Simposio sobre la paz (2012)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Las consecuencias devastadoras de una guerra nuclear y la necesidad esencial de la justicia absoluta

Discurso pronunciado en el 9 º Simposio Anual de la Paz, 2012

El 24 de marzo de 2012, se celebró en la Mezquita Baitul Futuh, la mezquita más grande de Europa occidental, en Morden, Londres, el noveno Simposio Anual por la Paz, organizado por la Yama’at (Comunidad) Ahmadía del Islam en el Reino Unido. El evento atrajo a una audiencia de más de 1000 personas, entre las que se encontraban varios ministros, embajadores del Estado, miembros de la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores, el alcalde de Londres, y otros diversos dignatarios, profesionales, vecinos e invitados de todos los sectores civiles y religiosos. El tema del simposio de este año fue “La Paz Internacional”. En su discurso de bienvenida, Rafiq Hayat, Presidente Nacional de la Asociación Musulmana Ahmadía del Reino Unido, declaró que bajo la dirección de su Jalifa, la Comunidad Ahmadía se hallaba constantemente ocupada en la promoción de los valores de paz, tolerancia y lealtad a su país. Siobhain McDonagh, diputado por Mitcham y Morden y Presidente del Grupo Parlamentario All Party del Reino Unido de la Comunidad Ahmadía del Islam, dijo que aunque se habían hecho progresos, todavía restaba una gran tarea por delante para lograr que todas las personas en el mundo disfrutaran de libertad religiosa. El alcalde de Londres, Boris Johnson, agradeció a la Yama’at musulmana Ahmadía por “contribuir de tantas maneras” a la promoción de la paz y la tolerancia en Londres, y por unir a las personas. Se comprometió a apoyar siempre a la Comunidad y a sus obras caritativas y sociales.

Rt. Hon. Ed Davey MP, Secretario de Estado para la Energía y el Cambio Climático, dijo que Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) era un “gran líder por la paz”. También habló sobre los riesgos del cambio climático y sus efectos sobre la seguridad alimentaria y el agua en el mundo. Stephen Hammond MP leyó un mensaje del Honorable Eric Pickles MP, Secretario de Estado para las Comunidades y el Gobierno Local, en el que exaltó a la Yama’at musulmana Ahmadía por promover la tolerancia en todas las colectividades de Gran Bretaña. Andrew Stunnell OBE MP, dijo que el Gobierno del Reino Unido apreciaba enormemente los esfuerzos de la Comunidad musulmana Ahmadía en la promoción de las obras de caridad y de la cohesión social. Dijo que era su primera visita a la Mezquita Futuh Baitul y le pareció un “edificio muy impresionante.” Dijo el concejal Stephen Alambritis, líder del Consejo de Merton, que el Consejo estaba “orgulloso de la Mezquita Ahmadía y orgulloso de la Comunidad musulmana Ahmadía. Lord Eric Avebury, dijo que no se estaba haciendo lo suficiente para evitar las guerras y los conflictos. Dijo que alejarse simplemente de esos problemas sería “moralmente incorrecto”. Declaró que a pesar de ser víctima de la persecución en varios países, la Yama’at musulmana Ahmadía se hallaba a la vanguardia de la lucha por la paz en todo el mundo.

La 3ª edición del Premio “Musulmán Ahmadía para la Promoción de la Paz “fue entregado por Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) a la ONG, “Aldeas Infantiles SOS del Reino Unido”, en reconocimiento a sus esfuerzos continuos para aliviar el sufrimiento de los niños huérfanos y abandonados en todo a el mundo, y para contribuir a su objetivo de “un hogar lleno de amor para todos los niños.” Fue a recibir el premio en nombre de la ONG del Reino Unido su Presidenta, Dame Mary Richardson DBE, quien dijo que era indispensable anteponer siempre el bienestar de los niños y que se sentía “profundamente conmovida, honrada y privilegiada” por recibir el premio. Entre otros invitados asistentes se encontraban:

— Honorable Justine Greening MP, Secretario de Estado de Transportes
— Jane Ellison MP (Battersea)
— Seema Malhorta MP (Feltham y Heston)
— Tom Brake MP (Carlshalton y Wallington)
— Virendra Sharma MP (Ealing Southall)
— Lord Tariq Ahmad de Wimbledon
— SE Wesley Momo Johnson, el Embajador de Liberia
— Abdullah Al-Radhi, Embajador de Yemen
— SE Miguel Solano López, Embajador de Paraguay
— Comodoro Martín Atherton, Comandante Naval Regional
— Consejero Jane Cooper, Venerable alcalde de Wandsworth,
— Concejal Milton McKenzie MBE, Venerable alcalde de Barking y Dagenham,
— Consejero Amrit Mann, Venerable alcalde de Hounslow
— Siobhan Benita, candidato independiente a la alcaldía de Londres
— Diplomáticos de otros países como India, Canadá, Indonesia y Guinea

Presentamos a continuación el discurso de apertura de la noche, pronunciado por Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba), Khalifatul Masih V, Jefe de la Comunidad Ahmadía del Islam Internacional.

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Después de recitar Tashhahud, Ta’awwudh y Bismillah, Hazrat Jalifatul Masih V (aba), dijo:

“A Todos nuestros invitados: Alaikum Assalamo ‘Wa Wa Rahmatullahe Barakatohu (que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con todos ustedes).

Hoy, transcurrido un año, tengo la oportunidad de darles de nuevo la bienvenida, distinguidos invitados a este evento. Les estoy muy agradecido, ya que no han escatimado su tiempo para acudir este acto.

De hecho, la mayoría de ustedes están familiarizados con este acontecimiento que ha llegado a ser conocido como el “Simposio de la Paz”. Este evento es organizado cada año por la comunidad musulmana Ahmadía, y constituye sólo uno de nuestros muchos esfuerzos para tratar de cumplir con nuestro deseo de que la paz se establezca en el mundo.

Entre los asistentes de hoy hay nuevos amigos, que asisten a esta función por primera vez, mientras que otros son viejos amigos que han apoyado nuestros esfuerzos durante muchos años. En cualquier caso, todos ustedes son personas sensibles que comparten nuestro deseo de que la paz reine en el mundo, y es por este deseo por el que hoy están presentes.

Todos están hoy reunidos aquí con el afán sincero de que el mundo llegue a estar repleto de amor, afecto y amistad. Es esta misma actitud y estos mismos valores los que la inmensa mayoría del mundo anhela y necesita; y estas son las razones por las que ustedes, que provienen de diferentes orígenes, naciones y religiones, están aquí.

Como ya he expresado, celebramos esta conferencia cada año, y en cada ocasión, expresamos todos los mismos sentimientos y esperanza de que se instaure la paz en el mundo ante nuestros ojos, y cada año también les pido a todos ustedes que se esfuercen por promover la paz dondequiera que tengan la oportunidad y con quienquiera que tengan contacto. Por otra parte, pido también a todos aquellos que están vinculados con partidos políticos o gobiernos a que también transmitan este mensaje de paz a sus círculos de influencia. Es esencial que todo el mundo sea consciente de que, para que se establezca la paz mundial, los valores y principios morales son más necesarios que nunca.

En cuanto a la Comunidad Ahmadía se refiere, allá donde y cuando surge la oportunidad, expresamos abiertamente y declaramos nuestra convicción de que sólo hay una manera de salvar al mundo de la destrucción y de la devastación hacia la que se dirige, y es que debemos hacer el máximo esfuerzo para difundir el amor, el afecto y el sentido comunitario; y lo que es más importante, el mundo debe llegar a reconocer a su Creador, que es el Único Dios. Esto es así porque el reconocimiento del Creador es el que nos conduce al amor y a la compasión hacia Su Creación; y cuando esto se convierte en parte de nuestro carácter, es entonces cuando nos convertimos en receptores del Amor de Dios.

Elevamos constantemente nuestra voz llamando a la paz en el mundo, y es el dolor y la angustia que sentimos en nuestros corazones la que nos inspira para tratar de aliviar el sufrimiento de la humanidad y para hacer que el mundo en que vivimos sea un lugar mejor. De hecho, esta misma función es sólo uno de nuestros muchos esfuerzos para lograr este objetivo.

