Ramadán: Entrenamiento para la creyente
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Ramadán: Entrenamiento para la creyente

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 29 DE ABRIL DE 2022.

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Sura Al-Fatiha,

Hazrat Jalifatul Masih V (atba) dijo estas palabras:

El mes de Ramadán llegó y pasó, derramando sus bendiciones sobre todos aquellos que intentaron buscar sus bondades. Ahora solo quedan dos días y, en algunos lugares, puede que sean tres; de todas formas, el mes de Ramadán está llegando a su fin. Un creyente sabio y verdadero siempre recuerda -y es pertinente tenerlo en cuenta- que, cuando el mes de Ramadán está llegando a su fin, no quedamos libres de las muchas responsabilidades y obligaciones que tenemos. De hecho, el mes de Ramadán vino para enseñarnos a cumplir verdaderamente con todas ellas y en realidad nos enseñó cómo podemos ser constantes en el cumplimiento de las mismas. En definitiva, llegó para poner de relieve las etapas del progreso espiritual y, habiéndonos enseñado esta lección, el Ramadán ahora está llegando a su fin. Sin embargo, aunque el mes en el que el ayuno es obligatorio esté llegando a su final, ahora comienza el momento de mantener esos estándares y progresar en las demás responsabilidades que debemos cumplir. Por lo tanto, después del mes de Ramadán, si olvidamos esta realidad, es decir, de cómo uno debe mantener los [altos] estándares de nuestras responsabilidades y obligaciones, entonces no hemos observado el mes de Ramadán de acuerdo con la guía del Santo Profeta (sa).

En un hadiz se menciona que el Mensajero de Dios (sa) dijo:

“Tanto las cinco oraciones, como el periodo que va desde una oración del viernes hasta el viernes siguiente y el que va desde un Ramadán hasta el siguiente Ramadán se convierten en medios de expiación de los pecados que se cometen entre esos periodos, con la condición de que uno se abstenga de cometer pecados graves”.

 

Hay que aclarar aquí que si una persona no identifica los pecados menos graves y los errores que comete, y no trata de abstenerse de ellos, ni busca el perdón después de cometer tales actos, entonces se transforman en pecados más graves.

Por tanto, lo que se quiere decir aquí es que una persona debe permanecer siempre temerosa de Dios y buscar Su perdón para poder abstenerse de estas acciones. Así pues, si no pasamos los meses que hay entre un Ramadán y el siguiente realizando actos virtuosos, cumpliendo con nuestras responsabilidades y con derechos que debemos cumplir respecto a la adoración [de Dios] y de [servir] a la gente, entonces no habremos obtenido el beneficio completo del Ramadán. En este sentido, tenemos la gran fortuna de que el Mesías Prometido (as) nos ha guiado claramente en todos los asuntos y nos ha aconsejado constantemente que cumplamos con nuestras responsabilidades en la adoración, así como con los derechos que le hemos de cumplir con respecto a la humanidad. En conclusión, nos ha presentado una guía de cómo vivir nuestras vidas y si hacemos de este código de conducta una parte de nuestra vida y tratamos de vivir de acuerdo con él, entonces caminaremos con toda seguridad por las sendas que nos permiten aumentar y progresar en nuestras virtudes; o sea, son esos caminos que conectan un Ramadán con el siguiente los que nos permiten abstenernos de cometer pecados y que se nos perdone en ese periodo.

En esta época, es este mismo Seguidor Devoto del Santo Profeta Muhammad (sa) quien repetidamente nos anima a vivir nuestras vidas de acuerdo con las verdaderas enseñanzas del Islam y quien claramente expresa que si deseamos ser de los que reciben de forma permanente las bendiciones de Dios Altísimo, entonces debemos seguir estas enseñanzas. Por ello, a continuación presentaré algunas de las instrucciones que nos impartió el Mesías Prometido (sa).

Lo cierto es que durante el mes de Ramadán nos inclinamos mucho más hacia la adoración y realizamos un gran esfuerzo para ofrecer nuestras oraciones obligatorias, así como las voluntarias. No obstante, la obligación de ofrecer oraciones no se limita a un mes determinado, ni a una hora concreta, puesto que es necesario ofrecer las cinco oraciones diarias en su momento prescrito y a lo largo de los 12 meses del año. El Mensajero de Al’lah (sa) ha recordado a los creyentes este mismo tema en repetidas ocasiones.

En una ocasión, el Profeta (sa) manifestó:

“El abandono de la oración empuja a una persona hacia la incredulidad y la idolatría”.

Además, el Santo Profeta Muhammad (sa) dice:

“En el Día del Juicio Final, lo primero por lo que se interrogará a la gente será la oración. Por consiguiente, si eso está en orden, esa persona habrá tenido éxito y alcanzará la salvación”.

Este es el significado de las oraciones [obligatorias], que no se limitan a un determinado mes, ya que nuestra atención ha sido dirigida hacia el ofrecimiento de las cinco oraciones diarias. Aquí, el Mesías Prometido (as) nos ha aconsejado repetidamente sobre ello y ha llamado nuestra atención acerca de la importancia de las oraciones. Por ello, ha expuesto claramente qué es la oración, cómo debe ofrecerse y cómo podemos obtener placer en la misma. Además, debemos esforzarnos por experimentar este deleite [en las oraciones] y debe ser tal que aumente nuestro amor por Al’lah. Por otro lado, no debería darse el caso de que, solo cuando estemos necesitados y nos enfrentemos a un problema mundano, coloquemos la alfombra de rezar o vayamos a la mezquita y lloremos y supliquemos durante unos momentos; y luego, cuando la dificultad se resuelva, nos volvamos negligentes [con nuestras oraciones]; o que solo nos centremos en nuestras oraciones en Ramadán y las abandonemos después, o incluso que no prestemos el mismo nivel de atención que se debe. Si este es el caso, entonces, como se ha mencionado en el hadiz que presenté anteriormente, ni nuestras oraciones formales, ni las oraciones del viernes, ni nuestros ayunos servirán como medio para que nuestros pecados sean perdonados.

Por eso, explicando lo que es la oración, el Mesías Prometido (as) afirmó:

“Es una forma especial de súplica a la Divinidad, pero la gente la considera ‘un impuesto que se debe a los reyes’. Estos insensatos ni siquiera saben que Dios no necesita esas cosas. ¿Qué necesidad tiene Su Ser Independiente de que el hombre le rece, exalte Su gloria y Le alabe, siendo Él quién es implorado por todos? De hecho, es el hombre quien obtiene beneficios y alcanza su objetivo [en la vida] a través de estos medios. Por eso, me causa mucho dolor observar que en este momento y época no hay amor por la adoración, la virtud y la piedad (estos son asuntos relacionados con el amor, por lo que estos deberes deben ser realizados correctamente). La razón de esto es el efecto venenoso y generalizado de las malas costumbres. Es por esta razón que el amor a Dios Altísimo se está enfriando (las personas están cayendo cada vez más en las malas costumbres) y la gente no experimenta el placer que debería, puesto que no hay nada en el mundo que, según el designio de Al’lah, no dé placer o satisfacción de alguna forma. Por ello, una persona enferma no puede obtener placer ni siquiera de la comida más exquisita y deliciosa, y la considera amarga o completamente insípida”.

