En una época de Arabia en la que los prisioneros de guerra eran condenados a muerte o esclavizados, a los cautivos de Badr se les permitió comprar su libertad. Los que no podían comprar su libertad “sufrían” la responsabilidad de enseñar a leer a diez niños. La educación fue su rescate. Ningún ejemplo en la historia puede compararse con este alto nivel que el Santo Profeta Muhammad (sa) exigió a los musulmanes.