Como ya he dicho, todos ustedes también tienen estos nobles deseos. Además, he pedido reiteradamente a los políticos y líderes religiosos a que luchen por la paz. Sin embargo, a pesar de todos estos esfuerzos, nos encontramos con que la ansiedad y la confusión siguen creciendo y propagándose en todo el mundo. En el mundo de hoy nos encontramos con tanta lucha, agitación y desorden. En algunos países, hay civiles luchando y declarándose la guerra entre sí. En otros países la población está luchando contra el gobierno, o por el contrario los gobernantes están atacando a su propio pueblo. Los grupos terroristas están alimentando la anarquía y el desorden para cumplir con sus intereses creados y no dudan en matar arbitrariamente a mujeres inocentes, niños y ancianos. En algunos países, como medio para satisfacer sus propios intereses, los partidos políticos están enfrentados unos con otros en vez de unirse para el mejoramiento de sus naciones. También encontramos algunos gobiernos y países que se lanzan continuamente sus miradas de envidia en dirección a los recursos de otras naciones. Las principales potencias del mundo se consumen en sus esfuerzos por mantener su supremacía, y no dejan piedra sin remover en sus desvelos por alcanzar esta meta.

Teniendo todo esto en mente, nos encontramos con que ni la Comunidad Ahmadía ni la mayoría de ustedes, miembros del público, tienen poder o autoridad para desarrollar políticas que logren un cambio positivo. Esto se debe a que no tienen ningún poder gubernamental o administrativo. De hecho, iría tan lejos como para decir que incluso los políticos, con los que hemos desarrollado relaciones de amistad, y que siempre están de acuerdo con nosotros cuando se encuentran en nuestra compañía, también son incapaces de hablar. Al contrario, sus voces son silenciadas y se les impide difundir sus puntos de vista. Esto es debido a que o bien están obligados a seguir las políticas del partido, o tal vez debido a presiones externas de otras potencias mundiales o aliados políticos, que les condicionan.

Sin embargo, nosotros, los que participamos en este Simposio por la Paz cada año, mantenemos el indudable deseo de que se establezca la paz y, ciertamente, expresamos nuestras opiniones y sentimientos de que el amor, la compasión y la fraternidad sean establecidos entre todas las religiones, todas las nacionalidades, todas las razas y todas las personas. Lamentablemente, sin embargo, carecemos del poder para plasmar en la realidad esta visión. No tenemos la autoridad o los medios para lograr los resultados que anhelamos.

Recuerdo que un par de años atrás, en esta misma sala y durante este Simposio por la Paz, pronuncié un discurso detallando las formas y medios para fundamentar la paz mundial, y mencioné cómo deberían funcionar las Naciones Unidas. Después, nuestro muy querido y respetado amigo, Lord Eric Avebury, comentó que el discurso debería haber sido pronunciado en las propias Naciones Unidas. En cualquier caso, esta no fue más que una muestra de su noble carácter pues es una persona generosa y amable en sus comentarios. Sin embargo, lo que quiero decir es que el mero hecho de pronunciar o escuchar un discurso o conferencia no es suficiente y no conduce a que la paz se establezca. De hecho, el requisito clave para el cumplimiento de este objetivo principal es la justicia absoluta y la equidad en todos los asuntos. El Sagrado Corán, en el capítulo 4, versículo 136, nos ha dado un principio de oro y una lección que nos guía al respecto. Afirma que hay que cumplir siempre y sin excepciones con las exigencias de la justicia, incluso si uno tiene que dar testimonio y testificar contra sí mismo, contra sus padres o sus parientes más cercanos o amigos. Esta es la verdadera justicia donde los intereses personales se dejan de lado por el bien común.

Si pensamos en este principio a nivel colectivo, entonces nos daremos cuenta de que las técnicas de lobbying o cabildeo injustas, basadas en la riqueza y la influencia deben ser abandonadas. En cambio, los representantes y embajadores de cada nación deben actuar con sinceridad y con el deseo de apoyar los principios de equidad e igualdad. Debemos eliminar todas las formas de prejuicio y discriminación, ya que este es el único medio para lograr la paz. Si nos fijamos en las Naciones Unidas, la Asamblea General o el Consejo de Seguridad, nos encontramos con que a menudo las declaraciones o discursos realizados reciben grandes elogios y reconocimiento, pero tales tributos no tienen sentido porque las decisiones reales ya han sido predeterminadas.

