En la época en que el Sagrado Corán fue revelado, el conocimiento humano sobre la naturaleza del cosmos y el movimiento ó quietud de los cuerpos celestes era extremadamente primitivo y oscuro. Actualmente no ocurre así, dado que nuestro conocimiento sobre el universo ha avanzado y se ha extendido considerablemente en la época presente.
Algunas de las teorías relacionadas con la creación del universo han sido aceptadas como ciertas, mientras que otras aún están siendo exploradas. El concepto de un universo en expansión pertenece a las primeras y ha sido aceptada universalmente como un hecho cierto por la comunidad científica. Este descubrimiento fue realizado en primer lugar por Edwin Hubble en los años 1920. Sin embargo, hace mil trescientos años, el Sagrado Corán mencionaba con claridad:
“Hemos creado el cielo con energía (aydin) y en verdad tenemos el poder de ampliarlo (musi´un)”. (51:48).(1)
Hay que recordar que el concepto de la expansión continua del universo es exclusivo del Corán. Ninguna otra escritura Divina no apunta ni remotamente a este hecho. El descubrimiento de que el universo se está expandiendo constantemente es de vital importancia para los científicos, puesto que ayuda a crear un mayor entendimiento sobre la creación inicial del universo. Explica con claridad el proceso de la creación paso a paso enlazando a la perfección con la teoría del Big Bang. El Corán aún da un paso más describiendo el ciclo completo del comienzo, el fin y la vuelta a un comienzo similar. El primer paso en la creación relatado en el Corán describe de forma precisa el suceso del Big Bang en las siguientes palabras:
“¿No ven los incrédulos que los cielos y la tierra eran una masa compacta (ratqan) que posteriormente dilatamos (fataqna)? Nosotros creamos del agua a todo ser vivo. ¿Acaso no creerán?”. (21:31).(2)
Es significativo que este versículo se dirige específicamente a los no-creyentes, implicando quizás, que el descubrimiento del secreto mencionado en este versículo sería hecho por los no-creyentes, siendo un signo para ellos la veracidad del Corán.
En este versículo las palabras raqtan (una masa compacta) y fataqna (dilatamos) conllevan el mensaje básico de la totalidad del versículo. Los léxicos auténticos de la lengua árabe (3) otorgan dos significados a la palabra raqtan, que es la de mayor relevancia en el tema que estamos discutiendo. Un significado es “la unión de algo y la subsiguiente fusión en una única entidad” y el segundo significado es “la total oscuridad”. Ambos significados pueden ser utilizados. Tomados en conjunto, ofrecen una descripción válida de la singularidad de un agujero negro.
Un agujero negro es una masa colapsada gravitacionalmente de tamaño colosal. Comienza con el colapso de ciertas estrellas de masa inmensa quince o más veces mayores que el sol. La inmensidad de su fuerza interna gravitacional hace que las estrellas colapsen en un tamaño mucho más pequeño. La fuerza gravitacional se concentra aún más y conlleva el colapso de la totalidad de la masa en una supernova. En esta situación, los elementos básicos de la materia como las moléculas, los átomos, etc., comienzan a oprimirse en una masa indescriptible de energía. Se crea en ese momento en el espacio-tiempo lo que se denomina “horizonte singular”. Su fuerza interna gravitacional es tan poderosa, que cualquier forma de radiación es atraída; incluso la luz no es una excepción. La total oscuridad resultante conlleva a lo que se conoce como “agujero negro”, recordando una de las acepciones de la palabra ratqan utilizada por el Corán para indicar una total ausencia de luz. A ésto se le denomina singularidad que yace más allá del horizonte singular.
