Ramadán – Comprensión de la filosofía de la aceptación de las oraciones
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Ramadán – Comprensión de la filosofía de la aceptación de las oraciones

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes, pronunciado el 16.04.21.

Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido. 

Después de recitar el Tashahud, Taáwuz y Surah Al-Fatiha, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) recitó los versículos 184 al 187 de Surah Al-Baqara.

La traducción de estos versículos es la siguiente:

“¡Oh creyentes! Se os prescribe el ayuno, como también fue prescrito a los que os han precedido, para que seáis justos”, (2: 184).

“El ayuno prescrito debe durar un número fijo de días, pero aquel de entre vosotros que esté enfermo o de viaje ayunará el mismo número de días con posterioridad; y para aquellos que solo pueden ayunar con gran dificultad hay una expiación: alimentar a un pobre. Y quien realiza una buena obra con obediencia voluntaria, mejor para él. El ayuno es bueno para vosotros, ¡si lo supierais!”, (2:185).

“El mes de Ramadán es aquél en que se hizo descender el Corán como guía magna de la humanidad, con pruebas claras de dirección y discernimiento. Por tanto, quienquiera de vosotros que se encuentre en casa durante este mes, que ayune allí. Pero quien esté enfermo o de viaje, deberá ayunar el mismo número de días posteriormente. Al’lah desea daros facilidades y no quiere para vosotros lo difícil, y que completéis el número de días y ensalcéis a Al’lah por haberos guiado y para que seáis agradecidos“, (2:186).

“Y cuando Mis siervos te pregunten por Mí, diles: ‘Estoy cerca. Respondo a la plegaria del que suplica cuando Me invoca. Por lo tanto, deben escucharme y creer en Mí, para que puedan seguir el camino recto’”, (2:187).

 De nuevo este año y por la gracia de Dios Altísimo, hemos sido bendecidos con la oportunidad de pasar a través del mes de Ramadán, pero debemos siempre recordar que solamente experimentar y transcurrir por el mes de Ramadán no es suficiente; o simplemente mantener el ayuno comiendo por la mañana el “sehri” y luego por la noche romper el ayuno a la hora del “iftari” no es suficiente para cumplir el propósito real del ayuno. De hecho, a la vez que ayunamos, Dios Altísimo nos ordena que produzcamos cambios virtuosos dentro de nosotros mismos. Dios ha dado varios mandamientos con respecto al ayuno y también la buena nueva de que, al actuar de acuerdo con estos mandamientos, nos concederá Su cercanía y aceptará nuestras oraciones. He recitado algunos de los versículos que contienen dichos mandamientos. En los versículos que acabo de exponer, Dios Altísimo llama nuestra atención hacia la obligación de realizar el ayuno. De manera similar, declara además que, si una persona está enferma o tiene alguna otra razón válida para estar exenta de ayunar, debe completar el mismo número de ayunos después [del mes de Ramadán]. O, si no se pueden completar los ayunos más tarde por una enfermedad de larga duración, entonces debe dar “fidia” (caridad). Sin embargo, debe recordarse que, si podemos completar los ayunos más tarde y tenemos capacidad financiera, también se debe pagar “fidia”.

Luego, además de mencionar la importancia tanto del Sagrado Corán como de su revelación, Dios declara que recitarlo y actuar de acuerdo con sus enseñanzas es un medio de orientación, fortalecimiento de nuestra fe y nuestra relación con Dios Altísimo, y nos ayuda a entender las enseñanzas que Él ha enviado. Aparte, Dios nos ha dado la buena nueva de: “¡Oh Profeta, diles a Mis siervos que estoy cerca de ellos, escucho sus oraciones y las acepto.” Y con respecto al Ramadán, el Santo Profeta (sa) declara que “Dios Altísimo desciende al nivel más bajo de los cielos”, lo que significa que escucha mucho más las oraciones de Sus siervos. No obstante, Dios ha declarado que si deseamos que Él escuche nuestras oraciones, entonces debemos obedecerle y actuar de acuerdo con Sus mandamientos. Pero no solo en el mes de Ramadán; pues tenemos que hacer de estas virtudes una parte consistente de nuestras vidas y fortalecer nuestra fe.

Así pues, existen ciertas condiciones previas para la aceptación de la oración y cuando embellezcamos nuestras oraciones de acuerdo con estas condiciones, entonces encontraremos que Dios Altísimo nos concederá Su cercanía y escuchará nuestras oraciones. Presentaré ahora algunos dichos del Mesías Prometido (as) sobre la oración, su importancia y cómo debemos mejorar nuestras acciones. También, en relación a esto, presentaré algunos de sus dichos sobre las condiciones para la aceptación de la oración, su filosofía y su más profundo significado.

Muchos de nosotros hacemos plegarias superficialmente y luego decimos que Dios no ha aceptado nuestras oraciones, como si Dios Altísimo debiera aceptar todo lo que le pedimos. En otras palabras, algunos afirman que (Dios nos perdone) Dios Altísimo está obligado a hacer lo que le piden y pueden ordenarle lo que deseen, independientemente de sus propias acciones. Al’lah ha dicho claramente que este no es el caso. Primero debemos hacer lo que Él dice y moldear nuestras acciones de acuerdo con las enseñanzas del Sagrado Corán. Cuando se crea una atmósfera de acciones virtuosas durante el mes de Ramadán y se imparten clases [sobre el Santo Corán], entonces debemos escuchar, reflexionar y actuar de acuerdo con Su guía y mandamientos. Debemos analizar y ver cuán firme es nuestra fe; por ejemplo, ¿flaquea nuestra fe cuando nos enfrentamos a algún tipo de dificultad o prueba? En cualquier caso, este es un asunto en el que nosotros tenemos que dar el primer paso y, cuando alcanzamos lo más alto, se encienden la misericordia, la bondad y la gracia de Dios Altísimo. Así, es de suma importancia que entendamos esto.

En una ocasión, el Mesías Prometido (as) declaró:

“La oración es el orgullo del Islam y algo de lo que los musulmanes están muy orgullosos. Pero recordad, la oración no es la mera expresión de palabras, sino que se da cuando el corazón se llena con el temor de Dios y el alma del suplicante fluye como agua ante el umbral Divino; y busca el perdón de Dios Altísimo y Todopoderoso por sus debilidades y faltas. Este es un estado que, en otras palabras, se puede llamar ‘muerte’. Cuando se llega a este estado, la persona puede estar segura de que se le ha abierto la puerta de la aceptación y se le concede una fuerza especial, gracia y firmeza, para mantenerse alejada del mal y permanecer firme en la virtud. Por encima de todos los demás, este medio es el más poderoso.”

Por lo tanto, esta es la verdadera manera de orar: alcanzar la cercanía de Dios, el método para que nuestras oraciones sean aceptadas y la forma para mantenernos alejados del pecado. En estos días, muchas personas preguntan cómo pueden saber si sus pecados han sido perdonados y si Dios está complacido con ellos. El Mesías Prometido (as) ha descrito un principio básico que consiste en que, si establecemos una conexión verdadera y duradera con Dios Altísimo y hacemos un esfuerzo genuino, entonces Dios nos otorga una bendición tal que nos da la firmeza de estar libres de pecado. No solo nos podemos salvar del mal, sino que se nos concede la capacidad de realizar actos virtuosos de forma continua. Si esto no se produce, entonces no podemos decir que hemos alcanzado la cercanía a Dios Altísimo. Por tanto, seremos verdaderos sirvientes de Al’lah solo cuando comencemos a pensar de acuerdo con estas indicaciones y actuemos en consecuencia; y esto es algo que debemos esforzarnos en lograr durante este Ramadán. Como he dicho anteriormente, presentaré ante vosotros algunos dichos del Mesías Prometido (as) en relación a la plegaria.

Con respecto a la aceptación de las plegarias, el Mesías Prometido (as) declaró en una ocasión:

“El tema de la aceptación de las plegarias es de hecho una rama del tema de la oración. Es un hecho establecido que una persona que no comprende el principio básico encontrará dificultades para comprender una rama del mismo y le llevará a malentendidos. (Para entender algo, primero debemos comprender el principio fundamental,  pues si no entendemos el principio fundamental, en consecuencia, no importa cuántas explicaciones o argumentaciones se den, el asunto no se comprenderá).