Por lo tanto, donde las decisiones se toman sobre la base de la presión o el cabildeo de las grandes potencias, en lugar de los medios justos y verdaderamente democráticos, entonces este tipo de discursos se vuelven huecos, sin sentido y sólo sirven como pretexto para engañar al mundo exterior. Sin embargo, todo esto no quiere decir que debemos simplemente frustrarnos, y darnos por vencidos, y abandonar todos nuestros esfuerzos. Por el contrario, debe ser nuestro objetivo, siempre dentro de las leyes del país, seguir recordando al gobierno las necesidades de la época. También debemos asesorar adecuadamente a los grupos que tienen intereses creados, de modo que a nivel mundial, la justicia pueda prevalecer. Sólo entonces podremos ver al mundo convertido en el remanso de paz y armonía que todos queremos y deseamos.

Por lo tanto, no podemos ni debemos renunciar a nuestros esfuerzos. Si dejamos de levantar nuestras voces contra la crueldad y la injusticia, entonces nos convertiremos en aquellos que no tienen valores morales o normas de ningún tipo. Sea o no que nuestras voces se escuchen o tengan influencia es irrelevante. Tenemos que seguir aconsejando a los otros a favor de la paz. Siempre me produce una gran alegría cuando veo que, independientemente de las diferencias de religión o nacionalidad, y sólo por el bien de la defensa de los valores humanos, muchas personas acuden a esta función para escuchar, aprender y hablar sobre las maneras de establecer la paz y la compasión en el mundo. Por lo tanto, yo les pediría a todos ustedes a que luchen por la paz en la medida de sus capacidades, para que podamos mantener encendida la llama de esperanza de que venga un tiempo en que la paz verdadera y la justicia se establezcan en todas las partes del mundo.

Debemos recordar que cuando los esfuerzos humanos fallan, entonces Dios Todopoderoso emite Su decreto para determinar el destino de la humanidad. Antes de que el decreto de Dios se ponga en marcha, y obligue a las personas a cumplir con Él y a cumplir con los derechos de la humanidad, es mucho mejor que los pueblos del mundo presten atención a estas cuestiones cruciales, porque cuando Dios Todopoderoso se ve obligado a tomar medidas, Su ira se apodera de la humanidad de una manera verdaderamente severa y aterradora.

En el mundo actual, una manifestación terrible del Decreto de Dios podría acaecer en la forma de una nueva guerra mundial. No hay duda de que los efectos de esa guerra y su destrucción no se limitarían a la guerra en sí misma, ni siquiera a esta generación. De hecho, sus terribles consecuencias dejarán secuelas durante muchas generaciones por venir. Sólo una trágica consecuencia de esa guerra será el efecto que tendrá en los niños recién nacidos, tanto ahora como en el futuro. Las armas disponibles hoy en día son tan destructivas que podrían dar lugar a una generación tras otra de niños que nacen con graves defectos genéticos o físicos.

Japón es el único país que ha experimentado las consecuencias aberrantes de la guerra atómica, cuando fue atacado por bombas nucleares durante la Segunda Guerra Mundial. Incluso hoy en día, cuando alguien visita Japón y conoce a sus habitantes, se detecta un miedo absoluto y un odio a la guerra, visible en sus ojos y en su expresión. Sin embargo, las bombas nucleares que se utilizaron en ese momento y que causaron una devastación generalizada, eran mucho menos potentes que las armas atómicas que hoy poseen los países, incluso los pequeños, en la actualidad.

Se dice que en Japón, a pesar de que han pasado siete décadas, los efectos de las bombas atómicas todavía continúan manifestándose en los niños recién nacidos. Si una persona es herida por una bala, a veces es posible que sobreviva mediante tratamiento médico, pero si estalla una guerra nuclear, los que están en la línea de fuego no tendrán tanta suerte. Al contrario, la gente muere inmediatamente y queda congelada como estatuas, y su piel simplemente se desvanece. El agua potable, los alimentos y la vegetación todos quedan contaminados y afectados por la radiación. Sólo podemos imaginar el tipo de enfermedades a las que conduce la contaminación. En aquellos lugares que no estén directamente afectados y donde los efectos de la radiación sean menores, también existe un alto riesgo de enfermedades y dolencias, y las futuras generaciones también asumirán riesgos mucho más elevados.

