La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes 24-10-2025

Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:

Hoy comentaré con más detalle los acontecimientos de la batalla de Tabuk.

Se ha registrado un incidente relacionado con un hombre [llamado] Yadd bin Qais [de la siguiente manera]. Fue uno de los hipócritas y, después de Abdul’lah bin Ubayy, fue otro líder destacado entre ellos. Junto con Abdul’lah bin Ubayy, estuvo involucrado en varias conspiraciones. Fue la misma persona que no juró lealtad con ocasión del Tratado de Hudaibiyah. También fue ante el Santo Profeta (sa) y le ofreció una excusa para no ir a la guerra. Sin embargo, su excusa era extraña y absurda.

Así, está registrado que en la Batalla de Tabuk, el Santo Profeta (sa) le dijo a Yadd bin Qais, que era el jefe de los Banu Salamah: “¡Oh Yadd! ¿Te unirás a la Yihad [batalla] contra los Banu Asfar (es decir, los romanos) este año?”. Respondió: “¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Perdóneme y no me meta en problemas. ¡Por Al’lah! Mi gente me conoce bien y sabe que no hay nadie que desee a las mujeres más que yo. Temo que si veo a los Banu Asfar (es decir, las mujeres de los romanos), no podré contenerme”. Al oír esta respuesta absurda, el Santo Profeta (sa) se alejó de él y le dijo: “Muy bien, vete. Estás excusado. No es necesario que vayas”.

Su hijo, Hazrat Abdul’lah bin Yadd, que era un compañero que había participado en la Batalla de Badr muy sincero, fue a su padre y le dijo: “¿Por qué rechazaste la invitación del Mensajero de Al’lah (sa)? ¡Por Al’lah! No hay nadie más rico que tú entre los Banu Salamah. Ni tú mismo estás partiendo (para la Yihad) ni estás equipando a nadie con una montura (es decir, ni siquiera estás preparando monturas y otros aparejos para otro soldado). Respondió: “¡Hijo mío! ¿Por qué debería marchar hacia los Banu Asfar con este calor y en estos tiempos difíciles? ¡Hijo mío! Aún permaneciendo en mi casa y en mi entorno, tiemblo de miedo por los romanos (esto fue lo que le respondió a su hijo). ¿Cómo iba a ir a luchar contra semejante pueblo en su propio territorio, sintiendo miedo incluso estando sentado en mi propia casa. ¡Hijo mío! ¡Por Dios, soy muy sabio y experimentado! Estoy muy familiarizado con la guerra”. En otras palabras, estaba insinuando que hacer la guerra contra la superpotencia de Roma no era prudente.

Al oír todo esto, su sincero hijo se disgustó y dijo: “¡No, por Dios! No vas a la guerra por hipocresía. ¡Por Al’lah! Un versículo del Corán será revelado ciertamente acerca de ti al Mensajero de Al’lah (sa)”. Se dice que su padre recogió su zapato y le golpeó en la cara. Su hijo se marchó y no le dirigió la palabra.

En otra narración, se afirma que el siguiente versículo fue revelado con respecto a Yadd bin Qais:

[Árabe]

“Y entre ellos hay quien dice: “Permíteme quedarme atrás y no me pongas a prueba’”.

Se dice que luego se arrepintió y que lo hizo sinceramente. Luego falleció durante el Jalifato de Hazrat Uzman (ra). Su hipocresía no perduró; más bien, se convirtió en un verdadero musulmán.

Los conspiradores se habían reunido en un lugar determinado y habían tramado planes en relación con esta batalla. Algunos de estos detalles ya se han mencionado. Habían establecido un centro para sus planes, y el Santo Profeta (sa) ordenó destruir este centro.

En los detalles de esto se cuenta que en Medina, los hipócritas y los judíos estaban ocupados conspirando, difundiendo rumores falsos para debilitar la determinación de los musulmanes y haciendo todo lo posible para impedirles ir a la batalla. Emplearon varias tácticas engañosas para este propósito.

Los creyentes sinceros y firmes no solo estaban al tanto del vil comportamiento de los hipócritas, sino que también los vigilaban de cerca, informando regularmente de sus actividades al Santo Profeta (sa). Aunque el Santo Profeta (sa), debido a su misericordia y compasión, a menudo pasaba por alto su comportamiento, siempre que surgía una conspiración peligrosa contra el sistema, la abordaba con dureza y gran sabiduría.

Debe recordarse como principio fundamental que si surge algún problema contra el Nizam (el sistema administrativo), entonces debe mostrarse firmeza; la indulgencia no tiene cabida allí. En consecuencia, se adoptó una medida similar en esta ocasión también.

