El Islam y la democracia
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Comenzamos con la observación de que en el Islam no se menciona ningún sistema político como el único sistema válido frente a los demás.

No hay duda de que el Sagrado Corán habla de un sistema democrático en el que los gobernantes pueden ser elegidos por el pueblo, pero no es el único sistema recomendado por el Islam. Ni puede ser la prerrogativa fundamental de una religión universal la elección de un sistema único de gobierno sin la consideración debida del hecho de que no es posible en la práctica la aplicación de un único sistema a todas las regiones y sociedades del mundo.

La democracia no se ha desarrollado lo suficiente para alcanzar el nivel de gobierno que se corresponde con la visión política definitiva de la democracia ni siquiera en las naciones más avanzadas del mundo. Con el ascenso del capitalismo y la construcción de una maquinaria extremadamente poderosa en los países capitalistas, no se pueden llevar a cabo en ninguna parte elecciones verdaderamente democráticas.

Si se añade a esto el problema creciente de la corrupción, y el surgimiento de la Mafia y otros grupos de presión, puede concluirse con certeza que la democracia no está en manos seguras ni en los países más democráticos del mundo. Entonces, ¿cómo puede ser apropiada en el Tercer Mundo?

Por tanto, afirmar que las democracias occidentales pueden prevalecer en países africanos, asiáticos o sudamericanos o en los así llamados países islámicos del mundo, sería equivalente a hacer una declaración vacía e irreal.

Desde nuestro punto de vista, las enseñanzas islámicas no rechazan ningún sistema político del mundo: el Islam lo deja a la elección de la gente y a las tradiciones establecidas históricamente que prevalecen en cualquier país. En lo que el Islam pone énfasis no es en la forma de gobierno sino en cómo se debiera conducir el gobierno.

“En verdad, Al-lah os ordena devolver lo depositado a sus propietarios, y que, cuando juzguéis entre hombres, lo hagáis con  justicia.” (C:4, V:59).

Con tal de que un sistema de gobierno se ajuste al ideal islámico en el cumplimiento de la confianza que se debe a los ciudadanos, los distintos sistemas de gobierno, como el feudalismo, monarquía, democracia, etc., pueden adecuarse al Islam.

Definiendo la democracia

El concepto de democracia, a pesar de sus orígenes griegos, se basa en la breve definición de Abraham Lincoln en Gettysburg de “gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”. Es desde luego un tópico muy interesante, pero rara vez aplicado en su totalidad en ninguna parte del mundo.

La tercera parte de esta definición para el pueblo es muy vaga y llena de peligros. ¿Qué se puede declarar que sea para el pueblo con total confianza? En un sistema de gobierno de mayoría, puede ocurrir muy a menudo que lo que se considera que es para el pueblo es simplemente para la mayoría y no para la minoría restante.

En un sistema democrático, también es posible que las decisiones vitales se tomen únicamente en base a la mayoría absoluta. Aun así, si se analizan más minuciosamente los hechos y las cifras, se descubre que realmente fue una decisión minoritaria, aprobada democráticamente, e impuesta sobre la mayoría. Una de las numerosas posibilidades es que el partido gobernante sea votado para el poder en una primera vuelta habiendo obtenido los puestos en base a una mayoría minoritaria en casi todas las circunscripciones. Además, si el número de votantes el día de la votación es bastante bajo, se hace dudoso que el partido gobernante goce, en efecto, del apoyo de la mayoría. Incluso si el partido surge con una mayoría general del electorado, podrían ocurrir muchas cosas durante el período de su posesión. La opinión pública podría cambiar drásticamente de tal modo que el gobierno establecido ya no fuese una representación verdadera de la mayoría. Después de todo, a cada cambio de gobierno se manifiesta un proceso gradual de cambio de intención por parte del electorado.

Incluso si el gobierno sigue siendo popular para sus votantes, no es improbable que cuando se toman ciertas decisiones clave, un número considerable de miembros del partido gobernante no esté en el fondo de acuerdo con la mayoría, pero voten por lealtad al partido. Si la diferencia está en la fuerza del partido gobernante sobre el partido o partidos de la oposición, entonces, bastante más que a menudo, la decisión llamada mayoritaria sería en realidad la decisión de una minoría impuesta al pueblo.

También es de recalcar que el concepto de lo que se considera como bueno para el pueblo cambia de una época a otra. Si las decisiones no se toman sobre principios absolutos sino sobre lo que se considera bueno para el pueblo, o al menos lo que el partido considera bueno, esto podría llevar a giros constantes en la política cada cierto tiempo. Lo que aparece hoy podría ser malo mañana y bueno al día siguiente.

Para el hombre de la calle, esta puede ser una situación engañosa. La experimentación del comunismo a una escala tan grande durante más de medio siglo, estuvo al fin y al cabo basada en el mismo eslogan de para el pueblo. No todos los estados socialistas fueron dictatoriales.

También debiera notarse que la línea que separa los estados socialistas de los democráticos en lo que concierne a gobierno por el pueblo es muy fina y a veces inexistente. ¿Cómo se puede censurar a todos los gobiernos del mundo elegidos en países socialistas por haber sido llevados al poder no por el pueblo? Por supuesto, en un estado totalitario es posible dictar la elección de los candidatos al electorado de tal modo que les deje poco espacio para elegir otras alternativas. Sin embargo, tácticas similares y otras despóticas se pueden usar también, con unas pocas excepciones en el mundo occidental, en países con un sistema democrático de gobierno.

De hecho, a la democracia en la mayor parte del mundo no se le dejan las manos libres, y las elecciones rara vez son por el pueblo. Mediante el fraude electoral, las negociaciones ocultas, el gobierno del terror mediante tácticas policiales y otras medidas corruptas similares, se atenúa y se adultera el espíritu y sustancia de la democracia en el mundo, de tal modo que al final queda poco de democracia.

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