Al crearse un agujero negro, éste crece rápidamente porque incluso las estrellas distantes comienzan a ser atraídas por la progresiva concentración de energía gravitacional. Se estima que la masa de un agujero negro puede crecer tanto como cientos de millones de veces la masa del Sol. Según se ensancha el campo gravitacional, se atrae más materia del espacio a una velocidad cercana a la de la luz. En 1997 existía la evidencia mediante la observación que existía en nuestra galaxia un agujero negro dos millones de veces (2,000.000) la masa solar. Sin embargo, otros cálculos demuestran que en nuestro universo pueden existir muchos agujeros negros de una magnitud tres mil millones (3,000,000.000) la masa solar (4). Con tal concentración de fuerza gravitacional, incluso las estrellas más distantes podrían tambalear y perder su norte para ser devoradas por un glotón de tal magnitud. De esta forma, el proceso del raqtan se completa; dando lugar a esta singularidad que al mismo tiempo es cerrada y contiene una total oscuridad.
En respuesta a la pregunta de cómo fue creado el universo en sus inicios, las dos teorías más recientes están relacionadas con el Big Bang. Ambas reclaman que el proceso se inició de una singularidad que estalló repentinamente dejando libre la masa atrapada, conduciendo una vez más a la creación de un nuevo universo mediante el horizonte singular. Este nacimiento de luz emanando del horizonte singular se denomina agujero blanco (5,6). Una de las dos teorías relacionadas con la expansión predice que el universo así creado continuará expandiéndose para siempre. La otra teoría reclama que, en un punto dado, la expansión del universo se dará la vuelta puesto que la fuerza interna gravitacional prevalecerá en última instancia. Finalmente, toda la matería será atraída de nuevo bajo la forma de un agujero negro gigante. Esta última visión parece ser soportada por el Corán.
Comentando la primera creación del universo, el Corán a su vez describe claramente su final en otro agujero negro, conectando el final con el principio, y de esta forma, completando el ciclo de la historia del cosmos. El Corán declara:
“Acuérdate del día en que enrollaremos los cielos como un escriba enrolla los rollos escritos”.(21:105).(7).
El mensaje claro de este versículo es que el universo no es eterno. Habla de un futuro cuando los cielos sean enrollados, de forma similar a la que se enrolla un papiro. Las descripciones científicas que ilustran la creación de un agujero negro, se asemejan mucho a lo que el Corán describe en el versículo arriba reseñado.
Una concentración de masa del espacio transformándose en un agujero negro, como el descrito arriba, se comprime como si fuera una hoja bajo la enorme presión creada por las fuerzas gravitacionales y electromagnéticas. Como el centro del agujero negro rota sobre sí mismo constantemente, esta hoja -según se aproxima- comienza a enrollarse sobre él, antes de desaparecer al final en el reino de lo desconocido.
El versículo continúa:
“Al igual que empezamos la primera creación, la repetiremos -una promesa que Nos obliga-. En verdad la cumpliremos”.(21:105).(7).
Siguiendo al eventual colapso del universo en un agujero negro, nos encontramos con la promesa de un nuevo comienzo. Dios recreará el universo, de la misma forma que lo hizo con anterioridad. El universo colapsado reemergerá de su oscuridad y el proceso completo de la creación comenzará una vez más. Esta compresión y expansión del universo parece ser un fenómeno contínuo según el Sagrado Corán.
Este concepto coránico del comienzo y el final de la creación es, sin duda, extraordinario. No hubiera sido menos sorprendente si hubiese sido revelado a una persona con mucha preparación de nuestra era contemporánea. Sin embargo, impacta que este conocimiento tan avanzado, que contempla la perpetuidad del fenómeno reiterativo de la creación, fue revelado hace más de mil cuatrocientos años a un morador analfabeto del desierto de Arabia.
El Corán y los cuerpos celestes
Vamos a tratar ahora otro aspecto de la descripción del cosmos que está relacionado con el movimiento de los cuerpos celestes. El rasgo más impactante de esta descripción está relacionado con la descripción del movimiento de la tierra sin contradecir de forma manifiesta el entendimiento común dominante en aquella época. Los eruditos y los sabios de aquella época compartían unanimamente la creencia de que la tierra permanecía inmóvil mientras que otros cuerpos celestes como el sol y la luna giraban continuamente alrededor de ella. Según ésto, el movimiento de la tierra descrito en el Corán puede pasar desapercibido a un lector casual, pero el mensaje para un estudioso se expresa en alta voz y de forma clara. Si el Corán hubiera descrito inmóvil a la tierra y a los cuerpos celestes girando a su alrededor, aunque las gentes de la época se hubiesen dado por satisfechas con esta descripción, las futuras generaciones hubieran considerado esta cita una prueba de la ignorancia del autor del Corán. Hubieran argumentado que esta cita no podría provenir de un Ser Supremo, Conocedor de Todas las Cosas.