El principio de la oración es que existe una relación de mutua atracción entre un siervo piadoso y su Señor, (es decir, la capacidad de sentirse atraído hacia Él). Para empezar, la Gracia (Rahmaniat) de Dios Altísimo atrae a un siervo hacia Él Mismo. Después, a través de su sinceridad, el siervo se acerca a Dios (si una persona se esfuerza con un corazón puro y sincero, entonces Dios Altísimo se acercará a ella) y es en la oración cuando esa relación llega a cierta etapa y manifiesta sus maravillosas cualidades. Cuando un siervo que se enfrenta a una gran dificultad, se inclina hacia Dios con perfecta certeza, perfecta esperanza y perfecto amor, perfecta fidelidad y perfecta resolución; y estando extremadamente alerta y apartando por completo los velos de la negligencia, avanza profundamente hacia su propia aniquilación. ¿Y qué ve entonces?). Contempla frente a sí mismo la Corte Divina donde Él no tiene copartícipe. (En este punto podemos ver solo a Dios y no queda nada más a la vista, y entonces nada del mundo tiene significado excepto Dios). Cuando alcanzamos esa etapa, nuestra misma alma se postra en ese umbral y el poder de atracción del que ha sido dotado  atrae la generosidad de Dios Altísimo hacia sí mismo. (O sea, al hombre se le ha otorgado un poder de atracción y, al llegar a tal estado, atrae las bondades de Dios). Entonces, el Mismo Dios, el Glorioso, comienza a cumplir el propósito de la súplica e inicia el efecto de la oración sobre todos esos medios preliminares, (es decir, Dios Altísimo ejerce Su voluntad sobre cualquier método o proceso que se requiera para cumplir esa oración) que dan lugar a los medios necesarios para lograr el propósito de la oración. Por ejemplo, si la plegaria es para la lluvia, al ser aceptada, los medios naturales que se necesitan para la lluvia son creados por el efecto de la oración; y si uno pronuncia una maldición para una hambruna, el Todopoderoso crea los medios contrarios.”

El Mesías Prometido (as) dice además:

“La fuente de miles de milagros que fueron manifestados por los Profetas, así como de las maravillas que los santos han exhibido en todo momento, es la oración; y es a través del efecto de la oración que eventos extraordinarios muestran el poder del Todopoderoso.”

Hay innumerables profecías mencionadas en el Sagrado Corán y también vemos que muchas de ellas se cumplieron durante la época del Mesías Prometido (as); y bastantes personas piadosas vieron el cumplimiento de sus sueños verdaderos, como resultado de los efectos de la oración. Todo esto solo es posible cuando nos inclinamos sinceramente hacia Dios Altísimo.

El Mesías Prometido (as) va más allá y escribe:

“Al’lah, el Exaltado, afirma: ‘A la persona que se esfuerza en Nuestra causa se le mostrarán los caminos que conducen a Nosotros’. (Dios antepuso al humano la responsabilidad de esforzarse). Junto con esta promesa, también se nos ha enseñado la oración:

‘Dirígenos por el camino recto’, (Corán, 1:6).

(Por un lado, Dios Altísimo prometió que, si nos esforzamos en Su camino, nos guiará por el camino recto; y al mismo tiempo, enseñó la oración:

‘Dirígenos por el camino recto’.

Por consiguiente, el hombre debe tener en cuenta esto y suplicar fervientemente en sus oraciones formales, y desear ser incluido en el grupo que logró el éxito y el discernimiento, no sea que se aparte de este mundo ciego y carente de visión.

Por lo tanto, Dios Altísimo dice: ‘Quien sea ciego en este mundo será ciego en el Más Allá’.”

Dicho en otras palabras, se refiere a aquellos que están espiritualmente ciegos. El que en esta vida está inmerso en el materialismo, fracasa en reconocer a Dios y no comprende la sabiduría detrás de la oración o los efectos que contiene, Por el contrario, está inmerso en el materialismo y entonces, incluso en el Más Allá, no podrá obtener la cercanía de Dios.

El Mesías Prometido (as) declara que en esta misma vida tenemos que hacer los preparativos para el Más Allá y  afirma:

“Esto demuestra que debemos llevarnos con nosotros la capacidad de ver desde este mismo mundo, para que seamos capaces de visualizar el Más Allá. (O sea, si deseamos experimentar la próxima vida, en la que obtendremos la cercanía de Dios Altísimo, tenemos que desarrollar los sentidos en esta vida a fin de prepararnos para ello). Así pues, para experimentar la próxima vida, nuestros sentidos deben desarrollarse en este mundo. ¿Se puede concebir que Dios, el Exaltado, haga una promesa y luego no la cumpla?”

El Mesías Prometido (as) añade:

“Una persona ciega es aquella que carece de visión y placer espirituales. Alguien que sigue ciegamente las prácticas de su familia, solo porque nace en un hogar musulmán, se llama ‘musulmán’. (Es decir, esta es una persona que no presta ninguna atención, ni realiza ningún acto prescrito y es solo musulmana porque nació en una familia musulmana). De manera similar, una persona que nace en una familia cristiana se convierte en cristiana. Esta es la razón por la que estos individuos no creen en Dios, ni en el Mensajero (sa), ni en el  Corán. Incluso el amor que estas personas tienen por la religión es cuestionable. (La religión de una persona que la sigue ciegamente es cuestionable). Incluso algunos permanecen en compañía de aquellos que actúan con insolencia hacia Dios y Su Mensajero (sa). Esto se debe enteramente al hecho de que esas personas no poseen vista espiritual y están vacíos de amor por la religión. ¿Acaso una persona que está llena de amor desea algo que esté en desacuerdo con el agrado de su amado? (Si uno siente amor por alguien, no está dispuesto a escuchar nada que vaya en contra de su amado). Por tanto, Dios Altísimo nos enseña que está dispuesto a otorgar Sus bondades si una persona está preparada para recibirlas. La ofrenda de esta súplica le prepara a uno para recibir la guía Divina.”

Por eso, durante estos días, debemos recitar constantemente la oración:

“Dirígenos por el camino recto”; o sea, que Dios Altísimo nos guíe por el camino recto y purifique nuestros corazones, nos haga un verdadero adorador de Dios y también nos permita cumplir con los derechos de los siervos de Dios, para que no seamos como los extremistas que vemos actualmente y que cometen injusticias en nombre de Dios y del Santo Profeta (sa). ¡Que Dios Altísimo nos proteja a todos de la maldad de esta gente!

Algunas personas dicen que han pecado hasta tal punto que Dios nunca los perdonará,  pero otras se preguntan si una persona que ha pecado mucho será perdonada. Incluso algunos individuos que piensan que no serán perdonados, caen más profundamente en el pecado. En realidad, satanás pone este pensamiento en sus corazones y usa estas estratagemas para distanciarnos de Dios. Esas personas están firmemente atrapadas por satanás.

En este sentido, al explicar la forma de escapar de las garras de satanás, el Mesías Prometido (as) explica:

“La idea de haber cometido una plétora de pecados no debe impedir que un pecador ruegue por su perdón. (Uno nunca debe dejar de orar y pensar que ha cometido demasiados pecados). La oración es un antídoto. Al final, tal persona observará cómo las oraciones sirven para fomentar en él la aversión al vicio. (La oración es el remedio para salvaguardarnos del pecado y cuando oramos con plena constancia, comenzamos a odiar el pecado y satanás acaba huyendo). Finalmente, aquellos sumidos en el pecado, que desesperan de la aceptación de la oración y no buscan recurrir al arrepentimiento, pierden la fe en los Profetas y sus influencias. Esa gente se aleja de la religión.”

Tales personas se alejan de la religión y, al alejarse de los Profetas, se vuelven ateos. Así pues, incluso para los individuos que están inmersos en el pecado, el Islam les muestra un rayo de esperanza  y Dios Altísimo ha ordenado cada año el mes de Ramadán para crear esta atmósfera y para que busquemos el arrepentimiento de los pecados. Por tanto, debemos sacar provecho de este mes.

Al referirse a una revelación que se le concedió: “Aceptaré todas tus oraciones”, el Mesías Prometido (as) afirma:

“Mi Compasivo Maestro, Dios Altísimo, me ha prometido claramente:

‘Aceptaré todas tus oraciones’.