La verdad es que después de tomar medicamentos o debido a una enfermedad, la boca pierde el sentido del gusto y no puede degustar el sabor de nada. Un enfermo así, se negaría a comer cualquier cosa que se le ofrezca o empezaría a criticar la comida.

El Mesías Prometido (as) continúa este asunto:

“Lo mismo ocurre con aquellas personas que no obtienen placer ni deleite de la adoración de Dios (también son como los enfermos). Estas personas deberían preocuparse por su mal estado, porque, como acabo de decir, no hay nada en la Tierra que Dios Altísimo no haya dotado de la característica de conceder placer de una u otra forma; y como Al’lah ha creado al hombre para que Le adore, ¿por qué entonces no habría de haber placer y deleite en dicha adoración? Definitivamente, hay placer y deleite en la adoración. ¡Ojalá haya gente que acepte esto! Dios dice:

‘Pues solo he creado a los yinn y a los hombres para que Me adoren’, (51:57).

Ahora bien, como el mero propósito de la creación del hombre es la adoración, es necesario que haya un inmenso placer y satisfacción en la misma, (tal grado debe haber sido puesto en ella, ya que el hombre ha sido creado para la misma); y podemos apreciar esto muy bien a partir de nuestra observación y experiencia diarias. Por ejemplo, los cereales, junto con todas las cosas que comemos y bebemos, han sido creados para los humanos. ¿Acaso no obtienen placer y satisfacción de estas cosas? Aparte, ¿no posee el hombre una lengua para poder experimentar el gusto, el sabor y la sensación que se asocia con esas cosas? ¿No obtiene el hombre placer al mirar las cosas bellas, ya sean plantas o minerales, animales u otros seres humanos? ¿Acaso los oídos no obtienen placer de las voces atractivas y bellas? En consecuencia, ¿se requiere algún otro argumento para establecer el hecho de que si hay placer en todo, (y uno deriva placer de estas cosas) entonces, por qué no habrá de existir placer en la adoración?”.

El Mesías Prometido (as) añade:

“Del mismo modo, tengan bien presente que la adoración no es una carga ni un impuesto, porque también posee un placer y una satisfacción, y estos son mucho mayor que todos los deleites de este mundo y todos los placeres carnales”.

Luego declara:

“Además, al igual que una persona enferma permanece privada incluso del placer de los alimentos más finos y exquisitos, lo mismo ocurre precisamente con la persona desafortunada que no encuentra placer cuando adora a Dios. Su caso es como el de los enfermos y tales personas deben preocuparse por ello y encontrar una cura. En consecuencia, hay que reflexionar sobre este punto; es decir, en cuanto a cómo debemos esforzarnos para obtener placer. Pero, ¿cómo se puede obtener placer de lo que no se conoce ni se entiende? ¿Cómo puede alguien que ha perdido todos sus sentidos y facultades beneficiarse del placer de cualquier bendición o sentir su satisfacción? Si el hombre cae presa del materialismo, no se preocupa por estos asuntos y se convierte en una especie de enfermo”.

El Mesías Prometido (as) ha dado también la solución para esto, ya que  manifiesta:

“Observo que la gente es negligente y perezosa en la observancia de sus oraciones, porque son ajenos al placer y la satisfacción que Dios Altísimo ha puesto en la oración. (El hecho de que sean inconscientes de ello es una causa importante en este sentido). Es más, la negligencia y la pereza son aún mayores en las ciudades y pueblos. Incluso el cincuenta por ciento de las personas no inclinan ansiosamente la cabeza ante su verdadero Maestro con amor sincero. Entonces, la pregunta que surge es: ¿por qué no se inclinan ni adoran? ¿Acaso la gente no conoce este placer, ni ha experimentado nunca este deleite? Otras religiones no prescriben tales mandatos.

A veces, sucede que la gente está ocupada en sus compromisos y se hace la llamada a la oración (azán), (o sea, la gente no desea escuchar la llamada a la oración y dicen que están ocupados en su trabajo y qué necesidad hay de ponerlos en esta dificultad), y es como si sus corazones comenzaran a palpitar de dolor. (Les duele escuchar el azán). Otras veces, algunas personas dicen a los demás, por pura ostentación, que deben ir a rezar o cerrar sus tiendas; y es una lástima que estas personas se comporten así. Aquí también hay algunas personas cuyas tiendas están situadas junto a las mezquitas, pero nunca participan en las oraciones.

Lo que realmente quiero decir es que uno debe rezar ferviente y apasionadamente a Al’lah para que, así como Él nos ha concedido diversas formas de placer en las frutas y otras cosas, nos permita experimentar, aunque sea una vez, el dulce sabor de la oración y la adoración. (Esta plegaria también debe ser ofrecida, para que Dios nos permita experimentar el deleite de la oración, y solo entonces experimentaremos dicho placer; y cuando uno experimenta ese placer, comprenderá el deleite de la oración y lo tendrá presente). En este sentido, observad que si un individuo mira a alguien hermoso con deleite, lo recuerda bien; además, si una persona ve una figura fea y horrenda, todo el estado de dicha figura surge como una personificación en la mente del observador… Por supuesto, si una persona es indiferente y solo miró la figura de pasada, entonces no recordará nada. De forma similar, según aquellas personas que no rezan, la oración es como una penalización por la que uno se ve injustamente obligado a levantarse por la mañana cuando hace frío y dejar su precioso sueño para realizar la ablución, y obligado a renunciar a muchas comodidades para ofrecerla. El hecho real es que tal persona es reacia a orar y, por lo tanto, es incapaz de entender, puesto que es ajena al placer y la satisfacción que está presente en la oración”.

En verdad, tal persona es un musulmán y un creyente solo de nombre, y existe una aversión en su corazón hacia la oración y no puede entenderlo, ya que en comparación con la misma, piensa que hay más placer en dormir u otras cosas.

El Mesías Prometido (as) sigue diciendo:

“Son completamente inconscientes. ¿Cómo pueden entonces experimentar placer en la oración? En este sentido, yo observo que cuando un borracho o alguien que sufre de alguna adicción no puede encontrar satisfacción, sigue bebiendo copa tras copa, hasta que finalmente se embriaga. Por eso, un individuo sabio y prudente puede beneficiarse de este ejemplo, (en otras palabras: es el deber de un creyente sincero obtener beneficio del ejemplo de un borracho), permanecer constante en la oración y continuar observándola hasta que comience a experimentar placer. Por tanto, así como un borracho concibe cierto placer en su mente, que es el objetivo real que persigue, de la misma manera, nuestra la mente y todas las facultades que poseemos deben sentir una propensión hacia la adquisición de ese mismo placer que existe en la oración. Entonces, con sinceridad y pasión, un individuo debe rezar al menos en la misma medida en que un adicto sufre de ansiedad, inquietud y dolor, (es decir, su corazón debe inclinarse hacia la oración, pues como se ha mencionado antes, deben rezar a Dios Altísimo para que les conceda esa satisfacción y deleite); y digo en verdad que, seguramente y con toda certeza, experimentarán el placer de la oración. (Ciertamente, si ofrecen oraciones de corazón, entonces obtendrán este placer).

