altísimo, sin actuar conforme a Sus mandamientos. Los esfuerzos por ofrecer oraciones no deben limitarse al Ramadán. Las mezquitas, que se llenan de fieles en esta época, deberían permanecer llenas durante todo el año. Por la gracia de Dios Altísimo, los ahmadíes dan importancia a las oraciones, pero aún así cualquier debilidad restante debe ser examinada en detalle. ¡Que este Ramadán eleve nuestros estándares de adoración, acercándonos a Dios Altísimo para que nos convirtamos en Sus siervos sinceros, obedientes a Sus mandamientos, dando como resultado la aceptación de nuestras oraciones!
Así pues, en este Ramadán, comprometámonos a rejuvenecer nuestra adoración y roguemos a Dios Altísimo que nos conceda la fuerza necesaria para cumplir esta promesa. Invirtamos todas nuestras fuerzas en realizarlo. Al hacerlo, utilizando todo nuestro vigor y esfuerzo, desarrollaremos un vínculo tan estrecho con Dios Altísimo que Él mismo se convertirá en Amigo. De hecho, Dios lo ha prometido:
“Me convierto en el amigo (Wali) de aquellos que siguen Mis mandamientos”.
Hay una narración en la que Hazrat Ibn Umar (ra) cuenta que el Santo Profeta (sa) dijo:
“A quienquiera de entre vosotros que se le abra la puerta de la oración, es como si se le hubieran abierto las puertas de la misericordia. Y de las cosas que hay que pedir a Dios Altísimo, lo más amado es pedir el bienestar”.
El Santo Profeta (sa) también dijo:
“La oración es beneficiosa contra la tribulación que ya ha descendido y también contra la que está por venir. ¡Oh siervos de Dios, os incumbe manteneros firmes en la oración!”.
Las aflicciones y penurias no ocurren sólo durante los días de Ramadán, sino que surgen en distintos momentos. Por lo tanto, Dios Altísimo afirma que no debéis limitar vuestras oraciones únicamente a estos días, ni rezar sólo cuando estéis necesitados y deseéis conjurar las calamidades. En cambio, el Santo Profeta (sa) dijo que la súplica también sirve para protegerse contra aquellas dificultades que aún no han llegado, pero que pueden surgir en cualquier momento. Por lo tanto, debéis permanecer constantemente ocupados en la oración y esforzaros por entrar en el refugio de Dios Altísimo.
¡Que Dios Altísimo nos proteja de las pruebas que ya nos han sobrevenido, continúe otorgándonos Sus bendiciones, y si hay alguna dificultad que aún esté por venir – Dios lo sabe mejor – entonces que Él elimine esas calamidades y dificultades y continuamente nos otorgue beneficios! Sólo cuando una persona alcanza este estado puede llamársele verdadero creyente, alguien a quien Dios Altísimo ha incluido en la categoría de los creyentes.
Así, cuando busquéis los caminos de la rectitud de Dios Altísimo en vuestras oraciones, el Santo Profeta (sa) afirmó que existirán medios que os protegerán de las tribulaciones pasadas, y también que seréis salvaguardados de ellas en el futuro. Para abrir las puertas de la misericordia, debemos producir una transformación permanente en nuestras vidas de modo que nuestra conexión con Dios Altísimo permanezca firme, y que sigamos buscando Su gracia en momentos de alegría y de dolor, de facilidad y de dificultad por igual.
Hazrat Abu Hurairah (ra) relata una narración en la que el Santo Profeta (sa) dijo:
“Nuestro Señor desciende cada noche al cielo más cercano. Cuando queda el último tercio de la noche, dice: “¿Quién hay que Me invoque para que Yo le responda? ¿Quién está ahí para pedirMe y que Yo le conceda? ¿Quién está ahí para pedirMe perdón, para que Yo le perdone?”.
