Los Artículos de Fé • Page 4 of 6
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Los Artículos de Fé

Los Profetas

El cuarto artículo fundamental de fe en el Islam es la creencia en todos los profetas. Este artículo es en realidad una conclusión lógica del tercero. La misma filosofía que requiere la creencia en todos los Libros requiere también la creencia en todos los profetas. El Sagrado Corán habla de los numerosos profetas que pertenecen en su mayoría a la línea de los profetas de Oriente Medio, comenzando por Adán hasta la época de Muhammad, la paz sea con él. Pero existen excepciones a la regla. Hay dos cosas que el Corán indica específicamente sobre este tema:

  • Aunque le fueran revelados al Santo Fundador del Islam los nombres e historias breves de algunos profetas, la relación no es de ninguna manera exhaustiva. Se trata solamente de nombres específicos, y hay muchos profetas que no se mencionan en el Corán.
  • En la relación de profetas que se mencionan especialmente, hay ciertos nombres que no parecen pertenecer a los profetas de Israel. Muchos comentaristas, por tanto, se inclinan a creer que son profetas no árabes que están incluidos en la lista por el simple hecho de representar al mundo exterior. Por ejemplo, Dhul-Kifl es uno de los nombres de la relación de profetas que nadie ha oído en las referencias árabes o semíticas. Al parecer, algunos expertos atribuyen este nombre a Buda, que era de Kapil, la antigua capital de un pequeño estado situado en la frontera de la India y Nepal. Buda no sólo pertenecía a Kapil, sino que muchas veces se decía que era “de Kapil”. Esto es exactamente lo que significa la palabra ‘Dhul-Kifl. Hay que recordar que la consonante “p” no existe en árabe, y lo más próximo a ella es “fa”. Por lo tanto, Kapil, traducido al árabe se convierte en Kifl.

Además de la evidencia del Corán, existe una referencia que es objeto de controversia entre los comentaristas. Existe una tradición del Santo Profeta (lpD), que menciona a un profeta indio por su nombre. Éstas son sus palabras:

Había un profeta de Dios en la India que era de color oscuro y cuyo nombre era Kahan.

Cualquiera que conozca la historia de las religiones de la India relacionaría inmediatamente esta descripción con Lord Krishna, que se describe invariablemente en la literatura hindú como de tez oscura. Además, se añade el título de Kanhaya al nombre de Krishna. Kanhaya contiene las mismas consonantes K, N, H que el nombre de Kahan, lo cual no es una similitud insignificante. De todas formas, el hecho de que se mencione o deje de mencionarse a cualquier profeta no árabe por su nombre no es más que una discusión académica. No desmiente el hecho de que el Corán no sólo ordena a todos los musulmanes creer en todos los profetas, sino que además nos informa claramente que Dios ha enviado mensajeros y profetas en todas las regiones del mundo y en todas las épocas.

Esta creencia en la verdad de los profetas fundadores así como en la de los profetas de menor rango de otras religiones es una declaración única del Corán, que no se encuentra en ningún otro libro divino. Arroja luz sobre la universalidad de la creación, así como sobre la universalidad del Islam. Si la afirmación coránica de que las enseñanzas del Corán son para todo el mundo es cierta, entonces tiene que reconocer la verdad de todos los profetas. De lo contrario, los seguidores de tantas religiones diferentes no encontrarían ningún puente de enlace entre sí mismos y el Islam.

El reconocimiento de la verdad de todos los Libros y de todos los profetas es una declaración revolucionaria que contiene muchos beneficios para los hombres. Entre otras cosas, allana con fuerza el camino para la paz y la armonía interreligiosa. ¿Cómo es posible estar en paz con los seguidores de otras religiones si son considerados impostores, y se monopoliza la verdad sólo para los sacerdotes y religiosos de la propia fe?

Es una observación universal que los seguidores de las diversas religiones tienen por lo general muy pocas nociones de los aspectos doctrinales de sus propias religiones. Los sacerdotes u otros líderes son al parecer los custodios del conocimiento religioso y es a ellos a quienes recurre la gente ordinaria cuando precisa de orientación religiosa. Estas personas son por lo general mucho más sensibles a la cuestión del honor de sus profetas y sacerdotes que incluso a lo que se refiere a Dios y a Su honor.

