Una explicación filosófica de la doctrina del infierno
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Una explicación filosófica de la doctrina del infierno

The Muslim Sunrise, Verano de 1991

La creencia en la continuidad de la existencia del alma humana es una creencia universal, y una creencia tan profundamente arraigada en la propia naturaleza del hombre que las fuerzas más poderosas del materialismo aún no le han afectado. Ya sea que el arraigo de esta creencia en la naturaleza humana se deba a su carácter innato, o que, como sostendría un ateo o un agnóstico, se aferre a la mente con la tenacidad ordinaria de las viejas asociaciones, es un hecho consolidado que la creencia en una vida después de la muerte no ha perdido ningún terreno incluso en esta época civilizada y materialista. Y es igualmente cierto que el progreso de la ciencia y la aplicación de los principios científicos a todas las ramas del saber están a favor, más que en contra, de la verdad de tal creencia.

Partiendo, pues, de la base de que existe una vida después de la muerte para todo ser humano, la primera cuestión de vital importancia que se plantea en relación con esta creencia es la del estado del alma en esa vida posterior. Es un hecho innegable que todas las religiones han predicado que los justos serán recompensados por sus buenas acciones y los malvados castigados por sus malas acciones, pero incluso filosóficamente considerada la cuestión ofrece una solución similar. Vemos que la mayoría de las veces el hombre cosecha, incluso en esta vida, las consecuencias buenas o malas de sus actos buenos o malos y que, salvo en casos excepcionales, él mismo es responsable de la felicidad o la miseria que le toca en esta vida. Si se decreta para el alma humana una vida después de la muerte, no podría tener otro objetivo que el de su progreso, su avance a etapas más y más elevadas. Sin esto, la doctrina de la vida después de la muerte se vuelve horrible. Incluso en este corto espacio de vida encontramos que el alma progresa y avanza paso a paso desde etapas inferiores a superiores. ¿Podría entonces una vida eterna haber sido diseñada para los interminables tormentos del infierno? La sola idea hace que uno se encoja y se revuelva con horror. Tal doctrina da un golpe mortal a la justicia y a la misericordia de Dios. Ningún ser inteligente podría haber hecho al hombre y preservar su alma para tal fin.

La mayoría de las religiones han caído en un grave error en este punto, y sólo en la enseñanza del islam encontramos conformidad con la razón y consonancia con la justicia, el amor y la misericordia Divinos. Hay muchos que hablan del amor y la misericordia de Dios. Pero, como si Dios fuera sólo el Dios de un pueblo particular, se considera que Su amor y misericordia no tocan a nadie que esté fuera del círculo de creyentes en un conjunto particular de doctrinas. Para tal persona no se puede decir que Dios sea justo, ya que Este castiga sus males o su incredulidad de unos pocos años con males y tormentos eternos. Y aunque se observa una tendencia en ciertos sectores a suavizar esta horrible idea, aún no se ha reconocido la sublime verdad de que el alma humana está siempre progresando y alcanzando metas cada vez más altas de progreso espiritual y unión con Dios, ya la cual sólo el Sagrado Corán ha enseñado.

Incluso el capítulo inicial del Sagrado Corán nos da a entender claramente que Dios Todopoderoso hizo al hombre, no para consignarlo a tormentos eternos, sino para alcanzar condiciones de existencia cada vez más elevadas y para tratar con él de la manera más misericordiosa. El capítulo inicial dice así: “Toda alabanza pertenece a Al-lah sólo, Señor de todos los mundos, El Clemente (la palabra árabe Rahim indica que siempre que una persona implora Su misericordia o hace algo para merecerla, Él inmediatamente muestra misericordia), el Misericordioso (la palabra árabe Rahman utilizada aquí indica la muestra de misericordia de Dios hacia Sus criaturas sin que éstas hayan hecho nada para merecerla), Dueño del Día del Juicio.”

Los cuatro atributos del Ser Divino mencionados en estos versos iniciales del Sagrado Corán son la base de todos Sus otros atributos. Estos cuatro atributos hablan de la ilimitada misericordia de Dios mostrada a Sus criaturas en todos los mundos, es decir, tanto en este mundo como en el siguiente. Hay muchos otros versos en el Sagrado Corán que hablan de la gran misericordia de Dios hacia Sus criaturas y no dejan ninguna duda de que el hombre no ha sido creado para ser sometido a tormentos. De hecho, el tormento eterno infligido a una persona sin ningún bien resultante, como se interpreta generalmente el tormento en el infierno, se opone al atributo Divino de la misericordia, tal como se describe en el Sagrado Corán.