Esto no es algo que esté relacionado con el Ramadán. Aquí, se menciona un principio general: cada vez que un siervo invoca a Dios en la noche, Él le perdona, Le concede lo que pide y responde a sus súplicas. El Ramadán es una oportunidad que Dios Altísimo ha creado en la que todo el mundo se vuelve naturalmente hacia la adoración. Dado que la atención de las personas se dirige a los actos de devoción durante estos días, si uno se concentra en ellos, desarrollará el hábito de estas bondades. Una vez que este hábito se establezca en el transcurso de un mes, hay que esforzarse para que conforme una parte permanente de nuestas vidas.
En otra narración, el Santo Profeta (sa) dijo:
“Quien desee que sus oraciones sean aceptadas por Dios Altísimo en tiempos de dificultad, debe suplicar abundantemente en tiempos de sosiego y tranquilidad”.
Como se ha mencionado anteriormente con referencia a un Hadiz, estos son aspectos muy importantes que siempre debemos recordar. Nuestra relación con Dios Altísimo debe ser constante. No debemos acudir hacia Él sólo en momentos de angustia, dificultad y sufrimiento, clamando angustiados. Más bien, debemos esforzarnos por ser verdaderos amigos de Dios Altísimo e inclinarnos continuamente ante Su umbral por lograr que sea nuestro Amigo. Como he dicho, debemos ser firmes en tornar hacia a Él en todas las circunstancias. Este Hadiz también nos enseña que no debemos invocar a Dios Altísimo sólo en tiempos de dificultad y necesidad, sino en todo momento.
Según otra narración, el Santo Profeta (sa) dijo:
“Dios Altísimo afirma: ‘Trato a Mi siervo de acuerdo con su percepción sobre Mí. Estoy con él cada vez que se acuerda de Mí. Si él se acuerda de Mí en su corazón, Yo me acuerdo de él en Mi corazón. Si me menciona en una reunión, lo menciono en una reunión mejor que esa. Si se acerca a Mí un palmo, Yo me acerco a él la longitud de una mano. Si él viene hacia Mí la longitud de una mano, Yo voy hacia él la longitud de dos. Si camina hacia Mí, correré hacia él ‘“.
Así pues, todo ahmadí debe esforzarse por permanecer comprometido con el recuerdo de Dios Altísimo y asegurarse de que cada acción que realice le acerque a Él. Cada paso que demos debe ser tal que nos lleve hacia Dios Altísimo para que Él, a su vez, venga corriendo hacia nosotros, arropándonos en el manto de Su amor y satisfaciendo nuestras necesidades: tanto en la adversidad como en la prosperidad, en la dificultad y la facilidad, siempre debemos seguir siendo los siervos de Dios Altísimo.
Según otra narración, el Santo Profeta (sa) dijo:
“La súplica que Dhul-Nun (es decir, el profeta Jonás) hizo mientras estaba en el vientre de la ballena fue:
[Árabe]
[No hay más Dios que Tú; Santo eres Tú. En verdad he sido de los injustos]”.
Él dijo: “Cualquier musulmán que suplique con estas palabras en tiempos de angustia ciertamente su oración será aceptada por Dios Altísimo”.
Por lo tanto, es otro favor del Santo Profeta (sa) sobre nosotros que continuamente nos guio hacia tales súplicas. Los humanos cometemos errores y, a veces, no cumplimos con los debidos derechos de Dios Altísimo. Sin embargo, a pesar de esto, Dios Altísimo sigue siendo misericordioso con Sus siervos y Él mismo les ha enseñado oraciones. ¿Por qué Dios Altísimo nos ha enseñado varias súplicas en el Sagrado Corán? ¿Por qué mencionó las oraciones de los profetas? Nos ha enseñado estas oraciones para que las supliquemos para que luego Él acepte estas súplicas que Él mismo enseñó. Sin embargo, el punto clave sigue siendo que primero debemos cumplir con nuestras obligaciones hacia Él. Dios Altísimo ha ordenado:
[árabe]
Es decir, “escuchad Mi llamada, escuchad Mi palabra y refrescad vuestra fe”.
Por lo tanto, debemos autoevaluarnos para determinar en qué medida estamos obedeciendo los mandamientos de Dios Altísimo.