Se narra que el Santo Profeta (sa) recibió noticias de que los hipócritas se estaban reuniendo en la casa de Suwailim, un judío, cuya casa estaba cerca de Yasum. Yasum era un pozo en Medina, también conocido como Bir Yasim. Intentaban disuadir a la gente de acompañar al Santo Profeta (sa) en la expedición a Tabuk. De hecho, la mayoría de las conspiraciones y la propaganda que disuadían a los musulmanes de unirse a la batalla se tramaban en este mismo centro.

El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Talhah bin Ubaidil’lah (ra) junto con algunos compañeros a ese lugar y les ordenó que quemaran la casa de Suwailim (es decir, que la demolieran y destruyeran por completo). Las casas solían ser frágiles. Hazrat Talhah (ra) cumplió la orden, tras lo cual todos los presentes huyeron. Entre los que huyeron se encontraba Dahhak bin Jalifa, quien estaba aliado con los hipócritas. Se subió al tejado de la casa y saltó desde la parte trasera, rompiéndose la pierna y la muñeca en la caída.

A pesar de esto, la misericordia y el perdón del Santo Profeta (sa) prevalecieron: no ordenó el arresto de ninguno de ellos, ni se les impuso ningún otro castigo. Sin embargo, el centro de su conspiración, es decir, su cuartel general, fue destruido.

Todos estaban ocupados preparándose para la expedición a Tabuk, y también se estaban haciendo sacrificios financieros para poder sufragar los gastos del viaje. Los compañeros pobres y desamparados acudían al Santo Profeta (sa), y se les brindaba asistencia para sus preparativos. Del mismo modo, los compañeros más pudientes proporcionaban monturas y provisiones a aquellos que las no tenían, ya que viajar una distancia tan larga sin un medio de transporte era imposible.

El Santo Profeta (sa) también había instruido que solo debían acompañarlo aquellos que fueran fuertes, capaces de soportar las dificultades del viaje y que contaran con las provisiones y el transporte necesarios.

En esta ocasión, algunos compañeros se acercaron al Santo Profeta (sa) llorando. Solicitaron monturas, ya que realmente las necesitaban. El Santo Profeta (sa) respondió: “Ya no dispongo nada con lo que pueda llevaros”. Al oír esto, volvieron llorando. Dios Altísimo describe en el Sagrado Corán el estado de su sinceridad, devoción e indefensión de la siguiente manera:

[Árabe]

“Tampoco contra aquellos que, cuando llegaron a ti para que les proporcionases una montura, les dijiste: ‘No puedo encontrar cabalgadura para vosotros’; y se volvieron, con los ojos inundados de lágrimas, por la pena de no poder encontrar nada que ofrecer (para gastar en el camino de Al’lah)”. Este es un versículo de la Sura al-Taubah.

Debido a su carencia y a su llanto profuso, son recordados en los libros de historia y sirah con el nombre de ‘Bukaun’; es decir, aquellos que lloraron mucho. Existe desacuerdo sobre su número. Algunos libros enumeran alrededor de 18 nombres, aunque la mayoría coincide en siete. Estos incluyen a Salim bin Umair (ra), Urwah bin Zaid (ra), Abu Laila Abdur Rahman bin Ka‘b (ra), Amr bin Humam (ra), Abdul’lah bin Mughaffal Muzani (ra), Harami bin Abdil’lah (ra) e Irbaz bin Sariyah (ra).

En una narración se relata que Hazrat Yamin bin Umair bin Kab Nazari (ra) también se encontró con Hazrat Abu Laila Abdur Rahman bin Kab (ra) y Hazrat Abdul’lah bin Mughaffal (ra) en el camino. Ambos lloraban. Le preguntó: “¿Por qué lloráis?”. Dijeron: “Fuimos al Santo Profeta (sa) pidiéndole que nos concediera animales [para viajar], pero no recibimos nada, y no poseemos suficiente dinero ni riqueza para conseguir un medio de transporte, para poder salir en la Yihad con Usted”. Al oír esto, [Hazrat Yamin (ra)] les dio un camello que se utilizaba para traer agua. Le pusieron una silla de montar a este camello; además de esto, también les dio algunos dátiles para sus provisiones, y así los dos partieron para unirse al Santo Profeta (sa) en la Yihad. Así era como se organizó su provisión.

De igual modo, cuando Hazrat Abbas (ra) se enteró de esto, proporcionó a dos de los [siete] compañeros animales de monta y provisiones, y Hazrat Uzman (ra) dio a los tres restantes animales para montar y provisiones. Así pues, estos siete partieron junto al Santo Profeta (sa).

De manera similar, la gente de la tribu de Hazrat Abu Musa al-Ashari (ra) también solicitó animales de monta al Santo Profeta (sa). Eran seis. Designaron a Hazrat Abu Musa al-Ashari (ra) como su representante y lo enviaron al Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) les dijo lo mismo: “No tengo nada que pueda daros”.

