Los derechos y las responsabilidades de las mujeres según el islam
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

En el nombre de Al’lah, el compasivo, el misericordioso…

DISCURSO DE HAZRAT JALIFATUL MASIH V(ABA) A LAJNA EL DÍA 2 DE YALSA SALANA

USA 2012 en Harrisburg, Pennsylvania el 30 de junio de 2012

Después de recitar Tashahhud, T’awwuz y Surah AlFatihah, Huzur(aba) dijo:

“Con la Gracia de Al’lah, después de un período de cuatro años, hoy tengo de nuevo la oportunidad de dirigirme directamente a todas ustedes.

La última vez que me dirigí a ustedes en el Yalsa de EE.UU. en 2008, llamé su atención sobre un asunto de extrema importancia. Les hablé de algo que debería ser el rasgo distintivo de todos los verdaderos hombres y mujeres musulmanes, y sin el cual una persona no puede progresar ni su fe puede ser completa.

Afirmamos que somos aquellas personas que en cumplimiento de la instrucción del Santo Profeta (saw) han jurado, con la gracia de Al’lah, la promesa de lealtad al Imán de la época que fue el Mesías y Mahdi prometido, y debido a esto nuestra fe se ha vuelto completa.

No sólo hemos aceptado a Hazrat Masih-e-Maud como el Mesías Prometido y el Imán Mahdi, sino que también lo hemos aceptado como Nabi Ullah, es decir, como Profeta de Al’lah. Este título no es algo que le hayamos conferido nosotros mismos, sino que, de hecho, el Santo Profeta consideró al Mesías Prometido como un Profeta. En el Sagrado Corán, se ha ordenado a los musulmanes que crean en todos los Profetas, porque sólo a través de esto puede la fe de uno ser completa y llegar a su cúspide.

Por lo tanto, nosotros los Áhmadis somos únicos y permanecemos solos como verdaderos musulmanes porque hemos aceptado y creído en todos los Profetas de Al’lah, desde los tiempos de Hazrat Adam(as) hasta los tiempos del Mesías Prometido(as). Sin embargo, ¿es esto suficiente para nuestro éxito y salvación?

La respuesta a esto es: ¡No!

En efecto, el hecho de que seamos únicos nos recuerda que nuestras responsabilidades han aumentado y si no las cumplimos, entonces estaremos obligados a rendir cuentas a Al’lah. Acabo de mencionar, cómo en el último Yalsa al que asistí en 2008, os recordé un asunto de extrema importancia y valor. Si recordáis, el punto que señalé fue que siempre debéis cumplir y manteneros fieles a las promesas que hacéis. Debéis utilizar todas vuestras capacidades en el esfuerzo por cumplir con las responsabilidades que os han sido impuestas por el Sagrado Corán y el Santo Profeta (saw).

En esta época, habéis sido aconsejadas y prevenidas una y otra vez respecto al cumplimiento de vuestras responsabilidades por parte de Hazrat Masih-e-Maud(as) y todos su Jalifas. En efecto, cada Ahmadi, que ha prometido su lealtad al Mesías Prometido(as), se ha comprometido a esforzarse de todo corazón para cumplir con las responsabilidades que le han sido encomendadas; y ha prometido hacer todo lo posible para cumplir con todas las órdenes de Al’lah.

Después de entrar en el redil del Mesías Prometido, cada hombre y mujer áhmadi renueva y se compromete de nuevo en esta promesa. Sin embargo, si después de hacer esta promesa no le presta atención, entonces esa persona no marcha por el camino de la rectitud ni entiende la realidad de su fe.

Además, no se trata simplemente de que una persona que rompe su pacto es considerada como no justa y dejada en paz por Dios Altísimo. De hecho, Dios Altísimo dice,

…porque el pacto será cuestionado. (C.17:V.35)

Esto significa que llegará un momento en que se nos pedirá cuentas y se nos preguntará sobre el cumplimiento de todos los pactos que hemos hecho. Por lo tanto, si asumís que no hay nada malo en romper el juramento de lealtad, y que no os puede causar ningún daño, entonces estáis totalmente equivocados. Porque Dios Altísimo ha declarado claramente que ninguna persona escapará al castigo por tal negligencia, sino que en última instancia se le pedirá cuentas ya sea en este mundo, o en la vida después de la muerte.

Cada persona será cuestionada sobre cada una de sus promesas; y siempre debéis recordar que cuando Al’lah cuestiona a una persona, es señal de Su ira. La ira de Al’lah es de tal naturaleza, que destruye la vida de la persona que ha incurrido en Su ira tanto en este mundo como en el más allá. Por lo tanto, esto es algo que todos debemos temer mucho y siempre tratar de evitar.

Al jurar el Bai’at, las responsabilidades de cada Áhmadi aumentan y por lo tanto cada hombre o mujer Áhmadi debe permanecer constantemente centrado en el cumplimiento de sus responsabilidades. Esto es algo que constante y repetidamente recuerdo a los áhmadis durante mis discursos y sermones; y, de manera similar, he amonestado y aconsejado a los miembros de Lajna Ima’illah sobre sus funciones y responsabilidades una y otra vez.