Al explicar la súplica del Profeta Jonás (as) que acabo de leer, el Mesías Prometido (as) afirma:
“Esto nos enseña que Dios Altísimo puede cambiar el destino. Llorar ante Él y ofrecer limosna, como fue el caso del pueblo del Profeta Jonás (as) (como se menciona en este incidente), puede incluso anular un castigo ya decretado“ (incluso cuando se ha dictado un juicio y se ha pronunciado una sentencia, la oración aún puede evitarlo).
Algunas personas cuestionan, como he mencionado antes, que si Dios Altísimo ya ha decretado algo y Él sabe lo que está por venir, entonces ¿cuál es la necesidad de que oremos? ¿Por qué debemos esforzarnos por ser piadosos?
El Mesías Prometido (as) dice:
“Dios Altísimo nos ha enseñado esta oración, y al narrar el incidente del Profeta Jonás (as), nos ha proporcionado una prueba que Él puede alterar Sus propios decretos. Si realmente lloras ante Él, estableces una relación sincera con Él, participas en acciones virtuosas, evitas el pecado y te postras ante Su umbral con una súplica sincera, entonces (el Mesías Prometido [as] dice) deseo ayudarte a entender que aquellos que oran cuando la calamidad desciende, imploran el perdón y dan caridad reciben la misericordia de Dios Altísimo, y Él los salva del castigo divino”.
El Mesías Prometido (as) ha afirmado que cuando las aflicciones descienden, Dios Altísimo es tan Benevolente que incluso entonces puede salvar a una persona siempre que sus oraciones se ofrezcan sinceramente con un corazón sincero y uno realmente implore el perdón.
El Mesías Prometido (as) afirma:
“No escuchéis mis palabras como si fueran meros cuentos. Os aconsejo, por Dios, que reflexionéis sobre vuestro estado. No sólo debéis orar vosotros mismos, sino pedir a vuestros amigos que hagan lo mismo. Implorar el perdón de Dios sirve como escudo ante el castigo divino y las graves calamidades”. Uno debe implorar el perdón constantemente. Es un escudo para una persona. Si imploráis el perdón, entonces Dios Altísimo os salvará.
Recientemente inicié un llamamiento a las súplicas e insté a que se prestara atención al “Istighfar”. El Istighfar (implorar el perdón de Dios) es un escudo ha mencionado el Mesías Prometido (as).
El Mesías Prometido (as) afirma:
“En el Sagrado Corán, Dios Altísimo dice:
[árabe]
“Dios no les castigará mientras imploren el perdón” (Dios no castiga a las personas que imploran sinceramente el perdón). Por lo tanto, si deseáis ser protegidos del castigo divino, entonces implorad el perdón abundantemente”.
Por lo tanto, a través de esta oración, Dios Altísimo ha enseñado que Él no castiga a las personas si imploran el arrepentimiento.
Profundizando sobre este punto, el Mesías Prometido (as) declara:
“Por lo tanto, si deseáis estar protegidos contra este castigo divino, entonces implorad el perdón en abundancia”.
En una narración, el Santo Profeta (sa) declaró que “Dios Altísimo es extremadamente modesto, benevolente y generoso. Cuando un siervo Suyo levanta ambas manos en súplica, se siente demasiado tímido para devolverlo vacío y decepcionado”. Es decir, Dios no rechaza una oración que se ofrece con plena sinceridad de corazón y, en cambio, le otorga aceptación. Por lo tanto, todos los que oramos a Dios Altísimo, debemos hacerlo con un corazón sincero. Debemos implorar el perdón de nuestros pecados y deficiencias anteriores e implorar a Dios Altísimo para permanecer firme en la virtud en el futuro. Debemos esforzarnos por mantener este estado. Esforzaos por hacer esto en Ramadán y orar por ello continuamente. Tratad de permanecer así después del Ramadán también. Luego observad cómo Dios Altísimo se apresura para estar a nuestro lado y nos acoge en Su regazo.