En la narración de Bujari, se relata que el Santo Profeta (sa) juró que no tenía nada que darles. Al oír esto, aquellas personas regresaron llorando. Sin embargo, durante esre intervalo, el Santo Profeta (sa) compró camellos a Hazrat Sa‘d bin Ubadah (ra) y llamó a Hazrat Abu Musa al-Ashari (ra) y le dijo: “Toma estos camellos para ti y tus compañeros”.

El propio Hazrat Abu Musa al-Ashari (ra) narra los detalles de este incidente. Así, en Bujari se registra que Hazrat Abu Musa al-Ashari (ra) relata: “Fui a ver al Santo Profeta (sa) con algunos miembros del pueblo Ashari para pedirle animales de montar. Dijo: ‘Por Dios, no os daré animales de monta; no tengo animales de monta que daros para que los montéis’. En ese intervalo, le trajeron al Santo Profeta (sa) los camellos del botín, y él preguntó por nosotros. Preguntó: “¿Dónde está el pueblo Ashari?” A continuación, ordenó que nos entregaran cinco camellos de joroba blanca.

Cuando nos fuimos, dijimos: “Lo que hemos hecho nunca será una bendición para nosotros”. Volvimos a él con una idea y le dijimos: “Le pedimos que nos diera animales para montar, y juró que nunca nos daría un animal de monta. ¿Ha olvidado (que juró que no nos daría animales para montar)?”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Yo no os he dado los animales de monta; más bien, Dios os ha dado los animales de monta. ¡Por Dios! Si al haber formulado un juramento, puedo pensar que otra cosa es mejor, diré, Dios mediante, lo que es mejor y ofreceré algún tipo de expiación por el juramento (es cierto que hice un juramento al respecto, pero entonces Dios Altísimo abrió un camino. Si tan solo sospecho que he jurado algo y después se presenta algo mejor, opto por lo mejor y ofrezco una expiación en su lugar)”.

En otra narración transmitida por Hazrat Abu Musa al-Ashari (ra), relata: “Mis compañeros me enviaron al Mensajero de Dios (sa) para que le pidiera monturas para los jinetes restantes que deseaban avanzar en el Yaish-e-Usrah [el ejército de las penurias] durante la expedición de Tabuk. Le dije. ‘¡Oh, Mensajero de Dios (sa)! Mis compañeros me han enviado para pedirle algo con lo que poder ir a la batalla’. El Mensajero de Dios (sa) respondió: ‘¡Por Dios! Ahora mismo no tengo ningún medio de transporte’. Sin saberlo, hice esta petición cuando el Mensajero de Dios estaba molesto por algo”.

“Temiendo que el Mensajero de Dios (sa) pudiera estar disgustado conmigo en su corazón, regresé abatido. Informé a mis compañeros de lo que había dicho el Santo Profeta (sa). Al cabo de poco tiempo, oí a Hazrat Bilal (ra) llamar a Abdul’lah bin Qais. Respondí a su llamada. Me dijo que fuera a ver al Mensajero de Dios, que me había llamado”. Este era el método que se utilizaba para hacer anuncios en aquella época, ya que, por supuesto, no existían los altavoces. Así es como lo hacían.

“Cuando me presenté ante él, me dijo: ‘Toma, quédate con estos camellos'” [había seis en total, que el Santo Profeta (sa) acababa de comprar a Hazrat Sa’d (ra)]. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Id y llevad estos camellos a vuestros compañeros e informadles de que Dios (o dijo) o el Mensajero de Dios (sa) os da estos camellos para que los montéis’. Así que cogí los camellos y los llevé ante mis compañeros, informándoles de que el Mensajero de Dios (sa) les proporcionaba estos animales de monta. Pero, ¡por Dios!, no os permitiré montarlos hasta que uno de vosotros vaya conmigo para ver a la persona que oyó al Santo Profeta (sa) decir esto. No creáis que os he transmitido algo que el Santo Profeta (sa) no dijo”. Dijeron: “En nuestra opinión, te consideramos un hombre sincero (ya que al principio, dijo que el Santo Profeta (sa) juró su rechazo. Cuidó de que no pensaran que lo que había dicho antes sobre el rechazo de su petición era algo que se había inventado él mismo, mientras que ahora había traído los camellos poco después)”. “Lo que digo es la verdad. Si había algún hombre presente cuando el Santo Profeta (sa) dijo esto, que se presente, para que pueda testificar que lo que he transmitido sobre la negativa inicial del Santo Profeta (sa) es cierto y que solo más tarde se adquirieron camellos”. Hazrat Abu Musa partió con un grupo de personas hasta que fueron a algunas personas que habían escuchado directamente lo que el Santo Profeta (sa) dijo, es decir, que habían visto cómo el Santo Profeta (sa) primero les había rechazado su petición y luego se la había concedido. Estas personas repitieron el mismo relato que contó Hazrat Abu Musa (ra).

