El Islam y la Paz
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

El Islam y la Paz

Introducción

Vivimos hoy en un mundo muy influenciado por los medios de comunicación. Las imágenes, textos, portadas y noticias pueden presentar falsos conceptos al mismo tiempo que realidades aparentes. Aunque es cierto que la información y las noticias erróneas no están siempre circunscritas al terreno de la religión, un relato impreciso de cualquier creencia religiosa auténtica crea un prejuicio masivo y supone una verdadera injusticia. Desde hace muchos años, son corrientes las noticias confusas y parciales en relación con el Islam, especialmente en lo que se refiere a la guerra y el terrorismo.

El verdadero entendimiento del Islam sólo puede encontrarse en el estudio del núcleo de sus enseñanzas, y dicho estudio revela una religión que no sólo rechaza la violencia, sino que realmente promueve la paz a todos los niveles, incluyendo el de un conflicto ya en marcha.

El Islam es una religión muy completa. Es consciente de que debido a la debilidad, ambición y dinamismo humanos, han de existir ocasiones en las que la disputa, el conflicto e incluso las guerras pueden llegar a ser inevitables. El Islam prohíbe iniciar guerras de agresión, y cuando se hace inevitable que los musulmanes luchen en defensa propia, las enseñanzas islámicas establecen límites muy estrictos. Por ejemplo, deben respetarse los derechos y libertad de los no combatientes. Los ancianos, los enfermos, las mujeres y los niños deben ser protegidos frente a todo daño. Deben dejarse intactas las propiedades residenciales, y los cultivos y las cosechas no deben ser dañados, etc. etc.

Incluso en lo que respecta a los combatientes en el campo de batalla, el Islam ordena que, si el enemigo busca la paz, deben de cesar las hostilidades y la paz debe ser aceptada. De esta descripción básica se puede entender que en el Islam no hay resquicio para ninguna forma de terrorismo. Por el contrario, se fomenta la interacción y la armonía interreligiosa. En este sentido, la Comunidad Ahmadía en todo el mundo, pero especialmente en Europa, es reconocida como una comunidad pacífica, altamente respetada, que promueve y alienta la paz.

El Islam, ¿una Religión de Paz?

Hay quienes mantienen la equívoca impresión de que el Islam es la religión de la espada y que justifica la agresión. Existe una propaganda ampliamente extendida diciendo que el Islam promueve el uso de la espada para la difusión de su mensaje. Estas ideas aparte de los oponentes del Islam, surgen también del clero “medieval” musulmán.

Tratar de estudiar el Islam a través del comportamiento de algunos musulmanes de Irán o Árabia Saudita es como querer estudiar el cristianismo basándonos en el comportamiento del mundo ocidental. La palabra Islam significa literalmente “paz”. En esta palabra sencilla se reflejan todas las enseñanzas y actitudes islámicas de la manera más bella y concisa.

El Islam es una religión de paz. El Islam no permite la coacción en la difusión de su propio mensaje. Consentir el terrorismo, aun en nombre de los más nobles objetivos, es totalmente incompatible con las enseñanzas islámicas. El Islam nos enseña que, a menos que el hombre aprenda a vivir en paz consigo mismo y con su prójimo, no puede vivir en paz con su Dios.

La Vida del Santo Profeta (l.p.D)

El verdadero comienzo de la historia de la humanidad se remonta la momento en que Dios se reveló por primera vez a Adan (el primer profeta), hace aproximadamente 6000 años. Las comunidades primitivas vivían dispersas y aisladas por lo que sus necesidades eran puramente locales y regionales. Por esta razón Dios reveló a profetas nacionales y no universales para amonestar a los hombres. Algunos de estos profetas trajeron códigos de leyes apropiados a su sociedad en concreto y con asignaciones temporales. Hubo que esperar que la civilización llegara a un estado de desarrollo para el advenimiento de un profeta universal con un mensaje para toda la humanidad. Este advenimiento se recoge en la mayoría de los libros Sagrados anteriores, incluyendo la Bíblia. La vida del Fundador del Islam se conoce con gran riqueza de detalles y su biografía completa llenaría muchos libros.

