Servir a la humanidad durante las epidemias
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

“Si esto fuera un signo divino, en primer lugar, yo lo hubiera anunciado”

 Instrucciones de Su Santidad acerca del coronavirus.

El 20 de marzo del 2020, casi al final de su sermón de viernes, Su Santidad el Quinto Jalifa, (Al-lah bendiga a Su servidor) ofreció apropiadas instrucciones en referencia a la crisis del coronavirus.

(Lo que sigue es un artículo escrito por Asif M Basit en el Semanario Al Hakam.)

Esta mañana (21 de marzo de 2020), en mi audiencia, Su Santidad hizo comentarios perspicaces sobre el estado actual del mundo, las opiniones de los expertos y la reacción del público en general.

Su Santidad dijo:

“Algunos áhmadis se han referido a esta enfermedad como la plaga (refiriéndose a la plaga que tuvo lugar como signo del advenimiento del Mesías Prometido, en 1898). Algunos dicen que esto es un signo, similar a la de una plaga. Anteriormente a la aparición de esta plaga, Dios Altísimo informó al Mesías Prometido (la paz sea con él) acerca de esto. Por eso, la plaga sirvió como un signo (de Dios).

“Además, antes de la epidemia, Dios Altísimo informó al Mesías Prometido (la paz sea con él) que sus seguidores estarían protegidos. De esta manera, la plaga también se convirtió en un signo (de Dios).

“Aunque, en aquel momento, el Mesías Prometido (la paz sea con él) dijo que sería posible que algunas personas en Qadian pudieran llegar a contraer la enfermedad -y algunos realmente se contagiaron de la plaga -sin embargo, Dios Altísimo anunció de antemano al Mesías Prometido (la paz sea con él) acerca del advenimiento y la forma de su contagio. Por lo tanto, su propagación fue un signo.

“A pesar de esto, el Mesías Prometido (la paz sea con él) continuó rezando por el mundo en general para que fuera salvado de esta epidemia y continuó rogando por la Misericordia de Dios.

“Ni se ha anunciado el coronavirus, ni nunca he expresado que éste sea un signo que ha aparecido.”

Después de decir estas palabras Su Santidad hizo una pausa. Yo estaba a punto de decir algo, cuando Su Santidad continuó diciendo:

“Mira, en 1918, estalló la epidemia de la influenza (gripe) e incluso se propagó por la India, incluida Qadian. Innumerables personas perdieron su vida. Encontramos mención de las medidas de precaución prescritas por Su Santidad Musleh-e-Maud (la paz sea con él), como por ejemplo tomar agua hervida con canela, etc. De hecho, Su Santidad Musleh-e-Maud (la paz sea con él) también contrajo influenza y con gran severidad.”

Después de eso, Su Santidad se dirigió a su estantería y tomó el cuarto volumen de Tarikh-e-Ahmadiyyat. Inmediatamente Su Santidad encontró el pasaje que buscaba. Su Santidad dijo:

“Su Santidad Hazrat Musleh-e-Maud (la paz sea con él) de hecho, incluso escribió su testamento elaborando lo que debería hacerse, en caso de que lo peor le sucediera a él”.

Su Santidad leyó el pasaje pertinente que abarca más de dos o tres páginas. A continuación, se copia un extracto de este pasaje:

“Un ejemplo incomparable del servicio de la Comunidad durante la influenza de 1918”

Después de la Primera Guerra Mundial, en 1918, estalló una epidemia de influenza, parecía como si este brote causara más estragos en el mundo que los campos de batalla de la guerra misma. La India también se vio muy afectada por la erupción de la gripe y vio muertes en un nivel sin precedentes sólo en cuestión de días.

Durante la epidemia, bajo la guía de Su Santidad, el segundo Jalifa, que Dios esté complacido con él, la Comunidad Musulmana Ahmadía proporcionó gran ayuda, servicios y alivio al público en general para mitigar las consecuencias de la epidemia. Sin distinción de raza, religión y credo, la Comunidad proporcionó ayuda y alivio a todas las personas de cualquier origen.

Médicos y paramédicos musulmanes áhmadis no solamente se ofrecieron como voluntarios para ayudar a la población de Qadian en la India, sino que también fueron de pueblo en pueblo y de aldea en aldea para asegurase de que la atención médica llegará incluso a la población más aislada y desfavorecida. Otros miembros de la Comunidad Ahmadía sirvieron voluntariamente como enfermeros, etc.