El verdadero propósito del infierno

Es cierto que el Sagrado Corán menciona el infierno como la morada de los malhechores e incluso describe sus horrores, pero hay que tener en cuenta que, según el Sagrado Corán, tanto el cielo como el infierno son lugares para el avance perpetuo del hombre hacia estados cada vez más elevados. El Sagrado Corán dice en una ocasión: “Pasaréis ciertamente de una etapa a otra.” (84:19). En estas palabras se dirige a toda la humanidad y, en consecuencia, así como los que están en el paraíso tendrán un progreso perpetuo, los que están en el infierno no sufrirán tormentos infructuosos. Por el contrario, los tormentos del infierno serán el medio de purgarlos de los efectos malignos de sus actos realizados en esta vida. Esta es la única explicación filosófica del infierno, y esta explicación no ha sido dada por ningún otro libro sino el Sagrado Corán. Es el Corán el único que enseña que el cielo y el infierno surgen del hombre; que la vida celestial o infernal comienza en este mundo y que los frutos espirituales de las acciones buenas o malas realizadas en esta vida asumen una forma manifiesta en la siguiente. El fuego del infierno no es otro que el fuego de los pecados, como dice el Sagrado Corán: “El fuego de la ira de Dios arde a causa de los pecados que se manifiestan en los corazones.” El origen del fuego del infierno está, por tanto, en los pecados que el hombre comete en esta vida, que prepara un infierno en el que se encontrará en la próxima. El Sagrado Corán, como ya he dicho, no enseña que los que están en el infierno sufrirán tormentos eternos; y esta es una consideración importante que resuelve de manera concluyente la cuestión de que el infierno está destinado al progreso del hombre y a su purificación. No hay duda de que la permanencia de los malhechores en el infierno se menciona en algunos versículos del Sagrado Corán como “abad”, que a veces significa eternidad prospectiva, pero “abad” también significa mucho tiempo. Y hay numerosos pasajes en el Sagrado Corán que muestran que los que están en el infierno serán finalmente sacados. Así, en el cap. 6: v. 129, el Corán dice: “El Fuego es vuestra morada, en la que habitaréis mucho tiempo, salvo que Al-lah quiera otra cosa”. En verdad, tu Señor es Sabio, Omnisciente.” En otra ocasión, se habla de los que están en el infierno como “quienes permanecerán en él durante siglos.” (78:24). La palabra original es “Ahqab”, que es el plural de “huqub”, que significa un año o años, o setenta u ochenta años, o un tiempo largo (véase el léxico árabe Lanes).

La afirmación de que los malhechores permanecerán en el infierno sólo durante un número limitado de años muestra claramente que, según el Sagrado Corán, los tormentos del infierno no son eternos, pues el tiempo infinito no puede medirse por un número finito de años. De nuevo, en el cap. 101: v. 10, se llama al infierno “madre” de los que entrarán en él. El uso de esta palabra es, en mi opinión, la prueba más clara de la verdadera naturaleza del infierno tal como se describe en el Sagrado Corán. Lo que se quiere decir es que, al igual que un niño es criado por la madre, los que están en el infierno serán criados en ese lugar para una nueva vida, la vida de avance perpetuo en el paraíso.

Es cierto que el Sagrado Corán también habla del infierno como un lugar de tormentos o torturas, pero estos tormentos, según el Libro Sagrado, son de carácter curativo. Al igual que un paciente tiene que tomar medicinas amargas y someterse a operaciones y amputaciones que son muy dolorosas, pero que sin duda son las únicas medidas que pueden devolverle la salud, lo mismo ocurre con los tormentos del infierno. No sólo son las consecuencias naturales del veneno de los pecados, sino que, al mismo tiempo, los tormentos son los pasos más necesarios para deshacer el efecto del veneno e insuflar al hombre una nueva vida en la que debe seguir progresando sin cesar. Así pues, el infierno es también una manifestación de la misericordia de Dios, aunque de distinto tipo que el cielo.

El uno, el infierno, es un lugar para restaurar la salud de aquellos que la han destruido por sus propias acciones en esta vida, mientras que el otro, el cielo, es un lugar para el avance de aquellos que entran en la otra vida con sus facultades espirituales no viciadas. De hecho, la enseñanza del Sagrado Corán sobre este punto es tan clara que sólo un lector muy superficial podría pasarla por alto. Una y otra vez, el Sagrado Corán habla de los obreros de la iniquidad como ciegos, sordos, mudos, muertos, queriendo decir, por supuesto, que ellos mismos han malgastado sus facultades espirituales, y en consecuencia, antes de que puedan hacer cualquier avance espiritual en la consecución de esa meta más elevada del alma humana, la unión con Dios, deben ser sometidos a las operaciones que deben restaurar la acción de esas facultades.