Entonces, en la observancia de la oración, uno debe esforzarse por buscar los beneficios que se asocian a ella y tener en cuenta el concepto de bondad o ‘ihsan’. Al’lah declara:

‘En verdad, las virtudes alejan los males’, (11:115).

Esto significa  que las buenas obras ahuyentan el mal. Así pues, mientras se aspira a la bondad y se lucha por alcanzar los placeres en la oración, uno debe suplicar que Dios le permita observar la oración, que es la característica de los verdaderos (‘Siddiqin’) y de aquellos que sobresalen en las buenas obras (‘Muhsinin’).

Como se ha mencionado, Dios Altísimo ha declarado:

y esto significa que las buenas obras y la oración alejan el mal. Luego, en otro lugar, Al’lah afirma que la oración nos salva de la indecencia y del mal manifiesto. Sin embargo, a pesar de esto, vemos que hay personas que observan la oración y todavía se entregan a las malas acciones. Pues bien, la respuesta a esto es que observan la oración, pero no en su verdadero espíritu, ni con piedad. (Si no surte un efecto de nuestras oraciones, entonces significa que a pesar de rezar, no las ofrecemos en su verdadero espíritu o con piedad). Solo realizan movimientos inútiles como quien sigue una costumbre y un hábito. Sus almas están muertas. Dios no ha descrito esto como ‘hasanat’ (o buenas obras; o sea, tales oraciones no son consideradas como ‘hasanat’). Por cierto, en este versículo, Al’lah ha usado la palabra ‘hasanat’ en vez de ‘As-Salat’ (la oración), aunque las dos palabras significan una y la misma cosa. Esto se debe a que Dios Altísimo quiere aludir al mérito y a la belleza de la oración, que en su forma auténtica y real posee en ella un espíritu de verdad y los efectos de la gracia Divina; y esta forma de oración aleja efectivamente el mal. Por consiguiente, la oración no es simplemente un proceso de sentarse y ponerse de pie. De hecho, la esencia y el alma de la oración formal es aquella súplica que posee en ella un placer y una satisfacción”.

En consecuencia, es imperativo rezar para conseguir este gozo y placer, y para curarse de esa enfermedad; pues uno no debe rezar solo por el cumplimiento de sus deseos mundanos, sino que ha de rezar además por esto. En otras palabras, al igual que una persona explora todas las vías para estar sana, curarse de una enfermedad y reza por la salud, de la misma manera uno debe rezar por esto también.

Luego, guiándonos sobre este tema, el Mesías Prometido (as) menciona:

“Debéis rezar como lo hizo el Santo Profeta (sa), aunque después de ofrecer las porciones prescritas de las oraciones, debéis suplicar además por vuestras necesidades y deseos personales en vuestro propio idioma e implorar a Dios. No hay nada malo en hacer eso y vuestras oraciones no se echarán a perder por ello. No obstante, hoy en día, la gente ha corrompido [el método de] la oración. En lugar de ofrecerla de forma verdadera, se limitan a asentir con la cabeza, la ofrecen apresuradamente de la misma manera que una gallina picotea [del suelo] y se quedan después para suplicar”.

Esto es especialmente frecuente en Asia, en India y Pakistán. La oración se ofrece apresuradamente y tras la misma levantan las manos para suplicar.

El Mesías Prometido (as) sigue explicando:

“La verdadera esencia y el alma de la oración es la súplica. Pero, ¿cómo se puede lograr este verdadero objetivo si empezamos a suplicar después de terminar la oración? Esto es similar al caso de quien entra en la corte de un rey y cuando llega el momento de hacer una petición, no aprovecha la oportunidad que tiene de decir algo y solo tras haber dejado la corte hace su petición. ¿Qué beneficio hay en esto? Pues bien, tal es el caso de quienes no suplican en sus oraciones con humildad y angustia. Así que, las súplicas que queráis hacer debéis hacerlas durante la oración y teniendo en cuenta las formalidades de la misma”.

 

Ahora bien, ¿cómo nos ha enseñado el Santo Profeta Muhammad (sa) la forma de hacer las oraciones? A este respecto, hay una narración que dice lo siguiente:

“Un hombre llegó y ofreció la oración, y luego saludó al Profeta (sa) con el saludo de la paz. Entonces, el Santo Profeta (sa) respondió: ‘Ve y ofrece las oraciones de nuevo’. De hecho, el Profeta (sa) lo observaba mientras estaba sentado en una reunión en la Mezquita. De esta forma, el Mensajero de Dios (sa) pidió al individuo que ofreciera de nuevo las oraciones hasta tres veces. Al final, el hombre afirmó: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! No sé cómo ofrecer oraciones de una manera mejor que esa. Por esta razón, te pido que me enseñes la forma correcta de realizar la oración’. Ante esto, el Santo Profeta Muhammad (sa) replicó: ‘Cuando te pongas de pie para la oración, proclama el takbir (Al’lah es el Más Grande) y a continuación recita del Sagrado Corán de acuerdo a tu conocimiento (es decir, recita el ‘Sura Al-Fatiha’ y después una porción del Corán). Luego realiza el ruku (prosternación) con total tranquilidad (lo cual significa que no hay que hacer una breve prosternación y levantarse de inmediato). Así que realiza el ruku con total tranquilidad y luego ponte de pie. Entonces, prostérnate estando completamente tranquilo, levántate de la prosternación y siéntate completamente erguido’.”

Algunas personas se levantan brevemente entre las dos prosternaciones y vuelven a prosternarse rápidamente.

En fin, el Santo Profeta (sa) añadió también:

“Siéntate completamente erguido y luego realiza la segunda prosternación. De la misma manera, ofrece tu oración completa lentamente y de manera tranquila”.

Algunas personas preguntan cómo pueden ofrecer la oración de manera excelente. Pues bien, esta es la forma para ofrecer las oraciones de manera excelente: rezar sin prisa y con compostura, y dando a cada posición en la oración su debido tiempo. Al final, tras centrarse en ofrecer la oración, una vez que se ha comprendido su filosofía, el creyente tiene el deber de recitar y comprender el Santo Corán y prestarle la debida atención, que es algo que a menudo ocurre durante el Ramadán. Deben reflexionar sobre el comentario [del Corán] y esto es también un medio para conectar un Ramadán con el siguiente. Por lo tanto, hay que prestar mucha atención al Corán.

