Las leyes del sultán de Brunéi difaman el islam
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Finalmente sucedió lo que se veía venir desde hacía ya tiempo: El islam y la homosexualidad. Dos de los temas más polémicos en la actualidad que finalmente colisionaron con un impacto tan violento que la onda expansiva no ha dejado nadie indiferente.

Y es en esta coyuntura en la que, como musulmán, me veo obligado -y no es la primera vez- a defender dos posturas: la de explicar las enseñanzas de la religión pacífica que practico a la gente de mi entorno, amigos y compañeros, e incluso a desconocidos y extraños; y, a la vez, aclarar como la actuación de ciertos individuos no está en absoluto justificada en la religión del islam.

Resulta absurdo, en mi opinión, que los propios medios de prensa etiqueten de “islámico” (cuando no lo es) la reforma radical que se ha llevado a cabo en Brunéi, pero no etiqueten de cristiano, por ejemplo, a un partido político español que defiende “preservar la identidad cristiana” y que a la vez pretende derogar la ley actual de violencia de género.

Y no debería ser así. De igual forma que un partido político de extrema derecha no representa a una confesión de millones de personas, tampoco lo hace el sultán de Brunéi.

Porque, ¿quién conocía realmente al sultán de Brunéi hasta que salió esta noticia? ¿Acaso era una persona ejemplar o erudita en la religión del islam? ¿Qué autoridad moral tiene para que repentinamente la prensa se vuelque a decir que sus imposiciones están basadas o inspiradas en la ley islámica?

En lo referente a la reforma llevada a cabo en el código penal de Brunéi, hay numerosas razones por las que es completamente anti islámica y condenable. En primer lugar, contraviene un principio fundamental del Corán, y es que no puede haber coacción en la religión. Es decir, cualquier sanción que contemple la ley islámica solo puede ser aplicable a los musulmanes que libremente decidan aceptar dicha ley y, por tanto, no se puede aplicar a otros colectivos. En segundo lugar, la apostasía no se considera un delito y no está penada en el Corán; según el islam los musulmanes son libres de abandonar su religión y adoptar una religión distinta, o ser ateos sin ningún tipo de castigo. En tercer lugar, tampoco se contempla la lapidación como una sanción por un delito y, por lo tanto, tampoco lo es en el caso de la homosexualidad y el adulterio.

Si el sultán de Brunéi gobernara siguiendo las enseñanzas islámicas, debería respetar los derechos de las personas que no desean seguir las enseñanzas del islam y quieren vivir como desean, sin ningún tipo de penalización. El Corán es contrario a cualquier tipo de homofobia o discriminación y se dirige a la humanidad basándose en los principios de justicia e igualdad.

También es necesario aclarar que el islam, al igual que las demás religiones, considera que la homosexualidad no es una elección compatible con los valores morales de un musulmán. Y, en mi opinión, esta opción también debería ser respetada, al igual que un musulmán tiene la obligación de respetar a los homosexuales.

Finalmente decir que la barbaridad de castigar con la lapidación el adulterio es un mandato de la Biblia y no del Corán.

La decisión del sultán de Brunéi se opone sin duda a los derechos humanos que otorga el islam, lo cual es realmente preocupante, como también lo es el hecho de que se haya asociado esta lamentable noticia a la religión del islam. Temo que la devastadora onda de choque producida por ella genere sentimientos de odio hacia una religión malentendida y continuamente difamada. No obstante, mantengo la esperanza de que el ejemplo respetuoso y tolerante de aquellas personas que practican verdaderamente las enseñanzas del islam permita que se conozca la realidad de esta religión.

La noticia: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-47809947

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