Fuera del Islam, ninguno de los Libros sagrados de las demás religiones da testimonio de la verdad de los fundadores de otras religiones. La ausencia del reconocimiento de la verdad de otros profetas ajenos a los propios ha aislado a las religiones entre sí. Cada una ellas reivindica el monopolio la verdad y considera impostores a los profetas de otras fes. Aunque en la vida cotidiana esto no se manifieste en términos tan rotundos, la dura realidad sigue siendo la misma: cuando los seguidores de cualquier religión se toman en serio sus creencias, han de considerar falsas al resto de las religiones, incluyendo sus fuentes. Es imposible concebir que un cristiano, que sea verdadero creyente en el cristianismo tal como se entiende hoy en día, dé testimonio de la verdad de Buda, Krishna y Zoroastro. En particular, la postura cristiana en oposición Santo Profeta (lpD) del Islam es exactamente la mencionada arriba. Han de acusarlo de impostor, pues de lo contrario la única alternativa que les queda es convertirse en musulmanes. Los orientalistas que tratan de este tema han mantenido siempre esta postura de forma muy abierta, y muchos de ellos han llegado al extremo de mostrar hostilidad manifiesta hacia el fundador del Islam bajo la premisa de que tenía que ser falso. Lo mismo se aplica a otras religiones.

Aunque en la vida cotidiana no encontramos ejemplos tan notorios de descortesía u ofensa, la barrera aún permanece, aunque se exterioricen o no los propios puntos de vista. Por esta razón los seguidores de todas las religiones se han agrupado en contra de todos los demás, y la barrera entre la verdad y la falsedad y el bien o el mal ha logrado impedir la armonía religiosa que tanto necesita el hombre de hoy.

No cabe duda de que hay cristianos muy civilizados y educados en el mundo que, por cortesía, no herirían la sensibilidad de los musulmanes acusando de impostor al Santo Profeta (lpD) del Islam. Sin embargo, los cristianos, de acuerdo con sus creencias, no tienen más opción que rechazar la verdad del fundador del Islam. En el caso de un musulmán, sin embargo, es una historia completamente diferente. Cuando habla de Jesucristo, Moisés, Krishna o Buda con veneración y amor, lo hace porque no tiene otra opción. Forma parte del artículo fundamental de su fe mostrar no solamente cortesía humana, sino creer sinceramente en su verdad y honor. En vista de ello, este artículo de fe parece adquirir una importancia a escala global. Establece la paz y armonía entre las religiones y crea una atmósfera genuina de confianza y amor mutuo. Al igual que la Unidad de Dios, posee la calidad intrínseca de ser insustituible. No hay otra alternativa.

El Mesías Prometido, Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadian, ha resumido así la creencia islámica en otros profetas:

Uno de los principios que constituye la base de mi creencia se refiere a las religiones establecidas en el mundo. Estas religiones han tenido una gran aceptación en diversas regiones de la tierra. Han alcanzado una determinada edad y han llegado a una etapa de madurez. Dios me ha informado que ninguna de estas religiones era falsa en su origen y ninguno de sus profetas fueron impostores.

Este es un bello principio, que promueve la paz y la armonía, sienta las bases para la reconciliación, y ayuda a la condición moral del hombre. Creemos en la verdad de todos y cada uno de los profetas que han aparecido en el mundo, bien sea en la India, Persia, China o en cualquier otro país.

Con el establecimiento de este hecho, es decir, que tenían que existir profetas procedentes de Dios en todo el mundo y en todas las épocas, el escenario parece estar dispuesto para un profeta universal. La aceptación de un profeta universal exige una reciprocidad. Si esperamos que los demás crean en alguien a quien consideramos verdadero, sería ciertamente útil dar testimonio de la verdad de aquellas personas santas en las que la otra parte cree firmemente.

El Islam establece, pues, las bases para la universalidad de un solo profeta. Por ello, la reivindicación del Corán (de que el Santo Profeta (lpD) no fue enviado solamente a Arabia, sino a toda la humanidad) se basa en una profunda filosofía. Todas las religiones hablan de un futuro utópico o de la edad de oro, en que toda la humanidad se unirá bajo una sola bandera. Pero no parece existir ninguna plataforma para unir al hombre en sus creencias y dogmas. Por primera vez en la historia de la religión, el Islam allanó el camino para una religión universal declarando que todos los pueblos del mundo, en diferentes momentos, fueron bendecidos con la aparición de mensajeros divinos.

Según el Sagrado Corán, la institución del profetazgo es universal y eterna. Para describir este ministerio se utilizan dos términos con connotaciones ligeramente diferentes. El primer término es AnNabi, que tiene la connotación de profecía. Aquellos a quienes Dios elige para representarle son dotados del conocimiento de ciertos hechos trascendentes del futuro. También son informados de cosas del pasado, desconocidos por la gente, constituyendo este conocimiento una señal de haber sido informados por un Ser Omnisciente. La profecía, como tal, establece la verdad de los profetas, para que la gente se someta a ellos y acepte su mensaje.

El segundo término utilizado en relación con los profetas, es AlRasul o Mensajero. Hace alusión a los contenidos de la revelación profética que tratan de mensajes importantes que han de transmitirse a la humanidad en nombre de Dios. Tales mensajes pueden referirse a un nuevo código de derecho, o simplemente amonestar a la gente respecto a sus errores del pasado en relación con las anteriores leyes reveladas.

Estas dos funciones se combinan en una sola persona, y como tal, todos los profetas se pueden denominar mensajeros y todos los mensajeros, profetas.