También debo aclarar aquí, que nunca debeis pensar que ninguno de mis discursos o instrucciones se limitan a la audiencia que está sentada en frente de mí. Así, cuando me dirijo a las Lajnas en el Reino Unido, Alemania o cualquier otro lugar, no debeis pensar que mis palabras no se aplican a vosotras. De hecho, todo lo que digo, no importa dónde lo diga, se dirige a todos los áhmadis de cada Yama’at.

Así ha sido siempre, por lo que todas las instrucciones dadas por los Jalifas que me precedieron también estaban dirigidas a todos los áhmadis. Todo áhmadi que escuche la voz del Jalifa de la época o que venga a leer sus instrucciones debe considerar que se le está dirigiendo a él directamente.

Alhamdulillah, mediante la bendición de la MTA, Dios Altísimo ha reducido la distancia entre el Jalifa y los miembros del Yama’at en todo el mundo. Por lo tanto, aunque no siempre pueda verlos directamente, sin embargo, todos ustedes pueden verme y oírme directamente.

Si una persona dice que, debido a las diferencias horarias mundiales, le resulta difícil escuchar mis sermones o discursos EN VIVO, entonces debe saber que al cabo de pocas horas se transmite una repetición en la MTA; y, de hecho, se repite varias veces durante la semana. Aparte de esto, ahora tenemos una gran cantidad de recursos disponibles en Internet, donde todos los programas se suben y después están disponibles para ver las 24 horas del día.

En respuesta a las peticiones, la MTA también ha iniciado recientemente un servicio de Internet a demanda donde se han colocado todos los programas importantes. Por lo tanto, ningún áhmadi puede tener una excusa válida para decir que no estaba en condiciones de conocer una instrucción en particular; tampoco puede alegar que perdió el sermón del Jalifa, porque estaba ocupado con algún otro compromiso.

Todas estas facilidades son una gran bendición de Al’lah, por la cual, a través de los medios de comunicación modernos, el Jalifa y el Yama’at se han acercado aún más. Sin embargo, si algún áhmadi sigue sin beneficiarse de estos recursos, es debido a su propia debilidad y al hecho de que no se preocupa lo suficiente por cumplir su promesa.

Por un lado, cada áhmadi debe prestar atención al cumplimiento de su pacto y sus promesas; pero también debe darse cuenta de que hay una gran necesidad de hacer istighfaar, lo que significa buscar sinceramente el perdón de Al’lah. El verdadero istighfaar debe realizarse teniendo en cuenta que Al’lah es el más indulgente, el más compasivo y sabiendo que otorga su misericordia ante el verdadero arrepentimiento. Cuando se busca el perdón de esta manera, entonces a una persona no sólo se le concede el perdón por sus errores, sino que su arrepentimiento también se convierte en un medio de progreso espiritual. Y es el progreso espiritual el que lleva a la cercanía con Al’lah.

Ahora me gustaría recordarles a todos ustedes una cuestión muy importante, que es necesaria que toda mujer o niña áhmadi entienda; y que es que tienen un alto estatus y es su deber mantener este estatus. Una mujer áhmadi no sólo debe reconocer esta identidad dentro de sí misma, sino que también debe hacer que la sociedad en general se dé cuenta y la comprenda. Lo más importante es que todos debéis iluminar a sus hijos e inculcarles la verdadera estatura de las mujeres áhmadis.

Esto es esencial, para que de una generación a la siguiente, sigamos siendo siempre conscientes de que razón por la que hemos aceptado al Mesías Prometido(as) es para que podamos cumplir los mandatos de Al’lah y alcanzar Su cercanía. Si esto sucede, entonces todas las mujeres Áhmadis se convertirán en un medio para que las futuras generaciones adopten la rectitud, y así las mujeres Áhmadis se convertirán en garantes y medios para desarrollar una estrecha relación con Al’lah.

Teniendo esto mismo en cuenta, Hazrat Musleh-e-Maud (ra) aconsejó repetidamente a las mujeres respecto a este punto. Por lo tanto, les insto a todas ustedes a que entiendan su posición. El estatus que Al’lah les ha concedido es tal, que ninguna religión anterior hubo concedido, y ningún sistema, organización o individuo mundano ha concedido a las mujeres, porque según las enseñanzas del Islam Al’lah ha concedido a las mujeres la capacidad de actuar como garantes para la entrada en el paraíso. Qué honor tan único y distinto ha conferido el Islam a la mujer.

Basándose en estas enseñanzas, una pregunta que surge naturalmente es la de si entrar en el paraíso es una tarea tan fácil, que Al’lah ha concedido a todas las mujeres una llave para las puertas del cielo.