Por lo tanto, como he mencionado, los efectos devastadores y destructivos de la guerra no se limitarán a la guerra y sus secuelas, sino que pasarán de generación en generación. Estas son las consecuencias reales de dicha guerra, y sin embargo hoy en día hay gente egoísta y estúpida que se siente orgullosa de su invención y describen lo que han desarrollado como un regalo para el mundo. La verdad es que los denominados aspectos beneficiosos de la energía y la tecnología nuclear pueden ser extremadamente peligrosos y conducir a una destrucción generalizada, ya sea por negligencia o por accidente. Ya hemos visto este tipo de catástrofes, como el accidente nuclear que ocurrió en 1986 en Chernobyl, en lo que hoy es Ucrania, y el año pasado tras el terremoto y tsunami en Japón, que también tuvo que lidiar con un gran peligro y el miedo de un país entero. Cuando estos eventos ocurren, es muy difícil volver a poblar las regiones afectadas. Debido a sus experiencias únicas y trágicas, los japoneses se han vuelto muy cautelosos y, de hecho, su sentido del miedo y el terror se justifica plenamente.

Es una afirmación obvia que la gente muere en las guerras, y así, cuando Japón entró en la Segunda Guerra Mundial, su Gobierno y su pueblo eran bien conscientes de que muchas personas iban a morir. Se dice que aproximadamente 3 millones de personas murieron en Japón, y esto supuso el 4% de la población del país. A pesar de que otros países pudieron haber sufrido una mayor proporción de muertes en términos de cifras totales, sin embargo, el odio y la aversión a la guerra que encontramos en el pueblo japonés sigue siendo mucho mayor en comparación con otros. La razón simple de ello es, sin duda, las dos bombas atómicas arrojadas sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial, cuyas consecuencias todavía están presenciando y tienen que seguir soportando hoy día. Japón ha demostrado su grandeza y capacidad de recuperación al ser capaz de repoblar y rehabilitar a sus pueblos con relativa rapidez. Pero que quede claro que si las armas nucleares se utilizaran hoy de nuevo, es más que posible que algunas partes de ciertos países queden borradas del mapa. Dejarían de existir.

Estimaciones conservadoras cifran el número de muertos de la Segunda Guerra Mundial, en alrededor de 62 millones y se dice que alrededor de 40 millones de los que murieron eran civiles. En otras palabras, murieron más civiles que personal militar. Tal devastación se produjo a pesar del hecho de que, aparte de Japón, se libró una guerra tradicional con armas convencionales en los demás lugares.

El Reino Unido tuvo que soportar la pérdida de alrededor de medio millón de personas. Por supuesto, en esa época era todavía una potencia colonial, por lo que sus colonias también lucharon en su nombre. Si se incluyeran dichas pérdidas el número de muertos se elevaría a millones de personas.

Sólo en la India, alrededor de 1,6 millones de personas perdieron la vida.

Sin embargo, hoy la situación ha cambiado, y esos mismos países que fueron colonias del Reino Unido, y que lucharon por el Imperio Británico, hoy en día podrían luchar contra Gran Bretaña, si estallase la guerra. Por otra parte, como he mencionado antes, incluso algunos países pequeños han adquirido armas nucleares.

Lo qué causa un gran temor es el conocimiento de que tales armas nucleares podrían terminar en manos de personas que o bien no tienen la capacidad necesaria o que optan por no pensar en las consecuencias de sus acciones. En verdad, tales personas ni siquiera se preocuparían de las consecuencias.

Por lo tanto, si las grandes potencias no actúan con justicia, no eliminan las frustraciones de las naciones más pequeñas y no adoptan políticas sabias y nobles, entonces la situación se convertirá en una espiral sin control y la destrucción que seguirá estará más allá de nuestra comprensión e imaginación. Incluso la mayor parte del mundo que desea la paz se verá engullida por la devastación.

Por lo tanto, es mi ardiente deseo y esperanza que los líderes de todas las grandes naciones lleguen a comprender esta realidad terrible, y en consecuencia, en lugar de adoptar políticas agresivas y la utilización de la fuerza para lograr sus metas y objetivos, se esfuercen por adoptar políticas que promuevan y aseguren la justicia.