En lugar de comparar literalmente el movimiento de la tierra con el de otros cuerpos celestes, el Corán hace la siguiente declaración:
“Y ves las montañas que consideras firmemente establecidas, mientras que se mueven como nubes deslizantes: la obra de Al-lah, Quién lo ha hecho todo firme y fuerte …”. (27:89) (8).
Si se describen las montañas en constante movimiento, la única inferencia lógica que se puede extraer es que la tierra también rota con ellas. Sin embargo gracias al lenguaje magistral del Corán esta observación pasó desapercibida. Se mantenía la impresión compartida con el resto de la humanidad que la tierra permanecía inmóvil y esta concepción falsa no fue desafiada abiertamente. Si hubieran leído con atención el final de este mismo versículo no hubiera quedado hueco para cualquier error. El versículo finaliza con un tributo permanente a la facultad creativa de Dios, que creó todas las cosas con tal firmeza que no existe la posibilidad de ser retiradas. Ningún objeto que no pueda ser desalojado, dificilmente puede ser catapultado fuera de la tierra, elevándose por su cuenta y dejando a la tierra atrás.
De nuevo, en otros muchos versículos el Corán se refiere a las montañas como rawasiya que significa “firmemente arraigadas en la tierra”.
“Ha creado los cielos sin soporte alguno que podáis ver y ha puesto en la tierra montañas firmes para que no se muevan con vosotros, y ha esparcido en ella todo tipo de criaturas. Nosotros hemos enviado agua de las nubes y hecho crecer en ella todas las nobles especies” (31:11).(9).
También:
“Pusimos en la tierra montañas firmes para que os proveyeran de alimento e hicimos en ellas anchos pasos para que fuesen rectamente guiados” (21:32).(10).
Y:
“Y Él ha puesto en la tierra montañas firmes para que os provean alimento, y ríos y caminos para que podáis ser rectamente guiados”. (16:16).(11).
De esta forma, el Sagrado Corán sale airoso sutilmente al hacer esta revelación de forma que el conocimiento predominante en la época no fue desafiado abiertamente. Su caso es parecido a lo que las gentes pudieran haber interpretado del versículo 89 del Surah An-Naml, que se refiere a un futuro acontecimiento asociado con el Día del Juicio Final. Sin embargo, como se ha demostrado, esta incorrecta interpretación es inaceptable de cualquier manera por las siguientes razones:
- El versículo está conjugado claramente en presente y no en futuro. La palabra wao utilizada aquí puede ser traducida literalmente como “mientras” en lugar de “y”, de forma que el significado podría ser “ves las montañas que consideras firmemente establecidas, mientras que se mueven”. No es posible referir esta parte del versículo a una conjugación del futuro.
- Si las montañas iban a volar en un futuro, ¿como podría creer el ser humano que permanecían inmóviles a pesar de verlas volar en el espacio, incluso estando éste a una distancia segura en otro planeta? Por ello, una traducción de este estilo está fuera de lugar. Igualmente, sería totalmente incorrecta la traducción del versículo si indicara que aunque los seres humanos de hoy consideraran a las montañas inmóviles, no estaban en lo cierto dado que en el futuro volarían. Si las montañas permanecen inmóviles hoy, los seres humanos de hoy día las perciben inmóviles. No se trata de que piensen que estén inmóviles. El Corán hubiera dicho en este caso “sabéis que están inmóviles y así es. Sin embargo en el futuro no lo estarán”. Esto no es lo que refleja el Corán de ninguna manera.