La respuesta es que, con toda seguridad, a cada mujer no se le ha dado la llave del paraíso, y que no todas las mujeres actúan como garantes que conducen al cielo.

En efecto, sólo una mujer cuya palabra y obra estén de acuerdo con las órdenes de Al’lah y su Mensajero, puede ser una garantía para entrar en el paraíso. Son esas mujeres las que siempre están preocupadas y ansiosas por la formación moral de sus hijos y cuyas propias relaciones con Dios son tales que inspiran a sus propios hijos a desear establecer un vínculo amoroso similar con Al’lah.

Su relación con Al’lah puede ser descrita como una relación viva que es el medio para una vida espiritual. Aquellos que adquieren tal existencia espiritual son verdaderamente afortunados, porque ninguna otra persona o nación puede derrotarles y dominarles. No se ven afectados o mal influenciados por ninguna cultura que enseñe la inmodestia o la inmoralidad, y tampoco pueden ser obligados a seguir ninguna costumbre mundana que sea contraria a las órdenes de Al’lah.

Buscar un beneficio legítimo y apropiado de las bendiciones mundanas proporcionadas por Dios está, por supuesto, permitido, pero nunca debe ser nuestro único objetivo adquirirlas. Los hombres, mujeres y niños creyentes no se ven afectados por las atracciones glamorosas y superficiales del mundo.

¿Cuántos de ustedes pueden decir que viven de manera tan justa? ¿Cuántos de ustedes pueden decir honestamente que están dando prioridad a su fe sobre todos los asuntos mundanos como medio para salvarse a ustedes mismos y a sus hijos? ¿Cuántos de ustedes se esfuerzan plenamente por esto? La verdad es que vosotros mismos conocéis las verdaderas respuestas a estas preguntas mejor que nadie. El auto-análisis, si se hace correctamente, es la forma más efectiva de evaluación.

Independientemente de las evaluaciones de Lajna Ima’illah o de las Yama’ats, es vuestra propia evaluación la que tendrá el mayor significado. Vuestro verdadero estado espiritual se comprobará por vuestros actos y acciones cada día y noche. Por ello, el Mesías Prometido (as) ha dicho que cada mañana debe dar testimonio de que habéis pasado la noche de manera recta, y cada noche debe dar testimonio de que habéis pasado el día con el constante temor de Al’lah en vuestros corazones.

Qué afortunadas son las personas que pasan sus días y sus noches de esta manera.

Como acabo de decir, la evaluación adecuada sólo puede ser llevada a cabo por cada persona por sí misma. Ni la Sadr Lajna ni ningún otro oficial de la Yama’at puede hacer evaluaciones precisas.

Los hombres áhmadis que escuchan lo que digo no deben pensar que esta orientación se limita sólo a las mujeres. Lo que digo es tan importante para los hombres como para las mujeres. En realidad, es aún más importante para los hombres, porque son los hombres de un hogar los que actúan como ejemplo para que otros sigan y aprendan de él.

También debo aclarar que si las organizaciones auxiliares de Yama’at o el Órgano Central de Yama’at realizan alguna vez una evaluación de cualquier hombre o mujer áhmadi, su propósito es sólo de recordatorio. Esto se debe a que todo áhmadi que respeta el sistema del Yama’at o Nizaame Yama’at no desea que ninguna de sus debilidades sea jamás expuesta y por lo tanto se esfuerza por mejorarse a sí mismo con dicho recordatorio.

Las evaluaciones que puede realizar el Yama’at sólo se llevan a cabo a un nivel básico y nunca pueden llegar a las profundidades que determina la autoevaluación. Por esta razón, el Mesías Prometido(as) no dijo que debiera utilizarse el testimonio de los demás para determinar si una persona es justa, o que debía utilizarse el testimonio de su Sadr. En su lugar, enseñó que es cada noche y día lo que debe dar testimonio del carácter de una persona.

En otras palabras, el Mesías Prometido (como) enseñó que es el testimonio de los ángeles que están constantemente vigilando todos nuestros actos, y que preparan un registro completo de nuestras buenas y malas acciones, sobre lo que finalmente seremos juzgados. Por lo tanto, cuando este registro se presente finalmente ante Al’lah, debe estar lleno de actos verdaderamente bellos que son el medio para complacer a Al’lah.

Los seres humanos realizan todo tipo de actos que de forma superficial pretenden representar algo ante los ojos del mundo, cuando en realidad son algo distinto. Sin embargo, la realidad es que los hombres y mujeres musulmanes sólo cumplirán con sus obligaciones como creyentes cuando lo que está dentro de ellos corresponda exactamente con lo que presentan externamente, y cuando cada uno de sus actos y obras se hagan únicamente para alcanzar el agrado de Al’lah.

Al’lah ha dado la importante orden de que el Corán actúe como el principio rector de nuestras vidas. El Santo Profeta aconsejó repetidamente a los musulmanes que acataran esta orden, y todos los musulmanes se han comprometido con él a aceptar plenamente el Sagrado Corán como una guía perfecta. Todos los musulmanes han prometido que siempre tratarán las instrucciones del Santo Profeta (saw) como el código de conducta que gobernará sus vidas.