El Santo Profeta Mohammad nació el 20 de abril del año 570 dC. en Meca, Árabia. Pertenecía a la familia de los quraish, descendientes directos de Ismael. Huérfano de nacimiento, fue primero cuidado por su abuelo y después por su tío Abu Talib. Empezó la vida como pastor y después se hizo comerciante.

Los árabes de aquellos tiempos eran paganos, adictos a la violencia, al infaticidio, a la anarquía política, a la embriaguez y a los juegos de azar. En la Meca se encontraba la Kaba , templo construido por Abraham hacía 3000 años para adorar al Dios Único. Por aquel entonces este templo se había convertido en un centro de idolatría, pues existían 360 ídolos ubicados en el recinto.

Los males prevalecientes y la degradación moral de sus conciudadanos entristecían intentamente al Santo Pofeta.Solía dirigirse solo a una cueva cerca de Meca, situada en lo alto de una montaña llamada Hira. Allí meditaba sobre la situación de su nación y acerca de la adoración de los ídolos. Allí rezaba al Dios Único. A veces portaba comida para varios días y dedicaba largas jornadas rezando a Dios.

Una noche en el mes de Ramadan del año 609 cuando el Santo Profeta contaba con 40 años de edad, se le apareció el Ángel Gabriel en una visión y le recitó los 5 primeros versículos del capítulo 96 del Coran. Recita en el nombre de tu Señor, que creó. Creó al hombre de un coágulo de sangre. Recita, pues tu Señor es el más honorable. Enseñó al hombre a escribir con la pluma. Enseñó al hombre lo que desconocía. Este fue el día en que por primera vez Mohammad supo que era un Profeta. Durante los 6 meses siguientes el Santo Profeta sufrió tormentos y tribulaciones internas, pero al cabo de este tiempo, el Arcangel se le volvió a aparecer. La revelación, recogida en el Coran, Libro Sagrado de los musulmanes, continuó casi ininterrumpidamente durante 21 años.

Los primeros en creer en él fueron Jadiyya, su esposa, Zeid, un esclavo liberto por él, Ali, su primo y Abu Bakr, su amigo. Al principio, predicaba a su familia y a sus amigos íntimos, exhortándoles a rechazar el politeísmo y el mal, a adorar solo a Dios y a tener fe en la vida futura. Sus palabras eran recibidas con burlas y escepticismo y la gente le aconsejaba que renunciara a tales locuras y atendiera su negocio. Poco a poco, las burlas se convirtieron en oposición e ira. Los primeros conversos, surgidos en su mayoría de entre los pobres y esclavos, fueron amenazados, atacados y asesinados.

En el año 615, la persecución obligó a un grupo de 100 musulmanes aproximadamente a abandonar la Meca para buscar refugio en Abisinia, donde fueron bien acogidos por el Rey Negus. Los jefes de la Meca prohibieron todo tipo de relaciones sociales y comerciales con los musulmanes. Durante 3 largos años el Santo Profeta y sus discípulos vivieron en la pobreza, hambrientos y bajo la más dura persecución.

En Yazrib, más tarde conocida como Medina ( 360 Km . al N. de Meca), muchos habitantes habían aceptado el Islam. Así, rogaron al Santo Profeta que visitara Medina y que estableciera allí su casa. Poco tiempo después, el Santo Profeta recomendó a sus discípulos que emigraran en secreto a Medina. Los Qureish se sintieron perturbados por esta huida de familias musulmanas y los jefes de distintos clanes decidieron asesinar al mismo Profeta. Pero Dios hizo que la fecha acordada para el asesinato fuera la misma elegida por el Santo Profeta para su huida. Alertado del peligro, salió desapercibido de su casa. Los conspiradores no tardaron en darse cuenta de la fuga y enviaron a un grupo de rastreadores en su búsqueda. En cierto momento, los rastreadores llegaron a la boca misma de la cueva en la que estaban escondidos el Santo Profeta y su compañero Abu Bakr, pero milagrosamente los fugitivos pasaron inadvertidos y lograron escaparse. Esta emigración (Hijra), de inmensa importancia, marca el comienzo del inicio de la era musulmana.