Sin embargo, soy muy consciente de que la palabra “todas” (kul’la) se refiere a aquellas oraciones que, si se aceptan, no causarán daño. (No significa literalmente que todas las oraciones serán aceptadas. ‘Kul’la‘  o ‘todas’ significa aquellas oraciones que no causarán daño alguno). Por el contrario, cuando Dios desea mejorar y reformar, rechazar una oración es también una forma de aceptación. A veces, una persona no logra el resultado de su plegaria y uno supone que Dios Altísimo ha rechazado su oración, aunque en realidad ha aceptado la súplica de dicha persona y la aceptación se manifiesta en forma de desaprobación. En el caso específico que nos ocupa, detrás del velo aparente, en realidad, la ventaja y el beneficio reales residen en el rechazo de la oración del suplicante. Dado que el hombre posee una vista corta y carece de previsión, y da mucha importancia a la apariencia exterior, es aconsejable que cuando rece a Dios y no reciba un resultado aparentemente beneficioso, de acuerdo con su propia noción preconcebida, no debería pensar mal de Dios, y concluir que su oración ha sido rechazada. Dios Altísimo escucha la oración de todo suplicante.

‘Rogadme; Yo responderé a vuestra plegaria’.

En este caso, el misterio y el secreto es que el mayor bien y beneficio para el suplicante radica en que se rechace su oración.”

En otras palabras, es más beneficioso para el suplicante si sus oraciones son rechazadas en este caso en particular.

Elaborando aún más sobre este punto, el Mesías Prometido (as) dice:

“Este es el principio de la oración: al aceptar la oración, Dios Altísimo no está sujeto a nuestros pensamientos y deseos. Se puede observar lo cariñosamente que una madre quiere a su hijo. Ella desea que su hijo no sufra ningún daño. Pero si un niño llora e insiste en la absurda idea de que le entreguen una daga afilada o un trozo de carbón brillante e incandescente, ¿aprobaría la madre, a pesar de su verdadero amor y compasión, que su hijo se apodere de un trozo en llamas de carbón y luego se queme su mano; o cortarse la mano con la hoja afilada de una daga? Por supuesto que no. El principio subyacente en la aceptación de la oración puede entenderse a la luz de este ejemplo.”

El Mesías Prometido (as) añade:

“Yo mismo tengo experiencia en este sentido,  pues cuando existe un aspecto perjudicial en una determinada oración, no se acepta en lo más mínimo. (No significa que se aceptarán todas las oraciones. Dios Altísimo sabe mejor, ya que Él es el Conocedor de lo invisible. Si hay un aspecto perjudicial en la oración, esa oración no es aceptada). Se puede entender fácilmente que nuestro conocimiento no es definitivo y no está exento de faltas. Hay muchas cosas que hacemos con gran placer, considerándolas como algo bendito, y en nuestra propia opinión creemos que sus resultados también son benditos, pero al final se convierten en un dolor y una aflicción que se aferra a nosotros.”

Vemos muchos ejemplos de esto hoy en día, e incluso en las cartas que recibo a diario, la gente reza por algo y luego hace todo lo posible para lograrlo por la fuerza. No obstante, sus resultados no son alentadores. Como consecuencia de esto albergan agravios contra Dios Altísimo, diciendo que comenzaron este trabajo rezando mucho y que también han dado limosnas, pero el resultado no fue beneficioso para ellos, o que sus oraciones no fueron aceptadas. En primer lugar, es importante señalar que, ¿ha orado ese individuo todo lo posible como se ha mencionado? ¿Han establecido una relación con Dios, como se requiere? Si la respuesta es negativa, entonces, como ha dicho el Mesías Prometido (as), es un mero ejercicio de labios y boca. Si una persona ha rezado hasta su máxima capacidad y después Dios Altísimo ha rechazado su petición, o los resultados no fueron positivos, entonces hubo algo de sabiduría Divina detrás de esta decisión y ello será beneficioso para esa persona. Si alguien hizo hincapié en un asunto y se equivocó al hacerlo, entonces, en lugar de albergar agravios contra Dios, la persona debe buscar el perdón y aceptar que fue su propio error el intentar perseguir algo que no era beneficioso para su vida. Algunas personas rezan y dicen: “¡Oh Dios Mío, incluso si no es beneficioso para mí, acepta esta oración!” Este ha sido el caso en ciertas propuestas de matrimonio. Dios Altísimo escuchó la oración de esa persona y se casó donde la persona deseaba, aunque tras un tiempo terminó en divorcio. Por lo tanto, no se debe orar de esta manera. A veces, para darle una lección a la persona, Dios acepta la oración de alguien a pesar de no ir a su favor. Después, cuando esa persona ve el resultado, busca el perdón y se arrepiente.

En este sentido, el Mesías Prometido (as) declara:

“Por eso, no se puede decir que todos los deseos del hombre estén libres de daño si se cumplen. El hombre no es más que una mezcla de faltas y errores, (el hombre es susceptible de cometer errores). Así pues, como uno supondría y como es el caso, algunos de sus deseos son perjudiciales. Si Dios Altísimo aceptara tales deseos, esto claramente contravendría la misericordia Divina.”

Ciertas súplicas son dañinas para la persona y si Dios tiene a esa persona como querida por Él, entonces no aceptará esas oraciones porque contravienen Su Misericordia, ya que Dios no permite que Sus amados siervos sufran daños.

El Mesías Prometido (as) escribe:

“Es un asunto bastante seguro y cierto que Dios, el Exaltado, acepta las oraciones de Sus siervos y les confiere el honor de la aceptación, pero no cada deseo necio. (O sea, esto no es para todas las personas). La emoción interna ciega a una persona respecto a lo que es mejor a largo plazo y nos lleva a orar en nuestro propio detrimento. (Oran sin pensar en las consecuencias de esa oración). Sin embargo, Dios Altísimo, que desea lo mejor para nosotros en el sentido más verdadero y ve el fin último de todos los asuntos, rechaza la oración que Él sabe que traerá daños y perjuicios para el suplicante si fuese aceptada. Este rechazo de la oración constituye en realidad una aceptación. (Esta es la ley de Dios para aquellos que le son queridos). Por consiguiente, aquellas oraciones que no comprometen la seguridad de los humanos frente a la calamidad y la adversidad son aceptadas, y Dios acepta las súplicas dañinas en forma de rechazo.”

El Mesías Prometido (as) afirma además: “He recibido la siguiente revelación innumerables veces (como se mencionó anteriormente):

‘Aceptaré todas tus oraciones’.

En otras palabras, esto significa que se aceptará cualquier súplica que sea, en esencia, beneficiosa y ventajosa. [Así es como el Mesías Prometido (as) ha interpretado la revelación en el sentido de que se le aceptarán las oraciones beneficiosas]. Cuando reflexiono sobre este punto, mi alma se sacia de placer y deleite. La primera vez que recibí esta revelación, hace unos veinticinco o treinta años, estaba inmensamente encantado de que Dios Altísimo aceptaría aquellas súplicas mías que hiciera para mí mismo o mis seres queridos. A partir de entonces, entendí que ni siquiera la más mínima avaricia debía ser ejercida por mí en este sentido, porque este es un favor Divino y Dios, el Exaltado, ha descrito a los virtuosos con las siguientes palabras:

‘…Y gastan de lo que les hemos proporcionado’, (2:4).

Por tanto, sigo una práctica establecida para mis amigos, tanto si me lo recuerdan como si no, o si me informan de un asunto grave como si no, yo rezo regularmente por su bienestar en asuntos relacionados con sus temas mundanos y espirituales.”

Al explicar las diversas condiciones previas para la aceptación de la oración, el Mesías Prometido (as) nos dice:

“No obstante, prestad atención con un corazón atento que hay ciertas condiciones previas para la aceptación de la oración. Algunas de ellas se refieren a la persona que hace la súplica y otras se refieren a la persona por la que se hace la súplica. Es necesario para un individuo que solicite a otro que rece por él que primero él mismo sea temeroso de Dios Altísimo. (Este es un punto extremadamente importante. El que pide a otro que rece por él tiene que inculcar siempre el temor de Dios Altísimo en su interior). Dichas personas deben permanecer en el temor del Ser Divino, ya que Él es el Independiente y el Implorado por Todos. (Debe recordar constantemente que Dios no depende de nadie y temer siempre a Dios Altísimo). Tiene que establecer el hábito de mantener relaciones pacíficas y de adorar a Dios a lo largo de toda su vida. (Todos estos aspectos son importantes, es decir: crear el hábito de mantener relaciones pacíficas y adorar a Dios durante el resto de sus vidas). Deben complacer a Dios con rectitud y piedad. Cuando este sea el caso, la puerta de la aceptación de las plegarias se abre para tal persona. (O sea, al cumplir uno con todas estas condiciones previas, es entonces cuando se le abre la puerta de la aceptación de las oraciones). Pero si una persona desagrada a Dios Altísimo, arruina su relación con Él y se enfrenta con Él, (o sea, si uno no se adhiere a los mandatos de Dios Altísimo y no cumple con los derechos de Dios y de Su creación), entonces sus crueldades y malas acciones se convierten en un obstáculo o en una montaña que se interpone en el camino de la oración. (En otras palabras, se convierten en un muro o en un obstáculo como una montaña). Como resultado, la puerta de la aceptación se cierra para dicha persona. (Es decir, la puerta de la aceptación de la oración se cierra para tal persona y las oraciones para sí mismo no serán aceptadas ni las oraciones realizadas para la persona que ha pedido que rece por ella tampoco serán aceptadas en su favor). Por eso, nuestros amigos tienen que evitar que nuestras oraciones sean en vano y no deben permitir que su camino sea obstruido por cualquier barrera que pueda ser erigida como resultado de sus propias acciones inaceptables.”