Exponiendo la razón por la que el Santo Profeta (sa) hizo un juramento y el significado de tales juramentos, Hazrat Musleh Maud (ra) lo ha explicado en su comentario. Afirma:

“Aquí surge una pregunta: si el Santo Profeta (sa) ni siquiera tenía un medio de transporte que ofrecer, ¿por qué juró por Dios que no les iba a proporcionar un medio de transporte?”. El Sagrado Corán, los Hadices y los relatos históricos indican que, en realidad, el Santo Profeta (sa) no poseía ninguna montura en ese momento. Sin embargo, el significado de un juramento solo se aplica cuando algo existe y uno se niega a darlo. Ahora bien, ¿puede alguien jurar que no irá a la Luna, o que no irá al Sol, o que no se tragará un elefante de un solo bocado? Del mismo modo, surge la pregunta: si el Santo Profeta (sa) no tenía alguna montura, ¿por qué hizo un juramento?

La respuesta es que algunas personas incivilizadas e incultas no creen en la palabra de los demás a menos que se haga un juramento. Incluso hoy en día, esas personas a veces acuden a nosotros y nos piden que les ayudemos con alguna tarea. Cuando decimos que no podemos hacerlo, responden: “Ustedes pueden hacer todo lo que quieran”, como si insinuaran que mentimos cuando decimos que no podemos. Del mismo modo, aquellas personas también eran incivilizadas e incultas; eran nuevas en el islam y aún desconocían la veracidad, la dignidad, la grandeza y la elevada moral del Santo Profeta (sa). Cuando les dijo que no tenía monturas, asumieron que las tenía, pero que se negaba a darlas. Por lo tanto, insistieron diciendo: “Eres un líder, ¿cómo es posible que no tengas monturas?”.

Además, es costumbre entre los árabes no dar por válida ninguna declaración hasta que no se haya prestado juramento. Incluso en los asuntos más triviales, siguen diciendo ‘Wal’lahi’ [Por Dios], ‘Bil’lahi’, ‘Zumma Tal’lahi’. Por lo tanto, en respuesta a su insistencia en obtener monturas, la única forma de satisfacerlos era que el Santo Profeta (sa) hiciera un juramento. Como habían tomado su respuesta como una excusa o evasiva, él hizo un juramento para tranquilizarlos y zanjar el asunto. Una vez que partieron, se liberó una montura, y el Santo Profeta (sa) los llamó de vuelta y se la concedió. Por lo tanto, el propósito de ese juramento era transmitir, en esencia, que no le hicieran perder el tiempo. Aunque no pronunció estas palabras, ese era el significado de su acción: indicarles que no insistieran. Y la razón por la que más tarde proporcionó la montura fue porque era una oportunidad para hacer el bien, y el Santo Profeta (sa) no quería dejar pasar tal oportunidad”.

Al comentar el versículo 92 de la sura Al-Taubah, que he leído anteriormente, Hazrat Musleh Maud (ra) ha explicado este incidente con detalle.

[Árabe]

“Tampoco contra aquellos que, cuando llegaron a ti para que les proporcionases una montura, les dijiste: ‘No puedo encontrar cabalgadura para vosotros’; y se volvieron, con los ojos inundados de lágrimas, por la pena de no poder encontrar nada que ofrecer (para gastar en el camino de Al’lah)”.

En el comentario de este versículo, Hazrat Musleh Maud (ra) ha escrito:

“En cuanto a su aplicación, este versículo es de carácter general; sin embargo, alude específicamente a siete musulmanes empobrecidos que deseaban ardientemente participar en la Yihad, pero carecían de los medios para satisfacer el anhelo de sus corazones. Estos hombres se presentaron ante el Santo Profeta (sa) y le pidieron que les proporcionara animales de monta. El Santo Profeta (sa) respondió con pesar: “¡Ay! No puedo hacer ningún arreglo para vosotros”. Al oír esto, entristecieron profundamente, se les llenaron los ojos de lágrimas y se marcharon con el corazón apesadumbrado.

Se cuenta que, después de que se marcharan, Hazrat ‘Uzman (ra) proporcionó tres camellos, y otros cuatro musulmanes también contribuyeron con camellos. El Santo Profeta (sa) asignó entonces un camello a cada uno de los siete hombres.