El Mesías Prometido (as) declara:
“Así como en las escrituras divinas se ha hecho una diferenciación entre los justos y los pecadores, y se les han otorgado rangos distintos; de la misma manera, en la ley de la naturaleza hay una distinción entre estas dos personas, entre las cuales, una considera a Dios como la Fuente de la gracia, y por medio de oraciones silenciosas y expresas pide fuerza y ayuda, mientras que la otra sólo se basa en sus propios planes y fuerza, considerando la oración una farsa. Además, permanece descuidado y se muestra engreído hacia Dios. Quien suplica a Dios en tiempos de dificultad y angustia y busca en Él la resolución de sus dificultades, alcanza la satisfacción y la verdadera prosperidad en Dios Altísimo, siempre que lleve su súplica hasta el límite (la condición para ello es que suplique hasta el límite). Aunque no logre el propósito de su súplica, Dios Altísimo le concede otro tipo de satisfacción y no experimenta frustración. Además, su fe se fortalece y su certeza aumenta”.
Debemos reflexionar sobre este asunto: si buscamos alcanzar la gracia de Dios Altísimo debemos entender la distinción que Él ha puesto entre los justos y los pecadores. De hecho, el que es justo considera que Dios Altísimo es la Fuente de todas las bendiciones y la gracia. Tal persona cree con certeza que toda generosidad emana sólo de Él y reconoce que toda fuerza debe buscarse de Él. Es esta misma creencia la que define a un verdadero creyente. Por otro lado, el arrogante no reconoce esta realidad. Cree que puede lograrlo todo sólo por medios mundanos. Al pensar así, en algún momento, Dios Altísimo ajusticia a tal individuo.
En una narración con respecto al Santo Profeta (sa), se menciona que cada vez que se levantaba de una reunión, suplicaba las siguientes palabras:
“¡Oh mi Dios, otórganos tal temor de Ti que sirva como una barrera entre nosotros y el pecado, a través de la cual nunca te desobedezcamos. Concédenos tal obediencia que nos lleve a Tu Paraíso y concédenos tal certeza que nos facilite las pruebas y adversidades de este mundo! ¡Oh Dios, mi Señor, permítenos hacer un uso legítimo de nuestros oídos, nuestros ojos y nuestra fuerza mientras vivamos, y haznos herederos de todo lo que es bueno. Toma represalias en nuestro nombre de aquellos que nos perjudican y ayúdanos contra aquellos que albergan enemistad hacia nosotros. Protégenos de cada prueba que podamos enfrentar en nuestra fe. No dejes que este mundo se convierta en nuestra mayor preocupación e inquietud, o el pináculo de nuestro conocimiento (es decir, el alcance de nuestro conocimiento no debe limitarse sólo a los asuntos mundanos. Nuestras preocupaciones e inquietudes no deben limitarse a las cosas materiales). Y no impongas sobre nosotros a alguien que no nos muestre misericordia o no nos trate con bondad!”.
Por todo ello, esta súplica debe recordarse siempre. ¡Cuán profundamente conmovedora es la oración ofrecida por el Santo Profeta (sa) a Dios Altísimo! Es una súplica muy completa que el Santo Profeta (sa) nos ha enseñado.
Oramos a Dios Altísimo para que Él permita que todas nuestras habilidades y cada parte de nuestro cuerpo – ya sean nuestros ojos, oídos, nariz, lengua, cerebro y corazón, es decir, cada aspecto de nuestro ser – se convierta en una fuente de beneficio; y que cada parte de nuestro cuerpo exprese gratitud a Dios Altísimo; y que nos convirtamos en los destinatarios de sus bondades. ¡Que Dios Altísimo nos proteja de los opresores!