Pues bien, con respecto a la recitación del Sagrado Corán, el Mesías Prometido (as) señala:

“Si no tuviéramos el Corán y si estas colecciones de hadices hubieran sido la gloria suprema de nuestra fe y creencia, ni siquiera habríamos podido mostrar nuestros rostros a otras naciones por vergüenza. Yo reflexioné sobre la palabra ‘Corán’ y entonces se me hizo evidente que esta bendita palabra en sí misma contiene una profecía magnífica; y es que solo este libro es ‘el Corán’; o sea, un libro que es digno de ser recitado y habrá un momento en que este será el caso y aún más que antes. En la era en la que también se recitarán otros libros junto al Corán, solo este será digno de ser recitado para que se salve el honor del Islam y la falsedad sea eliminada; y otros libros merecerán ser abandonados por completo.

Este es además el significado de ‘Furqan’ (distinción). En otras palabras, solo este Libro será el único que se levantará para distinguir entre la verdad y la falsedad, y ninguna compilación de hadices, o cualquier otro libro, tendrá el mismo valor o estatura. Ahora, abandonad todos los demás libros y leed el Libro de Al’lah día y noche. Aquel que no recurre al Corán está verdaderamente desprovisto de fe, al igual que  quien permanece día y noche ocupado en estudiar otros libros. Por eso, nuestra Comunidad debe entregarse con el corazón y el alma al estudio y la reflexión del Santo Corán y no deben preocuparse demasiado por el estudio del Hadiz; ya que es muy lamentable que al Sagrado Corán no se le preste la misma atención, ni se estudie, como se hace con el Hadiz. En este momento, si empleáis el arma conocida como el Corán, sereis victoriosos, pues ninguna oscuridad podrá resistir la presencia de esta luz”.

Luego, con respecto a cómo uno puede establecer la virtud, el Mesías Prometido (sa) escribe que uno debe dar prioridad a la fe sobre todas las actividades mundanas y declara:

“Observad que hay dos tipos de personas. Los primeros son aquellos que aceptan el Islam y permanecen ocupados en actividades mundanas. A estos satanás los domina… No quiero decir que esté prohibido hacer negocios. Por supuesto que no. Los Compañeros (ra) también participaron en su trabajo de comercio, pero dieron preferencia a la fe sobre el mundo. Aceptaron el Islam y adquirieron un verdadero conocimiento sobre el mismo, que de hecho llenó sus corazones hasta el máximo. Esta es la razón por la que no claudicaron ante ninguno de los ataques de satanás. Nada les impidió expresar la verdad. Por tanto, lo que quiero decir con esto es que aquellos que están completamente absortos en el mundo y se vuelven esclavos de él como si lo adoraran, son aquellos sobre quienes satanás prevalece y toma control. Luego, el segundo tipo de personas son aquellas que están constantemente pensando en el progreso de su fe. Estos son los que se llaman ‘Hizbul’ah’ (el Partido de Al’lah) y vencen a satanás y sus legiones; y de la misma forma que la riqueza es un subproducto del comercio, Dios Altísimo ha declarado que el deseo de adquirir la fe y el progreso en la religión son una forma de comercio. (Dios ha declarado que adquirir fe también es un tipo de comercio). Por consiguiente, Al’lah afirma:

‘¡Oh vosotros, los creyentes!

¿Queréis que os señale un acuerdo que os librará de un castigo doloroso?’, (61:11)”.

Siguiendo con su exposición, el Mesías Prometido (as) proclama:

“El mejor negocio es el de la fe, que os salvará del doloroso castigo. Por tanto, yo también digo en las palabras de Dios Altísimo:

‘¡Oh vosotros, los creyentes!

¿Queréis que os señale un acuerdo que os librará de un castigo doloroso?’, (61:11)”.

El Mesías Prometido (as) manifiesta además:

“En cuanto a los que disminuyen en su búsqueda y pasión por la fe, temo que satanás pueda prevalecer sobre ellos, (es decir, uno nunca debe volverse flojo). Si uno no entiende algún asunto, debe preguntar, para que aumente su comprensión. No es ilegal preguntar, (en verdad, ciertamente se deben hacer preguntas si no se entiende algo), por lo que uno también debe hacer preguntas para poder avanzar en el nivel de su práctica; así que es muy necesario hacer preguntas”.

Así pues, donde por un lado es importante fortalecer la propia fe para darle precedencia sobre todas las cosas mundanas, también es importante progresar en el conocimiento y el nivel de nuestra práctica; y para esto uno debe hacer un esfuerzo, por lo que el método que el Mesías Prometido (as) nos ha dicho para continuar acumulando las bendiciones de Ramadán es seguir practicando la alta moral que mostramos unos a otros y que aprendimos en el mes de Ramadán, aumentar nuestro amor mutuo y el espíritu de fraternidad y cumplir los derechos de los demás.

El Mesías Prometido (as) dice:

“Nuestra Yamat no puede florecer hasta que [sus miembros] tengan verdadera compasión entre ellos. A quien se le conceda la fuerza debe mostrar amor hacia los que son débiles, pues a menudo escucho que cuando un individuo ve tropezar a otro, en lugar de mostrarle simpatía, lo mira con aborrecimiento y disgusto. Sin embargo, debería haber orado por ese individuo y a continuación, a través de cariño y compasión, explicarle el tema de forma amable. Por el contrario, en lugar de esto, dicho individuo aumenta su malicia hacia el otro. Así que, si uno no muestra perdón y compasión, el asunto solo empeorará y las consecuencias serán graves. Por consiguiente, Al’lah no aprueba [estas acciones]. Una comunidad solo puede formarse cuando las personas muestran compasión por los demás y ocultan sus faltas. Cuando se alcanza tal condición, las personas se convierten en miembros de la misma entidad y se consideran el uno al otro más que si fuese su hermano real”.

Se debe mostrar amor el uno al otro e incluso más que al propio hermano. Tal es el nivel de compasión que uno debe mostrar.

El Mesías Prometido (as) continúa diciendo:

“Si un individuo tiene un hijo que comete un error, este ha de ser pasado por alto y el hijo llevado a un lado para explicarle su error. En este sentido, uno ha de encubrir las faltas de su hermano y, a su vez, dicho hermano encubre sus faltas; o sea, ello ocurrirá si tienen un lazo de verdadera hermandad. En realidad, uno nunca desearía que se revelara ese error, (es decir, que revele que cometió tal o cual injusticia o pecado). Así pues, cuando Dios declara a los miembros de la Yamat como hermanos, entonces, estos son los derechos que se le deben al hermano; pero si uno no abandona el vínculo de la hermandad en este mundo, entonces ¿qué razón hay para abandonar esto?”.