El Sagrado Corán ha registrado este incidente para establecer un claro contraste entre la sinceridad y la devoción de aquellos creyentes que no poseían ninguna riqueza y aquellos individuos acaudalados que poseían los medios y recursos para viajar, pero que inventaron falsas excusas para quedarse atrás. Por un lado están estos pobres creyentes, llenos de fe, celo y ardiente pasión, y por otro, los ricos, que profesaban el islam solo con la boca, pero cuyos corazones estaban llenos de hipocresía. De este versículo también se desprende que no todos los que se quedaron en Medina eran hipócritas. Algunos realmente no podían salir adelante porque no tenían los medios para hacerlo. Entre ellos también había creyentes sinceros quienes no pudieron acompañar al Santo Profeta (sa) únicamente por falta de provisiones y transporte.

Hazrat Musleh Maud (ra) relata que cuando el Santo Profeta (sa) anunció su intención de viajar a Siria, los musulmanes respondieron con extraordinaria sinceridad y entusiasmo, compitiendo entre sí en ofrecer sacrificios. En cuanto a los musulmanes pobres, ¿dónde podrían encontrar el equipo necesario para la batalla? No poseían nada en absoluto. Las arcas del gobierno musulmán también estaban vacías. Solo sus hermanos más prósperos podían acudir en su ayuda. Así, cada persona se esforzaba por superar a la otra en sacrificios económicos. Ese día, Hazrat Uzman (ra) presentó la mayor parte de su riqueza ante el Santo Profeta (sa): mil dinares de oro (que en aquellos días cuando Hazrat Musleh Maud (ra) lo mencionó, valían aproximadamente veinticinco mil rupias, pero que, en la actualidad, ascenderían a cientos de miles). Del mismo modo, otros compañeros contribuyeron según sus posibilidades, proporcionando monturas, espadas y lanzas a sus hermanos más pobres. Tan profundo era el espíritu de sacrificio entre los compañeros que incluso un grupo de conversos de Yemen, que habían emigrado recientemente a Medina y se encontraban en circunstancias extremadamente difíciles, se presentaron ante el Santo Profeta (sa) y le suplicaron:

“¡Oh Mensajero de Al’lah (sa) llévanos contigo! No pedimos nada más, solo que nos proporcionéis los medios para llegar al campo de batalla”.

Como se mencionó anteriormente, con respecto a estas mismas personas, el Sagrado Corán afirma:

[Árabe]

“Tampoco contra aquellos que, cuando llegaron a ti para que les proporcionases una montura, les dijiste: ‘No puedo encontrar cabalgadura para vosotros’; y se volvieron, con los ojos inundados de lágrimas, por la pena de no poder encontrar nada que ofrecer (para gastar en el camino de Al’lah)”.

Abu Musa (ra) era el líder de este grupo. Cuando más tarde le preguntaron qué le habían pedido al Santo Profeta (sa), respondió: “¡Por Dios! No pedimos camellos ni caballos. Nosotros simplemente dijimos: “¡Oh, Mensajero (sa) de Dios! Estamos descalzos. Ni siquiera tenemos zapatos (no tenemos botas ni zapatos). No podemos emprender un viaje tan largo descalzos. Si pudiéramos conseguir pares de zapatos, nos apresuraríamos a ir a pie para unirnos a nuestros hermanos en esta batalla”. Tal era su profunda pasión.

En cuanto al nombramiento de un representante en Medina durante esta expedición, está escrito que, con motivo de la batalla de Tabuk, el Santo Profeta (sa) nombró a un representante para que actuara en su lugar durante su ausencia.

Hay varios relatos sobre este asunto. Según una versión, el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) como su gobernador en Medina. Otras narraciones mencionan los nombres de Hazrat Sibah bin Urfatah (ra), Hazrat Ali (ra) y Hazrat Abdul’lah bin Umm Maktum (ra). Cuando se comparan estos diferentes informes y se intenta conciliarlos, para determinar cómo darles coherencia y si los cuatro nombres son realmente auténticos, una posible interpretación es que los cuatro fueron efectivamente nombrados diputados, pero con responsabilidades diferentes. De esta forma, la responsabilidad de Hazrat Ali (ra) era cuidar de la familia y el hogar del Santo Profeta (sa).  Hazrat Muhammad bin Muslamah (ra) era responsable de los asuntos generales del pueblo de Medina. Hazrat Abdul’lah bin Umm Maktum (ra) era el encargado de dirigir las oraciones. Hazrat Sibah bin Urfatah (ra) fue nombrado inicialmente vicegobernador general en Medina, y posteriormente Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) fue designado en su lugar. Debido a que el viaje era largo, el Santo Profeta (sa) ordenó a Hazrat Ali (ra) que permaneciera en Medina para ocuparse de los asuntos domésticos y las necesidades del hogar.