- Al final del mismo versículo, un tributo a la firmeza de la creación de Dios es una prueba segura de que las montañas, en lugar de volar, están firmemente establecidas.
Merece la pena citar que los primeros comentarios mantienen silencio sobre el verdadero significado de este versículo, lo cual nos da a entender que era muy difícil de ser interpretado.
El Sagrado Corán también se pronuncia diciendo que todos los cuerpos celestes están en constante movimiento; ninguno de ellos es inmóvil:
“Todo sigue suavemente dentro de su órbita” (21:34). (12).
Esta cita comprometida cubre al universo entero, no siendo una excepción nuestro sistema solar. Además, existen otros muchos versículos que mencionan el movimiento elíptico de todos los cuerpos celestes. Pero también hablan de su movimiento dentro de un tiempo predeterminado hasta su último fin. Los siguientes versículos cubren ambos temas:
“Al-lah es Quién levantó los cielos sin pilares visibles para vosotros. Después se sentó Él mismo en el Trono y sometió el sol y la luna: cada uno de los cuales sigue su curso hasta un plazo prefijado. Él rige todas las leyes. Explica claramente los Signos, para que creáis firmemente en el encuentro con vuestro Señor”. (31:30.(13).
“¿No has visto que Al-lah hace que la noche se convierta en el día, y hace que el día se convierta en la hoche, ha puesto en servicio el sol y la luna, cada uno de los cuales sigue su rumbo hasta el plazo fijado, y que Al-lah conoce perfectamente lo que hacéis?” (31:30).(14).
“Él funde la noche en el día y funde el día en la noche. Él ha puesto en servicio el sol y la luna; cada uno recorre su trayectoria hasta el plazo fijado. Así es Al-lah, vuestro Señor. Suyo es el Reino, y aquellos a los que invocáis fuera de Al-lah no poseen ni siquiera una brizna” (35:14). (15).
“Creó los cielos y la tierra de acuerdo con los requisitos de la sabiduría. Hace que la noche cubra el día y que el día cubra la noche. Ha puesto en servicio al sol y la luna; cada uno sigue su curso hasta el momento señalado. ¡Escuchad! Sólo Él es Poderoso, el Gran Perdonador” (39:6).(16).
Vamos a tratar ahora una revelación sorprendente del Corán relacionada con un movimiento específico el sol que no ha sido mencionada en ninguna otra parte. El versículo 36:39 cita:
“Y el sol se mueve constantemente en la dirección de su última morada de descanso. Ese es el decreto del Todopoderoso, el Dios Omnisciente”. (36:39). (17).
El versículo habla de un punto en el espacio que será su último descanso. A pesar del hecho de que únicamente se menciona al sol, los versículos que siguen establecen un nexo del universo entero al movimiento del sol en la misma dirección:
“Y el sol se mueve constantemente en la dirección de su última morada de descanso. Ese es el decreto del Todopoderoso, el Dios Omnisciente”.
“Para la luna hemos establecido fases, hasta que vuelve a su antigua forma, similar a una rama vieja y seca de palmera”.
“No corresponde al sol alcanzar la luna, ni la noche puede adelantar al día”. (36:39-41).(18).
Si fuera únicamente el sol quién se mueve hacia una dirección fija, el versículo siguiente no hubiera proclamado que el sol y la luna mantienen de forma estricta su distancia mutua; nunca serán capaces de alcanzarse ni separarse uno de otro; un destino incambiable hasta el momento decretado. Ello muestra claramente que sea cual fuere la dirección en la que se mueve el sol, la luna también se mueve en esa dirección.
Pero no sólo se trata del sol y la luna. Todos los cuerpos celestes son descritos en el Corán flotando silenciosamente. Una vez más, hay numerosos versículos en el Corán que describen a los cuerpos celestes unidos entre sí por enlaces invisibles. De ahí que si uno de ellos se mueve en una dirección distinta de su movimiento orbital y elíptico, el resto de los cuerpos celestes deben moverse con él para mantener el mutuo balance.