El Mesías Prometido (as) ha afirmado que si nuestras acciones no son correctas, nuestras oraciones no serán aceptadas en nuestro favor. De hecho, esas acciones se convertirán en un obstáculo en el camino de la aceptación.

Otro aspecto que es extremadamente importante para la aceptación de las oraciones es que debemos ser completamente firmes en nuestras creencias. Esta es una condición fundamental y además que debemos realizar acciones piadosas. La mención de realizar acciones piadosas también se ha explicado anteriormente, cuando Dios afirma que hemos de cumplir con Sus mandatos y responder a Su llamada, ya que esto es fundamental y vital para la aceptación de las oraciones.

El Mesías Prometido (as), al exponer esto, explica:

“Es recto afirmar que una persona que no realiza acciones adecuadas no reza de verdad, sino que pone a prueba a Dios. Por lo tanto, antes de rezar es necesario hacer pleno uso de las propias facultades y este es el sentido de la súplica que acabamos de mencionar. En primer lugar, corresponde a una persona analizar sus propias creencias y acciones. Es costumbre de Dios Altísimo llevar a cabo la reforma mediante el uso de ciertos medios.” O sea, si tenemos los medios esenciales para llevar a cabo la reforma y luego tratamos de llevar a cabo una reforma interna en nosotros mismos, es entonces cuando seremos capaces de llevar a cabo realmente la reforma.

El Mesías Prometido (as) añade:

“Él crea algún tipo de medios que se convierten en la causa de la reforma de una persona. (Si rezamos con la máxima sinceridad de corazón, entonces Dios Altísimo concede tales medios que permiten que nos reformemos). Aquellas personas que dicen que ‘cuando se hace la oración, ¿qué necesidad hay de los medios?’, deberían reflexionar. ¿No se dan cuenta tales ignorantes de que incluso la propia oración es un medio sutil que da lugar a otros medios? (La oración en sí misma es un tipo de medio que da lugar a otros medios). La cláusula:

‘A Ti solo te adoramos’, que precede a la súplica:

‘Y a Ti solo imploramos ayuda’ (1:5), expone este mismo punto.

(En otras palabras, rezamos solo a Dios y luego buscamos Su ayuda para la realización de nuestras tareas y esto es lo que se está explicando aquí). Por lo tanto, este es el camino de Dios que observamos, mediante el cual Él crea los medios (es decir, es Dios Altísimo quien crea los medios). Observad cómo Dios proporciona agua para saciar nuestra sed y nos concede alimento para satisfacer nuestra hambre, pero Él lo hace a través de medios. (No es el caso de que la sed se sacie sin ella o que el agua caiga inmediatamente por arte de magia, o que el alimento se proporcione al instante. En realidad, se crean ciertos medios a través de los cuales se puede adquirir agua y alimentos). En consecuencia, este fenómeno de los medios funciona tal y como acabo de describirlo. Hay que crear medios para conseguir los fines, porque Dios tiene dos nombres. Dios Altísimo dice:

‘Al’lah es Poderoso, Sabio’.

En virtud de Su nombre Aziz (el Poderoso), Dios hace lo que sea necesario y el nombre Hakim (el Sabio) denota que cada una de Sus acciones se realiza con sabiduría, y se hace de forma correcta y adecuada de acuerdo con el tiempo y el lugar apropiados. Mirad cómo las plantas y la vegetación poseen diversas propiedades. Incluso una o dos tolas (unidad de medida) de turpezum son suficientes para limpiar los intestinos y lo mismo ocurre con la escamonea. Dios Altísimo tiene el poder de limpiar los intestinos de una persona sin el uso de ninguna medicina, o de saciar la sed sin agua, (Dios posee el poder de limpiar los intestinos sin ningún otro medio o de saciar la sed sin agua), pero era necesario que la humanidad aprendiera las maravillas de la naturaleza. (Era indispensable que la humanidad aprendiera las diversas maravillas de la naturaleza). Porque en la medida en que una persona aumenta su conciencia y conocimiento de las maravillas de la naturaleza, igualmente aumenta el grado de su comprensión de los Atributos de Dios Altísimo; y esto permite alcanzar la cercanía de Dios. A través de la medicina y la astronomía descubrimos miles de cualidades presentes en la naturaleza.”

Si reflexionamos desde una perspectiva espiritual, entonces para un científico que cree en un solo Dios, todos estos diversos aspectos de la creación o cualquier descubrimiento que haga serán una prueba de la existencia de Dios Altísimo, y se convertirá en un medio para fortalecer su fe; pero un ateo tal vez lo describa como una mera coincidencia. El Mesías Prometido (as) afirma que la razón por la que Dios ha revelado las maravillas de la naturaleza es para que comprendamos que todo en la vida tiene un propósito.

El Mesías Prometido (as) escribió:

“Debéis adoptar el camino de la rectitud, porque solo la rectitud es el resumen de la Sharia. Si tuviéramos que describir brevemente lo que significa la ‘Sharia’, podría decirse que su esencia es la rectitud. Hay muchos rangos y niveles de rectitud. Sin embargo, si un buscador atraviesa fielmente los rangos y niveles elementales de piedad con firmeza y sinceridad, finalmente alcanza los grados más altos, debido a su virtud y deseo de buscar la verdad. Dios Altísimo afirma: ‘Al’lah acepta las oraciones de aquellos que son justos’. Esta es una promesa Divina y Dios nunca falta a Su promesa. En este contexto, Él afirma: ‘Ciertamente, Al’lah no falla en Su promesa.’ La rectitud es una condición previa y necesaria para la aceptación de la oración (y no se puede separar o descartar, o dejar de lado). Ahora bien, si una persona desea que se acepte una oración en su favor, a pesar de su propia negligencia y desorientación, ¿no sería tal persona insensata e ignorante? Por ello, corresponde a nuestra Comunidad que, en la medida de lo posible, todos y cada uno de los miembros sigan los caminos de la rectitud, para que puedan experimentar el placer y el deleite de la aceptación de la oración, y alcanzar un aumento en su fe.”

Dios Altísimo afirma que debemos creer en Él y es entonces cuando nuestra fe seguirá fortaleciéndose. Luego, al explicar las diversas formas de beneficencia, el Mesías Prometido (as) afirma:

“Hay que recordar que existen dos formas de beneficencia: en primer lugar, está la Gracia (Rahmaniat); y en segundo lugar, la Misericordia (Rahimiat). La Gracia Divina del Rahmaniat es la que ya estaba en práctica incluso antes de que existiéramos. Por ejemplo, antes que nada, a través de la visión de Su conocimiento eterno, Dios Altísimo creó un cielo y una tierra, otras cosas mundanas y cuerpos celestes, que en el futuro cumplirían algún propósito en nuestras vidas, y así lo están haciendo. Los seres humanos son los que, en última instancia, se benefician de todas estas creaciones. Cuando las cabras, las ovejas y otros animales son en sí mismos beneficiosos para el hombre, ¿qué beneficio obtienen ellos en el sentido real? (Todos ellos han sido creados para el beneficio del hombre y ellos mismos no obtienen ningún beneficio como tal). Entre las cosas físicas, basta con observar cómo el hombre consume muchas formas exquisitas y excelentes de alimentos. La carne de alta calidad se reserva para los humanos, mientras que las sobras y los huesos se tiran a los perros. A nivel físico, los placeres y las comodidades que disfrutan los humanos también los experimentan los animales, pero son privilegio prioritario de la humanidad. Los animales tampoco participan del placer espiritual. (Este solo lo experimentan los humanos y los animales no están incluidos en él). Por tanto, hay dos formas de beneficencia: en primer lugar, lo que resulta, desde los primeros tiempos, incluso antes de nuestra existencia, de la creación de los elementos y de la materia, y que está ligado a nuestro servicio. Todas estas cosas estaban presentes incluso antes de nuestra propia existencia, deseo humano u oración, en virtud de las exigencias del Rahmaniat. (Todas estas cosas ya existían antes de nosotros y antes de nuestro deseo humano y nuestra oración, y todo esto se debe a la Rahmaniat, o sea, a la Gracia de Dios Altísimo).