Según el Islam, todos los profetas son seres humanos y ninguno de ellos posee características sobrehumanas. Siempre que se atribuyen ciertos milagros a los profetas, que supuestamente reflejan su carácter sobrehumano, el Corán rechaza esa idea de forma clara y categórica. La resurrección de los muertos es uno de los milagros atribuidos a ciertos profetas. Aunque se encuentren descripciones similares en numerosas escrituras divinas o Libros religiosos, según el Corán no han de ser interpretadas literalmente, pues poseen una connotación metafórica. Por ejemplo, se dice que Jesús infundió a los muertos una nueva vida. Sin embargo, el Sagrado Corán habla del Santo Profeta Muhammad (lpD) en los mismos términos y utiliza las mismas palabras para indicar el milagro de renacimiento espiritual que era capaz de obrar. Similar es el caso de la creación de pájaros de barro, a los que se hace que vuelen en el nombre de Dios. Estas aves son simplemente seres humanos que están dotados de la facultad de elevarse espiritualmente, en comparación con la gente mundana.

A ningún profeta se le concede un plazo de vida excepcionalmente tan largo que le confiera una distinción especial o le sitúe por encima de la fraternidad de los profetas a la que pertenece. Tampoco se afirma que ningún profeta hubiera ascendido con su cuerpo material a zonas remotas del universo. Siempre que se hace tal mención, se hace referencia al ascenso espiritual y no al ascenso corporal, pues, según afirma categóricamente el Corán, tal condición es opuesta al carácter de los profetas. Cuando el Pueblo de las Escrituras pidió al Santo Fundador del Islam que ascendiera físicamente al cielo y trajera de vuelta un libro, la respuesta que Dios le inspiró fue simplemente ésta:

Diles: “Mi Señor está muy por encima (de tal conducta pueril). Yo no soy más que un ser humano y un profeta”. (Corán 17:94)

Esta respuesta rechaza todas las afirmaciones sobre otros profetas que se cree que ascendieron físicamente al cielo. El argumento implícito en esta respuesta es que ningún ser humano o profeta puede ascender corporalmente al cielo, o de lo contrario, el Profeta Muhammad (lpD) también hubiera podido repetir el mismo milagro. El énfasis en las características humanas de los profetas y sus limitaciones humanas es uno de los rasgos más bellos de las enseñanzas islámicas fundamentales. Los profetas no ostentan superioridad sobre el resto de los seres humanos por estar dotados de cualidades sobrehumanas, sino únicamente por poseer un mejor conocimiento de las cualidades con las que han sido agraciados. Permanecieron siendo humanos a pesar de haber ascendido a elevadas alturas espirituales y su conducta no puede ser imitada por otros seres humanos.

Respecto a la continuidad de la profecía, el Islam declara categóricamente que el Santo Profeta (lpD) del Islam es el último de los profetas portadores de ley y que el Corán es el último libro divino de leyes, perfeccionado y salvaguardado hasta el final de los tiempos. Evidentemente, un libro que es perfecto y que también está protegido de la interpolación trasciende la alteración. No está justificado ningún cambio en ningún caso. En tanto en cuanto un libro sea perfecto y esté protegido de la interpolación humana, no se justifica ningún cambio en el mismo.

Respecto a la profecía, siempre que ésta no sea una profecía portadora de ley, el Corán menciona claramente la posibilidad de su continuidad. Una vez más, hay profecías claras acerca respecto a tales reformadores Divinos, que se hallarían subordinados al Santo Fundador del Islam y al Libro Sagrado, el Corán. El siguiente versículo de la Sura Al-Nisa no es ambiguo al respecto:

 Pues quien obedece a Al-lah y a este Mensajero suyo estará entre aquellos a quienes Al-lah ha concedido sus bendiciones: a saber, los profetas, los veraces, los mártires y los justos. (Corán 4:70)

En resumen, El Corán declara que el Islam es la última religión perfeccionada para el beneficio de la humanidad, después de la cual no se revelará ninguna enseñanza que invalide las enseñanzas islámicas, ni nacerá profeta alguno independiente fuera del ámbito del Islam, pues cualquier profeta nuevo estaría completamente subordinado al Santo Profeta Muhammad (lpD).

Los profetas siempre aparecieron para entregar un mensaje. Ese mensaje no se limitaba al campo de las creencias, sino que también abarcaba el área de las prácticas y el desarrollo de las creencias. Las enseñanzas se dividen en dos categorías importantes:

  • El modo de mejorar la relación con Dios.
  • El modo de comportarse con el prójimo.

Estas dos categorías, abarcan en realidad todos los aspectos de las leyes religiosas. No pretendemos entrar aquí en una larga discusión sobre el modo en que esta tarea se realiza a la perfección en el Islam, pero tal vez sería apropiado ilustrar algunas características importantes de esta enseñanza de carácter universal.

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