Al llegar a Medina, tras un peligroso viaje por el desierto, el Santo Profeta organizó una relación de hermandad entre los socorredores y los refugiados. Cada ciudadano de Medina tomó a un hermano refugiado en su casa, compartiendo con él su hogar y concediéndole una parte igualitaria de todas sus pertenencias. La mayoría de la gente de Medina, excepto algunas tribus judías que vivían en los alrededores aceptó las enseñanzas del Profeta y en breve tiempo todos se convirtieron al Islam. Eligieron al Santo Profeta como su propio Jefe. Como lider de Medina, enseñó la adoración a un solo Dios y mostró a sus seguidores como debían vivir siendo verdaderos musulmanes.

Las Guerras en la Época del Santo Profeta (l.p.D)

No existe nada de verdad en la historia que afirma que el Santo Profeta predicó su fe con la espada. Estableció, por el contrario, los fundamentos de una paz verdadera. No sólo predicó el amor y respeto hacia los fundadores de todas las grandes religiones del mundo sino también la fe en ellos. El Santo Coran está lleno de declaraciones que muestran que la creencia en una determinada religión es un asunto que depende exclusivamente de la decisión personal de cada individuo. Cada persona tiene libertad absoluta de elegir la religión que desee.

El Santo Coran dice: No debe existir compulsión en la religión (2-256). Esto significa que ninguna persona debe forzar a otra a seguir una religión que no desea. No hay necesidad de coacción. Que el hombre determine dónde está la verdad. Dios advirtió al Santo Profeta en contra de utilizar cualquier medio de fuerza para intentar reformar la sociedad. Dice el Corán: Adviérteles que tú sólo eres un Amonestador y no tienes autoridad para obligarles (88-22-23). Pero si se alejan, sabe que no te hemos enviado como protector de ellos. Tú deber sólo consiste en transmitir el mensaje (42-49). Por eso, cuando el Santo Profeta combatió, no fue, en absoluto, para forzar a los no creyentes a aceptar su fe, sino al contrario, para poner fin a la persecución religiosa, proteger los lugares de adoración pertenecientes a diferentes religiones y conseguir la libertad religiosa.

Dice el Santo Coran: Se os concede permiso para luchar contra aquellos que os han atacado. Si Dios no permitiera la defensa contra los agresores, todos los lugares de oración, donde se recuerda el nombre de Dios, habrían sido destruidos (22-40). Estos versículos prueban claramente que el objeto del Santo Profeta al combatir, no era forzar a la gente a aceptar el Islam sino defenderse ante la agresión. El Santo Profeta y sus compañeros no fueron dejados en paz por sus enemigos de Meca. La persecución continuó y se incrementó. Los jefes de Meca habían resuelto acabar con el Islam y empezaron a prepararse abiertamente para la guerra.

A principios del ano 624 dC. enviaron un ejército de mil hombres bien formados y equipados con la intención de tomar la ciudad de Medina. Los musulmanes, que habían recibido por vez primera permiso para armarse en defensa de su religión, pudieron reunir una infantería de 313 soldados mal armados. Los dos ejércitos se enfrentaron en Badr, el 16 de Ramadan, el año 2 después de la Hijra. A pesar de la clara mayoría en número y armas de los habitantes de Meca, éstos fueron derrotados por los musulmanes.

Los quraishíes intentaron en dos ocasiones posteriores tomar la ciudad de Medina. En 625, derrotaron a los musulmanes en Ohod, porque estos se mostraron imprudentes y demasiado confiados en contra de las órdenes del Santo Profeta. Pero los quraishies no supieron aprovecharse de su victoria.

En 627, una coalición de más de 20.000 quraishies, beduinos y judíos sitió la ciudad, pero a pesar de varias traiciones, sus asaltos fueron rechazados, y su derrota se vio precipitada por los conflictos internos y un tiempo adverso. Esta Batalla se conoce con el nombre de los Confederados. El mismo año, los musulmanes firmaron el Tratado de Hudaibia con los habitantes de Meca y el Santo Profeta pudo realizar em paz el peregrinaje a la Kaba , la Casa de Abraham.