La segunda forma de beneficencia es la Misericordia Divina (Rahimiat); es decir, lo que Dios nos otorga cuando rezamos. Si uno reflexiona, se hace evidente que la relación que sustenta la ley de la naturaleza es exactamente la misma relación que se encuentra en la oración. Algunas personas consideran que la oración es una creencia inventada por uno mismo. A este respecto, también me gustaría profundizar en la relación que nuestra oración tiene con Dios Altísimo.”

El Mesías Prometido (as) explica la relación que tiene el hombre con la oración y nos explica:

“Cuando un niño se inquieta por el hambre, grita y llora por la leche, el pecho de la madre comienza a llenarse de leche. Un niño no posee conciencia de la oración, aunque ¿cómo puede el llanto de un niño hace surgir la leche? Todo el mundo ha experimentado esto. A veces, se observa que una madre no siente la leche en su seno, pero en cuanto su hijo llora, la leche empieza a brotar. Ahora bien, ¿acaso nuestros gritos ante Dios Altísimo no van producir nada? Ciertamente, el favor Divino fluye y todos nuestros lamentos son escuchados, aunque los que están ciegos y se consideran eruditos y filósofos son incapaces de verlo. Si uno tiene en mente la relación que tiene un niño con su madre y reflexiona sobre la filosofía de la oración, se vuelve muy simple y fácil de entender. Esta segunda forma de beneficencia nos enseña que dicha forma de Gracia Divina se recibe pidiéndola, y si una persona continúa suplicando, seguirá recibiendo. Dios Altísimo afirma: ‘Suplica y lo aceptaré’.

No se trata de una frase vacía, sino de una característica inherente a la naturaleza humana.”

A continuación, explicando el significado de que “suplicar es humano y responder es Divino”, el Mesías Prometido (as) escribe:

“Suplicar es humano y responder es Divino. Una persona que no entiende y no acepta este hecho es falsa. El ejemplo del niño que acabo de dar aclara ampliamente la filosofía de la oración. La beneficencia de la Gracia (Rahmaniat) y la Misericordia (Rahimiat) no son dos fenómenos independientes. Por consiguiente, un individuo que abandona uno y busca el otro no puede beneficiarse de ninguno. Las exigencias de la Gracia son para desarrollar en nosotros la fuerza para beneficiarnos de la Misericordia de Dios.”

Es la gracia de Dios Altísimo la que nos ha revelado los distintos caminos y nos ha concedido los medios, y nos concede la fuerza para lo que hemos de recibir suplicándole. La Gracia de Dios nos concede los medios para suplicar y buscar la Gracia de Su Misericordia.”

El Mesías Prometido (as) añade:

“Quien no hace esto es ingrato hacia el favor Divino. Las palabras:

‘A Ti solo te adoramos’ (1:5), significan que adoramos solo a Dios, pero siempre teniendo en cuenta las formas aparentes y medios que Él ha puesto a nuestra disposición. (Adoramos a través de esas formas y medios aparentes. Y el Mesías Prometido (as) da entonces el ejemplo de la lengua). Si la lengua, que es el producto de nuestros nervios y músculos, (es decir, la lengua está formada por nervios, arterias, saliva, músculos, etc.) no existiera, no seríamos capaces de hablar.”

Si la lengua se nos seca, no podemos hablar. Si no tuviera venas ni arterias, entonces no podría producir saliva y se secaría, por lo que como resultado de ello uno no podría moverla.

El Mesías Prometido (as) continúa diciendo:

“Se nos ha concedido una lengua que, para el propósito de la oración, tiene la capacidad de articular los propios sentimientos de nuestro corazón. (Se nos ha concedido una lengua para expresar los sentimientos del corazón y a través de la cual hablamos). Si nunca utilizamos nuestras lenguas para orar, será nuestra propia desdicha. Hay muchas enfermedades que, si son contraídas por la lengua, pueden de repente privarla de su capacidad de funcionamiento, hasta el punto de que la persona se queda muda. ¡Qué hermosa manifestación de la Misericordia Divina es que se nos haya concedido una lengua! (O tal vez la palabra ‘Gracia Divina’ se escribe aquí en el sentido de que Dios Altísimo nos ha concedido una lengua por Su Gracia Divina y luego nos ha enseñado el método apropiado de su uso y esto también se debe a su Misericordia). Del mismo modo, si la forma de nuestros oídos se corrompiera, no podríamos escuchar nada. Lo mismo ocurre con el corazón. Si el estado de temor y humildad, y las facultades de contemplación y reflexión que se han otorgado al hombre se corrompen, todas estas facultades, más o menos, se vuelven inútiles. Solo hay que observar a los que están locos y ver cómo sus facultades se vuelven inútiles. ¿No nos corresponde entonces valorar estos favores que Dios nos ha concedido? Si abandonamos las facultades con las que Dios Altísimo nos ha bendecido a causa de Su inmensa Gracia y dejamos que se pudran, seremos extremadamente ingratos hacia los favores de Dios. Por tanto, recordad que si dejáis que vuestras facultades y vuestra fuerza se quedan sin ser utilizadas, y ofrecéis oraciones, entonces esas súplicas no acarrearán ningún beneficio; porque si no hemos hecho uso del don que ya se nos ha concedido, ¿cómo se puede esperar que hagamos un uso bueno y beneficioso de otro?”

A través de estos ejemplos, el Mesías Prometido (as) ha explicado claramente que debemos estar agradecidos por los favores Divinos que Él nos ha concedido y utilizarlos de la mejor manera. Además, debemos rezar a Dios Altísimo para que se nos conceda la capacidad de hacer un uso adecuado de estas facultades y solo así podremos hacer verdaderamente justicia a nuestra servidumbre a Dios y solo en ese momento podemos estar verdaderamente agradecidos por los favores Divinos y es esta misma gratitud la que nos permitirá convertirnos en receptores de la Gracia de Dios; y entonces esas facultades que se conceden a través de Su gracia Divina nos permitirán participar de Su misericordia Divina y seremos capaces de presenciar las maravillas de la aceptación de las plegarias.

A continuación, el Mesías Prometido (as) explica esto con más detalle:

“De ahí que las palabras:

‘A Ti solo te adoramos’, proclaman que: ‘¡Oh Señor de todos los mundos! No hemos abandonado el don que ya nos has concedido, como una cosa arruinada y desperdiciada’. En la oración:

‘Dirígenos por el camino recto’, se nos ha enseñado que el hombre debe buscar el verdadero conocimiento de Dios Altísimo, porque si Su gracia y generosidad no vienen en nuestra ayuda, nosotros, como humildes seres humanos, estamos sumidos en tal oscuridad y tinieblas que ni siquiera podemos recurrir a la oración. (Es la Gracia de Dios la que nos conduce a la guía y nos concede ayuda; de lo contrario el hombre es extremadamente débil y queda atrapado en los esfuerzos mundanos, en su oscuridad y tinieblas. Una persona así ni siquiera tiene la oportunidad de rezar).

Así pues, hasta que uno no se beneficie de la Gracia de Dios, que le llegará a través de la generosidad de la Gracia (Rahmaniat), y reza, no se puede alcanzar ningún resultado fructífero. (Hay que rezar a Dios Altísimo para poder salir de la oscuridad).

Hace algún tiempo descubrí que, incluso en la legislación británica, para garantizar un préstamo agrícola, se requiere evidencia de algunos activos. (Incluso aquí, si uno quiere pedir un préstamo o una hipoteca, tiene que hacer algún pago inicial o dar algo como depósito. Por lo tanto, hay que aportar pruebas de algunos bienes y llevar a cabo alguna acción preliminar). Del mismo modo, hay que tener en cuenta la ley de la naturaleza y preguntarse: ¿hemos hecho buen uso de lo que ya se nos ha concedido? Si, tras ser bendecidos con la razón, el buen sentido común, los ojos y los oídos, no nos hemos extraviado y no hemos seguido caminos de insensatez e ignorancia, entonces recibiremos una mayor Gracia Divina a través de la oración. (Si no nos hemos extraviado después de haber recibido todas estas facultades, cuando recemos se nos concederán más bendiciones). De lo contrario, hay señales de advertencia de indigencia y desgracia.”