 

El Mesías Prometido (as) luego afirma:

“De vez en cuando uno puede prestar atención al ejemplo de animales como los chimpancés y los perros. No obstante, la discordia interna está completamente desprovista de bendiciones. Dios Altísimo recordó a los Compañeros (ra) lo esencial sobre estas bendiciones y sobre la fraternidad, en el sentido de que si incluso gastaran el oro equivalente a una montaña, nunca habrían alcanzado este nivel de hermandad que alcanzaron a través del Santo Profeta Muhammad (sa). Al’lah ha creado esta Comunidad del mismo modo y establecerá en ella esta misma fraternidad; y tengo grandes esperanzas en Dios, porque Él ha prometido:

‘Y colocaré a los que te siguen por encima de los incrédulos, hasta el Día de la Resurrección’, (3:56).

 

Ciertamente sé que Dios Altísimo establecerá una Yamat que permanecerá triunfante, hasta el Día del Juicio, sobre aquellos que no creen. Sin embargo, actualmente estos son días de prueba y debilidad que nos bridan la oportunidad a todos y cada uno de nosotros de llevar a cabo una reforma en interna y mejorar nuestra condición. Por esto, quejarse unos de otros, herir los sentimientos de nuestros semejantes usando un lenguaje duro y considerar a los débiles y humildes como personas bajas es un pecado grave”.

 

Ahondando en este tema, el Mesías Prometido (as) escribe:

“Nuestra Yamat no requiere personas que tengan la fuerza física de poderosos luchadores, (o sea, no requerimos luchadores), sino personas que posean la fuerza para seguir trabajando en la transformación de su moral; puesto que sin duda alguna, una persona verdaderamente fuerte y poderosa no es la que puede mover una montaña de su lugar, ni mucho menos. El verdadero coraje es reunir la fuerza para reformar nuestra propia moral. Así que, recordad, esforzaos con todas vuestras fuerzas y determinación para mejorar vuestra moral, porque esta es la verdadera fuerza y valentía”.

Con respecto a mostrar amor y armonía unos a otros, a cumplir con los derechos de los demás y llevar una vida de humildad y modestia, el Mesías Prometido (as) menciona:

“Es necesario que los que adoptan la rectitud vivan una vida de humildad y modestia; y este es un aspecto de la rectitud, por el cual debemos combatir la ira indebida. Abstenerse de la ira fue la etapa final y la más difícil experimentada por muchos grandes santos y gente veraz. La vanidad y el orgullo provienen de la ira; y en ciertos casos, la ira misma es el resultado de la arrogancia y la vanagloria. (Esto significa que la ira surge debido a la arrogancia y el orgullo; o que debido a la ira uno se vuelve arrogante y orgulloso). Porque la ira surge cuando un individuo se da superioridad a sí mismo sobre otro. Por eso, no deseo que los miembros de mi Comunidad se consideren superiores o inferiores, se comporten con arrogancia o se menosprecien unos a otros, porque Dios sabe quién es superior o inferior. En definitiva, esta es una forma de desprecio que está imbuida de falta de respeto; así que, temo que este desprecio crezca como una semilla y arruine a tal persona. En verdad, ciertas personas reciben con inmenso respeto a los que tienen un alto rango, pero verdaderamente elevado es quien escucha con humildad a una persona humilde, la consuela, da importancia a su opinión y no la reprende de una manera que le cause dolor”.

(Los mayores y las personas que ostentan un cargo deben ser particularmente conscientes de esto y hablar a todos con cortesía y de manera cariñosa).

Dios Altísimo declara:

‘Y no os burléis unos de otros mediante motes. Malo es, en verdad, ganar una mala reputación después de profesar la fe; y quienes no se arrepienten son los malvados’, (49:12).

En otras palabras, esto significa que no debéis llamaros unos a otros de manera hiriente por enfado, porque este es el camino de los pecadores y los transgresores; y, ciertamente, una persona que se burla de otra no encontrará la muerte hasta que ella también se enfrente a lo mismo. En consecuencia, no menospreciéis a vuestros hermanos, puesto que cuando todos vosotros bebéis del mismo arroyo, ¿quién sabe cuál de vosotros está destinado a beber más que el otro? En definitiva, los principios mundanos no pueden otorgarle a una persona el verdadero honor y grandeza, pues a los ojos de Al’lah, la persona más elevada es la que adopta la rectitud.

 

‘En verdad, el más honorable de entre vosotros, a la vista de Al’lah, es el más justo de vosotros. Ciertamente, Al’lah es Omnisciente’, (49:14)”.

Por lo tanto, la rectitud que se ha desarrollado dentro de nosotros durante el mes de Ramadán nos exige que mejoremos nuestras relaciones entre unos y otros, y mostremos una excelente moral en nuestro trato con los demás.

El Mesías Prometido (as) añade:

“He mencionado con anterioridad muchas veces que todos vosotros debéis permanecer reconciliados y unidos. Esta es la enseñanza que Dios dio a los musulmanes; o sea, que todos debéis permanecer como un solo ser, o perderéis vuestro elevado estatus. Luego, la razón por la que se ha instruido a los musulmanes de que permanezcan juntos en oración es para fomentar la unidad, puesto que la bondad de una persona fluirá hacia la siguiente como una corriente eléctrica. Cierto: la bondad de una persona fluirá hacia la siguiente como una corriente eléctrica. Pero si estáis divididos y desunidos, os veréis privados de ella”.

Ahora bien, las distancias que se han colocado [durante la oración en congregación], a la luz de las circunstancias actuales, se deben a una razón particular. No obstante, los niños y otras personas no deben pensar que esto se ha convertido en una práctica permanente. Las condiciones están mejorando gradualmente y la distancia [entre los fieles] ahora también se está reduciendo y, si Dios quiere, las condiciones volverán pronto a la normalidad. En cualquier caso, el método a seguir es que cuando se formen las filas de oraciones en la mezquita, los oradores deben ponerse de pie uno al lado del otro y esto siempre debe ser tenido en cuenta; y solo a la luz de las necesidades prevalentes, se hizo un arreglo temporal para que al menos se pudieran ofrecer oraciones en congregación. Por eso se creó cierta distancia [entre los oradores]; pero si Dios quiere, ya que las condiciones continúan mejorando, la situación volverá rápidamente a la normalidad.

El Mesías Prometido (as) dice además:

“El Mensajero de Al’lah (sa) ha dicho que debéis amaros unos a otros y rezar unos por otros, incluso sin el conocimiento del otro. (Es muy importante que uno ore por el otro sin que lo sepa y tanto si uno te pide o no que ores por él, o incluso si no lo conoces personalmente. Rezar por la Yamat en general y por sus miembros es un acto muy noble). Es más, si una persona ora por alguien sin su conocimiento, un ángel dice: ‘¡Que así sea contigo también!’. ¡Qué cosa verdaderamente sobresaliente! Por eso, incluso si alguien sugiere que las oraciones de los hombres no son escuchadas, al menos estarán de acuerdo en que las de un ángel sí son aceptadas. Así pues, me gustaría aconsejaros y deciros que no debe haber discordia entre vosotros”.