Los hipócritas, cuya práctica consistía en burlarse y calumniar, comenzaron a susurrar y a burlarse al enterarse de que Hazrat Ali (ra) se había quedado en Medina; alegaron que era una carga para el Santo Profeta (sa) y que por eso el Santo Profeta (sa) no lo había llevado consigo. Al escuchar estas burlas y ver a los hipócritas que lo rodeaban, Hazrat Ali (ra) se sintió angustiado, tomó las armas y se presentó ante el Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) estaba acampado entonces a unos tres kilómetros de Medina, en un lugar llamado Yurf. Hazrat Ali (ra) expresó su inquietud y dijo que lo habían dejado entre mujeres y niños, a pesar de que era fuerte y tenía prestigio. El Santo Profeta (sa) lo consoló y pronunció una frase que magnificó enormemente la estatura y el rango de Hazrat Ali (ra). Le dijo a Hazrat Ali (ra):

[Árabe]

“¡Oh, Alí! ¿No te conformas con ser para mí lo que Aarón fue para Moisés, salvo que tú no eres un profeta en mi lugar?”. Es decir, al igual que Aarón, que era profeta, sirvió como ayudante y administrador del profeta Moisés mientras este viajaba al monte Sinaí, Ali sería su ayudante, pero, por supuesto, no como profeta.

En cuánto al número de musulmanes que participaron en la batalla de Tabuk, se registra que, tras aplicar todos los medios de preparación para la campaña, el Santo Profeta (sa) recurrió a la súplica y continuó rezando desde el comienzo de los preparativos hasta el momento de la partida hacia Tabuk. Suplicó:

[Árabe]

“¡Oh, Al’lah! Si esta pequeña comunidad desaparece, no quedará nadie en la tierra para adorarte”. Es una casualidad que la misma súplica se menciona en la primera gran expedición del Santo Profeta (sa), es decir, la batalla de Badr, y aquí de nuevo en esta última gran campaña.

A pesar del intenso calor, el largo viaje, las numerosas dificultades y la propaganda de los hipócritas, se reunió un ejército muy numeroso, de unos treinta mil hombres. Entre ellos había diez mil jinetes. Este fue el ejército más grande que acompañó al Santo Profeta (sa) en cualquier campaña durante su vida. Las diferentes tradiciones ofrecen cifras dispares: un relato afirma incluso que fueron cuarenta mil; otros mencionan setenta mil. Algunas narraciones hablan de diez mil o, en otros informes, doce mil jinetes con el Santo Profeta (sa).

Los historiadores suelen coincidir en la narración que afirma que el número era de treinta mil. Por supuesto, se trata de una estimación, ya que en aquella época no existían registros oficiales para contabilizar a los guerreros, como se hizo habitual más tarde durante la era del Jolofae Rashidin [el Jalifato Bien Guiado].

El Santo Profeta (sa) ordenó a cada rama de los Ansar y a cada tribu árabe que prepararan estandartes: liwa (pequeñas banderas) o rayah (banderas más grandes). Otorgó el estandarte principal del ejército de Tabuk a Hazrat Abu Bakr (ra). Otras banderas fueron confiadas a Hazrat Zubair (ra), Hazrat Usaid bin Hudair (ra), Hazrat Abu Duyanah (ra) y, según algunas fuentes, también a Hazrat Hubab bin Munzir (ra).

En el momento de la partida, era habitual que las caravanas designaran guías familiarizados con las rutas. Se ha mencionado sobre el nombramiento de un guía en Tabuk. El Santo Profeta (sa) nombró a Alqamah bin Faghwa al-Juzai (ra) y a su padre como guías, ya que conocían bien los caminos y podían conducir al ejército más rápidamente por el camino correcto.

Hazrat Ka‘b bin Malik (ra) relata que el Santo Profeta (sa) partió hacia Tabuk un jueves, señalando que el Santo Profeta (sa) prefería partir los jueves. Como era habitual, la gente comenzó a reunirse en el lugar llamado Zaniyat al-Wada’, a cierta distancia de Medina, y cuando todos los preparativos estuvieron listos, el Santo Profeta (sa) partió de Medina hacia Tabuk.