En cuanto a las condiciones actuales en algunos lugares del mundo, en Pakistán, en otros países y regiones como Bangladesh, Argelia, etc., o en algunos de los países africanos, ciertos grupos equivocados han tomado el control o lanzan ataques. Incluso los gobiernos, por miedo, cumplen con sus demandas. Por lo tanto, debemos orar a Dios Altísimo para que nos conceda la liberación de los opresores, que Él tome la revancha y nos ayude contra aquellos que albergan enemistad contra nosotros. Cuando oremos de esta manera en Ramadán, Dios Altísimo provocará un cambio revolucionario. Seremos entonces testigos de que, ya sea un clérigo [Maulvi] o una persona poderosa en Pakistán, o cualquier otro individuo poderoso que pertenezca a un gobierno, ninguno podrá causarnos daño alguno. Si nos postramos sinceramente ante Dios Altísimo, Él nos concederá Su ayuda y demostrará ser nuestro “Wali” y Amigo.
El Mesías Prometido (as) afirma:
“El camino más corto para obtener las bendiciones divinas es la oración. Para que la oración se ofrezca perfectamente, hay ciertos requisitos previos en el sentido de que debe contener fervor, profunda angustia y una intensa súplica” (se requiere humildad e inquietud y desarrollar un estado de angustia).
El Mesías Prometido (as) declara:
“La oración ofrecida con humildad, angustia y aflicción es la que atrae las bendiciones de Dios Altísimo y, a través de su aceptación, nos permite alcanzar el propósito real. Sin embargo, la dificultad está en que esto no se puede lograr sin las bendiciones de Dios. El remedio para esto es que persistamos en nuestras súplicas. Independientemente de lo abatidos o desprovistos de entusiasmo que estemos, no debemos cansarnos de orar (tanto si experimentamos deleite en la oración o no, no debemos darnos por vencidos). Debemos orar: ‘¡Oh Dios! No tenemos a nadie más que a Ti y no podemos recurrir a nadie más (eso es lo que debemos suplicar a Dios). No puedo ir a nadie ni puedo hacerlo. Permaneceré en Tu umbral y mi corazón no encontrará consuelo hasta que aceptes mis súplicas”.
El Mesías Prometido (as) dice:
“Incluso si una persona debe [inicialmente] actuar de manera artificial o antinatural, debe continuar orando, porque llegará un momento en que esa oración ofrecida con artificialidad y esfuerzo aparente tomará la forma de verdadera oración”.
En otro lugar dice:
“Para participar en una súplica verdadera y prístina, también debemos implorar por ello. Muchas personas oran, pero pronto se rinden y afirman que no consiguieron nada. Mi consejo para esas personas es que hay bendición en el tamizado de este polvo, y que eventualmente se alcanzará el objetivo final”.
El objetivo que uno busca, la perla que se quiere obtener, se logra sólo a través de esta misma práctica. Como bien saben aquellos que buscan oro a través de los métodos tradicionales, se sientan junto a las orillas de los ríos, tamizan el suelo con coladores, tamizan incansablemente muchos kilogramos, incluso muchos “mann” [una unidad de medida equivalente a 40 kg] de suelo, para luego encontrar una pequeña pieza de oro, tal vez un mero “tola” [aprox. 11 g] o incluso menos y se alegran por ello. Pasan muchos días realizando este mismo proceso para lograrlo. De la misma manera, si uno continúa postrado ante Dios Altísimo, obtendrá las bendiciones.
Afirma además:
“Con el tiempo, uno puede alcanzar su objetivo final. Llega un momento en el que el corazón se alinea completamente con la lengua, y entonces la humildad y el fervor, que son los requisitos previos de la oración, comienzan a manifestarse (desarrollar el fervor es extremadamente vital)”.
El Mesías Prometido (as) continúa:
“Aquel que se levanta durante la noche, independientemente de cuánta falta de concentración tenga (incluso si hay falta de atención) e impaciencia (ofrece su oración de manera apresurada), y en esta condición suplica: ‘¡Oh mi Dios, mi corazón está en Tus manos, purifícalo!’, aunque sienta una sensación de constricción espiritual [en el corazón], si busca la expansión espiritual y el alivio de Dios Altísimo, se le concederá”. Incluso en este estado de desinterés, Dios Altísimo puede lograr un estado en el que uno comienza a aumentar su interés y eliminar los obstáculos del corazón y desarrollar un estado de fervor. La sensación de constricción se liberará, y no sólo sentirá atención por la necesidad de orar, sino que las súplicas comenzarán a brotar del corazón.