En palabras más claras aún, el Sagrado Corán nos dice que “los que son ciegos en esta vida se encontrarán ciegos en la siguiente”, lo que significa que como no aprovecharon las oportunidades que se les dieron en esta vida para usar sus facultades espirituales, se encontrarán desprovistos de estas facultades en la siguiente, y sentirán palpablemente el dolor y la angustia que son el resultado necesario de su pérdida y que no pudieron sentir en esta vida debido a su absorción en las cosas mundanas. Pero la misericordia de Dios pronto los tomará de la mano y, después de pasar por todos los estados por los que es necesario pasar para recuperar el uso de las facultades perdidas, alcanzarán el verdadero objetivo de sus vidas. Serán purificados de toda impureza, pues esto es necesario para alcanzar una unión perfecta con el Ser Divino que es la fuente de toda pureza.

El infierno no es eterno

Muchos dichos del Santo Profeta (sa) y sus compañeros muestran claramente la verdad de lo que he dicho arriba. En el Sagrado Corán está escrito que “Dios Todopoderoso se ha impuesto la obligación de mostrar misericordia a Sus criaturas”. Y hay una tradición del Santo Profeta (sa), según la cual la misericordia Divina se muestra no sólo en este mundo como la encontramos tan abundantemente manifestada, sino que se mostrará una misericordia mucho mayor en el próximo. El hecho es que, si no fuera así, la muestra de misericordia en esta vida habría sido inútil. La tradición dice: “El Santo Profeta, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, dijo que Dios mostró sólo una centésima parte de Su misericordia en este mundo y que es sólo esta centésima parte cuya manifestación se ve en todas las criaturas de este mundo, y que las otras noventa y nueve partes de Su misericordia se mostrarán en la próxima vida”. Según este dicho, el amor y la misericordia de los que somos testigos de innumerables manifestaciones en esta vida, y en los que se incluye no sólo la misericordia de Dios que Él muestra a Sus criaturas, sino también la misericordia y el amor que es Su creación ilimitada, es sólo una centésima parte de la misericordia Divina. La manifestación perfecta de Su amor y misericordia será presenciada sólo en la próxima vida.

Según otra tradición que se encuentra en las colecciones más fiables de la tradición, Dios sacará finalmente del fuego a todos aquellos que no hayan hecho nada para merecer la liberación del mismo. La parte final de esta tradición dice así “Entonces Dios dirá: ‘Los ángeles y los profetas y los fieles han intercedido a su vez por los pecadores, y ahora no queda nadie que interceda por ellos, excepto el más misericordioso de todos los seres misericordiosos. Así que Él sacará un puñado del fuego y sacará a un pueblo que nunca hizo nada bueno’”.

Según esta tradición, todos los que hicieron alguna obra buena en esta vida, por mínima que sea y por preponderante que sea el mal que hicieron, serán sacados del fuego por la intercesión de los ángeles y de los profetas y de los fieles, y entonces quedará en él un pueblo que nunca hizo ninguna obra de bien. Estos serán sacados del fuego sólo por la misericordia del Más Misericordioso. No hay que pensar que un puñado de Dios no pueda dejar fuera a nadie, en el Sagrado Corán se dice que “toda la tierra es un mero puñado de Dios en el día del Juicio”. También está claro que, según la tradición, las personas que son sacadas asíno son sacadas a causa de algún bien que pudiera haber servido en ellas como semilla para un crecimiento de la vida inmortal, sino sólo porque el más Misericordioso deseará mostrar la plena manifestación de Su trascendente misericordia; por lo tanto, no podría estar en consonancia con la misericordia Divina que una parte haya sido elegida para su manifestación mientras que la otra parte haya sido dejada sin que se le muestre ninguna misericordia.

Hay muchas otras tradiciones de las que se concluye que, en última instancia, se sacará del infierno incluso a aquellos que nunca hicieron ninguna buena acción, mientras que hay ciertos dichos del Santo Profeta (sa) y sus compañeros según los cuales el infierno se vaciaría finalmente de todos los que están en él. Algunas de estas tradiciones se encuentran en el Kanzul Ummal, y las dos siguientes serían suficientes para nuestro propósito: “Ciertamente llegará un día en el que el infierno será como un campo de maíz que se ha secado después de haber florecido durante un tiempo” (vol. vii, página 245); “Ciertamente llegará un día en el que no habrá ni un solo ser humano en el infierno” (vol. vii, página 245).