No encontramos escrito o narración en ninguna parte que diga que sólo ciertos mandatos de Al’lah o de Su Mensajero (saw) deban ser tratados como importantes y como guía para nuestras vidas. De hecho, cada una de las ordenes de Al’lah y Su Mensajero son principios que deben ser implementados lo mejor posible. De hecho, cada palabra hablada y cada acto llevado a cabo por el modelo bendito del Santo Profeta (saw) es un ejemplo a seguir.

Si estudiais la vida del Santo Profeta(saw), veréis que no hubo un solo momento en el que no inculcara a sus seguidores la necesidad absoluta de cumplir siempre con los derechos debidos a Al’lah y a Su creación. En términos de los derechos de Al’lah, la principal obligación es, por supuesto, la Salat. El Santo Profeta describió a la Salat como el deleite de sus ojos.

Por lo tanto, siguiendo su modelo bendito, debemos buscar adquirir esta fuente de confort para nuestros ojos. Los requisitos de la Salat no pueden ser cumplidos cuando os apresurais en vuestras oraciones y simplemente seguis los movimientos. Tales oraciones inadecuadas nunca pueden ser una fuente de consuelo para nuestros ojos. En su lugar, sólo aquellas oraciones que se realizan correctamente, hermosamente, y donde cada movimiento está lleno de completa sumisión y amor por Al’lah pueden llevar a un estado de felicidad, satisfacción y proporcionar consuelo a nuestros ojos.

Todos ustedes saben que hay una oración que hacemos para nuestros hijos, que es esta: Que Al’lah les convierta en una fuente de alegría y consuelo para nuestros ojos. Para un creyente, sus hijos se convierten en deleite para sus ojos cuando adoptan la rectitud, si están sanos y tienen medios, si son obedientes y sirven a sus padres. Así, cuando una persona reza a Dios para que le conceda hijos piadosos, veraces y que sean una fuente de consuelo para sus ojos, entonces, de acuerdo con el ejemplo del Santo Profeta (saw), debe buscar el deleite de sus ojos que sólo se puede adquirir cumpliendo con las obligaciones relativas a la adoración de Al’lah.

Cuando esto sucede, entonces como resultado, Dios Altísimo les otorga a hijos que verdaderamente prueban ser el deleite de los ojos de sus padres y son una fuente de felicidad para ellos. Por lo tanto, para la formación moral de sus hijos, es esencial que las mujeres establezcan y mantengan sus oraciones al más alto nivel. Los hogares de los áhmadis deben estar llenos del amor y el recuerdo de Al’lah en todo momento.

Como dije en mis dos sermones anteriores, los programas de televisión, el Internet o las salidas familiares nunca deben mantener la prioridad, mostrando que son un obstáculo que impide que nuestras oraciones se ofrezcan de la manera hermosa requerida.

Ciertamente, no sólo las mujeres, sino también todos los hombres deben prestar toda su atención en todo momento para cumplir con los derechos de culto que se deben a Al’lah. Si se presta una completa atención a nuestras oraciones, entonces Dios Altísimo ha prometido que como resultado, vuestros hijos se convertirán en el deleite de vuestros ojos.

Sobre la importancia de las oraciones, Al’lah dice en el Sagrado Corán, en la Surah alBaqarah:

“Vigilad las oraciones, y en particular la oración del medio, y presentaos ante Al’lah sumisamente. (C.2:V.239)”

Este versículo significa que debéis prestar atención a vuestras oraciones y protegerlas. Nos recuerda especialmente que debemos prestar atención a las oraciones que se hacen durante el día, cuando la mayoría de la gente está ocupada con sus rutinas diarias. Así, se nos recuerda que cuando todos los deseos e intereses mundanos son dejados atrás, y nuestras oraciones son salvaguardadas, entonces nuestros hogares se llenarán de las bendiciones de Al’lah.

Entonces encontraremos que la rectitud y la bondad se convertirán en características permanentes en nuestros hijos. Cuando alcancen tan altos estándares, entonces estarán cumpliendo la promesa que han hecho de dar siempre prioridad a su fe sobre los asuntos del mundo. La generosidad de Al’lah es tal que recompensa a una persona más de lo que le corresponde a cambio de todas sus buenas acciones.

Así, cuando salvaguardeis vuestras oraciones, por el deseo de seguir las órdenes de Al’lah y le recordéis a vuestro esposo e hijos que también protejan su Salat, entonces vuestras oraciones vendrán realmente a protegeros. Os purificarán de los pecados y errores.

De hecho, Al’lah ha dicho en la Surah al’Ankabut:

“…Ciertamente, la oración le restringe a uno de la indecencia y el mal manifiesto…” (C.29:V.46).