El Santo Profeta realizó su última peregrinación en el año 10 después de la Hijra. Viajó de Medina a la Meca para este fin. En el Monte Arafat, habló ante 100.000 peregrinos, pronunciando un famoso sermón, que se ha conservado en su totalidad. Este sermón que el Santo Profeta ofreció momentos antes de su muerte es una carta de paz para toda la humanidad.

Dijo: Un día os reuniréis con vuestro Señor, que os juzgará por todas las cosas que hayáis hecho. En el día de hoy todas las cantidades de dinero debidas como intereses quedan abolidas. Este es el día en que queda desterrada toda la venganza frente a los asesinatos ocurridos en los días anteriores al Islam. Oh gente, recordad que poseéis ciertos derechos sobre vuestras mujeres, de la misma manera que ellas lo poseen sobre vosotros; son un depósito de Dios en vuestras manos. Por lo tanto tratadlo con el máximo cuidado. Y respecto a vuestros esclavos, cuidad de ellos y alimentarlos con la misma comida con que os alimentáis y vestidlos de la misma forma que os vestís. ¡Oh gente escuchad lo que voy a deciros y recordadlo. Debéis saber que cada musulmán es el hermano de todo musulmán. Sois todos iguales y poseéis iguales derechos y obligaciones. Todos sois hermanos. Nadie tomará de su hermano nada que éste último no este dispuesto a dar. No actuéis injustamente hacia vuestros criados, ni les expoliéis de sus derechos. El Santo Profeta falleció en Medina a la edad de 63 años (8-6-632).

Sus Enseñanzas

El Profeta enseñó que sólo existía un Único Dios. Creador del Universo, un Ser Perfecto, Eterno, Infinito, Misericordioso. Declaró que en diversas épocas y naciones del mundo este Dios Único, cuidando de las necesidades religiosas de la humanidad, hizo surgir diferentes mensajeros. Por lo tanto, no sólo reconoce a los profetas bíblicos sino que ordena creer en todos los demás. No hay pueblo en el mundo al que no hayamos enviado un mensajero. (32-25).

De acuerdo con el Islam, todos los que se llaman dioses o reencarnaciones de dioses o hijos de Dios son únicamente profetas que han sido deificados por sus seguidores.

El Islam menciona algunas creencias fundamentales: Este Mensajero creen en lo que fue revelado procedente de su Señor, y los creyentes creen en Allah, Sus Ángeles y en sus Libros y en sus Mensajeros diciendo: No hacemos distinción entre ninguno de sus mensajeros. (2-286).

El Islam no permite explotación alguna, soial, política o económica. Suprime toda discriminación basada en nacionalidad, color o clase social. No puede haber ningua raza superior, ni aristocracia ni sacerdocio, siendo el más piadoso el más noble ante los ojos de Dios. Ciertamente el más honrado entre vosotros es en vista de Dios el más virtuoso (49-14)

El Islam defiende una justicia económica, todos los seres humanos deben tener sus necesidades básicas cubiertas. Presenta formas para acortar la diferencia entre pobres y ricos:

1) Las leyes musulmanas sobre la herencia establecen que 2/3 de la fortuna del difunto han de pasar a sus parientes de acuerdo a un baremo fijo, mientras que el tercio restante puede ser legado libremente por testamento. De este modo se asegura una amplia distribución de la riqueza y se protege a los parientes más próximas.

2) El Islam condena la insitución del interés en cualquiera de sus formas y presenta en su lugar el Zakat, un impuesto del 2´5 sobre el capital inactivo que se extrae de las clases más ricas para los pobres que no tienen las necesidades primordiales cubiertas.

El Islam no defiende una forma particular de gobierno, aunque desaprueba el sistema hereditario. La primera obligación impuesta a un estado es promover el bienestar moral y material de los intereses de su pueblo. Las responsabilidades de un gobierno han de ser siempre desempenadas con justicia y solidaridad, apoyando los principios básicos de derechos humanos. Dice el Coran: Allah os ordena que entreguéis los depósitos a quienes sean dignos y que cuando juzguéis entre personas lo hagáis con justicia (4-59).

El Islam ha otorgado a las mujeres derechos igualitarios a los hombres. E ha establecido claramente una serie de leyes relativas a la herencia que salvaguardan sus derechos.