Hay un dicho de Omar registrado (vide Tafsir Fathul Byan, el Fathuo Bari, Durr-i Mansur y Hadil Arwah de Ibn-i-Qayyum) que dice así: “Aunque los moradores del infierno sean tan numerosos como la arena del desierto, seguramente llegará un día en que serán sacados de él”. Un dicho de Ibn-i-Masood es reportado en conexión con el comentario de un versículo del Sagrado Corán, que ya ha sido citado, según el cual “llegará un momento en el infierno en el que no habrá ni una sola persona en él y esto será después de que hayan habitado allí por ahqib” (años refiriéndose al versículo que contiene la palabra ya citada). Hay muchos otros dichos en el mismo sentido, pero creo que las citas ya dadas serán suficientes para mostrar al lector que el islam rechaza la doctrina de los tormentos eternos en el infierno.

Concepto islámico de salvación

Pero incluso cuando se ha dicho todo esto, queda una pregunta importante que sin duda ha preocupado a muchas mentes. ¿No promete el Sagrado Corán, al igual que las escrituras de otras religiones, la salvación y el paraíso a los que creen en él, y no condena al infierno a todos los que no creen en él? En otras palabras, ¿no estrecha indebidamente la esfera de la salvación limitándola al principio a los que expresan una creencia en él, y la amplía indebidamente de nuevo extendiéndola a todos los creyentes, hayan hecho realmente algo para merecerla o no? Para responder a estas preguntas, primero hay que explicar la actitud del islam frente a las demás religiones y luego mostrar lo que se entiende por salvación. Estas dos consideraciones mostrarían al lector la actitud coránica hacia los “no salvados”. De todas las religiones del mundo, el islam es por excelencia la que asume una actitud más tolerante hacia las demás religiones y más respetuosa hacia los fundadores de esas religiones y los grandes líderes de la humanidad. Su enseñanza sobre este punto puede resumirse brevemente como a continuación.

El único y principal objetivo de la creación del hombre es que alcance una unión perfecta con Dios, y para hacerle alcanzar este objetivo Dios Todopoderoso ha suscitado profetas en todos los países y en todas las épocas y que señalaron el camino correcto a sus seguidores. Pero después de cierto tiempo las enseñanzas de los profetas fueron descuidadas o pervertidas por sus seguidores y otros profetas volvieron a señalar el camino correcto. Según esta enseñanza, siempre que Dios Todopoderoso suscita un profeta, la verdadera salvación sólo puede alcanzarse siguiéndolo, porque es a través del profeta que Dios Todopoderoso se complace en revelarse en ese momento. Por lo tanto, el islam no restringe arbitrariamente la esfera de la salvación haciéndola alcanzable para los creyentes de un libro en particular, sino que la basa en el sólido principio de que el camino de la salvación es señalado por cada profeta de Dios y que es siguiendo ese camino que se puede alcanzar la salvación. El Santo Profeta Muhammad (sa) apareció en un momento en el que las corrupciones y los errores se habían abierto paso en los sistemas fundados por todos los profetas anteriores, y por lo tanto, sólo a través de él se puede alcanzar la salvación, que es otro nombre para la unión con Dios. Aquellos que no alcanzan esta unión en este mundo, que es el mundo preparatorio para el siguiente, deben pasar por otro estado que se representa en el islam como el castigo del infierno.

Esta es la explicación que el Sagrado Corán da sobre la necesidad del infierno en la otra vida y esta es la razón por la que se habla de todos aquellos que no siguen al Santo Profeta (sa) del islam como si tuviesen su morada allí. En cuanto a la segunda pregunta, si todos los que han aceptado el islam se salvarán incondicionalmente, debe afirmarse enfáticamente que el Sagrado Corán no enseña tal doctrina. Dice claramente que la creencia en Dios o en el Santo Profeta (sa) o en el Sagrado Corán no servirá a ninguna persona a menos que haga las obras justas que el Corán establece como necesarias para alcanzar la unión con Dios. La creencia correcta es, según el Sagrado Corán, la semilla que, si es alimentada adecuadamente por los justos, dará sus frutos, pero la fe por sí sola no es suficiente para que un hombre alcance la unión con Dios. Dicha unión, por otra parte, se considera una tarea muy dura y se dice expresamente que son muy pocos los que alcanzan dicha unión en esta vida.

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