Esto significa que la oración impide a una persona toda forma de indecencia y actos indeseables. Por lo tanto, al realizar las oraciones con regularidad y de manera adecuada, las oraciones mismas nos protegen, impidiendo que cometamos actos indecentes o malvados. Este escudo espiritual no sólo se limita al individuo, sino que, de hecho, es un medio para proteger a toda la casa. Dios Altísimo se convierte en amigo y ayudante de aquellos que lo adoran con total atención y que cumplen con los derechos de la propia adoración.

El significado de cumplir con los derechos de la adoración es que debemos adorar a Al’lah en todo momento, incluyendo los momentos de felicidad, comodidad y facilidad. Durante los momentos de satisfacción, debemos continuar adorándolo y recordándolo de la manera apropiada. No debe ser que sólo durante los momentos de prueba y dificultad nos fijemos en la alfombra de oración suplicando la ayuda de Al’lah, pero cuando nuestras circunstancias mejoran nos olvidemos de Él.

Cuando Al’lah ordena haafizoo, esto significa que, a diferencia de otras religiones, la adoración en el Islam, no es un proceso unilateral o unidireccional. Por lo tanto, cuando una persona protege sus oraciones, entonces Al’lah también lo protege; y, la manifestación de esta protección es presenciada tanto en este mundo a través de las recompensas de Al’lah, como en el más allá.

¿Qué mayor bendición puede haber para una persona en este mundo, que sus hijos sean una delicia para sus ojos?

Normalmente, el tema de la importancia de salvaguardar el Salat se dirige más a menudo a los hombres, y debido a esto, algunas mujeres creen erróneamente que si hay ciertas debilidades que se deslizan en sus oraciones, no tienen tanta importancia. Ciertamente los hombres deberían estar un paso adelante en la protección de sus oraciones. Se les ha ordenado realizar las cinco oraciones diarias en congregación.

Sin embargo, la observancia de las oraciones es tan importante para las mujeres como para los hombres. De hecho, debido a que las mujeres son la principal fuente de formación moral para sus hijos, existe una necesidad crítica de que las mujeres presten siempre una atención prominente a sus oraciones. Sólo cuando una mujer protege sus oraciones puede convertirse en garante de que sus hijos entren en el paraíso.

Ahora me gustaría pasar a otro tema de gran importancia. Hay una necesidad particular de hablar de este tema aquí, porque en esta sociedad hay muchas voces que se levantan por parte de los no musulmanes en oposición a este mandamiento islámico fundamental. Desafortunadamente, muchas de nuestras niñas y mujeres áhmadis se han visto influenciadas por los no musulmanes y han caído presas de un complejo de inferioridad.

Por lo tanto, no están cumpliendo con este mandamiento o no lo tratan con la importancia que merece. Si alguna mujer áhmadi, por cualquier razón, no le da a alguna enseñanza islámica la importancia que le corresponde, es evidente que se está alejando de su fe y rompiendo la promesa que hizo al hacer Bai’at.

Todos ustedes deben darse cuenta de que la gente que lleva a cabo cambios revolucionarios en la sociedad tiene que enfrentarse a ciertos niveles de resistencia y ciertas dificultades antes de que puedan lograr un cambio real. Todas las personas que desean revolucionar la sociedad se convierten en blanco de la crueldad y la opresión de aquellos que están decididos a bloquear cualquier cambio. Por lo tanto, sólo después de soportar esa oposición con valentía y convicción, las personas son capaces de reformar a otros y así lograr una transformación positiva de la sociedad. Si ellos mismos no vienen inmediatamente a cosechar la recompensa de sus esfuerzos, entonces sus hijos o las generaciones futuras vendrán ciertamente a recoger esos frutos por los que sus padres y antepasados hicieron nobles sacrificios.

La gente del mundo puede mostrarse totalmente resistente a abandonar sus metas y objetivos materialistas, y puede estar decidida a seguir un camino que no sólo los perjudica a ellos mismos sino también la sociedad en general. Sin embargo, un áhmadi que promete priorizar su fe sobre el mundo no realiza ningún acto debido a la terquedad o la rigidez, sino que de hecho todos sus actos se realizan con el único objetivo de complacer a Al’lah, o al menos así es como debe ser.

Si los áhmadis tienen este espíritu, deben ser capaces de mostrar y manifestar sus creencias con total confianza en sí mismos y sin ningún tipo de complejo de inferioridad. Lo que predican y practican los áhmadis no son sólo cosas que no dañan al mundo, sino que de hecho producen cambios positivos y beneficiosos para la sociedad. Lo que los áhmadis dicen y hacen siempre será un medio para reformar tanto la sociedad actual como las generaciones futuras, porque todo lo que los áhmadis predican o practican son medidas que permiten a la humanidad adquirir las bendiciones y el placer de Al’lah.