Recientemente, un alto comandante militar de Rusia emitió una seria advertencia sobre el riesgo potencial de una guerra nuclear. Era de la opinión de que esa guerra no se libraría en Asia u otros lugares, sino que tendría lugar en las fronteras de Europa, y que la amenaza provendría y surgiría de los países del Este de Europa. Aunque algunas personas dicen que se trataba simplemente de su opinión personal, yo personalmente no creo que sus puntos de vista sean improbables, pero en añadidura, también creo que si estalla una guerra, entonces es muy probable que los países asiáticos se vean implicados.

Otra noticia que se dio recientemente con una amplia cobertura mediática fue el punto de vista de un jefe recientemente retirado de la agencia de inteligencia israelí, Mossad. Durante una entrevista al conocido canal de televisión estadounidense, CBS, dijo que se estaba haciendo evidente que el Gobierno de Israel deseaba declarar la guerra a Irán. Dijo que si tal ataque se llevara a cabo, sería imposible saber dónde o cómo finalizaría esa guerra. Por lo tanto, recomendaba encarecidamente la abstención contra cualquier ataque.

A este respecto, mi opinión personal es que esa guerra acabará con una devastación nuclear.

Hace poco también leí un artículo en el que su autor declaraba que la situación del mundo de hoy en día es similar a la situación de 1932, tanto en términos económicos como políticos. Refería que en muchos países de aquella época, la gente perdió la confianza en sus políticos y en sus “democracias”. También dijo que había muchas otras similitudes y paralelismos que se combinan entre sí para formar hoy día la misma imagen de la que fue testigo el mundo justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Algunos pueden estar en desacuerdo con su análisis, pero yo, por el contrario, estoy de acuerdo con él, y es por eso por lo que creo que los gobiernos del mundo deberían sentirse extremadamente alarmados y preocupados por la situación actual. Del mismo modo, los líderes injustos de algunos países musulmanes, cuyo único objetivo es mantener su poder por cualquier medio y a cualquier costo, deberían entrar en razón. De lo contrario, sus actos y su insensatez será el medio de su desaparición, y conducirán a sus respectivos países hacia una situación más aterradora.

Nosotros, que somos miembros de la comunidad musulmana Ahmadía, intentamos hacer todo lo posible para salvar al mundo y a la humanidad de la destrucción. Esto es así porque en esta época, hemos aceptado el Imam de la época, que fue enviado por Dios como el Mesías Prometido, que vino como un siervo del Santo Profeta Muhammad (la paz sea con él), el cual fue enviado como una misericordia para toda la humanidad.

Debido a que somos seguidores de las enseñanzas del Santo Profeta (la paz sea con él) sentimos un dolor y angustia extremos en nuestros corazones por el estado del mundo. Es el dolor el que nos empuja en nuestro esfuerzo para tratar de salvar a la humanidad de la destrucción y el sufrimiento. Por lo tanto, yo y todos los demás musulmanes áhmadis nos esforzamos por cumplir con nuestras responsabilidades morales encaminadas a la consecución de la paz en el mundo.

Una forma por la que he tratado de promover la paz es a través de una serie de cartas que he escrito a los determinados líderes mundiales. Hace unos meses, envié una carta al Papa Benedicto XVI, que le fue entregada en persona por un áhmadi representante mío. En la carta le decía que dado que era el líder de la mayor denominación religiosa en el mundo, debería esforzarse por el establecimiento de la paz.

En la misma línea, más recientemente, y al observar que las hostilidades entre Irán e Israel se escalaban a un nivel muy peligroso, envié una carta tanto al Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, como al presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, en la que les instaba a abandonar toda precipitación e imprudencia a la hora de tomar decisiones, por el bien de la humanidad.

También he escrito recientemente al presidente Barack Obama y el Primer Ministro de Canadá, Stephen Harper, pidiendo a los dos que cumplan con sus roles y responsabilidades en pro del desarrollo de la paz y la armonía en el mundo.
También estoy planeando escribir y advertir a otros Jefes de Estado y líderes en un futuro próximo.

Yo no sé si a mis cartas se les dará algún valor o importancia por parte de los varios líderes a los que he escrito, pero que cualquiera que sea su reacción, he intentado por mi parte, como Jalifa y líder espiritual de millones de musulmanes áhmadis en todo el mundo, expresar mis sentimientos y emociones sobre el peligroso estado del mundo.