La Comunidad asistió a los pobres a través de ayuda financiera, y también distribuyeron víveres y artículos de primera necesidad. En los días del brote de la influenza, voluntarios musulmanes áhmadis (incluido Su Santidad, Sahibzada Mirza Bashir Ahmad, hijo del Mesías Prometido), a pesar de las grandísimas dificultades, trabajaban día y noche y atendían a los necesitados. En algunas instancias, cuando los voluntarios eran escasos, voluntarios áhmadis que habían caído víctimas de la gripe continuaron resistiendo y trabajando para los más afectados. Estos voluntarios que soportaban el propio dolor que los afectaba, continuaban atendiendo a los demás, hasta que la enfermedad les superaba; sacrificaban su propio descanso y tratamiento por los demás.

Este servicio fue tal, que tanto amigos como enemigos elogiaron el sacrificio y los esfuerzos de la Comunidad Musulmana Ahmadía. A través de artículos y discursos, todos aplaudieron y reconocieron el gran ejemplo que la Comunidad Musulmana Ahmadía mostró a través de su trabajo continuo, sacrificio y esfuerzo para ayudar a los necesitados durante el brote de la influenza de 1918.”

(Tarikh-e-Ahmadiyyat, Vo. IV, p. 208-209)

Su Santidad continuó diciendo:

“Estas epidemias seguirán sucediendo. Es absolutamente incorrecto declarar cada brote como un signo divino. También es un error decir, como hacen algunos, que los áhmadis nunca contraerán estas enfermedades o, que los áhmadis ‘sinceros’ no las contraerán.

Estas epidemias no siempre pueden ser un criterio para el nivel de la fe de una persona. El testamento que Su Santidad, Musleh Maud (la paz sea con él) escribió durante el brote de la influenza de 1918, comenzaba con las siguientes palabras: “Yo, Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad, hijo del Mesías Prometido…”

“Estamos hablando de que Su Santidad, Musleh Maud (la paz sea con él) estaba escribiendo su testamento y menciona que es hijo del Mesías Prometido (la paz sea con él). Él contrajo la enfermedad y de un modo muy grave. Esto claramente demuestra que contraer cierta enfermedad no es vara para medir la fe de uno.”

Después de esto, Su Santidad hizo una pausa nuevamente. Sin embargo, sentí que Su Santidad iba a continuar con este tema, y así, tras una segunda pausa, Su Santidad dijo:

Busca esta referencia y publícala en Al-Hakam para que todos puedan leerla y para que todos los conceptos erróneos sean suprimidos.

Si este (coronavirus) fuera un signo, entonces, en primer lugar, yo hubiera anunciado que es un signo.

Desde hace mucho tiempo, he estado dando instrucciones para tomar medidas de precaución y medicamentos; incluso cuando el virus no se había extendido fuera de China. Si hubiera considerado que era un signo, habría evitado que todos tomaran medidas de precaución.

Lo dije antes y sigo diciendo que las personas deben seguir las medidas de precaución que les prescriben los expertos a través de las autoridades de los respectivos países.

He instruido a Amir Sahib (presidente de la Comunidad Ahmadía de Reino Unido), a Sadr Judam-ul-Ahmadía (presidente de la organización de los jóvenes en Reino Unido) y a Humanity First (organización solidaria) que, durante estos días, se debe hacer todo lo posible para ayudar a la gente y asegurar el bienestar de la misma.

Una vez que publiques este extracto de Tarikh-e-Ahmadiyyat, el resto de los países en el mundo también lo sabrán y los amires y sadars (presidentes administrativos de la Comunidad) de esas zonas pueden planificar proyectos de acuerdo con esto.”

Esta audiencia concluyó con las siguientes palabras:

“En lugar de tratar de demostrar que es un signo, en este momento los áhmadis deberían seguir las medidas de precaución que les han aconsejado por su propio bien, el de sus familias y el de las mezquitas.

Respetando medidas de prevención, deberían ayudar a quien puedan. Para agradar a Dios es esencial que uno cuide de Su creación y, lo que es más importante, ruegue por la misericordia de Dios Altísimo por su propio bien y por el bien de la humanidad.”

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