Cómo fomentar un estilo de vida moralmente sano
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

En un mundo tan agitado como el que vivimos, muchos se preguntan: ¿por qué hay tanta maldad en el mundo? O, ¿por qué hay más maldad que bondad?

La realidad es que, aunque existan imperfecciones en nuestro carácter, la mayoría tenemos más cualidades que vicios, pero al igual que cuando vemos una mancha negra en una camisa blanca tendemos a prestar toda nuestra atención a la mancha, lo mismo sucede cuando ponemos en evidencia los defectos de una persona a la que, por ejemplo, consideramos narcisista. No miramos más allá de sus defectos ni nos paramos a pensar en sus otras posibles cualidades. Puede que esta persona sea caritativa o generosa, o que cuide de sus padres ancianos, o que sea honesta. Si reflexionamos, descubrimos que tenemos muchos más rasgos positivos que negativos, lo que hace que el mundo sea, en realidad, un lugar mejor del que pensamos. La pregunta sustancial es, ¿qué podemos hacer para reducir la maldad e incrementar la bondad?

Todos hemos escuchado recomendaciones para disfrutar de una vida saludable. Hacer actividad física, tomar una dieta sana y equilibrada o perder peso. Para algunos, conseguir un estilo de vida saludable puede exigir más esfuerzo que para otros, especialmente si tenemos en cuenta que nuestra salud varía con la edad, la constitución, la genética y la fisiología. Pero algo en lo que todos los expertos están de acuerdo es que debemos cuidar de nuestra salud si queremos reducir el riesgo de padecer enfermedades como el cáncer, la diabetes u otras dolencias cardiovasculares, pues no existe una fórmula secreta para vivir mejor.

A pesar de no tener los seres humanos una salud perfecta, no escuchamos, sin embargo, declaraciones como: “los humanos somos enfermos por naturaleza”. Al contrario, se reconoce nuestra capacidad para mejorar nuestro propio desarrollo físico y disfrutar de un estilo de vida saludable, independientemente de la existencia de alguna enfermedad, y los expertos conocen y recomiendan métodos que nos permiten alcanzar un estado de mayor bienestar físico.

La razón por la que he mencionado lo anterior es porque curiosamente, es muy común encontrarse con afirmaciones del tipo “el ser humano es malvado por naturaleza” o “las personas nacen malas”; cuando la realidad es que, aunque seamos imperfectos, tenemos un enorme potencial innato para desarrollar nuestras cualidades éticas y morales, y mantener una vida espiritual sana. Por lo tanto, si consideramos el símil de nuestra salud física, es incorrecto afirmar que somos malvados por naturaleza. Al contrario, debemos empezar a hablar sobre la importancia y necesidad de mantener un estilo de vida moralmente sano, que nos permita reducir el riesgo de padecer vicios y hábitos destructivos.

Para ello, debemos reflexionar sobre nuestro desarrollo moral y espiritual al igual que lo hacemos sobre nuestro desarrollo físico. Descuidar este aspecto puede conducir a un deterioro en la calidad de nuestras relaciones con los demás y una desconexión con nuestro interior.

El mes de Ramadán pretende precisamente eso. Se trata de un mes en el que los musulmanes de todo el mundo se abstienen de alimento, bebida y de relaciones conyugales desde el amanecer hasta la puesta del sol. Si se práctica de forma correcta, es un plan intensivo que busca aminorar los factores que obstaculizan nuestro desarrollo espiritual y en el que se promueven actividades espirituales y morales que habitualmente quedan relegadas en nuestra rutina diaria.

El mes de Ramadán, mes de ayuno para los musulmanes

El estado de ayuno continuado favorece la empatía hacia el prójimo, nos hace ser más sensibles a las necesidades de los demás y nos ayuda a ser más agradecidos y pacientes, entre otras cosas. A través de esta rutina, es más fácil adquirir hábitos constructivos y cualidades morales, además de sus obvios beneficios físicos.

Independientemente de nuestras creencias religiosas, no podemos ignorar nuestra salud moral y espiritual, al igual que no podemos ignorar nuestra salud física. De la misma forma que para construir una sociedad con hábitos saludables hay que promover estrategias de concienciación, de manera similar, para vivir en un mundo mejor, es importante concienciar a las personas para que adopten un estilo de vida más robusto en su condición moral y espiritual.

Share via