Que quede claro que no he expresado estos sentimientos a causa de cualquier temor personal, sino, al contrario, motivado por un amor sincero por la humanidad.

Este amor por la humanidad se ha desarrollado e inculcado en todos los verdaderos musulmanes por las enseñanzas del Santo Profeta Muhammad (la paz sea con él) que, como ya he mencionado, fue enviado como un medio de misericordia y compasión para toda la humanidad.

Lo más probable es que se extrañen e incluso se sorprendan al escuchar que nuestro amor por la humanidad es el resultado directo de las enseñanzas del Santo Profeta (la paz sea con él). La pregunta que puede surgir en sus mentes, es ¿por qué entonces hay grupos terroristas musulmanes que están matando a personas inocentes, o por qué hay gobiernos musulmanes, que con el fin de proteger sus puestos de poder, ordenan asesinatos en masa de ciudadanos civiles?

Que quede absolutamente claro que estos actos malvados son completamente contrarios a las verdaderas enseñanzas del Islam. El Sagrado Corán no permite, bajo ninguna circunstancia, el extremismo o el terrorismo.

En esta época, de acuerdo con nuestras creencias, Dios Todopoderoso envió al Fundador de la Yama’at Ahmadía del Islam, Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadian (la paz sea con él) como el Mesías prometido, y el Imam Mahdi, en completa sumisión al Santo Profeta Muhammad (la paz sea con él). El Mesías Prometido (la paz sea con él) fue enviado a propagar las enseñanzas reales y verdaderas del Islam y del Corán. Fue enviado para establecer un vínculo entre el hombre y Dios Todopoderoso. Fue enviado para identificar y reconocer los derechos que el hombre tiene con el hombre. Fue enviado para poner fin a todas las formas de guerra religiosa. Fue enviado para restablecer el respeto, la dignidad y el honor de cada fundador y de todos los Profetas de cualquier religión. Fue enviado para llamar la atención hacia la consecución de los más altos estándares de valores morales y establecer la paz, el amor, la compasión y la fraternidad en todo el mundo.

Si vais a cualquier parte del mundo, encontraréis estas mismas cualidades integradas en todos los verdaderos musulmanes áhmadis. Para nosotros, ni los terroristas ni los extremistas son ejemplos, ni tampoco los crueles dictadores musulmanes, ni tampoco las potencias occidentales. El ejemplo que seguimos es el del fundador del Islam, el Santo Profeta Muhammad (la paz sea con él) y nuestro principio rector es el Sagrado Corán.

Por lo tanto, a partir de este Simposio por la Paz, envío el mensaje a todo el mundo, de que el mensaje y las enseñanzas del Islam son de amor, compasión, bondad y paz.

Por desgracia, nos encontramos con que una pequeña minoría de los musulmanes presenta una imagen totalmente distorsionada del Islam y actúa conforme a sus creencias equivocadas. Yo les digo a todos ustedes que no deben creer que este sea el verdadero Islam y por lo tanto deben evitar utilizar tales actos erróneos como licencia para herir los sentimientos de la mayoría pacífica de los musulmanes o convertirlos en blanco de la crueldad.

El Sagrado Corán es el libro más santo y sagrado para los musulmanes y por lo tanto emplear un lenguaje insultante u obsceno, o quemarlo sin duda daña gravemente sus sentimientos. Ya hemos visto cómo cuando esto sucede, a menudo desemboca en una reacción totalmente equivocada e inadecuada por parte de los musulmanes extremistas.

Recientemente hemos oído hablar de dos incidentes en Afganistán, donde algunos soldados estadounidenses faltaron el respeto al Santo Corán, y mataron en sus casas a mujeres y niños inocentes. Del mismo modo, una persona sin piedad mató a tiros a unos soldados franceses en el sur de Francia sin mediar ningún motivo, y a continuación, algunos días después, entró en una escuela y mató a tres inocentes niños judíos y a uno de sus maestros.

Nos parece que este comportamiento es totalmente errado y no puede conducir a la paz. También vemos que similares crueldades suceden con regularidad en el Pakistán y en otros lugares, y todos estos actos dan alas a los opositores del Islam para dar rienda suelta a su odio, y encuentran el pretexto que buscan para alcanzar sus objetivos a gran escala. Tales actos de barbarie llevados a cabo a pequeña escala no se producen debido a enemistades personales o rencores, sino que en realidad son el resultado de políticas injustas adoptadas por algunos gobiernos, tanto en el interior de sus países como a nivel internacional.

