Carta al Lider Supremo de la República Islámica de Iran
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Estimado Ayatollah:

Assalamo Aleikum Wa Rehmatullahe Wa Barakatohu

Dios Todopoderoso le ha capacitado para servir al Islam en Irán y actualmente el Gobierno de Irán funciona bajo su auspicio. Ello requiere de nuestro máximo esfuerzo a la hora de transmitir las correctas enseñanzas del Islam a todo el mundo. Como musulmanes hemos de esforzarnos en enseñar al mundo la convivencia pacífica, armoniosa y afectuosa. Los líderes musulmanes, en particular, necesitan prestar atención a este aspecto y, por ello le pido que llame la atención de su gobierno respecto a su responsabilidad de establecer la paz en el mundo. Irán está en su derecho a defenderse y a proteger el país si es atacado, pero esto no ha de suponer una vía para instigar la agresión, ni dar el primer paso hacia cualquier conflicto. De hecho, es preciso hacer un esfuerzo para dejar de lado las diferencias religiosas, y alcanzar la unidad basada en valores comunes. Exactamente este es el principio que sabemos que se ha adoptado a lo largo de la historia del Islam.

Le dirijo esta carta en calidad de creyente, sucesor y Jalifa del Mesías Prometido e Imam Mahdi (la paz de Dios sea con él), cuyo advenimiento en esta época fue profetizado por el Santo Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él). La comunidad que él fundó se conoce con el nombre de Comunidad Musulmana Ahmadía. Con la Gracia de Dios esta comunidad se ha extendido a doscientos países, y cuenta en todo el mundo con millones de devotos seguidores. Es nuestro ferviente deseo guiar al mundo hacia una convivencia pacífica y hacia el mutuo afecto. Con este propósito, llamo constantemente la atención de las personas de todas las condiciones. De ahí que recientemente haya escrito al Primer Ministro de Israel y al presidente de Estados Unidos de América, entre otros. También he escrito con este fin al Papa Benedicto XVI.

Como líder espiritual de una gran nación islámica, espero que esté de acuerdo conmigo en que mediante la unión y la labor conjunta de toda la Ummah islámica, es posible establecer la paz en el mundo. En lugar de echar leña al fuego de las enemistades y rencores, debemos buscar vías para establecer la paz y la tranquilidad. Incluso en la enemistad y en la oposición a otros no debe faltar la justicia; esta es la enseñanza que nos imparte el Sagrado Corán:

¡Oh vosotros, los que creéis! Sed perseverantes en la causa de Al-lah en calidad de testigos justos, y que la enemistad de un pueblo no os incite a actuar con injusticia. Sed siempre justos, porque eso está más cerca de la virtud. Y temed a Al-lah. En verdad, Al-lah es consciente de lo que hacéis.

Que Dios capacite a toda la Ummah islámica y a los gobiernos del mundo musulmán para que entiendan mi mensaje, para que se dispongan a cumplir con sus respectivos papeles en el esfuerzo de establecer la paz en el mundo.

Es mi amor por la humanidad, que nace del amor por la totalidad de la Ummah musulmana, y mi condición de ser fiel de la Ummah de “la misericordia para toda la humanidad” lo que me ha llevado a escribir esta carta. Que Dios capacite a los líderes del mundo para entender mis palabras y ejercer un papel activo en el establecimiento de la paz mundial. De lo contrario, la precipitación y la imprudencia de cualquier nación resultará en una guerra abierta entre dos naciones, que no se limitará a dichos dos países, pues sus llamas envolverán al mundo entero. Así pues, es muy posible que estalle una Guerra Mundial que, en vez de librarse con armas convencionales, se librará con armas atómicas. Una guerra nuclear cuyas terroríficas y devastadoras consecuencias, no sólo afectarán a quienes vivan la guerra en su vida, sino que, además, sus secuelas a largo plazo supondrán un terrorífico “regalo” para las generaciones futuras que nacerán con discapacidades y defectos. Por esta razón ningún país se ha de considerar a salvo de la inminente destrucción.

Es por ello por lo que, una vez más, en el nombre de Al-lah y de Su Mensajero, y con la más sincera compasión y amor hacia la humanidad, le pido que cumpla con su debido papel en el establecimiento de la paz en el mundo.

Con los mejores deseos y plegarias,

Wassalam
Con mis mejores deseos y plegarias,
Sinceramente suyo,

Mirza Masrur Ahmad
Jalifatul Masih V
Jefe Supremo de la Comunidad Ahmadía del Islam

Imagen: cortesía de Christiaan TriebertLicencia Creative Commons

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