El Islam garantiza al hombre la libertad de conciencia, de palabra y de expresión, pero se opone a la blasfemia, en base a aspectos éticos y morales, pero no se ordena ningún castigo físico, en contra de los que se piensa en el mundo actual. El Santo Profeta nunca declaró que la blasfemia fuera un crimen que se pueda castigar.

Enseñanzas Islámicas sobre la Paz y la Guerra

El Islam prohibe la agresión, pero nos invita a luchar si la ausencia de lucha pone en peligro la paz y promueve la guerra. Si la ausencia de lucha significa la eliminación de la libertad de creencia y de la búsqueda de la verdad, nuestro deber es luchar. Ésta es la enseñanza sobre la que puede construirse definitivamente la paz, y la enseñanza sobre la que el Profeta del Islam basó su propia política y sus prácticas. El Profeta sufrió de una forma continua y constante en la Meca, pero no devolvió la agresión de la que era víctima inocente. Cuando emigró a Medina el enemigo estaba preparado para eliminar el Islam; era necesario, por lo tanto, luchar contra el enemigo en defensa de la verdad y de la libertad de credo, y para establecer y garantizar la paz de una vez por todas. Antes de seguir adelante, será adecuado estudiar los pasajes del Santo Corán que tratan el tema de la guerra:

“Se da permiso para combatir a quienes son combatidos, porque han sido perjudicados – y Al-lah tiene en verdad poder para ayudarles – quienes fueron expulsados injustamente de sus hogares sólo por haber dicho: “Nuestro Señor es Al-lah – y si Al-lah no hubiera permitido a los hombres defenderse contra la actuación injusta de los demás, ciertamente habrían sido destruidos monasterios e iglesias, sinagogas y mezquitas, en las que se conmemora frecuentemente el nombre de Al-lah. Mas Al-lah ayudará en verdad a quien Le ayude. Al-lah es ciertamente Fuerte, Poderoso” (22:40-41)

“Y luchad en la causa del Al-lah contra los que luchan contra los otros, pero no seáis transgresores. En verdad, Al-lah no ama a los transgresores. Y matadlos en donde los encontréis y expulsadlos de donde os hayan expulsado; ya que la persecución es peor que el homicidio. Y no luchéis contra ellos ni dentro ni cerca de la Mezquita Sagrada mientras no os ataquen allí. Pero si os atacan combatidles. Esa es la retribución para los incrédulos. Pero si desisten, sepan que Al-lah es, en verdad, el Sumo Indulgente, el Misericordioso. Y luchad contra ellos hasta que cese la persecución, y se profese libremente la religión de Al-lah. Pero si desisten, recordad que no se permite hostilidad alguna excepto contra los agresores” (2:191-194)

“Diles a los incrédulos, si desisten, que lo pasado se les perdonará; pero si vuelven a ello, entonces, en verdad, tienen ante ellos el ejemplo de los pueblos que les precedieron. Y combatidlos hasta que cese la persecución y la religión sea totalmente para Al-lah. Pero si desisten, en verdad Al-lah vigila todo lo que hacen. Si vuelven la espalda, sabed que Al-lah es vuestro Protector” (8:39-41)

“Pero si se inclinan hacia la paz, inclínate tú también hacia ella y deposita tu confianza en Al-lah. En verdad, El es Quien todo lo oye, El Omnisciente. Pero si pretenden engañarte, en verdad, Al-lah te basta. El es Quien te ha fortalecido con Su ayuda y con los creyentes” (8:62-63)

“Exceptuados aquellos de los idólatras con los que habéis concluido un tratado y que posteriormente no os hayan fallado de modo alguno ni ayudado a nadie contra vosotros. Cumplid pues estos tratados que habéis establecido con ellos hasta su término. En verdad, Al-lah ama a los justos ” (9:4)

“Mas si alguno de los idólatras te pide protección, concédesela para que oiga la palabra de Al-lah. Llévalo después a su lugar seguro. Esto es porque se trata de gentes que no saben” (9:6)

“No corresponde a un Profeta tener prisioneros mientras no haya iniciado una batalla regular en el país. Vosotros deseáis los bienes del mundo, mientras que Al-lah desea para vosotros el Más Allá. Pues Al-lah es Poderoso, Sabio” (8:68)