Si no hacemos un uso adecuado de estas facultades con las que hemos sido dotados, las oraciones no pueden ser de ningún beneficio; de hecho, en tal caso, nos volvemos desafortunados y quedaremos privados de ellos. Por tanto, debemos prestar especial atención a esto.

El Mesías Prometido (as) luego afirma:

“En resumen, la aceptación de la oración tiene paralelos en la ley de la naturaleza y en cada época manifiesta ejemplos vivos. Es por esta misma razón que Dios nos ha enseñado la oración:

 ‘Dirígenos por el camino recto, el camino de aquellos a los que les has concedido Tus bendiciones’, (1:6-7).

 Esta es la voluntad y la ley de Dios Altísimo, que nadie puede cambiar.

En la súplica:

‘Dirígenos por el camino recto’, pedimos a Dios que perfeccione y complete nuestras obras. Cuando reflexionamos sobre estas palabras, aparentemente parece que este versículo nos instruye a emplear el uso de estas palabras para suplicar a ser guiados al camino recto. No obstante, antes de este versículo, las palabras

“A Ti solo te adoramos y a Ti solo imploramos ayuda” (1:5), nos dicen que primero debemos beneficiarnos de esta instrucción. En otras palabras, para atravesar los rangos del “camino recto”, debemos emplear nuestras facultades inmaculadas para buscar la ayuda de Dios.”

Solo a Ti adoramos y sólo a Ti imploramos ayuda’ significa que si queremos alcanzar el ‘camino recto’, entonces tenemos que emplear las facultades que Dios Altísimo nos ha concedido y buscar ayuda a través de ellas para seguir dicho ‘camino recto’.

Así pues, también es necesario tener en cuenta los medios aparentes y quien los abandona es un ingrato hacia las bendiciones de Dios. (Para realizar acciones virtuosas, hay que rezar a Dios Altísimo). Él nos ha concedido una lengua para la oración, que puede articular los sentimientos y deseos de nuestro corazón. Del mismo modo, Dios ha inculcado en el corazón una naturaleza de humildad y templanza, y lo ha dotado de facultades de pensamiento y reflexión. Así pues, recordad que si renunciamos a estas fuerzas y facultades en la oración, entonces dicha súplica no será ni beneficiosa ni eficaz, porque cuando una persona no ha hecho uso del don que ya se le ha concedido, ¿qué beneficio obtendrá de otro? Por eso las palabras

 ‘Solo a Ti adoramos’, que preceden a

‘Dirígenos por el camino recto’, expresan que no hemos dejado sin usar, ni malgastado los dones y facultades que ya nos ha concedido Dios. ¡Recordad! La cualidad distintiva de la Gracia (Rahmaniat) es que otorga la capacidad de beneficiarse de la Gracia de la Misericordia (Rahimiat). En este contexto, cuando Dios Altísimo afirma: ‘Pídeme’, no se trata de una mera figura retórica; de hecho, la dignidad humana nos llama a ello. Suplicar es humano y responder es Divino. La persona que no acepta esto es injusta. (En otras palabras, quien no busca a Dios Altísimo es injusto).

Además, la oración es un estado de tal felicidad que, desgraciadamente, me cuesta encontrar las palabras con las que poder describir plenamente esta alegría y este placer ante el mundo. Esto sólo puede entenderse cuando uno lo experimenta por sí mismo. En resumen, entre las condiciones de la oración, en primer lugar es necesario realizar buenas acciones y creer,  porque quien reza sin primero rectificar antes sus creencias y realizar buenas acciones, pone a Dios a prueba, por así decirlo. Así que, de hecho, en la oración:

‘Dirígenos por el camino recto’ (Corán, 1:6), el objetivo es implorar a Dios para que perfeccione y complete nuestras acciones. Luego, con las palabras:

 ‘El camino de aquellos a quienes Tú has concedido Tus bendiciones, de los que no han incurrido en el enojo y de los que no se han extraviado’ (1:7), queda aún más claro que buscamos una guía por el camino de aquellos a los que Dios ha concedido Sus bendiciones e imploramos a Dios que nos salve del camino de aquellos que han incurrido en el desagrado Divino y que, a causa de sus malas acciones, son objeto del castigo de Dios. Además, la referencia a los que han errado indica que se nos ha enseñado a rezar para que nos salvemos de extraviarnos, pues sin el apoyo de Dios, vagaríamos en el extravío. Por consiguiente, cuando uno recita el Surah Al-Fatiha, debe reflexionar sobre esto y rezar de esta manera.”

A continuación, mientras explica que hay que tener en cuenta los medios aparentes durante la oración, el Mesías Prometido (as) nos aconseja:

“¡Prestad atención! La oración a la que se refiere el versículo: ‘Rogadme; Yo responderé a vuestra plegaria’ (2:187),

 es una oración que requiere el espíritu que acabo de describir. Si las súplicas y las expresiones de humildad de una persona no poseen un espíritu de sinceridad, no son más que graznidos. ¿Puede alguien decir que no es necesario hacer uso de los medios? Esto es un error de concepto. La Sharia no prohíbe el uso de medios y si os preguntáis, ¿no es la oración también un medio? ¿O es que los medios no son iguales a la oración? La propia búsqueda de medios es en sí misma una oración y la oración es en sí misma una magnífica fuente de medios. El diseño físico del ser humano, es decir, la forma de sus dos manos y sus dos pies, nos guía y nos lleva naturalmente a comprender que hemos sido creados para ayudarnos unos a otros. Cuando este diseño se puede observar en los propios seres humanos, qué asombroso y sorprendente sería que a uno le resultara difícil entender el significado del siguiente versículo: Más bien ayudaos mutuamente en justicia y piedad’. De hecho, ¡proclamo que incluso debéis buscar los medios a través de la oración! En el contexto de la ayuda al prójimo, no espero que rechacéis mi conclusión, cuando he señalado el sistema interno establecido por Dios, que existe en vuestros cuerpos físicos y que sirve de perfecta guía en este sentido.

Para aclarar y exponer más este hecho a la humanidad, Dios Altísimo ha instituido en la tierra un sistema de Profetas, la paz sea con ellos. Estaba y está dentro del poder de Dios que, si así lo quisiera, habría creado a los Profetas sin necesidad de buscar ninguna forma de ayuda en su tarea. Pero llega un momento en que no les queda más remedio que anunciar: ¿Quiénes son mis colaboradores en la causa de Al’lah?’ ¿Acaso los Profetas hacen esta llamada de la misma forma que un mendigo que va de casa en casa recogiendo migajas de pan? ¡No, en absoluto! Incluso en las palabras ‘aquellos quienes son mis colaboradores en la causa de Al’lah’, hay majestuosidad y gracia. En realidad, con este anuncio, los Profetas quieren enseñar al pueblo la importancia de recurrir a los medios aparentes, que es un aspecto de la oración. Por lo demás, tienen una fe y una creencia completas y perfectas en las promesas de Dios Altísimo y saben que la siguiente promesa de Dios es definitiva y categórica: Ciertamente que ayudamos a nuestros Mensajeros y a quienes creen, en la vida presente’. Y creo que si Dios no mueve el corazón de una persona para ayudar a otra, ¿cómo podría alguien estar motivado para hacerlo?” Así, incluso los Profetas requieren el uso de medios aparentes, aunque se postran ante Dios Altísimo y es Dios quien les concede esos medios inspirando los corazones de la gente; y, por tanto, les concede excelentes ayudantes que impulsan su misión.”

Explicando el propósito y la importancia de la oración en relación con la plegaria, el Mesías Prometido (as) afirma:

“El propósito real y la esencia de la oración es la súplica, y la súplica es un fenómeno que concuerda con la ley de la naturaleza establecida por Dios. Es común observar que cuando un niño llora y se angustia, la madre también se inquieta mucho y le da leche. La relación entre la Divinidad (Uluhiyat) y la servidumbre (ubudiyat) es de naturaleza similar y no puede ser comprendida por todos. Cuando una persona cae ante el umbral de Dios Altísimo con extrema humildad, sumisión y templanza, presenta su situación ante Dios y le pide a Él para sus necesidades, la Gracia que es inherente a la Divinidad surge y muestra Misericordia a tal persona. La leche de la generosidad y la gracia de Dios además requiere lágrimas.”