Abdul’lah bin Ubayy bin Salul, el líder de los hipócritas, completó su última treta hipócrita: acampó con una fuerza en las laderas más bajas del monte Zuba, en Zaniyat al-Wada, y dio la impresión de que él también estaba dispuesto a acompañar a los musulmanes a Tabuk. Pero cuando el Santo Profeta (sa) ordenó al ejército que se preparara, Abdul’lah bin Ubayy se retiró con su ejército, que algunos dicen que era numeroso, de vuelta a Medina, diciendo que los musulmanes consideraban la guerra con los romanos como un juego, mientras que, según él, no era ningún juego; el Imperio Romano era poderoso, y una marcha tan larga con tanto calor y en esas circunstancias no era un acto de sabiduría. Esta era su pretensión. Expresó: “Temo ver a los compañeros de Muhammad (sa) capturados por los romanos”. Así, regresó después de decir esto -una táctica destinada a desanimar a otros e inducir a algunos musulmanes a abandonar al Santo Profeta (sa)- pero, como muchas veces antes, fracasó. Había hecho algo similar en la batalla de Uhud, donde acompañó al ejército parte del camino y luego partió con trescientos de sus seguidores mientras que la fuerza musulmana contaba con unos mil, lo que los dejó con sólo setecientos soldados. En esta ocasión el ejército era mucho mayor.

También se relata que un esclavo se unió a la expedición sin el permiso de su ama. Cuando el Santo Profeta (sa) se enteró de esto, reprendió al esclavo que no pidió permiso. Los detalles de este incidente indican que, durante su estancia en Zaniyat al-Wada, el Santo Profeta (sa) encontró a un esclavo armado que se había unido al ejército sin pedir permiso a su ama. El Santo Profeta (sa) se dirigió a él y le dijo: “Vuelve a tu señora”. El Santo Profeta (sa) le preguntó si había pedido permiso, a lo que respondió negativamente. El Santo Profeta (sa) dijo: “Vuelve a tu señora”. No participes en nuestra lucha sin permiso; si mueres en batalla, te enfrentarás al fuego”. Esto subraya el verdadero estándar de confiabilidad, que exige que se pida permiso al jefe.

Si Dios quiere, relataré más detalles de esta expedición a su debido tiempo.

En este momento, me gustaría mencionar a algunos miembros fallecidos, cuyas oraciones fúnebres voy también a dirigir.

La primera mención es del respetado Ghulam Muhiuddin Sulaiman Sahib. Era misionero en Indonesia. Falleció recientemente a la edad de 67 años:

[Árabe – ¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].

Su abuelo paterno, Halli Damini Sahib, juró lealtad en 1932 a través del difunto Maulana Rahmat Ali Sahib. Tras su educación primaria, el difunto continuó sus estudios en Rabwah, donde fue aceptado en la Yamia Ahmadía de Rabwah en el Fasle Jas. En 1985, aprobó el examen Shahadatul Ayanib, tras lo cual regresó a Indonesia. Completó sus estudios durante la época del Cuarto Jalifa (r.h.), quien lo envió a Yakarta y a varias ciudades de la región, donde sirvió como misionero regional. También fue miembro de varios comités centrales. El tiempo total de su servicio abarca aproximadamente 40 años. Le sobreviven dos hijos y una hija. Uno de sus hijos, Muslehuddin Ehsan Sahib, es un misionero que también sirve en Indonesia.

Todos los que lo conocieron, así como sus familiares, han expresado que era una persona sincera, sencilla y muy cariñosa. Dedicó su vida a servir siempre a la fe y al bienestar de los demás. Sus cualidades más destacadas fueron la humildad, la amabilidad y la disciplina. Cualquiera que lo conoció quedó impresionado por su sinceridad y sencillez.

Sus servicios en los campos de la educación y la formación moral son dignos de reconocimiento. Siempre concedió importancia al carácter moral junto con la educación. Se preocupó constantemente por establecer a las futuras generaciones sobre las bases del buen carácter y la fe. Participó con entusiasmo en los esfuerzos de propagación y siempre transmitió su mensaje con sinceridad, dignidad y amor. Tenía una profunda conexión con el Jalifato; su lealtad era ejemplar. Era alguien que depositaba su confianza en Dios. Mostró gran paciencia y firmeza durante sus últimos días, y a pesar de su enfermedad, no profirió una sola queja. Por el contrario, siempre expresó sentimientos de gratitud.

¡Que Dios Altísimo le conceda perdón y misericordia al difunto!

El segundo funeral corresponde al respetado Dr. Muhammad Shafiq Sahgal Sahib. Anteriormente se desempeñó como Amir del Distrito Multan y posteriormente como Naib Wakilut Tasnif Tahrik-e-Yadid, Rabwah. También falleció recientemente.

[Árabe – ¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].

Por la gracia de Dios Altísimo, el difunto era Musi. Le sobreviven tres hijos.

El Ahmadíat se estableció en su familia a través de su padre, el respetado y difunto Mian Muhammad Sahgal Sahib, quien lo aceptó durante la época del Segundo Jalifa (ra). El Doctor Sahib era un doctor PhD. Después de graduarse, consagró su vida y se presentó ante el Segundo Jalifa (ra), quien le ordenó que continuara estudiando. En ese momento, habían planes para establecer el Centro de Investigación Fazl-e-Umar. En cualquier caso, gustaban las ciencias; primero completó allí su maestría en Química. Luego vino aquí, al Reino Unido, donde obtuvo su doctorado en Química. También tuvo el honor de tener a un Premio Nobel como uno de sus profesores.