El Mesías Prometido (as) señala:

“Solo os he traído dos enseñanzas: primero, el establecimiento de la Unidad de Dios; y, en segundo lugar, que mostráis los unos a los otros amor y compasión. Mostrad un ejemplo que sirva como un milagro para otros. Esto fue lo que se desarrolló entre los Compañeros (ra) y sirvió como argumento para otros:

‘Erais enemigos y Él unió vuestros corazones en el amor’, (3:104).

¡Recordad! La unidad es un milagro. ¡Recordad! Hasta que todos y cada uno de vosotros no queráis para vuestro hermano lo que preferís para vosotros, no sois de mi Yamat y tal persona sufre infortunio y una prueba, y no encontrará un buen fin”.

Luego, mientras llama nuestra atención hacia cómo infundir el amor de Dios Altísimo dentro de nosotros, el Mesías Prometido (as) declara:

“¿Qué significa amar a Al’lah? Es dar prioridad al placer de Dios sobre nuestros padres, esposa, hijos y sobre uno mismo. En resumen, dar prioridad al agrado de Dios Altísimo por encima de cualquier cosa. De ahí que se mencione en el Sagrado Corán: 

‘Celebrad las alabanzas de Al’lah como hacéis con las alabanzas de vuestros padres, o aún más’, (2:201)”.

El Mesías Prometido (as) continúa su explicación así:

“A fin de establecer la verdadera Unidad de Dios es necesario participar plenamente del amor de Dios Altísimo y este amor no puede alcanzarse a menos que se exprese plenamente a través de las acciones (es decir, uno ha de expresar ese amor, aunque también tiene que demostrarlo en la práctica; y no se puede establecer solo a través de meras declaraciones verbales). Por ejemplo, si uno pronuncia continuamente [la palabra] ‘misri [un tipo de piedra dulce] sobre alguna cosa, esta no se convertirá en realidad en algo dulce, (o sea, uno no probará repentinamente su dulzura pronunciando la palabra  azúcar o algo dulce). O si uno declara verbalmente ser amigo de otro, pero evita ayudarlo y apoyarlo en momentos de dificultad, no puede ser considerado un verdadero amigo. Del mismo modo, uno no puede obtener ningún beneficio si simplemente profesa la Unidad de Dios Altísimo y declara verbalmente su amor por Él. No hay ningún beneficio en eso. De hecho, es necesario demostrarlo en la práctica, en contraposición a hacer una declaración verbal. Esto no significa que las declaraciones verbales sean inútiles. ¡No! Lo que quiero decir es que la implementación práctica es necesaria junto al testimonio verbal.

Por tanto, debéis dedicar vuestras vidas en el camino de Al’lah. Esto en sí mismo es el Islam y esta es la tarea para la que fui enviado. Por consiguiente, aquellos que ahora no acuden a este manantial que Dios ha hecho fluir para esta causa, permanecen totalmente privados de ello. Así que si uno desea obtener algo y lograr su propósito, el verdadero buscador debe apresurarse hacia esta fuente, dar un paso adelante y acercar su boca al borde del manantial que fluye; aunque esto no sucederá a menos que uno caiga en el umbral de la Providencia de Dios Altísimo, habiendo abandonado toda desavenencia; y a menos que realice el juramento de que -aunque pierda todo el honor del mundo y se enfrente a dificultades abrumadoras del tamaño de montañas- nunca abandonará a Al’lah y que estará dispuesto a hacer todo tipo de sacrificios en el camino de Dios. En este sentido, la maravillosa sinceridad del Profeta Abraham (as) era tal que incluso estuvo dispuesto a sacrificar a su propio hijo. Así, el propósito del Islam es también crear mucha gente como ‘Abraham’ (as). El Sagrado Corán ha resaltado este mismo atributo de la lealtad de Abraham (as). Por lo tanto, todos vosotros debéis esforzaros por ser como Abraham (as).

También os digo sinceramente que no adoréis a los santos, en cambio, convertiros en santos vosotros mismos; tampoco adoréis a los guías espirituales, convertíos vosotros mismo en uno de ellos y recorred estos caminos”.

Sin embargo, convertirse en un guía espiritual no significa volverse arrogante o engreído, sino que  más bien adoptar la humildad, la sencillez y la lealtad. Este es su significado real y tampoco significa adoptar la mundanería como los [así llamados] “guías espirituales” que encontramos hoy en día.

El Mesías Prometido (as) explica aún más este tema diciendo:

“Caminad por esas sendas; sin duda que son estrechas, pero una vez que uno pase por ellas, obtendrá paz y tranquilidad. No obstante, es necesario atravesar esas puertas dejando muchas cosas atrás y si uno tiene un gran fardo sobre su cabeza, le será difícil pasar a través de ellas. Por eso, si queréis pasar por las mismas, debéis deshaceros de ese fardo de relaciones mundanas y evitar anteponer el mundo a la propia fe. Nuestra Yamat desea complacer a Dios Altísimo, por lo que debe quitarse de encima ese fardo.

Por otro lado, tened muy en cuenta que si no poseéis lealtad y sinceridad, seréis declarados mentirosos y no podréis ser considerados veraces a los ojos de Dios. En tal caso, el que adopte el camino de los traidores en lugar de la lealtad será destruido incluso ante sus enemigos. Al’lah no puede ser engañado, ni nadie puede tratar de engañarlo. En consecuencia, es necesario desarrollar la verdadera sinceridad y honestidad”.

El Mesías Prometido (as) aclaró que uno puede alcanzar la verdadera sinceridad a través de la paciencia y la oración, que uno debe esforzarse por conseguir esto y para ello hay que someterse al Umbral de Dios Altísimo con firmeza. Así pues, cada día que pasa debemos aumentar nuestro vínculo de lealtad con Al’lah y este debe ser nuestro código de conducta: centrarnos constantemente en nuestras oraciones con la firme decisión de ofrecerlas de manera excelente con todos sus derechos (de la forma que ha sido prescrita). Además, debemos leer y comprender el Santo Corán y obedecer todos sus mandamientos, así como cumplir con los derechos de los demás y establecer la Unidad de Dios. En realidad, cada acción de un verdadero creyente se hace para establecer la Unidad de Dios y de hecho debe ser así. Esta fue la razón misma del advenimiento del Mesías Prometido (as) y esto es algo que él ha declarado repetidamente. Por tanto, esto es algo que debemos entender, puesto que solo jurar lealtad verbalmente no tiene ningún beneficio y el Mesías Prometido (as) lo ha explicado claramente en varias ocasiones.