“Más tarde, liberadlos como gracia o recibiendo un rescate, hasta que la guerra haya depuesto sus cargas” (47:5)

 “Y si algunos desean una escritura de emancipación de entre aquellos que poseen vuestras diestras, escribídsela si conocéis algo de bien en ellos; y dadles de la riqueza de Al-lah que El os ha concedido” (24:34)

Conclusiones

Categóricamente podemos decir que estos versículos enseñan las siguientes reglas:

            I.- Sólo se debe recurrir a la guerra en el nombre de Dios y no por motivos egoístas, y no por agrandar o por fomentar cualquier otro interés.

            II.- Sólo podemos recurrir a la guerra contra quien nos ataca primero.

            III.- Sólo podemos luchar contra los que luchan contra nosotros. No podemos luchar contra los que no toman parte en la guerra.

            IV.- Incluso después de que el enemigo hay iniciado el ataque, es nuestro deber mantener la guerra dentro de unos límites. Extender la guerra, bien territorialmente o con relación a la armas utilizadas, es un error.

            V.- Tenemos que luchar sólo contra un ejército regular designado por el enemigo para luchar de su lado. No tenemos que luchar contra los demás del lado enemigo.

            VI.- En la guerra, debe permitirse inmunidad a todos los ritos y observancias religiosas. Si el enemigo prescinde de los lugares donde se celebran las ceremonias religiosas, entonces los musulmanes también deben desistir de luchar en dichos lugares.

            VII.- Si el enemigo utiliza un lugar de adoración como base para atacar, entonces los musulmanes pueden devolver el ataque. Ninguna culpa caerá sobre ellos si así lo hacen. Ni siquiera se permite luchar en los aledaños de los lugares religiosos. Está absolutamente prohibido atacar los lugares religiosos y destruirlos o causarles cualquier tipo de daño.

            VIII.- El hecho de que el enemigo inicie el ataque desde un lugar religioso no debe utilizarse como excusa para atacar ese lugar.

            IX.- La lucha sólo debe continuar mientras dure la injerencia en la religión y la libertad religiosa. Cuando la religión es libre y la injerencia en  ella no prosigue más tiempo, entonces no debe haber guerra aun cuando el enemigo sea quien la empiece.

            X.- Si el enemigo desiste, es deber de los musulmanes desistir también, y perdonar el pasado. Los musulmanes deben luchar mientras dure la persecución religiosa, mientras la religión no sea para Dios y no se abandone la injerencia en los asuntos religiosos. Cuando el agresor desiste, los musulmanes también tienen que desistir. No debe continuar la guerra porque el enemigo crea en una religión falsa.

            XI.- Los musulmanes no tienen derecho a entrometerse en la religión de los otros, incluso si les parece que esa religión es falsa. Si después de una oferta de paz, el enemigo continua la guerra, los musulmanes pueden estar seguros de la victoria aún cuando sus efectivos sean escasos.

            XII.- Si en el transcurso de una guerra los no creyentes se inclinan hacia la paz en cualquier momento, los musulmanes deben aceptar la oferta inmediatamente y hacer la paz. Los musulmanes deben comportarse así aun a riesgo de ser engañados. Deben poner su confianza en Dios. El engaño no prevalecerá contra los musulmanes, que confían en la ayuda de Dios. La oferta de paz debe ser aceptada.

            XIII.- Los paganos, que acuerdan un pacto con los musulmanes, lo mantienen y no ayudan al enemigo contra ellos, deben tener tratamiento recíproco por parte de los musulmanes. La piedad exige que los musulmanes deben cumplir su compromiso del pacto tanto en la letra como en el espíritu.

            XIV.- Si cualquiera de los que están en guerra con los musulmanes buscan refugio en ellos para estudiar el Islam y reflexionar sobre su Mensaje, deben recibir refugio de los musulmanes durante el tiempo razonablemente necesario para dicho propósito.

            XV.- No está permitido hacer prisioneros del enemigo salvo en caso de una guerra regular que implique mucho derramamiento de sangre. El sistema de hacer prisioneros de las tribus enemigas sin guerra y derramamiento de sangre, practicado hasta e incluso después del advenimiento del Islam, es ilegal. Sólo se puede hacer prisioneros de los combatientes y después de una batalla.