El Mesías Prometido (as) continúa diciendo:

“Aquellos que sugieren que no sirve de nada llorar y sollozar ante Dios Altísimo son falsos e incorrectos en su opinión. Estas personas no creen en el Ser de Dios, ni en Sus Atributos de poder y control. Si hubieran desarrollado una verdadera fe, nunca dirían tal cosa. Siempre que alguien ha llegado a la presencia de Dios y se ha vuelto a Él con sincero arrepentimiento, Dios Altísimo ha derramado Su Gracia sobre tal persona. El hombre que ha dicho el siguiente verso está realmente en lo cierto: Qué clase de amante es aquel cuyo estado no llama la atención del amado.

¡Honorable señor! El dolor simplemente no existe, porque el médico está a mano’.

 Dios ha deseado constantemente que acudáis a Él con un corazón puro. La única condición es que os pongáis al acorde con Él y realicéis en vuestro interior esa verdadera transformación que hace a una persona digna de ser presentada ante Dios Altísimo, Quien posee el más espléndido y maravilloso de los poderes, y tiene gracia y bendiciones ilimitadas. Entonces, desarrollad la visión del amor para que podáis verlas y recibirlas. Si una persona posee un amor verdadero, Dios escucha las oraciones en abundancia y otorga Su apoyo.”

El Mesías Prometido (as) narra:

“En alabanza a los creyentes, Dios Altísimo afirma que ‘los creyentes son aquellos que se acuerdan de Al’lah cuando están de pie, sentados y tumbados sobre su costado, y meditan en la creación de los cielos y la tierra y cuando descubren las particularidades del universo dicen: Señor nuestro, Tú no has creado esto en vano’. En otras palabras, estos creyentes no se limitan a observar la creación del universo y sus complejidades como la gente mundana, y a reflexionar sobre el aspecto de la Tierra, el tamaño de su radio, la naturaleza de su atracción gravitatoria y su relación con el sol, la luna y las estrellas; sino que al conocer la perfección absoluta de su creación y descubrir las complejidades del universo, buscan encontrar a su Creador y fortalecer su fe.”

Es decir, después de adquirir el conocimiento se postran ante Dios Altísimo, tal y como he mencionado antes, y siguen fortaleciendo su fe. Esta es una cualidad notable y distintiva de un verdadero creyente.

Estos son solo algunos aspectos que he presentado de un gran tesoro que el Mesías Prometido (as) nos ha dado y que arroja algo de luz sobre la importancia de la oración, su sabiduría, su método y su filosofía. Si empezamos a comprenderlas, podremos provocar un cambio extraordinario en nuestro interior, desarrollar un vínculo especial con Dios Altísimo y convertirnos en receptores de Sus bendiciones. Así que, en este Ramadán, debemos esforzarnos por alcanzar la cercanía de Dios cumpliendo con Sus mandamientos y seguir fortaleciendo nuestra fe.

¡Que podamos desarrollar una verdadera comprensión de la sabiduría y la filosofía de la oración, y que se produzca una reforma en nuestras acciones!

¡Que lleguemos a ser contados entre aquellos cuyas oraciones son respondidas por Dios Altísimo!

¡Que este Ramadán nos permita una transformación extraordinaria en nuestra relación con Dios y en nuestras condiciones espirituales!

Finalmente, rezad también por vuestros hermanos. A menudo hago plegarias por ellos, ya sea los que viven en Pakistán, Argelia o en cualquier otra parte del mundo y que están obligados a soportar dificultades debido a su creencia en el Ahmadíat. En Pakistán se producen a diario incidencias en las que se hace sufrir a los áhmadis de una u otra forma. Por ello, rezad especialmente por ellos. Del mismo modo, en Argelia están intentando reabrir los casos contra los áhmadis. ¡Que Dios Altísimo también los proteja!

Rezar por los demás permite que las propias oraciones sean aceptadas, por lo que siempre hay que tener presente este punto. De hecho, los ángeles rezan por aquellos que rezan por otros. Así pues, que beneficioso es este acuerdo por el que los ángeles oran por tal individuo. Por tanto, hay que rezar especialmente por los demás y no solo por uno mismo.

¡Que Dios Altísimo nos conceda la capacidad de hacerlo, especialmente durante este Ramadán!

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta`awwuz y el Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) recitó los siguientes versículos del Sagrado Corán:

¡Oh creyentes! Se os prescribe el ayuno, como fue prescrito a los que os precedieron, para que seáis justos.

El ayuno prescrito debe durar un número fijo de días, pero aquel de entre vosotros que esté enfermo o de viaje ayunará el mismo número de días con posterioridad; y para los que sólo pueden ayunar con gran dificultad hay una expiación: alimentar a un pobre. Y quien realiza una buena obra con obediencia voluntaria, mejor para él. Y el ayuno es bueno para vosotros, ¡si lo supierais!

El mes de Ramadán es aquél en que se hizo descender el Corán como guía de la humanidad, con pruebas claras de dirección y discernimiento. Por tanto, quienquiera de vosotros que se encuentre en casa durante este mes, que ayune allí. Pero quien esté enfermo o de viaje ayunará el mismo número de otros días. Al-lah desea daros facilidades y no desea para vosotros lo difícil, y que completéis el número de días y ensalcéis a Al-lah por haberos guiado y para que seáis agradecidos.

Cuando mis siervos te pregunten por Mí, diles: “Estoy cerca. Respondo a la plegaria del que suplica cuando Me invoca. Por tanto, deben escucharme y creer en Mí, para que puedan seguir el camino recto.”(2:184 – 187)

Alcanzar la rectitud

Su Santidad (aba) dijo que, por la gracia de Al’lah, hemos sido bendecidos una vez más con el mes de Ramadán. Sin embargo, el objetivo no es simplemente atravesar el mes de Ramadán, ni tampoco el simple hecho de comer a la hora de cerrar el ayuno y a la hora de abrirlo. Más bien, Dios Todopoderoso ha dicho que debemos alcanzar la rectitud.

Su Santidad (aba) dijo que en los versículos recitados, Dios ha explicado que el ayuno es una obligación. Al mismo tiempo, Dios ha dicho que aquellos que están enfermos o de viaje no están obligados a ayunar, sino que pueden completarlo en algún momento posterior. Y los que no pueden ayunar deben pagar la fidyah. Incluso si uno puede completar los ayunos en algún momento posterior, sigue siendo una buena práctica pagar la fidyah

Condición para que las oraciones sean aceptadas

Su Santidad (aba) dijo que Dios también dice que escucha las oraciones del suplicante. Sin embargo, si uno desea que Dios le escuche, entonces nosotros también debemos escuchar a Dios y actuar de acuerdo a Sus mandamientos.

Su Santidad (aba) dijo que presentaría algunos extractos de los escritos del Mesías Prometido (as) sobre la filosofía de la aceptación de las oraciones y las condiciones asociadas a ella. Hay muchos de nosotros que rezan de manera superficial, y luego piensan que Dios está obligado a escuchar y cumplir nuestras oraciones, y luego se entristecen cuando las oraciones no son respondidas. Hay que tener en cuenta que primero debemos fortalecer nuestra fe y nuestra relación con Dios, y analizarnos a nosotros mismos para ver si estamos actuando o no de acuerdo con Sus mandamientos. Debemos ver si somos firmes, o si fallamos ante la más mínima dificultad y prueba.

Su Santidad (aba) presentó una cita del Mesías Prometido (as) en la que afirmaba que la oración no es la mera pronunciación de palabras, sino que consiste en llenar el corazón con el temor de Dios. Es cuando el alma del suplicante fluye como el agua hacia el umbral de la Divinidad y busca la fuerza para combatir las propias debilidades. Es provocar una especie de muerte sobre uno mismo. Es entonces cuando la puerta de la aceptación se abre para el suplicante.

Cómo saber si las oraciones son aceptadas

Su Santidad (aba) dijo que muchos preguntan cómo podemos saber que hemos sido perdonados y que Dios ha aceptado nuestras oraciones. Aquí, el Mesías Prometido (as) ha afirmado que cuando uno suplica en el verdadero sentido y se ha esforzado por establecer una relación duradera con Dios, entonces uno puede estar seguro de ello. Su Santidad (aba) dijo que debemos esforzarnos por lograr esto especialmente durante el mes de Ramadán.