Por ejemplo, en una ocasión, el Mesías Prometido (as) afirmó:

“Quien dice que me ha jurado lealtad y tiene fe debería examinarse a sí mismo y preguntarse si es una ‘cáscara’ o una ‘semilla’. Sin esencia, sin fe, sin amor, sin obediencia, sin el juramento de lealtad, sin la creencia y sin ser un seguidor [del Islam], alguien que afirme ser musulmán no es verdadero en su proclama.  Tened en cuenta que, en verdad, (es decir, cuando uno profesa amor o creencia, o promete lealtad, todas estas son proclamas, pero no afirmaciones verdaderas), una cáscara sin la semilla de dentro no tiene ningún valor en absoluto a la vista de Al’lah. Además, tened bien presente que uno no se sabe cuándo llegará la muerte y lo que sí es seguro es que la misma es inevitable. Por consiguiente, nunca debéis conformaros con una mera proclamación y complaceros solo con eso, porque no es algo beneficioso. En consecuencia, hasta que uno no traiga sobre sí mismo muchas muertes y sufra muchos cambios y transformaciones, no podrá alcanzar el verdadero propósito de la humanidad”.

El Mesías Prometido (as) nos dice:

“Observad el estado del mundo actual. Nuestro Noble Profeta (sa) demostró a través de sus propias acciones que su muerte y su vida eran solo por la causa de Dios; pero luego, mirad a los musulmanes de hoy en día. Si se le pregunta a uno de ellos si es musulmán, responderá afirmativamente diciendo: ‘Alhamdolil’lahe’ (toda la alabanza pertenece a Al’lah). Aunque el hombre [el Santo Profeta Muhammad (sa)] cuyo credo recitan era alguien cuya vida entera se basaba en el principio rector de la devoción a Dios Altísimo. Por el contrario, el musulmán de hoy vive para el mundo y muere por el mundo. Hasta que finalmente comienza a tomar su último aliento, (solo cuando está cerca de la muerte se acuerda de Al’lah), a pesar de que el mundo ha sido su único objetivo, el objeto de su amor y deseo. Entonces, ¿cómo puede tal persona decir que sigue al Mensajero de Dios (sa)? Ahora bien, este es un ejemplo para la reflexión y no debéis considerarlo un asunto ordinario. No es fácil ser musulmán. No descanséis hasta que mostréis obediencia al Mensajero de Al’lah (sa) e inculquéis dentro de vosotros una verdadera imagen del Islam. En definitiva, el estado actual de las cosas puede compararse con una cáscara y nada más. Podéis llamaros musulmanes, a pesar de no seguir verdaderamente al Mensajero de Dios (sa), pero si una persona se llama a sí misma musulmana sin seguir al Santo Profeta Muhammad (sa), entonces todo eso es inútil y seremos como una cáscara hueca; por lo que no es sabio contentarse solamente con un nombre”.

A continuación, el Mesías Prometido (as) da un ejemplo :

“Un musulmán le dijo a un judío que aceptara el Islam, a lo que el judío respondió: ‘No te complazcas  simplemente por tener un nombre’, (o sea, que no se complaciera por el mero hecho de llamarse a sí mismo musulmán). Yo llamé a mi hijo ‘Jalid’ (el que vive mucho tiempo), aunque me vi obligado a ponerlo a descansar antes de que comenzara la noche’, (es decir, no vivió eternamente ni tuvo una larga vida). Así que buscad la esencia. No os sintáis satisfechos con meros nombres. ¡Qué vergonzoso es llamarse a sí mismo seguidor de tan magnífico Profeta (sa) y, por el contrario, llevar una vida similar a la de los incrédulos! Mostrad el ejemplo de Muhammad, el Mensajero de Al’lah (sa), en vuestras propias vidas y fomentad en vosotros mismos un estado similar. Finalmente, tened en cuenta que si no habéis desarrollado tal condición, entonces sois seguidores de satanás, (esta es una gran advertencia, en el sentido de que una persona puede convertirse en seguidora de satanás).

En resumen, ahora puede entenderse muy bien que convertirse en el amado de Dios Altísimo debe ser el objetivo principal de la vida de una persona, puesto que hasta que uno no se encariñe con Dios y no reciba Su amor, no podrá vivir una vida de éxito. Ahora bien, esto solo es posible cuando uno obedezca y siga sinceramente al Mensajero de Dios (sa), quien ha mostrado a través de su propio ejemplo lo que es realmente el Islam; así que inculcad ese Islam dentro de vosotros mismos para que os convirtáis en los amados de Al’lah”.

El Mesías Prometido (as) añade:

“Recordad que nuestra Comunidad no existe simplemente para que vivamos una vida como la de otras personas normales del mundo. No basta con proclamarse musulmán y considerar que no hay necesidad de ninguna acción, algo que desgraciadamente se ha convertido en el estado de los musulmanes, ya que si se les pregunta si son musulmanes, responden: ¡Alhamdolil’lahe! (todas las alabanzas pertenecen a Al’lah) y, sin embargo, no ofrecen sus oraciones, ni rinden respeto y honor a las instituciones sagradas y santas de Dios Altísimo. Por lo tanto, no deseo que os limitéis simplemente a hacer una proclamación con vuestras lenguas, sin demostrar nada en la práctica. Esta es una condición inútil y Dios ciertamente no está complacido con esto y es precisamente para la reforma de esta misma condición del mundo que me ha enviado Al’lah. Por tanto, si a pesar de forjar un vínculo conmigo, uno no reforma su estado ni progresa en su puesta en práctica y, por el contrario, considera que solo con la expresión verbal es suficiente, entonces tales acciones de dicha persona significan que no considera necesario mi advenimiento (ya que a través de sus acciones expresa que no es necesario el advenimiento del Mesías Prometido -as).

Es más, si a través de vuestra práctica deseáis demostrar que no es necesario mi advenimiento, entonces, ¿cuál es el propósito de formar un vínculo conmigo? Por consiguiente, si establecéis una relación conmigo, entonces debéis cumplir con el propósito y el objetivo por el que he venido; es decir, debéis mostrar lealtad y fidelidad hacia Dios Altísimo y actuar según las enseñanzas del Sagrado Corán de la manera demostrada por el Santo Profeta Muhammad (sa) y sus Compañeros (ra). Reflexionad sobre la verdadera esencia de lo que el Corán pretende establecer y actuad en consecuencia. Para Al’lah no será suficiente que uno se limite a profesar una creencia verbal y luego no la siga con acciones y obras de bondad. Recordad que la Yamat que Dios Altísimo desea establecer no puede sobrevivir sin obras llenas de rectitud y me refiero a esta notable Comunidad, cuyos inicios se remontan a la época del Profeta Adán (as). Por ello, de todos los Profetas surgidos en este mundo, no hay ninguno que no haya hecho mención de este mensaje. Así pues, hay que valorar este mensaje y demostrar con las propias acciones que se pertenece a esta piadosa Yamat”.