Después de este recordatorio, voy a hablar directamente del mandamiento islámico al que me he referido y que es un signo de la magnificencia y dignidad de una mujer creyente, y que es el mandato del pardahh o velo. Esta práctica islámica no era sólo para las mujeres que vivieron hace 1400 años, o sólo para las mujeres que viven en Asia o en el tercer mundo de hoy en día, sino que es para todas las mujeres musulmanas en todas las partes del mundo y para todos los tiempos.

En la Surah AlNur, Al’lah dice:

“Y di a las mujeres creyentes que recaten su mirada y protejan sus partes privadas, y no muestren su belleza y sus adornos, excepto lo que sea visible de ellos, y coloquen sus velos sobre sus pechos, y no muestren su belleza y sus ornamentos más que a sus maridos, o a sus padres, o a los padres de sus maridos o a sus hijos, o a los hijos de sus maridos, o a sus hermanos, o a los hijos de sus hermanos, o a los hijos de sus hermanas o a sus mujeres o a lo que poseen sus diestras o a aquellos de los criados varones que no tengan maldad, o a los niños que no han llegado a tener conocimiento de las partes privadas de las mujeres. Y que no caminen de manera que pueda mostrarse lo que ocultan de su belleza. Y volveos todos juntos a Al lah, Oh creyentes, para que triunféis. (C.24:V.32).”

Por lo tanto, si os consideráis entre los creyentes que se han comprometido a seguir las órdenes de Al’lah y Su Mensajero (saw) y entre los que han tomado el Bai’at del Imán de la época, Hazrat Masih-e-Maud (as), entonces ciertamente este mandamiento es tan importante para vosotros como lo fue para las mujeres musulmanas en los tiempos del Santo Profeta (saw). Por lo tanto, como dije, este mandamiento es para todas las mujeres musulmanas en cualquier parte del mundo en que vivan.

Debo aclarar que antes de dar esta orden a las mujeres, Al’lah ha ordenado a los hombres que mantengan la mirada baja y no miren a las mujeres de forma indecente o impúdica. Así, el Islam no ha mostrado ninguna injusticia ni es parcial. También debe quedar absolutamente claro que el Islam no exige o restringe a las mujeres a permanecer confinadas dentro de las cuatro paredes de su hogar.

¿Cómo podría ser posible esto, cuando el Santo Profeta (saw) dictaminó que la mitad de la fe se podía aprender de Hazrat ‘A’ishah(ra)? Ciertamente, la gente del mundo aprendió de ella. De hecho, se relata que Hazrat ‘A’ishah(ra) hacía discursos en determinadas reuniones y encuentros y que algunos compañeros varones del Santo Profeta (saw) también acudían y aprendían sobre el Islam de ella.

Además, en tiempos de batallas y guerras, las mujeres musulmanas cumplían sus deberes con gran honor y compromiso. A algunas mujeres se les asignaron tareas de enfermería u otras tareas. De hecho, algunas mujeres incluso lucharon en ciertas batallas. Se dice sobre Hazrat Umm-e- Ammaarah(ra) que en una batalla mostró tal habilidad, que los hombres quedaron asombrados por su valentía y destreza. Sólo el Santo Profeta la reconoció en el campo de batalla, mientras que otros compañeros varones la miraron con asombro y asumieron que era un joven valiente que estaba luchando, ya que se había ocultado de pies a cabeza.

Durante otra guerra, en un esfuerzo por proteger al Santo Profeta (saw), Umm-e-Ammaarah (ra) llevó a cabo tremendas hazañas de valentía e incluso sufrió graves heridas que tal vez ningún otro hombre valiente pudo haber igualado. Debido a su devoción ella fue bendecida y honrada al recibir palabras de alabanza del propio Santo Profeta (saw).

Por lo tanto, todas debeis recordar que cumplir con los mandatos del Sagrado Corán y protegerlos es vuestra responsabilidad.

¿Deseais adquirir el estatus de Umm-e-Ammaarah(ra) sólo a través de meras palabras? Si creeis que es posible, entonces estáis muy equivocadas.

Para alcanzar tal estatus, debéis llevar a cabo una lucha contra vuestras deseos e intereses personales. Debéis luchar y enfrentaros a los tópicos que tienen ciertos segmentos de la sociedad sobre vosotras. Debéis ser valientes y esforzaros por establecer vuestros valores puros frente al ridículo y la burla, y debéis esforzaros por aplicar siempre las leyes y enseñanzas del Corán en vuestra vida diaria. Sólo entonces, sereis consideradas unas verdaderas mujeres creyentes.

Hoy, debeis demostrar que no estáis observando el pardah sólo porque estáis en el entorno del Yalsa, sino simplemente porque deseáis buscar el placer de Al’lah. Debéis probar que no observáis el hiyab y que usáis ropa adecuada y respetable sólo para los eventos de Lajna o de la Yama’at. Por lo tanto, hoy debéis hacer una promesa renovada de que de ahora en adelante sin importar el compromiso mundano que tengáis, sin importar las burlas que enfrentéis, y sin importar cuán duramente os trate la gente, nunca os quitareis el hiyab y el atuendo religioso.