            XVI.- En relación con los prisioneros de guerra, lo mejor según el Islam, es liberarlos sin pedir rescate. Como ésto no siempre es posible, la libertad mediante rescate, también se puede efectuar.

            XVII.- Los que no merecen ser liberados sin rescate pero no tienen a nadie que se lo pague, si todavía piden su libertad, pueden obtenerla firmando un compromiso de que, si se les permite trabajar y ganar dinero, pagarán su rescate.

Directrices del Santo Profeta Sobre la Guerra

Las enseñanzas islámicas, sin embargo, no constan solamente de reglas establecidas en el Santo Corán. También se incluyen los preceptos y ejemplo del Santo Profeta del Islam. Lo que hizo o enseñó en situaciones críticas es también una parte esencial de las enseñanzas islámicas. Recogemos aquí algunos dichos del Santo Profeta sobre el tema de la guerra y la paz.

            I.- Se prohibe a los musulmanes totalmente mutilar a los muertos.

            II.- Se prohibe a los musulmanes recurrir al engaño.

            III.- Las mujeres y los niños no deben ser asesinados.

            IV.- No se debe interferir con los sacerdotes, funcionarios religiosos y líderes religiosos.

            V.- No se debe asesinar a los ancianos, ancianas y niños.

            VI.- Cuando los musulmanes entran en territorio enemigo, no deben sembrar el terror entre la población. No se permiten los malos tratos a los civiles.

            VII.- Un ejército musulmán no debe acampar en un lugar donde provoque molestias a los civiles. Al desfilar debe tener cuidado de no bloquear la carretera ni causar incomodidades a otros viajeros.

            VIII.- No está permitido desfigurar el rostro.

            IX.- Deben infligirse al enemigo el menor número de pérdidas.

            X.- Cuando los prisioneros de guerra se ponen bajo custodia, debe colocarse juntos a los parientes cercanos.

            XI.- Los prisioneros deben ser correctamente tratados. Los musulmanes deben tratar a sus prisioneros mejor que a ellos mismos.

            XII.- Se debe tratar con gran respeto a los emisarios y delegados de otros países. Cualquier falta o descortesía que cometan debe ignorarse.

            XIII.- Si un musulmán comete el pecado de maltratar a un prisionero de guerra, debe expiarlo dejando en libertad al prisionero sin rescate.

            XIV.- Cuando un musulmán tiene a cargo un prisionero de guerra, debe alimentarlo y vestirlo de la misma forma que el musulmán hace consigo mismo.

            XV.- No se deben dañar los edificios públicos, los árboles frutales y las cosechas.

            XVI.- Debe tenerse presente siempre la posibilidad de paz.

            De los dichos del Santo Profeta se hace evidente que el Islam ha  instituido los pasos que tienen como consecuencia evitar o detener una guerra o reducir su mal. Los principios que enseña el Islam no son sólo preceptos piadosos; tienen su ilustración práctica en el ejemplo del Santo Profeta y los primeros Jalifas del Islam. Como todo el mundo sabe, el Santo Profeta no sólo enseñó estos principios sino que también los practicó e insistió en su observancia.

            Regresando a nuestra época, deseo decir que se han enviado varias propuestas y se han presentado muchos planes ideales para la paz, pero no se ha ofrecido ningún ejemplo práctico y realista para enseñar al mundo cómo evitar la guerra, minimizar sus sufrimientos o detenerla totalmente.

            Predicar un método para detener las guerras, pero no ser capaz jamás de permitirse una ilustración práctica de ese método, indica que es impracticable. Parecería por lo tanto, que la experiencia y sabiduría humanas apuntan solamente a un método para evitar o parar la guerra; y ese método lo enseñó y practicó el Santo Profeta del Islam.