Cuando regresó, el Instituto de Investigación aún no se había formado, por lo que Hazrat Musleh Maud (ra) no lo nombró allí, dejándole sin ningún trabajo. Su padre solicitó que, hasta que la Yamaat lo necesitara para algún trabajo, se le permitiera unirse a él en su negocio. Por ello, se unió a su padre en su negocio. Sin embargo, al mismo tiempo, también pudo servir a la Comunidad en diversas capacidades. Pudo servir como Amir del Distrito Multan durante unos 14 o 15 años. También formó parte de la Fuerza Furqan.

Durante la época del Cuarto Jalifa (rh), hubo una larga disputa entre dos familias de Calcuta que también eran parientes suyos. El Cuarto Jalifa (rh) lo designó para investigar, tras formar una comisión, y resolvió el asunto con gran dignidad. El Cuarto Jalifa (rh) le había expresado que sabía que no se mostraría parcial con sus parientes y que llegaría a una decisión honesta, y eso fue exactamente lo que sucedió.

También viajó a Uganda en 1991, siguiendo instrucciones del Cuarto Jalifa (rh), donde se quería construir un molino de aceite. Por lo tanto, mandó construir el molino de aceite bajo su supervisión. Asimismo, se le confiaron otras responsabilidades en otros tres países africanos y en un país europeo, las cuales cumplió. A pesar de tener su propio negocio -incluso tenía su propio molino de aceite comestible en Multan-, siempre fue muy consciente de su consagración a la Comunidad y priorizaba el trabajo de la Yamaat sobre las responsabilidades asociadas a su negocio.

En 2003, me escribió diciéndome que deseaba consagrarse y pasar el resto de su vida al servicio. Por lo tanto, le nombré para Tahrik-e-Yadid como Naib Wakilut Tasnif. Era culto, dominaba el inglés y poseía conocimientos religiosos, por lo que desempeñó su labor con excelencia.

Su hijo Mahmud Sahgal Sahib afirma: “Llevaba una vida activa y motivada, entregado a la adoración. Recitar el Sagrado Corán y reflexionar sobre su contenido era una de sus cualidades más destacadas. La mayoría de las personas que acudieron a expresar sus condolencias en su fallecimiento dijeron que era gentil, amable y lleno de sinceridad. Era una persona cariñosa y tenía una hermosa manera de guiar a las personas y de cuidar su formación moral”.

Dice: “Siempre nos instó a ser obedientes al sistema de la Yamaat y nos decía que sólo debíamos expresar nuestra opinión en un foro apropiado, y no hablar en todo momento, incluso si veíamos algo que pudiera corregirse. Siempre decía que no debíamos tomar como referencia a otras personas, ni siquiera a los funcionarios; más bien, hemos jurado lealtad al Jalifa de la época. Por lo tanto, debemos tener presente que todo lo que tengamos que decir debe ser dirigido al Jalifa de la época y debemos cumplir nuestra promesa de lealtad a él”.

¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y Su misericordia!

La tercera mención es de la respetada Bushra Pervaiz Minhas Sahiba, esposa de Pervais Minhas Sahib de los EE.UU, que también ha fallecido recientemente.

[Árabe – ¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].

Era hija de Chaudhary Fazal Ahmad Sahib, ex gerente de la granja de la Yamaat en Karim Nagar, Nusrat Abad.

Antes de su matrimonio, prestó muchos servicios a Lallna en Hyderabad, Sindh. Luego, vivió en Rawalpindi, donde también tuvo la oportunidad de prestar servicios. Luego se mudó a Estados Unidos con su esposo. Era la Sadr Lallna local en Rawalpindi. Después de mudarse a Estados Unidos, también prestó servicios como Naib Sadr en su sección local. Era regular en los ayunos y las oraciones; ofrecía Tahayyud [oraciones voluntarias antes del amanecer], depositaba su confianza en Dios y era devota del Jalifato. Era hospitalaria, sociable y benéfica; cuidaba de los pobres y era una mujer muy virtuosa y sincera. Era constante en sus contribuciones económicas y estaba a la vanguardia de los sacrificios económicos. Tenía un fuerte vínculo con el Jalifato. Siempre me escribía cartas pidiendo oraciones.

La fallecida era “musi” [integrante del sistema de Al-Wasiyat]. No tenía hijos, pero era muy bondadosa con los hijos de los demás.

¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y Su misericordia!

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