De hecho, debéis prometer que, por el bien de seguir las órdenes de Al’lah y por Su placer, vais a erradicar todas las formas de materialismo y a descartar completamente el glamour y el encanto del mundo de vuestras vidas. Recordad siempre que vuestro hijab y el atuendo religioso son parte de vuestra modestia y dignidad, y es por eso por lo que Al’lah ha instruido observarlo a una mujer creyente.

A veces recibo quejas o informes de si bien algunas chicas o mujeres áhmadis se cubren la cabeza, cuando van al centro comercial llevan vaqueros ajustados y camisetas o blusas que apenas llegan a la cintura. Recordad que esta ropa y esta inmodestia es una burla a vuestra religión. En muchas ocasiones, he recordado a los Áhmadis que Al’lah no sólo ha ordenado el pardah de la cara, sino que ha ordenado el pardah de todo el cuerpo. Esto también es claramente evidente en el versículo del Sagrado Corán que he citado.

Por lo tanto, cuando salgáis de vuestra casa, es necesario que llevéis una gabardina holgada o un chal largo. Incluso bajo la cubierta del burka, no debéis llevar una camiseta o una minifalda, sino un largo chal o chadar que cubra todo vuestro cuerpo. Si no se sigue esto, no sólo es una violación del pardah, sino que también es una muestra de inmodestia, y el Santo Profeta (saw) enseñó que la modestia es parte de la fe. De hecho, en otra ocasión, enseñó que cada fe tiene una característica especial y única, y la del Islam es la modestia. Aquellos que no observan la modestia han sido maldecidos.

Por lo tanto, para proteger vuestra fe y convertiros en un verdadero modelo del Islam, debéis corregir cualquier debilidad que exista en lo que vestís y siempre debéis proteger vuestra castidad, porque al hacerlo vuestra fe estará protegida. Puede ser que el nivel mínimo aceptable de pardah exija que sólo os cubráis el pelo y la barbilla. Sin embargo, si adoptáis esta forma de pardah, entonces no debéis usar maquillaje. El Islam no impide que las mujeres trabajen, pero el trabajo que requiere que una mujer musulmana comprometa su santidad usando ropa o uniforme inapropiado, no está permitido.

Ciertamente, hay mujeres áhmadis en todo el mundo, que trabajan como doctoras, profesores, ingenieros, científicos y en muchas otras profesiones, y llevan a cabo estas carreras mientras mantienen los estándares adecuados de modestia y mantienen su hiyab.

El Mesías Prometido (as) ha dicho respecto a una mujer que mantiene su modestia y su pardah a la luz del versículo del Sagrado Corán que he citado antes, dice:

“Ordena a los hombres creyentes a refrenar sus ojos de mirar a las mujeres fuera de los grados prohibidos tan abiertamente como para despertar sensaciones lujuriosas; y a cultivar el hábito de guardar sus miradas. Y debéis salvaguardar sus partes privadas a toda costa. De la misma manera, debéis restringir sus oídos fuera de los grados prohibidos. Es decir, no debéis escuchar el canto o las voces atractivas de las mujeres fuera de los grados prohibidos. Ni tampoco debéis escuchar las descripciones de su belleza. Esta es una excelente manera de preservar la pureza de las miradas y corazones.”

A continuación, hablando de las mujeres, dice:

“De la misma manera, ordena a las mujeres que creen que deben refrenar sus ojos de mirar a los hombres fuera de los grados prohibidos y deben salvaguardar sus oídos de escuchar las voces de tales hombres. Es decir, no deben escuchar las voces que despiertan sensaciones lujuriosas en su interior. Deben cubrir sus partes privadas y no deben revelar su belleza a nadie fuera de los grados prohibidos. Deben cubrirse la cabeza con un velo sobre el pecho, y cubrir así la cabeza, las orejas y las sienes. No deben golpear sus pies en el suelo como los bailarines. Estas son directrices que uno debe seguir para protegerse de los tropiezos morales.”

Dice también:

“El segundo método es dirigirse a Dios Altísimo, y suplicarle que nos proteja contra los tropiezos y los deslices.”

dice:

“Otra orden es: no acercarse al adulterio. Esto significa que hay que evitar todas las ocasiones que puedan incitar a la mente en esa dirección, y evitar todos los caminos que puedan conducir a este vicio. El que se entrega a este vicio, lleva su maldad al extremo. El camino del adulterio es un camino malvado, ya que obstruye el progreso de uno hacia el objetivo final y es extremadamente dañino para el logro del propósito de la vida. Aquellos que no encuentran medios para casarse deben mantenerse castos a través de la adopción de otros métodos.”