Por lo tanto, para que se establezca la paz en el mundo, es esencial que las normas de la justicia se implementen a todos los niveles y en todos los países del mundo. El Sagrado Corán considera que el asesinato de una persona inocente sin motivo equivale a matar a toda la humanidad.

Así que una vez más, como musulmán, quiero dejar absolutamente claro que el Islam no permite la crueldad ni la opresión de cualquier tipo, manera o forma. Se trata de un mandamiento que es absoluto y sin excepción. El Corán declara además que, incluso si un país o un pueblo os consideran sus enemigos, no por ello debéis dejar de actuar de manera totalmente justa y equitativa cuando tratéis con ellos. No permite que las enemistades o las rivalidades os lleven a la venganza o a actuar de manera desproporcionada. Otro mandamiento importante que nos ha dado el Santo Corán es que la riqueza y los recursos de los demás no deben ser contemplados con envidia o codicia.

He mencionado sólo unos pocos puntos, pero estos son de tal naturaleza que tienen una importancia crucial, ya que asientan las bases para construir la paz y la justicia en la sociedad y en el mundo en su conjunto. Rezo para que el mundo preste atención a estas cuestiones clave, para que podamos ser salvados de la destrucción del mundo a la que nos conducen los injustos y los falsos.

En este punto quisiera pedir disculpas por haberles hablado durante tanto tiempo, pero la verdad es que el tema de cómo construir la paz en el mundo tiene de una importancia enorme.

El tiempo se nos acaba, y antes de que sea demasiado tarde, todos debemos prestar gran atención a las necesidades de la época.

Antes de concluir, me gustaría hablar de una cosa importante. Como todos sabemos, en estos días se celebra el “aniversario de diamante” de Su Majestad, la Reina Isabel II. Si retrocedemos el reloj 115 años a 1897, también se celebró el Jubileo de Diamante de la Reina Victoria. En aquel momento, el Fundador de la Comunidad musulmana Ahmadía envió un mensaje de felicitación a la Reina.

En su mensaje, le transmitió tanto las enseñanzas del Islam como su oración por el Gobierno británico y por una larga vida de la Reina. En dicho mensaje, el Mesías Prometido (la paz sea con él) escribió que la mejor virtud del Gobierno de la Reina era que bajo su regencia, a todas las personas se les concedió la libertad religiosa.

En el mundo de hoy, el Gobierno británico ya no gobierna sobre el sub-continente, pero los principios de libertad de religión están profundamente arraigados en la sociedad británica y en sus leyes, a través de las cuales cada persona disfruta de esta libertad religiosa.

De hecho, un ejemplo muy hermoso de esta libertad puede presenciarse esta noche, donde seguidores de diversas religiones, cultos y creencias nos hemos unido en un solo lugar con la aspiración común de buscar la paz en el mundo.

Por lo tanto, empleando las mismas palabras y las mismas oraciones que el Mesías Prometido, (la paz sea con él), aprovecho esta oportunidad para felicitar de corazón a la reina Isabel. Tal como él dijo:

“Que sea transmitida nuestra felicitación llena de felicidad y gratitud a nuestra Reina compasiva. Y que la honorable Reina se mantenga siempre feliz y contenta. “

El Mesías Prometido (la paz sea con él) ofreció oraciones adicionales por la reina Victoria, y así, de nuevo, yo empleo sus palabras para orar por la reina Isabel:

“¡Oh Dios, Poderoso y Noble. A través de su gracia y bendiciones mantén a nuestra honorable Reina feliz para siempre, de la misma manera en que estamos viviendo felices bajo su benevolencia y gentileza; y sé amable y cariñoso con ella de la misma forma en que estamos viviendo en paz y prosperidad bajo su generoso y justo gobierno”.

Estos son los sentimientos de gratitud que alberga cada musulmán áhmadi que es ciudadano británico.

Al final me gustaría expresar una vez más mi gratitud a todos ustedes desde el fondo de mi corazón, ya que al venir aquí han demostrado su amor, afecto y fraternidad.

Muchas gracias. “

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