            Un punto más debe añadirse. El Santo Profeta dio las enseñanzas mencionadas sobre la conducta y comportamiento de los musulmanes en un campo de batalla. Generalmente se dice y se cree que no hay regla a seguir cuando se está en estado de guerra. No se suscita la cuestión de la misericordia y los buenos tratos. Nadie piensa en hacer ningún acto de caridad y de gracia hacia nadie. Pero aquí nos encontramos con un hombre que aconseja a sus seguidores dar todos los pasos posibles para ser amable y considerado incluso con el enemigo. Aquí hay un hombre que predica y recomienda la paz y la moralidad incluso en el campo de batalla. Se trata del Profeta del Islam, Muhammad, la paz y bendiciones de Dios sean con él, que fue correctamente descrito por Dios como la encarnación de la misericordia con toda la humanidad.

La Comunidad Ahmadía del Islam

Tras la muerte del Santo Profeta, el liderazgo de los musulmanes pasó a los Califas (sucesores); Abu Bakr, Umar, Uzman y Ali. El Islam se extendió rapidamente por Asia Central y Ocidental, África del Norte y algunas zonas de la Europa Meridional. La civilización floreció y durante muchas generaciones se produjeron avances en la ciencia, el arte, la filosofía etc. Despues comenzó el ocaso, provocado por la disensión política, los conflictos sectarios, la asimilación imperfecta de los verdaderos principios islámicos.

Pero el prevaleciente declive de los musulmanes y sus luchas eran hechos sobre los que el Santo Profeta no estaba desinformado. Él, a través de revelación divina, profetizó que el Islam tendría tres siglos de esplendor y después el Islam se subiría al cielo durante 1000 anos. Él dijo: En verdad que ocurrirán a mi pueblo las cosas que anteriormente acontecieron a los israelitas. Se asemejarán uno y otro como un par de zapatos…. En verdad que los israelitas se dividieron en 72 sectas, pero mi pueblo se dividirá en 73 sectas. Todas estarán en el fuego excepto una.

Los compañeros le preguntaron: ¿De quiénes se trata, oh Mensajero de Allah? El Santo Profeta dijo: Son la gente que seguirá mi práctica y la de mis compañeros. (Tirmidi). También dijo en otro Hadiz: LLegará un tiempo en el que no quedará nada del Islam excepto su nombre y no quedará nada del Coran salvo su texto. Las mezquitas aunque estarán llenas de fieles pero en lo que se refiere a la virtud, se hallarán desiertas y vacías. Sus líderes religiosos serán las peores criaturas bajo el firmamento del cielo. De ellos se originarán planes malvados y a ellos retornarán. (Mishkat).

Y así sucedió, a mediados del S. XIX el poder de las naciones musulmanas estaba destruido y sus instituciones habían caído en la decadencia, la fe disminuía y el pueblo bajo los sacerdotes fanáticos e ignorantes era preso de la intolerancia, la superstición y el más exacerbado fanatismo. Pero a pesar de toda esta aflicción, el Santo Profeta declaró que el Islam no perecería. Había profetizado el advenimiento de un Resurgidor al comienzo de cada siglo y predijo igualmente que un Mesías salvaría el Islam en los últimos tiempos.

A comienzos del S. XIV después de la Hijra , apareció en Qadian (Índia) un hombre que que había de cumplir estas profecías. Su nombre era Hazrat Mirza Ghulam Ahmad (1835-1908), Fundador de la Comunidad Ahmadia del Islam. Hombre de profunda fe, que llevaba una vida en estrecha comunión con Dios, interpretó el Sagrado Coran a la luz de los conocimientos modernos y exhortó a sus seguidores a seguir su religión como en los tiempos del Santo Profeta del Islam y sus Compañeros. Predicó en contra de diversas herejías que se habían introducido en el Islam hortodoxo a manos de ciertos teólogos medievalistas, como por ejemplo el concepto de Yihad o guerra santa como castigo por apostasía. Él resumen el objeto de fundar esta Comunidad con las siguientes palabras:

“El objeto de fundar esta Comunidad es conseguir un grupo de hombres bondadosos que sean modelo de rectitud y de virtudes para que ejerzan su influencia sobre la humanidad con sus vidas ejemplares de altas cualidades morales y espirituales y su solidaridad sea motivo de gran bendición, grandeza y consecuencias positivas para el Islam.”

Imagen: cortesía de Alejandro SlockerLicencia Creative Commons

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