Así, encontramos que esta vida está pavimentada con tropiezos y obstáculos en cada paso del camino, pero evitarlos y salir de ellos es el deber de todo hombre y mujer creyente. Si las verdaderas enseñanzas del Islam se siguieran siempre, entonces la falta de confianza que desafortunadamente se está desarrollando entre muchos maridos y esposas no ocurriría. Sus hogares que quedan destruidos simplemente porque cada parte no cumple con los debidos derechos de la otra, al contrario, permanecerían seguros y felices.

Al’lah ha declarado que el signo de un creyente es que no trata las órdenes de Al’lah de la misma manera que lo hacen los ciegos y sordos espirituales. Por lo tanto, es esencial que un creyente se esfuerce constantemente por actuar plenamente conforme a todas las enseñanzas y órdenes islámicas. Esto se debe a que los creyentes tienen la capacidad de entender y poseer la percepción, mientras que mostrarse sordo o ciego ante las órdenes de Al’lah es un signo de los incrédulos.

La capacidad espiritual de estas personas llega a su fin y dejan de poseer la habilidad o la sabiduría para escuchar y aplicar las enseñanzas piadosas y justas. Sin embargo, todas las que han aceptado al Imám de la época, que fue el verdadero siervo del Santo Profeta (saw), no pueden renunciar a lo que es bueno, y lo mismo se aplica a los hombres áhmadis.

Desafortunadamente, sin duda, ha habido una seria falta de atención a todo esto; pero espero y confío en que a partir de mi recordatorio de hoy, todas ustedes presten toda su atención a este asunto y sean espiritualmente rejuvenecidas, Insha’Al’lah.

También espero y confío en que todas las mujeres áhmadis lleguen a reconocer su verdadera condición y comprendan profundamente que no tienen que dar valor al glamour y el atractivo del mundo, que es puramente superficial. Toda esa superficialidad quedará atrás en este mundo temporal, mientras que la vida real y eterna está en el más allá. En esa existencia permanente, cualquier buena acción que hayamos hecho en esta vida temporal dará sus frutos.

Recibo cartas de algunas mujeres e incluso de algunas niñas que durante un tiempo se vieron muy influenciadas y afectadas por los elementos materialistas y superficiales del mundo, pero que posteriormente se han dado cuenta de que fue un gran error. Escriben que han perdido todo lo que tenían en este mundo, y al mismo tiempo han incurrido en la ira de Dios.

Además, algunos hombres y mujeres escriben con gran pesar y pena sobre el estado de sus hijos. Escriben con angustia que sus hijos no sólo se han alejado de la religión, sino que ya no escuchan a sus padres y son desobedientes. Por lo tanto, antes de que sea demasiado tarde y antes de que queden ahogados por el materialismo de este mundo, venid a unir completamente vuestros corazones a Al’lah.

Únanse a Él y nunca lo dejen alejarse .

Cumplid con los derechos del culto a Al’lah y considerad todas y cada una de las instrucciones del Corán como de vital importancia, y actuad sobre ellas lo mejor que podáis. Vuestro estado exterior debe estar de acuerdo con las enseñanzas de Dios, porque esto facilitará vuestro bienestar tanto en este mundo como en la próxima vida.

Esas mujeres áhmadis que vienen del Pakistán deberían tener una conciencia aún mayor de sus responsabilidades, porque el áhmadiat lleva en su sangre mucho más tiempo que las que se han incorporado más tarde. Por lo tanto, es su deber ser ejemplos brillantes para los nuevos conversos y las mujeres áhmadis locales. Y no sólo deben ser un modelo de una o dos de las órdenes dadas por el Corán, sino que deben ser un ejemplo de cada uno de sus mandamientos, y así demostrar que son un faro de luz que guía a todos los que les rodean.

A las mujeres áhmadis locales que están aquí hoy, me gustaría decirles que algunas de ustedes han sido áhmadis durante mucho tiempo, y sus hijos y nietos también lo son, Masha’Al’lah. Por lo tanto, no sólo los áhmadis de origen pakistaní deberían dar ejemplo, sino que todas ustedes deberían ser modelos para los demás.

De manera similar, a las nuevas conversas les digo: Recuerden siempre que, si las antiguas áhmadis no desarrollan cambios espirituales y revolucionarios en su interior, eso no debería impedirles a vosotras hacerlo. Así, las que se acaban de unir deben convertirse en el medio para llevar a cabo una revolución espiritual y deben llegar a simbolizar el verdadero Islam en todos los aspectos de sus vidas. Recuerden siempre que sólo la persona que progresa en la piedad es amada por Al’lah y tiene un estrecho vínculo con Él. Al’lah no tiene relación con los antiguos o nuevos Áhmadis, sino con los piadosos y justos. Que Al’lah permita que mis palabras demuestren ser un medio para mejorar sus estándares de rectitud, para que la hermosa semilla de Ahmadíat, que es el verdadero Islam, produzca flores de la mayor belleza en nuestras futuras generaciones para que sigan floreciendo para siempre. Que Al’lah permita que esto suceda, Amen. Ahora, todas vosotras os unís a mí en una oración en silencio.”

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