Su Santidad (aba) citó al Mesías Prometido (as) quien dijo que una verdadera conexión se establece cuando dos partes se acercan la una a la otra. En otras palabras, cuando la misericordia de Dios atrae al hombre hacia Él, y cuando la veracidad y sinceridad del hombre atrae a Dios para que se acerque a él, entonces se puede establecer una verdadera conexión. Cuando se establece esta conexión y uno suplica, entonces Dios manifiesta los medios para que esa oración sea aceptada y cumplida.

Su Santidad (aba) citó al Mesías Prometido (as) quien dijo que Dios Todopoderoso ha declarado y prometido que aquellos que se esfuerzan en Su camino alcanzarán Su cercanía. Dios también nos ha enseñado la oración “Guíanos por el camino recto”. Esto significa que uno debe esforzarse mucho y rezar fervientemente teniendo esto en cuenta. Además, se dice que el que está espiritualmente ciego en este mundo lo estará en el más allá. Esto puede incluir a quien se adhiere ciegamente a una religión simplemente porque ha nacido en esa fe. Estas personas no poseen “visión espiritual” ni amor por la fe. Por lo tanto, debemos preparar nuestra ‘vista espiritual’ desde nuestro tiempo en este mundo para que podamos tener vista en el otro.

Convertirse en verdaderos siervos de Dios

Su Santidad (aba) dijo que durante estos días, debemos rezar especialmente “Guíanos por el camino recto” para que podamos convertirnos en verdaderos siervos de Dios y servir verdaderamente a su creación, en lugar de volvernos como esos extremistas que causan daño a otros en nombre de Dios y de Su Mensajero (sa). Su Santidad (aba) rezó para que Dios nos salve de la maldad de esa gente.

Su Santidad (aba) dijo que algunas personas piensan que se han sumergido tanto en el pecado que ya no pueden ser perdonados. Debido a este pensamiento, continúan cometiendo más actos malvados, mientras que esto es simplemente un pensamiento puesto en sus mentes por Satanás. Su Santidad (aba) citó al Mesías Prometido (as), quien dijo que uno nunca debe pensar que ha cometido tantas malas acciones que no puede ser perdonado. De hecho, la cura para cometer malas acciones es la oración y esa es la única manera de erradicar a Satanás. De lo contrario, uno continúa con esto y eventualmente termina atrayéndose hacia el ateísmo. Por lo tanto, pase lo que pase, uno debe volverse hacia la oración, y el Ramadán es la oportunidad perfecta para centrarse en esto.

No os desaniméis al Rezar

Su Santidad (aba) continuó citando al Mesías Prometido (as), quien dijo que uno no debe desanimarse si siente que su oración no ha sido respondida exactamente como lo había deseado. Dios escucha nuestras oraciones, pero no está obligado por nuestro deseo, y no necesita cumplir nuestras oraciones exactamente como lo deseamos, porque Él sabe mejor. Se puede comparar con un niño que pide a su madre algo que le perjudica. No hay duda de que la madre ama a su hijo, pero nunca le concederá lo que le ha pedido si es perjudicial. La filosofía de la aceptación de la oración es similar. Dios sabe lo que es mejor.

Su Santidad (aba) dijo que muchas personas le escriben diciendo que rezaron e incluso ofrecieron sacrificios financieros pero su oración no fue aceptada. Su Santidad (aba) dijo que uno debe ver primero si ha establecido una verdadera conexión con Dios. Si lo hacían, debían aceptar que lo que ocurriera era para bien. Su Santidad (aba) dijo que algunas personas rezan a Dios diciendo que incluso si el asunto por el que rezan no es bueno, que aún así sea aceptado; por ejemplo, en asuntos de emparejamientos matrimoniales. Sin embargo, cuando el matrimonio se realiza, después de un tiempo los dos se separan. Por lo tanto, Su Santidad (aba) dijo que no debemos rezar de esa manera, porque Dios sabe mejor. A veces, el hecho de que la oración no sea aceptada exactamente como se buscaba es una forma de aceptación de la oración.

Su Santidad (aba) dijo que con respecto a las condiciones para la aceptación de la oración, el Mesías Prometido (as) ha afirmado que quien pide a otro que rece por él, primero debe asegurarse de establecer siempre el temor a Dios en su interior y adoptar la rectitud. Es entonces cuando se abre la puerta de la aceptación. Si no lo hace, la puerta se cierra no sólo para él, sino también para aquellos a los que ha pedido que recen por él.

Su Santidad (aba) dijo que además, para que las oraciones sean aceptadas, uno debe hacer buenas acciones. Con respecto a esto, el Mesías Prometido (as) dijo que uno debe agotar todos los esfuerzos en hacer buenas obras y reformarse a sí mismo.

Su Santidad (aba) dijo que es necesario que se creen los medios por los que debemos rezar. Esto es lo que se nos ha enseñado en la oración “Sólo a Ti adoramos y sólo a Ti imploramos ayuda”. No puede ser que uno rece y su sed sea automáticamente saciada, sino que el agua es enviada como un medio por el cual su sed es saciada. Dios ha creado la necesidad de medios para que se sepa que todo ha sido creado con un propósito.

Dos aspectos de la misericordia de Dios Todopoderoso

Su Santidad (aba) citó al Mesías Prometido (as), quien dijo que hay dos tipos de misericordia o gracia de Dios; Rahmaniyyat [gracia – la gracia general] y Rahimiyyat [misericordia – la gracia especial]. En el marco de la Rahmaniyyat, Dios creó todo lo necesario para mantener la vida incluso antes de su creación, y las cosas de las que se benefician principalmente los seres humanos. Por lo tanto, la primera incluye lo que fue creado antes de nuestra creación, antes de que nadie pudiera siquiera rezar por tales cosas. Luego está la Rahimiyyat, bajo la cual, cuando rezamos, Dios acepta la oración. Esta gracia está más relacionada con la oración. Es la cualidad de los humanos de buscar a Dios y es la cualidad de Dios de aceptar las oraciones. Dios nos dio los medios bajo Rahmaniyyat como el corazón, la lengua, los ojos, los oídos, etc. Para que podamos usarlos apropiadamente y buscar a Dios y ser escuchados bajo su gracia especial Rahimiyyat. Por lo tanto, debemos usar lo que se nos ha dado bajo Rahmaniyyat de la mejor manera posible y usar estas bendiciones para cosechar la gracia especial de Dios que es a través de su atributo de Rahimiyyat.

Por lo tanto, donde se nos ha enseñado la oración “Guíanos por el camino recto”, se nos ha enseñado antes que “sólo a Ti adoramos y sólo a Ti imploramos ayuda”. Esto significa que para pisar el camino recto tendremos que utilizar las habilidades y facultades que Dios nos ha concedido en lugar de dejarlas perder. Entonces podremos esperar seguir el camino recto.

La importancia de la oración y la suplicación

Su Santidad (aba) dijo que con respecto a la importancia de la oración y la suplicación, el Mesías Prometido (as) dijo que al igual que cuando un niño llora y su madre corre hacia él para darle leche, así es la manera en que Dios escucha a un suplicante que llora en Su umbral. Dios Todopoderoso quiere que nos acerquemos a Su umbral, lo único que nos pide es que establezcamos las cualidades por las que nuestras oraciones puedan ser aceptadas.

Su Santidad (aba) dijo que estos eran sólo algunos extractos que presentó de un tesoro de conocimiento. Si ponemos en práctica estas cosas, podremos lograr un cambio revolucionario en nuestras vidas y establecer una fuerte relación con Dios. En este Ramadán, debemos esforzarnos por alcanzar la cercanía de Al’lah, actuar según Sus mandamientos, fortalecer nuestra fe, comprender la filosofía de las oraciones, reformarnos a nosotros mismos y ser incluidos entre aquellos cuyas oraciones son aceptadas por Dios. Este Ramadán debería suponer un gran cambio en nuestra relación con Dios.

Los beneficios de rezar por los demás

Su Santidad (aba) dijo que había que rezar por todos aquellos en Pakistán, Argelia y cualquier otro lugar del mundo donde los ahmadíes se enfrentan a dificultades a causa de su fe. Su Santidad (aba) dijo que rezar por los demás permite que las propias oraciones sean aceptadas. De hecho, los ángeles rezan por aquellos que rezan por otros. Por lo tanto, durante este Ramadán, debemos rezar no sólo por nosotros mismos, sino también por los demás.

Resumen preparado por The Review of Religions.

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