En verdad, si hemos prometido lealtad al Mesías Prometido (as), con la convicción de que realmente es el Mesías y el Mahdi, cuyo advenimiento fue profetizado por el Santo Profeta Muhammad (sa), tendremos que producir un cambio piadoso en nuestro interior; o sea,  habremos de llevar a cabo una transformación en nosotros mismos y convertirnos en un ejemplo a seguir para el mundo y para ello tendremos que establecer los más altos estándares en el cumplimiento de los derechos de Dios y los derechos de Su creación. Por lo tanto, el entrenamiento que hemos recibido durante el mes de Ramadán debemos continuar practicándolo durante todo el año. Es más, hemos de esforzarnos al máximo para poner en práctica el plan de acción que he presentado a través de las palabras del Mesías Prometido (as) y debemos ofrecer nuestras oraciones de la mejor manera posible. Al mismo tiempo, tenemos que adherirnos a los mandamientos del Sagrado Corán y cumplir con los derechos de los demás y ofrecer todo sacrificio en con el fin de establecer la Unidad de Dios. Solo entonces podremos hacer verdadera justicia a nuestro “Baiat”, (juramente de alianza).

¡Que Dios Altísimo os conceda la capacidad de hacer esto!

Además, seguid rezando y pidiendo para que las condiciones del mundo mejoren. Respecto a aquellos países que albergan enemistad entre sí y se atacan, que se comporten con sabiduría y se abstengan de actuar maliciosamente, porque el mundo se dirige rápidamente hacia la destrucción. En realidad, solo pueden encontrar una salida a todo esto reconociendo a su Creador.

También rezad por los áhmadis que han sido encarcelados debido a su fe. Rezad también por los áhmadis de Pakistán y para que sus condiciones mejoren. Del mismo modo, rezad por la mejora de las condiciones de algunos otros países y por los áhmadis que han sido encarcelados [debido a su fe] en Afganistán y Argelia. Lo cierto es que por las leyes de Pakistán y el miedo que sienten hacia los clérigos, así como al público, los jueces ni siquiera son capaces de emitir veredictos correctos.

¡Que Dios Altísimo mejore las condiciones allí y que los áhmadis vivan libremente en Pakistán!

Después de la oración [del viernes] dirigiré la oración fúnebre del respetado Abdul Baqi Arshad Sahib, que ha sido presidente de “Al Shirkatul Islamiyyah” (el departamento de negocios e inversiones de la Yamat) del Reino Unido.

Era hijo del Dr. Abdul Hameed Sahib de Faisalabad. Falleció el pasado 27 de abril, a la edad de 88 años:

¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y hacia a Él volveremos!

Era el bisnieto de Hazrat Mian Charagh Din Sahib (ra), que fue Compañero del Mesías Prometido (as). También pertenecía a la familia de Hazrat Muhammad Hussain Sahib (ra), conocido por su trabajo en el “Marham-e-Isa” (ungüento de Jesús -as) y de Mian Muhammad Yusuf Sahib, que sirvió como secretario privado durante la época de Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra).

Arshad Baqi Sahib llegó al Reino Unido en 1955, estudió ingeniería eléctrica y vivió en la Mezquita Fazl de Londres junto con su esposa durante ese tiempo. Más tarde, encontró trabajo en Arabia Saudita y se trasladó allí en 1963, donde permaneció hasta 1972. Mientras vivía allí, tuvo la oportunidad de servir a los áhmadis que viajaban para realizar el Hall y la Umrah, entre los que se encontraban algunos Compañeros (ra) [del Mesías Prometido (as)]. Durante su estancia en ese país también tuvo el honor de ser encarcelado en el camino de Dios por ser áhmadi. Al final, el gobierno le ofreció que si renunciaba al Ahmadíat sería liberado, aunque él prefirió soportar el encarcelamiento y se negó a abandonarlo. Ya en 1972, fue exiliado del país, por lo que regresó al Reino Unido y desde su regreso hasta su último aliento, tuvo la oportunidad de servir a la Comunidad de distintas maneras.

Cuando Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) emigró [de Pakistán al Reino Unido] fue a recibirlo a Holanda y luego lo acompañó desde allí al Reino Unido, país donde sirvió como “Secretario Yaidad”, (propiedad). Además, jugó un papel importante en la adquisición de los terrenos para Islamabad (enclave donde se encuentra viviendo Hazur actualmente). Más tarde, tuvo la oportunidad de servir como “Naib Amir” (presidente nacional adjunto) del Reino Unido. Incluso tuvo la oportunidad de servir como “Afsar Yalsa Salana UK” (máximo responsable del Yalsa Salana del Reino Unido), presidente de “Africa Trade” (departamento de la Yamat que ayuda a promocionar los negocios en países africanos) y durante mucho tiempo sirvió además como presidente de “Al Shirkatul Islamiyya”, (como ya se ha comentado al principio).

Le sobreviven dos hijos y dos hijas. Uno de sus hijos, Nabil Arshad Sahib, presta buenos servicios a la Comunidad.

Un antiguo empleado de la oficina, Mubashar Zafar Sahib, escribe:

“Aunque servía como voluntario (nunca aceptó ninguna remuneración de la Yamat), trabajaba con gran responsabilidad y era muy puntual. A pesar de su frágil salud, servía en la oficina de ocho a diez horas diarias, sin inmutarse por su enfermedad. Asimismo, le gustaba trabajar con sus propias manos. Siempre se preparaba su propia taza de té y si alguien se lo preparaba, no permitía que nadie lavara la taza y la limpiaba él mismo. A veces, después de comer en Deer Park (donde la Comunidad tiene algunas oficinas, aquí en Londres), algunas personas dejaban sus platos en la mesa. Entonces, él mismo los recogía y limpiaba la mesa, en lugar de pedir a otra persona que lo hiciera. A veces, si había que limpiar los aseos y los limpiadores no habían venido, también los limpiaba él. Fue un líder que trabajó con gran humildad y esfuerzo. Tenía muy buena memoria y se ocupaba de los registros de la Yamat con gran cuidado y de cualquier otra tarea que se le encomendara. Era muy asiduo a ofrecer oraciones y a hacerlo en congregación. Tenía un gran respeto por el Jalifato. Si alguna vez había alguna directiva del Jalifa, sin importar si era contraria a su propia opinión personal, la aceptaba inmediatamente de todo corazón y olvidaba su propia opinión al respecto”.

Por su parte, Wadood Malik Sahib dice:

“Yo era muy joven comparado con él, pero a pesar de ello, cada vez que iba a visitarlo, me impartía muy amablemente sus consejos y me recibía con gran humildad. Se reunía conmigo, no como si fuera más joven que él, sino como si fuera su igual”.

Munir-ud-Din Shams Sahib también ha escrito sobre él diciendo:

“Al principio, Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) le había asignado asegurarse de que las necesidades de los hogares en Islamabad fueran atendidas y cumplió este deber de manera excelente. Al mismo tiempo, y hasta el final, cumplió sus funciones en ‘Al Shirkatul Islamiyyah’ de forma ejemplar. Aparte, estuvo en contacto constante con la MTA (Muslim Television Ahmadiyya) y participó en varios asuntos financieros y contractuales”.

¡Que Dios Altísimo conceda su perdón y misericordia al difunto y eleve su rango espiritual!

¡Que Dios permita a sus hijos servir a la fe y permanecer sinceros y leales a la Comunidad y al Jalifato!

Después de las oraciones del viernes, saldré a dirigir su oración fúnebre.

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