El Mesías Prometido (as) afirma:
“Este es el momento en que las oraciones son aceptadas (cuando nos encontramos en tal estado, se entiende que ha llegado el momento de la aceptación de las oraciones). En ese momento, seremos testigos de que el alma fluye en el umbral de lo Divino, como el agua que desciende de lo alto”. Por lo tanto, en un momento en el que desarrollemos un gran fervor, y luego continuemos en nuestros esfuerzos, Dios Altísimo infunde un estado de fervor y es en ese momento cuando nuestras oraciones comienzan a ser aceptadas.
El Mesías Prometido (as) afirma:
“El Dios al que invito es muy Clemente, Misericordioso, Modesto, Verdadero y Fiel. Él otorga Su misericordia a los humildes. Vosotros también debéis ser fieles y orar con toda sinceridad y fe para que Él pueda otorgaros Su misericordia. Alejáos del alboroto y ruido del mundo y no déis un cariz religioso a vuestras disputas egoístas. Aceptad la derrota por el bien de Dios para que podáis convertiros en herederos de grandes victorias”.
El Mesías Prometido (as) continúa:
“Tenéis que protegeros incluso de los pequeños problemas mundanos”. Para acercarse a Dios Altísimo, debemos distanciarnos de esas cosas. Tendremos que prestar atención al cumplimiento de los derechos de los demás. Se debe prestar atención al cumplimiento de los derechos de los familiares y amigos cercanos. Sólo entonces nuestra atención se dirigirá hacia el cumplimiento de los derechos de Dios, y es entonces cuando comenzaremos a presenciar las señales de cómo son aceptadas las oraciones.
El Mesías Prometido (as) afirma:
“La primera bendición de la oración es que produce una transformación pura en el ser humano”. Para la aceptación de la oración, es crucial que se produzca un cambio piadoso. Este cambio puro no sólo debe ocurrir durante el mes de Ramadán, sino que debe ser una transformación permanente, y sólo entonces los efectos de la aceptación de las oraciones se manifestarán en el individuo.
El Mesías Prometido (as) añade:
“Como consecuencia de [este cambio puro], Dios también produce una transformación en Sus atributos. Sus atributos son de hecho inmutables, pero para una persona transformada muestra una manifestación diferente”. No es que los atributos de Dios Altísimo cambian, sino que Dios pone en marcha Sus atributos de misericordia y bendición y los otorga a tal individuo.
El Mesías Prometido (as) afirma además:
“El mundo no conoce nada de esto (cuando una persona entra en este estado, cuando se hace completamente de Dios le parece como si Él fuera otro Dios, cuando, de hecho, no hay otro Dios). La verdad es que es una nueva manifestación Suya que lo retrata como una luz completamente diferente. Es entonces cuando Dios, en honor de esta manifestación especial, hace por el transformado lo que no hace por los demás”. Aquellos que dicen: “Si este es el decreto divino, y está destinado a suceder”, entonces, ¿cómo pueden aceptarse las oraciones? Sin embargo, Dios Altísimo afirma que si una oración se hace con verdadera sinceridad, Dios Altísimo cambia el destino y sus decretos divinos, y lo que estaba destinado a un mal resultado se transforma en uno de rectitud y éxito.
Por lo tanto, debemos prestar gran atención a las oraciones y hacer de este Ramadán, un mes en el que nuestras oraciones sean aceptadas, un Ramadán para lograr un cambio puro dentro de nosotros mismos, y luego dejar que esta transformación pura conforme una parte permanente de nuestras vidas. ¡Que Dios Altísimo nos conceda la salvación de nuestros enemigos, de todos los oponentes y de todos los opresores! ¡Que Dios nos conceda la capacidad de hacer de este Ramadán un medio para lograr un cambio duradero y puro en nuestras vidas, y que esta transformación se convierta en una parte integral de nuestra existencia! ¡Que Dios Altísimo nos conceda la capacidad de hacerlo!