“Él es Quién creó la noche y el día, y el sol y la luna, siguiendo cada uno suavemente su órbita”. (21:34).(19).
“No corresponde al sol alcanzar la luna, ni la noche adelantarse al día. Todos ellos flotan en una órbita”. (36:41).(20).
Es un estilo único el del Corán, que también se emplea para indicar el movimiento de la tierra sobre su eje. La gente de la época no pudo entender con claridad la idea subyacente de estas revelaciones. Si las montañas se mueven, la tierra también debe moverse con ellas. Pero no es esto lo que la gente creyó en su época. Tampoco pudieron imaginar que si el sol se movía hacia una dirección específica, el universo entero también se movía con él hacia el mismo destino. Esta visión del universo entero yendo a la deriva en el espacio es una idea que quizás aún no ha sido concebida por los científicos contemporáneos. Sin embargo, se puede extraer de un estudio detallado del Corán que el cosmos entero se mueve hacia el mismo punto en el espacio. Si esta implicación resulta cierta, a uno no le queda más remedio que visualizar más de 180 billones ó más de galaxias, en la que nuestro sistema planetario es sólo un diminuto punto, moviéndose conjuntamente con el sol hacia una dirección prefijada.
En otra parte de este capítulo sugerimos la posiblidad de un gigante agujero negro “todo-consumidor”, que pudiera estar atrayendo toda la masa del universo hacia su singularidad.
Concluiremos de esta forma que según el Corán, el caso del universo es un caso abierto y cerrado. En el momento del Big Bang, comenzó a expandirse casi a la velocidad de la luz. Al final, una vez más será reducido al abismo que referimos como agujero negro.
En cuánto al concepto de un único agujero negro universal, según describe la teoría del Big Bang, se soporta totalmente en el Corán. Sin embargo, algunos científicos proponen el caso de un universo abierto. Creen que el universo continuará expandiéndose para siempre hasta que la materia espacial se diluya y se disperse y se extienda más allá de la fuerza gravitacional del centro del universo. Este escenario no deja lugar para que el universo se reagrupe y vuelva a recrearse. El Corán rechaza categóricamente este concepto. Se expresa de forma abierta, clara y concreta que el universo irrumpió de una singularidad, y que se sumirá de nuevo en otra singularidad. La Unidad de Dios, su explosión creativa y el retorno de la creación de nuevo hacia la Unidad de Dios no ha podido ser mejor expresada en:
“Ciertamente somos de Dios y a Él hemos de retornar”. (2:157). (21).
Referencias
- Traducción de 51:48 por el autor.
- Traducción de 21:31 por el autor.
- E.W. (1984). Arabic –English Lexicon- Islamic Text Society, William & Norgate, Cambridge.
- Space Telescope Science Institute. (1997). Press Release Nº STScI-PR97-01. Maryland. USA.
- Ronan, C.A. (1991). The Natural History of the Universe. Transworld Publishers Ltd. London.
- Reader’s Digest Universal Dictionary (1987). The Reader’s Digest Association Limited.
- Traducción de 21:105 por el autor.
- Traducción de 27:89 por el autor.
- Traducción de 31:11 por Maulawi Sher Ali.
- Traducción de 21:32 por el autor.
- Traducción de 16:16 por el autor.
- Traducción de 21:34 por el autor.
- Traducción de 13:3 por el autor.
- Traducción de 31:30 por Maulawi Sher Ali.
- Traducción de 35:14 por Maulawi Sher Ali.
- Traducción de 39:6 por Maulawi Sher Ali.
- Traducción de 36:39 por el autor.
- Traducción de 36:39-41 por el autor.
- Traducción de 21:34 por el autor.
- Traducción de 36:41 por el autor.
- Traducción de 2:157 por el autor.
Versión castellana del capítulo “The Quran and Cosmology” de “Revelation, Rationality, Knowledge and Truth” escrito por Hazrat Mirza Tahir Ahmad, Jalifa Supremo Internacional de la Comunidad Internacional Ahmadía del Islam.